En este Blog encontrará: Respuestas a preguntas bíblicas y teológicas, SERMONES DE LA BIBLIA LIBRO POR LIBRO, estudios sobre temas vitales para el creyente.
Los contenidos de este blog se enmarcan dentro de la doctrina bíblica reformada, es decir, evangélica e histórica.
Soy catolico bautizado a los 18 años estoy algo confundido jesus dijo mi
iglesia no tendra fin que paso con la iglesia catolica. y si es biblico el
divorcio y si hay morivos para eso.
Saludos cordiales.
Siendo que usted nos envía dos preguntas en
su mensaje, las vamos a responder por separado. Primero respondamos la pregunta
relacionada con la permanencia y perpetuidad de la iglesia católica.
Jesús dijo en Mateo 16:18 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán
contra ella”. El Salvador ha prometido que Su iglesia, la que él está
edificando será perpetua y nada podrá acabarla.
Ahora, esto no significa que las iglesias
locales no tendrán fin. Muchas de las iglesias locales que surgieron en el
primer siglo, y que fueron fundadas por los apóstoles, desaparecieron. Algunas se
volvieron apóstatas, es decir, dejaron de ser iglesias de Cristo y se
convirtieron en sinagoga de Satanás.
El Señor Jesús garantizó la continuidad de
la verdadera iglesia, pero advirtió a muchas iglesias locales que si seguían
admitiendo en su seno errores doctrinales y de práctica, él las abandonaría y
ya no serían más iglesias bíblicas: “Recuerda,
por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si
no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres
arrepentido” (Ap. 2:5). El candelero representa al Espíritu Santo, y éste
sería quitado de toda iglesia que se aparte de la doctrina y práctica
apostólica.
Ahora, lo que nosotros vemos en los siglos
II, III, pero especialmente desde el IV es que buena parte de la cristiandad
profesante empieza a partarse paulatinamente de la doctrina apostólica y se
dedica a adicionar doctrinas de hombres y tradiciones humanas a la fe y
práctica cristiana. Esta contaminiación llegó a tal punto que el Señor quitó el
candelero de la mayoría de iglesias pertecientes al sistema religioso de este
tiempo. La mayoría de estas iglesias abogaban formar parte de la verdadera
iglesia de Cristo porque podrían trazar su historia hasta algún apóstol, y
porque sus ministros de culto fueron ordenados por obispos que a su vez fueron
ordenados por otros obispos que también podían demostrar su linaje apostólico.
Pero, ¿la catolicidad y autoridad de la
iglesia depende de esta clase de sucesión? O más bien, la legitimidad de la
iglesia depende de su identidad con la doctrina y práctica apostólica. En el
libro de los Hechos, el Dr. Lucas, nos presenta lo que es la verdadera
catolicidad y autoridad de la iglesia: “Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hch. 2:42). También Pablo,
el apóstol, insiste en que las iglesias locales deben mantenerse firme en la
doctrina que fue enseñada por los verdaderos apóstoles nombrados por Cristo: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened
la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2
Tes. 2:15).
Buena parte de las iglesias que, con el
tiempo, llegaron a llamarse “Católicas” (ya sean romanas u ortodoxas) se
apartaron de la doctrina apostólica y adoptaron un sistema doctrinal adaptado a
las circunstancias de cada época. Pero lo mismo sucedió con muchas de las
iglesias que surgieron de la Reforma Protestante, las cuales abogaron, en un
principio, por el regresar a la doctrina apostólica.
¿Significa esto que no hay esperanzas y que
la verdadera iglesia de Cristo no existe ya? De ninguna manera (usando el
lenguaje de Pablo, el apóstol), pues, Jesús, el Dios Todopoderoso se encarga de
preservar a su verdadera iglesia y en cada siglo él conserva para sí a un
remanente, a un pequeño rebaño que es fiel a la doctrina apostólica y que se
edifica en el fundamento que ha sido puesto por los verdaderos apóstoles y
profetas: “Edificados sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo” (Ef. 2:20).
Todas las iglesias locales que se
fundamentan en la doctrina total de las Sagradas Escrituras, que siguen a
Cristo y se sujetan a Su palabra son iglesias verdaderas, independientemente
del apellido que ellas usen.
Por lo tanto, es nuestra responsabilidad
como cristianos cerciorarnos, a través de la doctrina bíblica, que estemos
congregándonos en una iglesia que conserva las marcas que nos dieron Cristo y
los apóstoles.
¿Es biblico el orar por la gente y que después
de la oración vomite la persona algo negro y que huela feo? o ¿es brujeria o hechicería?
Saludos fraternales.
Se que muchas personas podrán contar la experiencia que
tuvieron al vomitar espuma o un líquido espeso con olor desagradable, y también
podrán contar que luego de dicha experiencia siguió una sensación de paz,
tranquilidad y libertad.
No obstante, debemos ser muy cuidadosos con estas cosas,
pues, en poco se diferencian de las prácticas ocultistas de los brujos y
hechiceros. No podemos elevar a la categoría de práctica o doctrina cristiana
algo que no ha sido aprobado por las Sagradas Escrituras. No encontramos un
solo precepto o ejemplo bíblico de que una persona deba vomitar algo cuando se
ora por ella en señal de que ha recibido la bendición del cielo.
En un caso de posesión demoníoca mencionado en la Biblia
la persona votaba espumajaros por la boca como una acción producida por la
presencia del espíritu maligno. “Maestro,
traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le
toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes… y cuando el espíritu
vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se
revolcaba…” (Mr. 9:18, 20). Este único caso que aparece en los evangelios
muestra claramente que el vomitar o votar espumarajos por la boca es una acción
del demonio, no del Espíritu de Dios.
De manera que en la Biblia solo encontramos un caso de
vomito producido por la acción de un demonio, y que, evidentemente se tratababa
de una persona incrédula, pues, como ya respondimos en otra pregunta, los
verdaderos cristianos no pueden ser poseídos por demonios, ni tampoco pueden
ser objetos de la acción de echicerías, maleficios o agüeros: “Porque contra Jacob no hay agüero…”
(Núm. 23:23).
Recomiendo, autorizado por la Palabra del Señor, a que no
convirtamos en práctica cristiana algo que se encuentra más relacionado con el
ocultismo y las religiones espiritualistas.
Dios les bendiga...he escuchado su programa y estoy pasando por un conflicto yo quiero saber si biblicamente usar aretes es malo o bueno o el vestirse sin falda me quita la salvacion??? Ayudenme porfavor...gracias
Saludos fraternales,
Lamento la demora en responder su pregunta,
pero, con la ayuda del Señor pude terminar la respuesta.
Siendo que veo dos preguntas en su mensaje,
responderé en esta ocasión la primera, es decir: ¿Es malo o bueno que una mujer
cristiana se adorne con aretes o use pantalones para vestirse? En otra
oportunidad estaré respondiendo la pregunta: ¿Puede un cristiano perder la
salvación?
Vamos a analizar a la luz de las Sagradas
Escrituras los textos que se suelen utilizar para prohibir el que las mujeres
cristianas usen adornos externos, como aretes, collares, entre otros; y luego
revisaremos los textos que hablen sobre el vestido de una mujer cristiana.
