viernes, 24 de junio de 2022

Salmo 40

 

Salmo 40

Respondiendo a las liberaciones del Señor

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.

El contexto de nuestro salmo está relacionado con una gran liberación que Dios le concedió a David; por lo cual desea alabarlo y agradecerle.

En los versos 1 al 3 habla de esta liberación, lo cual es una introducción al salmo.

Luego pasa a una alabanza más general a Dios por todas las gloriosas manifestaciones de sí mismo que ha hecho en la historia de Su pueblo (4-5).

Luego pasa a una alabanza más general a Dios por todas sus gloriosas manifestaciones de sí mismo en la historia de su pueblo (5).

Seguido, surge el pensamiento: ¿cómo va a manifestar él (el escritor) su gratitud? Y esto lo lleva al noble estallido en los versos 6-10.

No por sacrificio y ofrenda, no por una mera obediencia legal y formal, sino por la completa devoción del hombre interior hacia Él (6-8), y la proclamación constante de la bondad de Dios hacia los demás (9, 10).

Entonces, la tensión cambia. Aunque recientemente ha sido liberado de un gran peligro, el salmista todavía está rodeado de sufrimientos y peligros. Hay pecado y debilidad en el interior (12), hay enemigos crueles en el exterior (14, 15).

Por lo tanto, (11-17) eleva una súplica humilde por sí mismo (11, 13, 17) y por los piadosos en general (16), para que Dios sea su Ayudador y Defensor, y, sobre todo, "no tardará" (17).

El autor del salmo, según el título, fue David, y no se ha presentado ningún argumento del menor peso en contra de este punto de vista.

Se puede suponer que la ocasión fue su restauración al trono después de la breve usurpación de Absalón.

Se puede aludir a los ayudantes e instigadores de Absalón en el verso 4, y al resto de su partido en el verso 14.

Respondiendo a las liberaciones del Señor

El salmo se divide en tres partes:

(1) Introducción (1-3);

(2) Alabanza a Dios y promesa de obediencia (4-10);

(3) Oración a Dios (11-17).

(1) Introducción (1-3)

Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, oyó mi clamor” (v. 1)

Literalmente, esperando, esperé. Es un modismo hebreo común cuando se quiere enfatizar una idea.

Ningún escritor nos impone con tanta solemnidad el deber de esperar el agrado de Dios, como David (Salmos 27:14; Salmos 37: 7; Salmos 62: 1, 5; Salmos 69: 3, etc.).

Y se inclinó hacia mí; literalmente, inclinado hacia mí. Este es un antropomorfismo, pero es muy expresivo.

Y escuchó mi clamor; es decir, respondió, me dio lo que pedí.

Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos” (v. 2).

También me sacó de un pozo horrible; literalmente, un pozo de tumulto o alboroto.

Un pozo de "destrucción" o "miseria". Lleno de barro fangoso (comp. Salmos 69: 2, Salmos 69:14). Tal "arcilla" se encontraría con frecuencia en el fondo de cisternas en desuso.

Y puso mis pies sobre una roca; es decir, sobre tierra firme, donde tenía una base firme.

Y estableció mis caminos; literalmente, y afirmó mis pasos (comp. Salmos 17: 5; Salmos 18:36; Salmos 94:18).

Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová” (v. 3).

Cuando Dios nos muestra sus misericordias pone en nosotros ocasiones para cantar de agradecimiento.

Alabanza a nuestro Dios. La misericordia es la causa y la alabanza el efecto.

 La liberación mencionada en el verso 2 produce la alabanza de los versos 3-5.

La frase "nuestro Dios" nos muestra cómo David se identifica instintivamente con su pueblo. Una misericordia para con David es una misericordia para con el pueblo.

Muchos lo verán y temerán. Aquí puede haber una alusión al final de Absalón, la cual, probablemente, fue seguida por un cierto número de ejecuciones.

 (comp. Deuteronomio 13:11; Deuteronomio 17:13; Deuteronomio 19:20; Deuteronomio 21:21, donde la frase "todo Israel oirá y temerá" se usa para referirse al efecto producido por la aplicación de la pena capital del transgresor de la Ley).

Y confiarán en Jehová; es decir, tendrán fortalecida su fe en Dios.

(2) Alabanza a Dios y promesa de obediencia (4-10);

Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira” (v. 4).

Dichoso el hombre, el ser humano, que confía en el Señor y no se inclina a los soberbios; o no se vuelve hacia los orgullosos, no se pasa a su partido ni defiende sus principios.

Probablemente se refiere a los seguidores de Absalón.

Ni a los que se desvían a la mentira; es decir, a los que "prefieren la falsedad en vez de la verdad", los que prefieren la causa de los impíos a la de Dios mismo.

Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados” (v. 5),

Muchas, oh Señor, Dios mío, son las maravillas que has hecho.

No es solo por su reciente liberación que el salmista da gracias y gratitud a Dios. Las misericordias de Dios en el pasado han sido innumerables y lo han sometido a obligaciones indescriptibles.

Y tus pensamientos para con nosotros. La consideración de Dios por el hombre y su cuidado providencial merecen alabanza y agradecimiento, al igual que sus maravillosos actos.

