martes, 16 de octubre de 2012

Las Librerías Cristianas ¿Negocio? ¿Ministerio? ¿Qué debe primar?


Las librerías cristianas: ¿Negocio? ¿Ministerio? ¿Qué debe primar?



Indudablemente, el ministerio de la literatura cristiana en los siglos más recientes ha sido una gran bendición para la Iglesia, y en especial, para el avance del Reino de Dios en el mundo. Gracias a las editoriales, grandes distribuidores y librerías locales tenemos hoy día la facilidad de acceder a libros de invaluable ayuda para nosotros.
Obviamente, para que esta gran producción y distribución de libros a  todos los rincones del planeta pueda mantenerse, se requiere una buena administración, la cual implica asignar un costo a cada libro que cubra los costos de edición, producción y distribución. Hay personal que se dedica tiempo completo a esta labor y ellos tienen familias que sostener, de manera que, lo normal, es que los libros se vendan a un precio que cubra todos esos gastos. Aunque las empresas dedicadas a la literatura cristiana deben ser sin ánimo de lucro, esto no significa que tendrán ánimo de pérdida, pues, de lo contrario, las editoriales no podrían imprimir libros, ni las librerías podrían distribuirlos.
No obstante, muchos pastores, profesores de seminarios y hermanos de iglesias cristianas conservadoras o históricas, estamos muy preocupados porque lo que debe ser un ministerio para la evangelización a través de la página impresa, poco a poco está siendo absorbido por el espíritu mercantilista de la época.
Reflejo de esta triste realidad es la política que ahora gobierna a los grandes distribuidores de libros cristianos, en la cual, no sólo se distribuyen libros evangélicos, es decir, con un contenido doctrinal acorde a los principios que históricamente han sido aceptados por todos los evangélicos (Luteranos, calvinistas, arminianos, pentecostales trinitarios y carismáticos, entre otros); sino que también, y a veces con más fuerza, se distribuyen libros que promueven el espiritismo, la nueva era y un falso evangelio.
Entendemos que las editoriales o librerías no van a producir o distribuir libros que nadie los compra, pues, esto significaría su fin; pero, tampoco se trata de vender cualquier libro que aparezca en el actual confuso escenario neo-carismático.
Es cierto que la mayoría de distribuidores de libros cristianos en Colombia y Latinoamérica son interdenominacionales, lo cual significa que no sólo van a vender libros de autores calvinistas, sino también arminianos. No sólo venderán libros de autores cesacionistas sino también de autores carismáticos. Pero hay un fundamento doctrinal común que identifica a todos los evangélicos, lo cual debe ser una regla a la hora de imprimir o distribuir un libro, pues, no todo lo que hoy día se llama cristiano realmente lo es.
Siendo que los libros tienen una facultad especial de impactar a sus lectores, entonces, las librerías cristianas deben ser muy cuidadosas a la hora de comercializar un libro, pues, no sólo pueden estar llevando bendición, sino maldición o confusión, en caso de tratarse de un libro con contenido doctrinal herético.
En las últimas décadas ha surgido un peligroso y anti-bílico movimiento de falsos apóstoles, falsos profetas y falsos pastores, que exaltan las siguientes falsas doctrinas:
-          Una guerra espiritual que se parece más al espiritismo que al cristianismo. Esto está conduciendo a las personas a ser animistas, supersticiosas, paranoicas, entre otros.
-          Un evangelio falso centrado en la prosperidad material, el cual no provee para el perdón de los pecados, la santidad o la negación de uno mismo; sino para la avaricia, la codicia y el materialismo descarado.
-          La nueva era, a través de conceptos emanados de interpretaciones erradas y manipuladas de las Sagradas Escrituras, en los cuales se promueve la deificación del ser humano, la glorificación del humanismo y el reducir a Dios a un mero sirviente que está dispuesto a hacer lo que sus amos le ordenen. En este orden de ideas se encuentra la falsa teología de la super-fe, dilo y recíbelo, la declaración de poder, entre otros.
Todas estas doctrinas están causando mucho daño al pueblo de Dios, están tergiversando el evangelio y están conduciendo a millones de almas a la condenación eterna.
La pregunta que le hacemos a las editoriales, distribuidores y librerías cristianas es: ¿Por qué y para qué distribuyen literatura escrita por autores que son cuestionados en su doctrina y práctica eclesiástica? ¿Leen ustedes esos libros? ¿Han sido edificados por ellos? Si ustedes no leerían a autores como Benny Hinn, Guillermo Maldonado, Cash Luna, Kenneth Hagin, entre otros ¿Por qué promueven que otras personas los lean?
Los libreros cristianos tienen una responsabilidad muy grande delante de Dios, y tendrán que dar cuentas por lo que hacen. El librero cristiano es un misionero, es como un profeta que lleva el evangelio al pueblo necesitado, pero si a través de algunos libros se promueve un falso evangelio ¿creen que serán sin culpa delante de Dios?
No podemos reducir la distribución de literatura cristiana a simplemente un negocio en el cual hay que vender los libros que la gente quiere, pues, no siempre lo que la mayoría quiere es lo que Dios quiere.
Lamentamos mucho que librerías que iniciaron como verdaderas agencias misioneras, a través de la difusión de sana literatura evangélica, ahora estén promoviendo un falso evangelio a través de algunos libros que distribuyen.
Es hora de recapacitar, de volver al camino, de arrepentirse y hacer las cosas de manera que Dios sea glorificado.
Con tristeza vemos cómo en las vitrinas de las librerías cristianas se promociona un libro de profundo contenido bíblico como es el comentario bíblico de Matthew Henry, al lado de numerosos libros que promueven el espiritismo por Guillermo Maldonado y su esposa. O, encontrar a un inspirador libro como El progreso del Peregrino de Juan Bunyan, al lado de un libro que promueve la Nueva Era: Cómo desatar su fe, de Kenneth Hagin.
Cuando un creyente, o un incoverso visitan una librería cristiana, ellos tienen la confianza de que los libros vendidos son sanos, bíblicos, de edificación. Pero no es así, una buena parte de los libros promocionados no edifican, no presentan el evangelio bíblico, confunden y conducen al infierno.