- “Asimismo que las mujeres se
atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni
oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a
mujeres que profesan piedad” (1 Tim. 2:9-10).
En este texto el apóstol
Pablo da instrucciones acerca de algunas cosas que deben caracterizar a la
mujer cristiana: En primer lugar habla acerca de cómo deben vestir, pues hay
una forma de vestir piadosa y hay una forma de vestir pagana, y en segundo
lugar presenta un contraste entre la forma incorrecta de vestir y el mejor
vestido que ellas deben lucir.
Aunque la Biblia no manda que las mujeres cristianas se uniformen, o vistan
con ropa anticuada, o sean descuidadas en su presentación personal, no
obstante, contiene muchos mandatos respecto a cuál debe ser la prioridad de la
mujer en torno al asunto de la belleza.
Obviamente las instrucciones contenidas en el capítulo 2 de primera a
Timoteo están relacionadas con el culto en la iglesia. En los primeros
versículos instruye respecto al contenido de las oraciones, quiénes deben
dirigir las oraciones en el culto, el carácter de las personas que oran y en la
última parte de este capítulo regula el papel de las mujeres en el culto. De
manera que el apóstol, en los versos 9 al 10, continúa dando instrucciones
sobre cómo las mujeres deben vestirse para participar en el culto de adoración.
Aunque, este es un principio que tiene implicaciones para la vida diaria.
Pablo dice que cuando las mujeres acudan al culto de adoración deben
ataviarse de ropa decorosa. En el idioma original, el griego coiné, dice
textualmente “que las mujeres se adornen
con traje adornado”. El apóstol no condena el deseo de las mujeres en
vestirse con buen gusto, pero si les dice que si el vestido ha de ser adornado
realmente, entonces debe expresar modestia y pudor. Ahora, ¿cómo es vestir con
modestia? Modestia significa que hay un sentido de vergüenza, que hay un temor
en traspasar los límites de la decencia. Que la mujer cristiana escogerá como
su vestido, no lo más vulgar que exista en la sociedad donde se desenvuelve,
sino lo más decente. ¿Cómo es vestir con pudor? El pudor o el buen juicio a la
hora de vestir significan que la mujer, a la hora de escoger su ropa lo hará
basada en la pureza mental que debe caracterizar al cristiano. Pablo da esta
instrucción porque cada generación y cada sociedad tiene sus propias
corrupciones, y una de ellas siempre está relacionada con el vestido de la
mujer.
Ya hemos aprendido que Dios hizo a las mujeres de un material más fino que
el del hombre, y les dio el don de la belleza. Pero las mujeres, y la sociedad
en general, promueven la degradación de lo que debió ser puro. Siempre ha
existido la tendencia a que las mujeres, no todas obviamente, busquen vestir de
manera tal que se resalten las líneas de su cuerpo y aquellas partes que son de
gran atractivo para los hombres. Pareciera que la única manera de conquistar a
un hombre, fuese mostrando aquellas partes físicas que despiertan el deseo de
los mismos. Pero, cuando una mujer busca atraer a los hombres mostrando partes
de su cuerpo, al usar vestidos muy escotados o ajustados, lo que está diciendo
en el fondo es que no tiene nada más que dar. Que no esperen de ella ningún
otro atractivo, pues, es hueca.
La sociedad de nuestro tiempo está promoviendo que las mujeres vistan como
prostitutas. Las rameras acostumbraban a vestir de una manera extravagante ya
que así les indicaban a los hombres que ellas estaban dispuestas a satisfacer
sus bajas pasiones a cambio de dinero. Hoy día es difícil diferenciar entre una
mujer ramera y otra que no lo es, porque ambas, prácticamente, visten de la
misma manera.
Pero la mujer cristiana, siendo que ha sido renacida, y ahora el Espíritu
de Dios habita en ella, refleja la santidad de Dios en la forma como ella se
viste. Ella quiere agradar a Dios en la forma como viste diariamente y también
en el vestido que usa para ir a la iglesia. “Al
vestirse para ir a la iglesia las mujeres deben poner en práctica el sentido
común. Deben vestirse con un atavío sensato. No deben tratar de exhibirse, de
usando ropa llamativa como para que las demás sientan
envidia de ellas. Debieran adornarse, sin duda. No tienen que resistirse a la
moda, salvo que una moda específica sea inmoral o indecente. No deben tener un
aspecto pasado de moda, estrafalario, o excéntrico. Deben recordar siempre que
a veces el corazón orgulloso se esconde tras una máscara de pretendida
modestia. Esto también es pecado. Hay que evitar cuidadosamente los extremos.
Eso es lo que implica el buen juicio. El vestido debe expresar la modestia
interior y la sana perspectiva de la vida, la perspectiva cristiana. ”[1].
Descargue estudios bíblicos y sermones en pdf, mp3 o video ingresando a www.caractercristiano.org
Ahora, la mujer cristiana debe vestirse con ropa decorosa, pero como ya se
ha dicho, su vestir debe estar regulado por la modestia y el pudor; esto
significa que no se adornará con “peinado
ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”. ¿A qué se refiere
Pablo con peinado ostentoso, al oro y a las perlas? Con el fin de no llegar a
conclusiones erradas, debemos averiguar en qué consistían estos peinados
ostentosos en el tiempo de Pablo. Es bien sabido que en la cultura greco-romana
del tiempo de la Iglesia primitiva, era costumbre que las mujeres adineradas
hicieran gala de toda clase de extravagancias en la forma de vestir, y en la
forma de peinarse. La palabra griega usada por Pablo para peinados ostentosos, significa literalmente trencillas. Estas mujeres vanidosas se hacían unas trencillas, las cuales
se sostenían con “peines de carey
enjoyados, o por medio de broches de marfil o plata. O eran alfileres de
bronce con sus cabezas enjoyadas, mientras más variados y caros, mejor. Las
cabezas de los alfileres con frecuencia eran imágenes en miniatura (un animal,
una mano humana, un ídolo, la figura femenina, etc.). En aquellos días, las
trencillas con frecuencia costaban una fortuna”[2]. De manera que el apóstol está advirtiendo a las
mujeres cristianas, de que en su deseo de verse hermosas y adornadas, no caigan
en estas extravagancias.
El apóstol no está prohibiendo que la mujer se arregle conforme corresponde
a la belleza femenina, pero si le advierte que no debe caer en la simplicidad
de la vanidad. La mujer cristiana no debe tratar de exhibirse a través del uso
vanidoso de ornamentos de oro, ni perlas,
ni vestidos costosos. Vestir así no solo requiere la inversión de mucho
dinero, el cual se puede invertir en asuntos más relevantes, sino que se convierte
en un exhibicionismo vano; exhibicionismo que no se corresponde con el espíritu
humilde que debe caracterizar a la mujer cristiana. Exhibicionismo que nada
tiene que ver con el culto de adoración a Dios, en el cual humillamos nuestro
corazón para adorar en espíritu y en verdad al Salvador.
