Las
librerías cristianas: ¿Negocio? ¿Ministerio? ¿Qué debe primar?
Indudablemente, el
ministerio de la literatura cristiana en los siglos más recientes ha sido una
gran bendición para la Iglesia, y en especial, para el avance del Reino de Dios
en el mundo. Gracias a las editoriales, grandes distribuidores y librerías
locales tenemos hoy día la facilidad de acceder a libros de invaluable ayuda
para nosotros.
Obviamente, para que
esta gran producción y distribución de libros a
todos los rincones del planeta pueda mantenerse, se requiere una buena
administración, la cual implica asignar un costo a cada libro que cubra los
costos de edición, producción y distribución. Hay personal que se dedica tiempo
completo a esta labor y ellos tienen familias que sostener, de manera que, lo
normal, es que los libros se vendan a un precio que cubra todos esos gastos. Aunque
las empresas dedicadas a la literatura cristiana deben ser sin ánimo de lucro,
esto no significa que tendrán ánimo de pérdida, pues, de lo contrario, las
editoriales no podrían imprimir libros, ni las librerías podrían distribuirlos.
No obstante, muchos
pastores, profesores de seminarios y hermanos de iglesias cristianas
conservadoras o históricas, estamos muy preocupados porque lo que debe ser un
ministerio para la evangelización a través de la página impresa, poco a poco
está siendo absorbido por el espíritu mercantilista de la época.
Reflejo de esta triste
realidad es la política que ahora gobierna a los grandes distribuidores de
libros cristianos, en la cual, no sólo se distribuyen libros evangélicos, es
decir, con un contenido doctrinal acorde a los principios que históricamente
han sido aceptados por todos los evangélicos (Luteranos, calvinistas,
arminianos, pentecostales trinitarios y carismáticos, entre otros); sino que
también, y a veces con más fuerza, se distribuyen libros que promueven el espiritismo,
la nueva era y un falso evangelio.
Entendemos que las
editoriales o librerías no van a producir o distribuir libros que nadie los
compra, pues, esto significaría su fin; pero, tampoco se trata de vender
cualquier libro que aparezca en el actual confuso escenario neo-carismático.
Es cierto que la
mayoría de distribuidores de libros cristianos en Colombia y Latinoamérica son
interdenominacionales, lo cual significa que no sólo van a vender libros de
autores calvinistas, sino también arminianos. No sólo venderán libros de
autores cesacionistas sino también de autores carismáticos. Pero hay un
fundamento doctrinal común que identifica a todos los evangélicos, lo cual debe
ser una regla a la hora de imprimir o distribuir un libro, pues, no todo lo que
hoy día se llama cristiano realmente lo es.
Siendo que los libros
tienen una facultad especial de impactar a sus lectores, entonces, las
librerías cristianas deben ser muy cuidadosas a la hora de comercializar un
libro, pues, no sólo pueden estar llevando bendición, sino maldición o confusión,
en caso de tratarse de un libro con contenido doctrinal herético.
En las últimas décadas
ha surgido un peligroso y anti-bílico movimiento de falsos apóstoles, falsos
profetas y falsos pastores, que exaltan las siguientes falsas doctrinas:
-
Una guerra espiritual que se parece más
al espiritismo que al cristianismo. Esto está conduciendo a las personas a ser
animistas, supersticiosas, paranoicas, entre otros.
-
Un evangelio falso centrado en la
prosperidad material, el cual no provee para el perdón de los pecados, la
santidad o la negación de uno mismo; sino para la avaricia, la codicia y el
materialismo descarado.
-
La nueva era, a través de conceptos
emanados de interpretaciones erradas y manipuladas de las Sagradas Escrituras,
en los cuales se promueve la deificación del ser humano, la glorificación del
humanismo y el reducir a Dios a un mero sirviente que está dispuesto a hacer lo
que sus amos le ordenen. En este orden de ideas se encuentra la falsa teología
de la super-fe, dilo y recíbelo, la declaración de poder, entre otros.
Todas estas doctrinas están
causando mucho daño al pueblo de Dios, están tergiversando el evangelio y están
conduciendo a millones de almas a la condenación eterna.
La pregunta que le
hacemos a las editoriales, distribuidores y librerías cristianas es: ¿Por qué y
para qué distribuyen literatura escrita por autores que son cuestionados en su
doctrina y práctica eclesiástica? ¿Leen ustedes esos libros? ¿Han sido
edificados por ellos? Si ustedes no leerían a autores como Benny Hinn,
Guillermo Maldonado, Cash Luna, Kenneth Hagin, entre otros ¿Por qué promueven
que otras personas los lean?
Los libreros cristianos
tienen una responsabilidad muy grande delante de Dios, y tendrán que dar
cuentas por lo que hacen. El librero cristiano es un misionero, es como un
profeta que lleva el evangelio al pueblo necesitado, pero si a través de
algunos libros se promueve un falso evangelio ¿creen que serán sin culpa delante
de Dios?
No podemos reducir la
distribución de literatura cristiana a simplemente un negocio en el cual hay
que vender los libros que la gente quiere, pues, no siempre lo que la mayoría
quiere es lo que Dios quiere.
Lamentamos mucho que
librerías que iniciaron como verdaderas agencias misioneras, a través de la
difusión de sana literatura evangélica, ahora estén promoviendo un falso
evangelio a través de algunos libros que distribuyen.
Es hora de recapacitar,
de volver al camino, de arrepentirse y hacer las cosas de manera que Dios sea
glorificado.
Con tristeza vemos cómo
en las vitrinas de las librerías cristianas se promociona un libro de profundo
contenido bíblico como es el comentario
bíblico de Matthew Henry, al lado de numerosos libros que promueven el espiritismo
por Guillermo Maldonado y su esposa. O, encontrar a un inspirador libro como El progreso del Peregrino de Juan
Bunyan, al lado de un libro que promueve la Nueva Era: Cómo desatar su fe, de Kenneth Hagin.
Cuando un creyente, o
un incoverso visitan una librería cristiana, ellos tienen la confianza de que
los libros vendidos son sanos, bíblicos, de edificación. Pero no es así, una
buena parte de los libros promocionados no edifican, no presentan el evangelio
bíblico, confunden y conducen al infierno.