Ahora, vuelvo a insistir que el apóstol no está prohibiendo de manera total
que la mujer se adorne con sobriedad, pero si les recomienda no caer en la
extravagancia, la ostentación y el exhibicionismo. Aunque la mujer cristiana
puede adornarse sobriamente con adornos externos, no obstante, el mejor adorno,
la mejor belleza, el mejor vestido y las mejores perlas que le debe
caracterizar son “las buenas obras, como
corresponde a mujeres que profesan piedad”. Las buenas obras son el fruto
que el Espíritu Santo produce en el creyente. La mujer cristiana profesa con
sus labios temer a Dios, en consecuencia, su conducta debe ser como el de las
mujeres piadosas que encontramos en la historia bíblica, las cuales
glorificaban a Dios siempre haciendo el bien. La mujer virtuosa, que es alabada
por su marido, y por todos, y que recibe el reconocimiento de Dios, es aquella
que “alarga su mano al pobre, y extiende
sus manos al menesteroso” (Prov. 31:20). La mujer cuya hermosura sobrepasa
a lo meramente externo es aquella que siempre hace el bien: “Muchas mujeres hicieron el bien, más tu
sobrepasas a todas” (Prov. 31:29).
El apóstol Pedro nos ayuda a aclarar el sentido del mandato de Pablo,
cuando dice: “Vuestro atavío no sea el
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino
el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se
ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando
sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole Señor; de la
cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna
amenaza” (1 P. 3:3-6). Aquí encontramos un contraste. El apóstol compara el
valor que tienen los adornos externos frente al valor del adorno interno.
Obviamente, el adorno interno, del alma, es mucho más valioso que cualquier
adorno de oro o perlas. Este contraste es muy parecido al que hace Pablo entre
el ejercicio físico y el ejercicio para la piedad (Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad
para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
1 Tim. 4:8). Si comparamos el valor eterno de los dos, entonces, el ejercicio
físico es poco provechoso. Esto no significa que Pablo esté prohibiendo el
ejercicio físico, pero si nos dice que en vez de estar muy preocupados por la
figura de nuestro cuerpo o el aspecto físico, nuestra primera y constante
preocupación debiera ser la salud de nuestra alma. De la misma manera, tanto
Pablo como Pedro establecen una comparación entre los adornos externos y el
interno. No hay una prohibición absoluta de usar adornos o maquillarse, pero si
se establece el principio de que una mujer creyente deberá tener como primera
prioridad el adorno espiritual. Ella, bajo la ayuda de la gracia, trabajará
constantemente para crecer en las virtudes cristianas, en el amor, en la fe, y
especialmente en las buenas obras, en hacer el bien. Pedro dice que el mejor
adorno de la mujer cristiana es el espíritu afable y apacible. Textualmente
dice: el espíritu suave y apacible.
La mujer cristiana debe caracterizarse por ser amable, suave y delicada en el
trato hacia los demás. Debe ser mansa y dulce. Esto es más valioso que
cualquier adorno de oro. Un espíritu suave, manso y amable brilla más que las
perlas, y permanece para siempre, en contraste con los peinados y vestidos
lujosos, que deben ser cambiados constantemente.
Una mujer piadosa, que hace el bien y es abundante en buenas obras, que
tiene un espíritu suave, manso, delicado y dulce, es de grande estima delante de Dios y delante de los hombres.
Es muy común encontrarnos con mujeres cuya apariencia externa es muy
deslumbrante. Tienen una belleza exterior que brilla, y esta se acrecienta más
con la ayuda del maquillaje, los vestidos lujosos y los adornos. Pero cuando
tenemos la oportunidad de tratar con ellas, toda esa belleza cae al piso, al
darnos cuenta que son mujeres fatuas, sin valores internos, egoístas, centradas
en sí mismas, vanidosas, huecas, mal habladas.
De la misma forma como Pablo y Pedro
se oponen al exceso en el uso de adornos externos, el profeta Isaías, en el
Antiguo Testamento, reprendió a las mujeres del pueblo de Dios, porque mientras
ellas andaban erguidas y orgullosas mostrando una belleza externa que era
resaltada por el maquillaje, los vestidos costosos y muchos adornos, sus
corazones estaban lejos de Dios, y por dentro, solo había la fealdad del
pecado: “Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion
se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando
andan van danzando, y haciendo son con los pies; por tanto, el Señor raerá la
cabeza de las hijas de Sion, y Jehová descubrirá sus vergüenzas. Aquel día
quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas, los
collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las
piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los
anillos, y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los
velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados. Y en
lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de
cinturón, y cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de
ropa de gala ceñimiento de cilicio, y quemadura en vez de hermosura.” (Is. 3:16-24).
En todo el capítulo 3 el profeta Isaías reprende a Judá y a Jerusalén
porque debiendo ellos obedecer la Ley del Señor, lo que hicieron fue apartarse
cada uno por su camino “porque la lengua
de ellos y sus obras han sido contra Jehová para irritar los ojos de su
majestad” (Is. 3:8). En consecuencia Dios les advierte que sus juicios
vendrán sobre ellos, y en vez de tener abundancia de pan y tranquilidad,
recibirán lo contrario. Dentro de los grupos de personas reprochadas por su
pecado, también se encuentran las mujeres, pues ellas, en vez de ser mujeres
piadosas que se comportan como conviene a la santidad, se habían vuelto fatuas,
orgullosas, altivas, vanidosas y sensuales.
En el verso 16 el profeta levanta dos cargos contra las mujeres del pueblo
de Dios: “(A) Son altivas, pues andan con el cuello erguido, para así parecer más altas, además de mostrar con
ese gesto su arrogancia y su desdén hacia otras. (B) Son lascivas, pues van guiñando el ojo, como indica el verbo
hebreo, tratan de seducir a los maridos de otras con sus lujosos vestidos
importados. También andaban coqueteando con un andar parecido al de las
danzarinas y hacían sonar unos cascabeles sujetos a los tobillos. Así se
portaban las hijas de Sión, que
deberían comportarse como conviene a mujeres que profesan la piedad”[3].
Dios reprocha a las hijas de Sión porque ellas imitaban a las perversas
mujeres de otras culturas, habían aprendido del mundo como conquistar a los
hombres ajenos y cómo erguirse por encima de las otras mujeres. Con su forma de
vestir extravagante y costoso y su forma pecaminosa de andar pusieron al
descubierto lo que había en sus mentes y corazones. Su cuello alargado y
altivo, moviéndose de un lado para otro como el pavo real, poniéndose ellas por
encima de los demás, como si nadie fuese lo suficientemente alto como para
poder entablar una conversación con tan “distinguidas damas”, o como si nadie
más fuese tan digno de recibir una sonrisa de su parte, todo esto era la evidencia
externa del orgullo que llevaban dentro, muy contrario al espíritu afable,
dulce y humilde que debe caracterizar a la piadosa mujer cristiana. Estas
mujeres del pueblo de Dios se habían pervertido tanto tras su belleza natural,
que solo pensaban en cómo atraer las miradas hacia ellas. Ponían cascabeles en
sus tobillos para que, a cada paso que dieran, estos sonaran y atrajeran las
miradas de los demás. Cuán fatuas se habían vuelto las hijas de Sión.
Pero tanto orgullo, vanidad y arrogancia no había pasado desapercibido ante
los santos y escrutadores ojos de Dios. Él castigaría tanta vanidad y
arrogancia. Así que les dará a estas simples mujeres lo contrario de lo que
ellas amaban. Dios hará notorio ante los demás las vergüenzas que estas mujeres
quieren ocultar con sus peinados ostentosos, sus vestidos lujosos y sus
adornos. Dios enviaría sus juicios sobre su pueblo y les quitaría todo lo que
ellos amaban. Les quitará el pan, el agua, la tranquilidad y la libertad como
nación. Y a las mujeres les quitará todo lo que ellas suelen usar para
mantenerse bellas y atractivas: los perfumes, las joyas, los vestidos, los
calzados. Incluso hará que sus cabellos sean rapados, y no luzcan ninguna clase
de peinados. “Ellas se preocupaban demasiado del adorno exterior, pero Dios iba
a castigarlas (v. 24-26), al hacer que llevasen la pena que correspondía al
pecado: (v. 24), pues todo vestido lujoso se
convertirá en harapos malolientes de tanto usarlo para toda clase de
menesteres; y cuerda vulgar, en lugar
de cinturón recamado, valioso; en vez de peinado artificioso, calvicie,
es decir, cabeza rapada, como era costumbre en tiempos de duelo (v. 15:2; Jer.
16:6), o en dura esclavitud (v. Ez. 29:18); en
lugar de peto (lit.), ceñimiento de
cilicio, en señal de profunda humillación, y marca de fuego (como se hacía para marcar a los esclavos) en lugar de hermosura radiante, como la
de toda mujer libre, dueña de su propio atavío”[4].
De manera que cuando las hijas de Dios, visten, se adornan, caminan y
actúan como las orgullosas, engreídas y coquetas hijas del diablo, entonces la
ira de Dios vendrá sobre ellas. Este pasaje de Isaías no puede ser tomado como
una prohibición absoluta para el uso de vestidos de gala, adornos, maquillaje o
perfumes; pues, este no es el sentido del mismo, pero sí es una advertencia en
contra de la falta de modestia, humildad, sencillez y suavidad que debe
caracterizar a las mujeres creyentes, las cuales, dan mayor prioridad a la
belleza interior, sin descuidar su arreglo personal.
La verdadera belleza de la mujer no consiste en lo externo, sino en lo
interno. La mujer cristiana debe cultivar la sabiduría, el conocimiento del
Señor; ella debe alimentarse diariamente de la Palabra de Dios con el fin de
que pueda saber cómo actuar sabiamente frente a todas las cosas de la vida, y
cuando la mujer cristiana se viste con la sabiduría, entonces esto le es más
hermoso y brillante que cualquier vestido costoso o joyas deslumbrantes: “Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;
no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca. Sabiduría ante todo;
adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela y ella te engrandecerá. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona
de hermosura te entregará” (Prov. 4:5, 7, 8, 9).
Descargue estudios bíblicos y sermones en pdf, mp3 o video ingresando a www.caractercristiano.org
Cuando el autor de Proverbios 31 describe a la mujer que vale la pena, a la
clase de mujer que deben buscar los hombres piadosos cuando piensan en casarse,
concluye diciendo que la verdadera belleza de una mujer, no consiste en lo
atractiva que sea externamente, ni en la figura esbelta de su cuerpo, ni en lo
alto o erguido de su cuello, ni en ojos coquetos, ni en caminar sensual, ni en
adornos de oro, ni en vestidos lujosos, sino que la verdadera belleza de una
mujer consiste en temer al Señor: “Engañosa
es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, ésa será
alabada” (v. 30). “¿Por qué no se cita la belleza en la representación de
la mujer virtuosa? ¿Acaso la hermosura no es un adorno resplandeciente de su
virtud? Pero en esta descripción no se menciona porque es una cualidad menor en
comparación con las que se enumeran aquí. No es más que una flor que se
marchita en un día; y el amor que surge gracias a ella solo es una pasión
pasajera. Cuando la belleza no se endulza con la virtud, la mujer que la posee
no es más que una puerca con anillo de oro en el hocico, como nos dice Salomón
(cf. Pr. 11:22). En el mejor de los
casos, la belleza no puede asegurar ese amor que ha despertado, porque cuando
el que ama se acostumbra a ella, esta acaba aburriéndole; y a veces le tienta a
maldecir esa influencia encantadora que le cegó los ojos para que no se fijara
en otras cualidades más sólidas”[5].
Entonces, si la belleza externa es engañosa, ¿cómo podremos identificar a
una mujer que es digna de confianza y credibilidad? “Pero la mujer que teme al Señor esa será alabada” “porque la
verdadera piedad es la belleza del alma y supera a la del cutis o a la de las
facciones, tanto como el Cielo es más alto que la Tierra, y la eternidad es más
larga que el tiempo. (Prov. 9:10), y es la parte más esencial del carácter de la mujer
virtuosa. Esto santifica todo lo demás y hace a la mujer toda radiante en su
interior (cf. Sal. 45:13). Su
alabanza no procede los hombres sino de Dios (cf. Ro. 2:29); sin embargo, sus efectos agradables, que se difunden
por cada rincón de su comportamiento, no pueden sino despertar la admiración de
todos aquellos que la contemplan”[6].
En las Sagradas Escrituras encontramos otras instrucciones respecto al
vestido de la mujer creyente:
- Deuteronomio 22:5: “No vestirá la
mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación
es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace” (Dt. 22:5). El mandato en
este pasaje tiene como fin mantener las diferencias entre los dos sexos, pues,
hay una tendencia pecaminosa en el ser humano a confundirlos, con el fin de
cometer aberraciones sexuales. En algunas culturas paganas antiguas se
celebraban ciertos ritos sexuales en los cuales las mujeres se ponían la ropa
que habían usado los hombres y viceversa, esto con el fin de experimentar algún
goce sexual. Esto es aberración y ofensivo ante los ojos del Santo Dios. Las
mujeres y los hombres deben identificarse de manera plena como lo que son, y el
vestido ayuda mucho. En nuestros tiempos post-modernos también se da la
tendencia pagana y pecaminosa de confundir los sexos a través del vestido. Es
muy común hoy día ver modas de pantalones y camisas o camisetas “unisex”, es
decir, que sirven para ambos sexos. Esto tiene como fin confundir los sexos y
que la mujer abandone su feminidad y los hombres su masculinidad. Pero Dios
hizo al hombre varón y a la mujer femenina, e incluso en la forma de vestir
esto se debe reflejar.
Es bien sabido que en tiempos del Antiguo Testamento, cuando se dio este
mandamiento, tanto los hombres como las mujeres usaban especies de faldas. El
vestido de ambos consistía de dos prendas: una prenda interior llamada Kethoneth y un vestido exterior llamado simlah. Entonces ¿A qué se refería el
autor con que la mujer no vista ropa de hombres? Bueno, había unas pequeñas
pero notorias diferencias entre las faldas de los hombres y las faldas de las
mujeres. Se sabe que las túnicas de las mujeres cubrían más el cuerpo que la de
los hombres, los varones usaban las filacterias, mientras que las mujeres no.
Descargue estudios bíblicos y sermones en pdf, mp3 o video ingresando a www.caractercristiano.org
Esto nos muestra que la Biblia no estipula una moda en particular para los
hombres y una para las mujeres, pero si establece el principio de que la ropa
que usen debe marcar una diferencia entre los dos sexos. Siendo que en nuestra
cultura occidental, por una larga tradición, las mujeres usaban faldas y
vestidos, mientras que los hombres pantalones, entonces, al menos en las
reuniones formales, como los cultos en la iglesia, sería recomendable, aunque
no podemos decir que este sea un mandamiento absoluto, que las damas procuren
llevar vestidos o faldas. Y si en otras ocasiones ha de usar pantalones, ya que
estos serías más cómodos y prácticos, entonces estos deben tener una forma
diferente a la de los hombres, no tan ajustados que algunas partes nobles del
cuerpo se hagan notorias.
¿Es correcto pensar que nosotros los creyentes somos dioses, basados en el Salmo 82:6? Juan 10:34-35
Esta pregunta tiene gran relevancia para nuestros tiempos, ya que por todos los lugares escuchamos de nuevo las palabras del gran enemigo de las almas “seréis como Dios” y los hombres, incluyendo a muchos que se identifican como cristianos, están pensando que ellos son algo así como una especie de dioses pequeños.
La Nueva Era es un movimiento que está ganando mucho campo en todas las esferas de la sociedad debido a que también insiste en presentar al hombre como un ser casi divino.
Sabemos que muchas personas hoy, incluyendo a predicadores y líderes religiosos, están usando este salmo y la cita que Jesús hace de él en Juan 10:34-35 como un argumento para creer en la divinidad del hombre.
Pero nuevamente insistimos en que para interpretar de manera correcta, y conforme a la revelación de Dios, cualquier pasaje bíblico, es indispensable que tengamos en cuenta todo el contexto.
La Biblia es un libro coherente que no tiene contradicciones, ni cada versículo puede ser interpretado de manera aislada, sino que toda la Palabra de Dios debe ser tenida en cuenta a la hora de interpretar cualquier texto.
Analicemos entonces el contexto en el cual Dios dice “dioses sois” y a quiénes se refería con esta designación. Leamos todo el Salmo 82:
Salmo de Asaf.
1 Dios está en la reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.
2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos?
Selah
3 Defended al débil y al huérfano;
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
4 Librad al afligido y al necesitado;
Libradlo de mano de los impíos.
5 No saben, no entienden,
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
6 Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
7 Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones.
Este es un salmo inspirado por el Espíritu Santo a través de Asaf, quien actúa como un profeta que lleva palabras de amonestación y juicio de parte de Dios para todos los magistrados y jueces que ejecutan la Ley en medio del pueblo.
Que esto es así lo demuestran las siguientes expresiones: En medio de los dioses juzga (1), ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente? (2), Haced justicia al afligido y al menesteroso (3). Ahora, los jueces y los gobernantes de la tierra tienen una autoridad designada por Dios, ellos gobiernan y ejecutan el juicio con autoridad divina.
Pablo enseña esto cuando dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pues si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues, es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo, por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto también pagáis los tributos porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.” Rom. 13:1-6.
Es preciso que miremos con mas detenimiento algunas declaraciones de Pablo con respecto a los magistrados y jueces, para poder entender el sentido del Salmo 82. Los creyentes del Antiguo y del Nuevo Testamento tenían muy en claro que los jueces, magistrados y el rey, es decir, toda autoridad civil y militar, eran ejercidas con autoridad divina, incluyendo los gobernantes no creyentes, como era el caso del imperio romano en el tiempo de Pablo. No obstante Pablo considera que estos jueces, magistrados y reyes son: Establecidos por Dios mismo (es decir, son servidores de Dios), servidores de Dios para el mantenimiento del orden social. Es por eso que ellos son sostenidos con nuestros impuestos, porque son necesarios para el bienestar de las sociedades.
Regresemos al Salmo 82. El versículo 1 dice: “Dios está en la reunión de los dioses, en medio de los dioses juzga”. “los dioses” en este pasaje hace referencia a los que juzgan, ahora habría que preguntarnos ¿Quiénes son los encargados de juzgar? Obviamente los jueces y magistrados, y los gobernantes. Aquí no se refiere a ningún otro ser, ni a los ángeles, ni a seres sobrenaturales, pues ¿Acaso los jueces y magistrados no son los encargados de hacer justicia a los pobres y a los débiles, como dice el resto del Salmo? Y que esto es así lo demuestran las siguientes advertencias .
Dios les declara en el verso 6 “Yo les dije dioses sois”, eso es lo que está escrito en el versículo 1, eran dioses no porque tuvieran la esencia divina, sino porque actuaban en nombre de Dios para ejercer autoridad sobre los hombres. El comentario de Mattew Henry dice al respecto el término dioses “se refiere a los jueces injustos, quienes, como capacitados para juzgar participan del divino privilegio de hacer juicio y justicia” . De la misma manera el comentario de William McDonald dice: “Se les llama dioses porque son representantes de Dios, ordenados por Él para ser sus siervos y así mantengan el orden en la sociedad. Aunque no conozcan personalmente a Dios, todavía son agentes de Dios en sentido oficial y por lo tanto dignificados aquí con el nombre de dioses. El sentido fundamental de esta palabra “dioses” es: “los fuertes” o “seres poderosos” .
2 Crónicas 19:6 El buen rey Josafat se dirige a los jueces de Judá y les exhorta diciendo: “Mirad lo que hacéis porque no jusgáis en lugar de hombre, sino en lugar de Jehová, el cual está con vosotros cuando juzgais”
Ahora, que no se trata de dioses en ningún sentido sobrenatural se dejar ver claramente en la forma como Dios los reprende: “Hasta cuando juzgaréis injustamente?”, o “no saben, no entienden, andan en tinieblas” y luego les dice: “Yo dije vosotros dioses sois, pero como hombres moriréis y como cualquiera de los príncipes caeréis”. Dios se encargará de enviarles sus juicios y caerán como caen el resto de los príncipes y gobernantes de la tierra. Aunque tengan cierta preeminencia sobre los hombres, siendo que la justicia está en sus manos, esto no los librará de sufrir como cualquier otro hombre bajo la poderosa mano del Señor, pues, no han cumplido con la función divina de hacer justicia a los pobres y débiles, sino que se han vendido ante las riquezas de los impíos para hacer agravio a los necesitados del pueblo. Esto es una clara advertencia para todos los que ejercen alguna clase de autoridad, sean gobernantes civiles, militares, jueces, magistrados, cenadores o líderes religiosos, todos tienen la responsabilidad de actuar con equidad y justicia, de lo contrario un día serán sorprendidos por la justicia divina que no pasa en alto ninguna de estas faltas. “La dignidad del oficio de magistrado es reconocida por Dios. Al participar, en cierto modo, de la naturaleza divina deberían conformar su modo de juzgar al de Su Padre celestial. Dios había delegado en ellos, con el poder de juzgar, el poder de regir la sociedad mediante la justicia y su producto, que es la paz pública. A pesar de estos privilegios, en cierto modo divinos, estos jueces se habían comportado tan mal que a continuación se les sentenció a morir como los demás hombres
En conexión con este pasaje es preciso revisar la cita que hizo Jesús en Juan 10:33-35: “Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús le respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tu blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? Los judíos estaban protestando, hasta el punto de la lapidación, porque Jesús estaba reclamando ser igual a Dios, a lo cual Jesús responde con un argumento que ellos podían entender fácilmente: “Si las Sagradas Escrituras que son inquebrantables y sin error le dice dioses a unos hombres encargados de juzgar y gobernar, y ustedes nunca han protestado por eso, entonces porqué reaccionan de esa manera ante mi declaración en la cual afirmo que soy Hijo de Dios”.
Las Escrituras Sagradas en ninguna parte enseñan que los cristianos seamos divinos o tengamos facultades divinas. Los profetas y apóstoles, que pudieron hacer grandes milagros y portentos, no lo hacían por algún poder inherente a ellos, sino solo por la acción de Dios. La Biblia nos presenta a Dios como la única fuente de poder.
En otro programa analizaremos un pasaje difícil como es 2 Pedro 1:4, donde dice que los creyentes llegaremos a ser participantes de la naturaleza divina. Un versículo que muchos utilizan para afirmar que somos dioses pequeños, pero que en ninguna manera afirma esa mentira.
¿Cuál es el significado de Mateo 18:18-20? ¿Es
posible que los cristianos atemos y desatemos en los demás cualquier cosa? ¿A
qué cosas se refiere Jesús que podemos atar y desatar? ¿Algunos creyentes me
han dicho que debo tener mucho cuidado con lo que digo porque puedo estar
atando o desatando cosas sobre mí y los demás? Mateo 16:19
Antes de dar la respuesta a esta importante
pregunta, leamos Mateo 18:15-20, con el fin de tener en cuenta el contexto del
pasaje en estudio:
“Por
tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si
te oyere, has ganado a tu hermano. 16Mas si no te oyere, toma aún
contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere
a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18De cierto os digo que
todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis
en la tierra, será desatado en el cielo. 19Otra vez os digo, que si
dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa
que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20Porque
donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos.”
Los términos atar y desatar utilizados por
Jesús no representan ninguna dificultad real para su interpretación, al menos
en el tiempo del primer siglo y en épocas subsiguientes de la Iglesia cristiana
donde la influencia de la
Nueva Era y las creencias neo-gnósticas no habían calado en
las iglesias cristianas. Lastimosamente en el día de hoy, pasajes que eran
claros en su interpretación se han tornado difíciles debido a la mezcla notoria
de cristianismo y conceptos paganos que se dan en el seno de muchas iglesias
llamadas cristianas. Pero el sentido real y claro de los términos atar y
desatar se encuentra en el mismo contexto del pasaje y no debe prestarse para
confusión. Lastimosamente muchos líderes cristianos muy populares hoy día por
sus creencias semi-paganas, semi-gnósticas y especialmente de la Nueva Era, han
tergiversado este y otros pasajes para dar a entender lo que no dicen.
Con el fin de comprender bien los términos atar
y desatar utilizados por Jesús en este pasaje miremos el contexto en el cual
son utilizados.
Este pasaje de Mateo 18:15-20 está tratando el
asunto de la disciplina en la Iglesia. Hagamos un seguimiento:
Hay
un ofensor, alguien que ha cometido un pecado contra otro, y persiste en
ello. V.15
El
primer paso que la persona dañada u ofendida debe hacer es hablar con el
ofensor con el fin de mostrarle su falta de amor, llamarla al
arrepentimiento y buscar la reconciliación. V. 15
Si
este diálogo personal entre los dos afectados no produce resultados
positivos, entonces se debe seguir al siguiente paso, buscar a dos
hermanos de confianza y testimonio para que ellos sean testigos. V.16
Si
el ofensor persiste en su falta de arrepentimiento y continúa pecando y
haciendo daño, no escuchando los consejos y la reprensión de los testigos,
entonces no queda otro remedio, sino apelar a la corte mas alta en esta
tierra, es decir, la
Iglesia. V.17.
Si
la Iglesia reunida con sus pastores o ancianos no logra llevar al
arrepentimiento al miembro pecador, y no lo convence de desistir de su
pecado notorio y escandaloso, sino que éste se aferra más y más a su
pecado, entonces no queda otro remedio que la excomunión de la fraternidad
eclesiástica. Esto es lo que significa la expresión, muy judaica, “tenle por gentil y publicano”, es
decir, ya no lo tengan como creyente o miembro de la Iglesia, sino como un
incrédulo, pues, su comportamiento corresponde, no al de un cristiano,
sino al de alguien que es inconverso. En el mundo judío de la época de
Cristo los publicanos eran considerados como una de las clases mas
pecadoras y aborrecibles. De tal manera que decirle a un judío “publicano” era decirle que
pertenecía a la peor clase de gentes. Esto era así debido a su función de
cobrar los impuestos a su propia gente para entregárselos a un gobierno
extranjero, como lo era el imperio romano. Al respecto el Nuevo
Diccionario Bíblico Certeza dice: “Sus
prácticas generalmente extorsivas los convertían en una clase
especialmente odiada y despreciada, de modo que nuestro Señor pudo
referirse a ellos como ejemplos típicos de una actitud egoísta (Mt. 5:46).
Para el judío estricto, sin embargo, esta actitud tan natural de odio se
veía agravada por la consideración religiosa de que el publicano era
ceremonialmente impuro, por su continuo contacto con los gentiles, y
porque debía trabajar en el día de reposo”[1].
Por otro lado, el término o la designación gentil, era tan oprobiosa para
un judío, como el término publicano. Gentiles era la designación común
para las gentes del resto de las naciones que no pertenecían al pueblo judío,
por lo tanto, idólatras, paganos, impuros y pecadores. Si bien es cierto
que Jesús amaba a los publicanos, así como a los gentiles y jamás los
despreció como hacían normalmente los judíos, sino que los acogió con amor
tierno como lo demuestran las innumerables escenas en los Evangelios, el
uso de la expresión “tenle por
gentil y publicano” está siendo utilizado de acuerdo al contexto
judaico de su tiempo, es decir, “tengan
al miembro de la iglesia no arrepentido como aquel que se comporta de
acuerdo a la conducta de un pecador publicano y un pagano gentil”, es
decir, no lo consideren como un miembro de la Iglesia, lo que es igual a
la excomunión.
Es en este momento cuando dice Jesús “De cierto os digo que todo lo que atéis
en la tierra, será atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra,
será desatado en el cielo”. Aquí nuevamente Jesús está utilizando la
terminología judaíca, o mas exactamente, rabínica de su tiempo. Atar y
desatar eran dos palabras que en el tiempo de Jesús la utilizaban los rabinos
para referirse a la acción de “permitir o prohibir”, es decir, “quitar o imponer una obligación”[2].
En Mateo 16:19 Jesús utiliza estas palabras respecto a la autoridad que ha
dado a Pedro, y al resto de los apóstoles y a todos los siervos de Jesús,
para declarar lo que está permitido o prohibido en materia doctrinal,y en este pasaje de Mateo 18 se refiere
a la autoridad que Cristo ha dado a la Iglesia para ejercer disciplina en
sus miembros.
“Es deber
de la Iglesia como un todo y representada por quienes el Señor ha señalado para
gobernarla, atar, esto es, prohibir la violación de estos principios, y
desatar, esto es, permitir todo lo que esté en armonía con ellos”[3].
Esta acción de permitir o prohibir se ejerce mediante la predicación bíblica.
Todo pastor está obligado a declarar el santo consejo de Dios a los miembros de
la iglesia local, enseñando lo que es agradable al Señor (permitido) y
declarando lo que es desagradable ante el santo Dios (prohibido). De la misma
manera la Iglesia ata o excomulga a aquellos impenitentes que quieren vivir
como incrédulos y desata o permite la readmisión de los que habiendo sido
expulsados se arrepienten. Esto no es algo mágico que las iglesias hacen, es
simplemente el ejercicio de la disciplina siguiendo los principios bíblicos.
Ahora, es importante resaltar la autoridad que Cristo ha dado a las iglesias
locales para que ejerzan la disciplina entre sus miembros, sus palabras son
contundentes “lo que atéis en la tierra
será atado en el cielo, lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo”,
es decir, la disciplina que la iglesia ejerce sobre sus miembros no debe ser
tenida como poca cosa, pues no es solo la decisión de un grupo de creyentes
sino que Jesús, en el cielo, toma atenta nota de esta decisión. Es por ello que
ninguna iglesia local debe ser descuidada en ejercer la disciplina bíblica,
pero también debe cerciorarse de seguir el debido proceso, pues, Jesús acogerá
en sus tiernos brazos a aquellos que hansido excomulgados de la congregación local sin una justa causa y sin el
debido proceso.
Habiendo entendido el significado de los
términos atar y desatar pasemos a explicar lo que NO SIGNIFICA:
No
significa que las iglesias tengan el poder para declarar cualquier cosa
respecto a alguien y esperar que esto sea realizado efectivamente por
Dios, por ejemplo, una iglesia no tiene la autoridad para declarar que una
enfermedad o maldición específica vendrá sobre una persona y ésta
efectivamente será realizada por Dios. Esto no es lo que enseña este
pasaje. La autoridad que Cristo le ha dado aquí es para que discipline a
sus miembros, expulsándolos de la comunión, y efectivamente en el cielo se
toma nota de ello, o para recibirlos cuando se han arrepentido.
No
significa que los creyentes de una manera particular puedan declarar cosas que
aten o desaten a él mismo o a otros. He escuchado a muchos creyentes decir: “No
te ates diciendo que estás enfermo”, como si los creyentes tuviéramos un poder
mágico para decir cualquier cosa con nuestra boca y lo que digamos tenga el
poder sobrenatural para tornarse en una realidad. Esto corresponde a las
enseñanzas metafísicas de la nueva era y su insistencia en el lenguaje positivo
y la energía positiva. Los creyentes no creemos en esas cosas fantasiosas. No
somos una especie de dioses pequeños que tenemos poder en nuestras palabras
para crear cosas, solo Dios tiene el poder de crear lo que no existe con sus
palabras.
Primero que todo quiero expresarle una vez mas lo
bendecido que he sido en la congregacion, estoy muy contento de poder disfrutar
una exposicion de la Escritura como lo anhelaba hace mucho tiempo. He estado recorriendo sus blogs leyendo las respuestas que ha dado,
lo cual me despierta mucha admiracion. Y al mismo tiempo quisiera aprovechar
para preguntarle sobre algo que hace tiempo tengo como duda sobrelos diezmos.
Desde que conoci el evangelio se me enseñó a diezmar, previniendome de la
maldicion en lugar de mostrarme la bendicion. Al mismo tiempo que escribiamos
el nombre para que el Pastor supiera si uno diezmó o no. ¿Será esto correcto?Sin duda que yo en el nuevo testamento
no veo 'la ley' del diezmo, siempre más que todo San Pablo habla de dar
liberalmente, cuando habla a varias iglesias. En los evangelios hay cierto pasaje
donde Jesus dice ' era necesario hacer una cosa sin dejar de hacer la otra'.
En este pasaje se me explicaba hace años que Jesus aprobaba la ley del
diezmo sin dejar de hacer el resto de cosas, lo que me dejaba inconforme.Me gustaria saber si realmente este
pasaje aplica para los creyentes del nuevo testamento para diezmar.
Pastor Julio, tambien comprendo que el diezmo no es exclusivo de la ley, si
no que Jacob pagó diezmos a Melchisedec mucho antes que la ley fuera dada.
Basado en esto y en mi experiencia diezmando y ofrendando veo que es bueno y
beneficioso para mi vida espiritual y material. Tampoco creo que por el hecho
de que Sn Pablo no lo instituyó como una ordenanza entonces los creyentes nos
'libremos' de dar guardando el 100% de nuestros ingresos. Es entonces bíblico dar
a Dios el 10% o sea los 'diezmos' de todo lo que gano?
Ahora, usted menciona que el pastor pide a todos escribir su nombre en el
sobre de los diezmos con el fin de enterarse de quiénes lo hacen y quiénes no. Las
Sagradas Escrituras exhortan a los pastores para que velen por las personas que
el Señor ha puesto en su cuidado, y dentro de esas responsabilidades se
encuentra el ayudarles para que aprendan a ser generosos y no mezquinos para
con la obra del Señor.
No obstante, en algunas iglesias cristianas se ha optado por no pedir que
los ofrendantes escriban su nombre o la cantidad en el sobre donde depositan el
dinero, con el fin de evitar las siguientes situaciones:
1. Que las personas con mayores ingresos sean presa del orgullo a causa de
las abultadas cifras que entregan en ofrendas. Siendo que “engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jer. 17:9)
entonces debemos evitar propiciar espacios donde el corazón de nuestros
hermanos se infle a causa de sus generosas acciones. El señor Jesús, hablando
sobre el tema de las donaciones dijo:
2. Cuando,
pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres;
de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
3. Mas
cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
4. para que
sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público. (Mt. 6:2-4).
2. Que las personas den sus ofrendas o diezmos
por pura obligación, pues, éstas deben proceder de un corazón agradecido,
alegre y dispuesto. No creo que el Señor acepte aquellas ofrendas o diezmos que
son dadas por coacción u obligación. Pablo, el apóstol, enseñó a la iglesia a
que ofrendara “Cada uno dé como propuso
en su corazón: no con tristeza, por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”
2 Cor. 9:7.
3. Que los que diezman u ofrendan con mayor fidelidad
y tal vez en mayor cantidad, se sientan con derechos para imponer sus puntos de
vista usando la manipulación, por lo general, con amenazas de irse de la
iglesia si las cosas no se hacen como ellos creen. En algunas ocasiones los
pastores se ver forzados a ceder ante posiciones no bíblicas, solamente por
temor a que se vaya la persona que más dinero ofrenda. Si no se usan sobres
marcados, entonces nadie sabe cuánto está donando cada uno y se evita, en un
alto grado, la manipulación a través del dinero.
Ahora, sé que algunos pastores hermanos considerarían que al no usarse el
sobre marcado con los diezmos y ofrendas, algunos feligreses se descuidarían en
la entrega de los mismos; pero, mi pregunta es ¿De qué sirve recibir dinero
entregado por obligación o por mantener apariencias? Los hermanos deben ser
enseñados en la doctrina bíblica a ofrendar generosamente para el avance del
Reino de Cristo, sin necesidad de que alguien los esté fiscalizando.
Te
saludo en esta linda mañana esperando que las nuevas Misericordias del Señor
para tu vida sean abundantes y que El te bañe con Su Gracia Soberana para que
vayas de poder en poder y de Gloria en Gloria.
Estoy
muy agradecida por el cheque del Banco de la fe que todos los días me
haces llegar, me edifico mucho y es una palabra muy clara que ministra mi vida
y me da ánimos para seguir adelante, que el Señor te recompense por
esta labor tan especial, al igual que el estudio del libro de Hebreos y las
oraciones poetizadas que te inspira el Santo Espiritu de Dios.
Ahora
quiero hacerte una pregunta para que me la respondas por favor, está en la segunda epístola de Pablo a los
Tesalonicenses Capitulo 2 versículos 6 y 7, donde Pablo dice que
sabemos lo que detiene al anticristo, es lo que deseo saber, qué cosa es
aquello que lo detiene, he oído varias cosas pero quiero estar segura
de lo que en realidad es, espero que cuando puedas me hagas saber la
respuesta, agradeciéndote de antemano
tu atención y colaboración.
Saludos fraternales.
En el texto de 2 Tes. 2:6-7 hay dos partes esenciales. La
primera es muy fácil de interpretar: vendrá el hombre de pecado, el hijo de
perdición, el inicuo. Éste también es llamado en otras partes de las Escrituras
el Anticristo (vea 1 Jn. 4:3; 2:18). Aunque ahora, y desde hace mucho tiempo,
está actuando el espíritu del anticristo, el cual se opone a la fe cristiana,
un día aparecerá la encarnación de toda oposición a Cristo. Este hijo de
perdición tratará de imitar la encarnación del verdadero Cristo y se presentará
como si fuese el hijo de Dios o Dios mismo, y engañará a muchas personas (Mt.
24).
Pero la segunda parte de estos dos pasajes presenta gran
dificultad para su interpretación, toda vez que Pablo no nos explica claramente
quién es el que al presente detiene
la aparición de este hijo de perdición. Los creyentes de Tesalónica sabían
quién detiene la manifestación completa del anticristo, pero nosotros no hemos
recibido dicho conocimiento de una forma clara.
En la historia de la iglesia se han presentado varias
teorías de quién puede ser el que detiene la aparición del hijo de perdición,
les presentaré las más relevantes, y luego indicaré con cuál me identifico más
y el porqué:
1. Algunos creen que lo que detiene la aparición del
anticristo es la iglesia. Que una vez ella sea raptada (doctrina premilenial
dispensacional) y deparezca de la tierra, entonces se manifestará el hijo de
perdición. El problema con esta interpretación es que el término griego para “lo que lo detiene” es neutro en el verso
6 (katechon) y masculino en el 7 (ho katechön), no aplicable a la iglesia,
que es femenino (Ekklesia).
2. Otros creen que el que detiene la manifestación del
anticristo es el Espíritu Santo. Que un día el Espíritu Santo desaparecerá de
la escena terrena y entonces el hijo de perdición se manifestará. Pero también
con esta teoría hay problemas muy serios porque del Espíritu Santo nunca se
podrá decir que “sea quitado de en medio”.
Él estará presente en la historia de la humanidad hasta que el día final, en el
cual resucitará a todos los hombres para ser juzgados, unos para vida y otros
para muerte.
3. Ý una última teoría, consiste en afirmar que lo que detiene la aparición del
anticristo es el poder de la ley y la legalidad que todavía impera en casi
todos los gobiernos del mundo. En la Biblia la Ley de Dios tiene como uno de
sus propósitos refrenar el pecado, impedir que el hombre exprese libremente su
pecado. Esta ley se encuentra inmersa en todos los sistemas legales del mundo,
en algunos con más o con menos fuerza, pero todavía la ley impera. Una vez que
la ley y la legalidad retrocedan y cedan el paso a lo ilegal, entonces el hijo
de perdición tendrá el camino despejado para hacer su aparición. Es mi parecer
que esta teoría es más plausible que las otras dos, toda vez que en el verso 8
al hijo de perdición se le llama el inicuo, o como lo traduce el especialista
en griego William Hendriksen: “el sin ley”.
Su gobierno será contrario a toda ley moral y el libertinaje será su plataforma
de conquista.
Aunque no es fácil determinar qué es lo que detiene la
aparición del hijo de perdición, si podemos decir con total seguridad, que,
siendo Dios el Soberano que gobierna con autoridad sobre todas las cosas, y
quien mueve los hilos de la historia conforme a su perfecto plan, él impide que
el anticristo aparezca antes del tiempo establecido, y en su momento le
permitirá su manifestación. ¿Cuál es el instrumento que Dios utiliza para
impedir la malvada aparición del hijo de perdición? Nos es difícil determinarlo,
pero, sabemos que Dios está al control de todo, y en últimas, solo su Soberanía
lo detiene.
Aprovecho la oportunidad que me da preguntar,
pues esta mañana leí el capítulo 10 de Juan y me encontré que el verso 9 dice:
"Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo;y entrará, y saldrá,y hallará pastos"
La pregunta es a que se refiere a que entrará y saldrá?
de donde?
Gracias por su respuesta y un abrazo.
Saludos fraternales.
Indudablemente Jesús se está presentando como el único
medio a través del cual los hombres pueden ser salvos. Solo a través de él se
puede disfrutar de la reconciliación con Dios y no hay otra forma de
alcanzarla.
Con el fin de instruir de una manera clara y comprensiva
a sus oyentes judíos, Jesús usa la imagen del pastor y del redil, algo muy
familiar para una cultura ovina. Las ovejas de determinado redil están seguras solamente
cuando escuchan y obedecen la voz de su pastor. Jesús ya se ha presentado como
el pastor de las ovejas, es decir, como el verdadero guía de los miembros del
pueblo de Dios. Pero, siguiendo con la alegoría, Jesús no es solo el pastor,
sino también la puerta por donde deben entrar todas las ovejas. Creer en él
como el único y suficiente salvador es la puerta de entrada al Reino de Dios.
Ahora, la frase, “entrará
y saldrá” forma parte de la alegoría, es decir, significa que las ovejas de
este redil, guiadas por este exclusivo pastor, pueden disfrutar de la completa
libertad que él les brinda. “Entrará y
saldrá” es una expresión hebrea que significa “libertad”. “… al que sale no
se le cierra la puerta como a un extraño, sino que es libre para regresar a
casa; y al que entra, no se le tiene por intruso, pues, viene a su propia casa;
pueden ir al campo, al quehacer diario, por la mañana, y volver al redil, a
descansar, por la tarde; y en ambos lugares hallará pastos; hierba, en el
campo; forraje, en el redil”[1].
Las ovejas, es decir, las personas que creen en Cristo,
empiezan a gozar de la verdadera y completa libertad que se obtiene cuando nos
sabemos reconciliados con Dios. Este concepto de completa libertad es repetido
por Jesús a los judíos cuando les dice: “Y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os
libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:32, 36). El que cree en
Cristo experimenta la liberación de todo daño y peligro, porque él está siendo
guiado por el buen pastor que, no solo está dispuesto a dar su vida por las
ovejas, sino que efectivamente la dio.
Las ovejas ahora pueden andar tranquillas, pues su pastor
las cuida y las guía hacia los pastos verdes de la salvación.