Son tan numerosos que es imposible calcularlos.

Muchos de ellos, además, son secretos y escapan a nuestro conocimiento.

Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado” (v. 6).

Sacrificio y ofrenda no quisiste. ¿Será que la retribución correcta a Dios se dará a través de sacrificios y holocaustos? No, el salmista se responde a sí mismo; no es esto lo que Dios realmente "desea".

Samuel ya había predicado esta doctrina: "Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros" (1 Sam. 15:22).

David va más allá. Los que Dios demanda es un espíritu de obediencia, los sacrificios y expiaciones no se requieren en absoluto; más bien, como dice Isaías, hastiado estoy de holocaustos de carneros (Isaías 1:11,12).

Lo único que se necesita es la obediencia, una obediencia alegre y voluntaria a todo lo que Dios revela como su voluntad.

Tú has abierto mis oídos. Es decir, "Me has quitado la sordera y me has abierto los oídos para recibir y abrazar tu ley"; o, quizás, con especial referencia a Éxodo 21:6 y Deuteronomio 15:17, "Me has aceptado como tu siervo voluntario, y me has horadado la oreja, como reconocimiento de que soy tu siervo para siempre".

De las cuatro clases de ofrendas mencionadas en este versículo, la primera (זבח) es la ofrenda ordinaria de una víctima en el altar en sacrificio; el segundo (מנחה), la ofrenda de harina, acompañada de aceite e incienso; el tercero (עולה) es el "holocausto", representativo de la abnegación total; y el cuarto (חטאה), la "ofrenda por el pecado" u "ofrenda por la culpa", cuya intención especial era la expiación.

Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí” (v. 7)

Más bien, luego dije: He aquí, vengo con el rollo del libro escrito sobre mí.

"Entonces" significa "tan pronto como se me abrieron los oídos". "He aquí, vengo", indica una pronta obediencia (véanse Núm. 22:38; 2 Sam. 19:20).

El salmista se representa a sí mismo trayendo consigo "el rollo del libro", es decir, el libro de la Ley en su forma ordinaria de rollo de pergamino, para mostrar qué es lo que está dispuesto a obedecer. Este libro, dice, está escrito "sobre él", ya que contiene preceptos sobre los deberes del rey (Deuteronomio 17: 14-20).

El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (v. 8).

La obediencia del siervo fiel es una obediencia verdadera y aceptable,

(1) alegre y

(2) del corazón.

Consciente o inconscientemente, David habla como un tipo de Cristo: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (ver Hebreos 10: 5-7).

Cristo Jesús es el verdadero y perfecto siervo fiel. Él se gozó de manera perfecta en cumplir la voluntad de Dios. Cumplir su Ley dada a través de Moisés, y cumplir las instrucciones que recibió en el Consejo Eterno de Redención.

El Padre estaba complacido en él porque él siempre hizo Su voluntad.

He anunciado justicia en grande congregación; he aquí no refrené mis labios, Jehová, tú lo sabes” (v. 9).

No ha "predicado", en el sentido moderno de la palabra, ya que el oficio de predicar estaba reservado para los sacerdotes y los levitas. Pero aprovechó su posición como rey para anunciar al pueblo la justicia de Dios.

He aquí, no he refrenado mis labios, ni los refrenaré. Continuaré glorificándote en público, y alabaré tu Nombre mientras viva (Salmos 104: 33).

Oh Señor, tú lo sabes, es decir, tú conoces la verdad de mi declaración en cuanto al pasado, y la sinceridad de mi promesa en cuanto al futuro.

No encubrí tu justicia dentro de mí corazón; he publicado tu fidelidad y tu salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea” (v. 10).

Los salmos de David hablan continuamente de este deber cristiano, de la iglesia en general: declarar la justicia, la fidelidad, la salvación, la misericordia y la verdad de Dios.

(3) Oración a Dios (11-17).

Jehová, no retengas de mí tus misericordias; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre” (v. 11).

Aquí comienza la porción suplicante del salmo.

David suplica a Dios, cuya bondad amorosa es tan grande (v.10), que no le niegue esas "tiernas misericordias" que él prodiga tan libremente.

Como él está empeñado en "no retener" o "reprimir" sus labios (9), lo más apropiado es que Dios no "retenga" o "refrene" (כלא) su bondad. Ellas preservan al creyente.

Porque me han rodeado males sin número; me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla” (v. 12).

Literalmente, porque males sin número se han acumulado sobre mí hasta hoy.

 No se menciona la naturaleza exacta de estos "males"; pero el peor de ellos parece ser "la profunda y amarga conciencia del pecado" revelada en la siguiente cláusula.

Otro mal fue, sin lugar a dudas, la continua animosidad de los enemigos (14).

Es posible que se hayan sumado debilidades mentales y corporales, completando así la carga aplastante por la que se hace la queja.

Observemos cómo David nos deja ver la extremada conciencia del pecado que tenía.

Mis iniquidades se han apoderado de mí, y no puedo mirar hacia arriba.

Son más numerosos que los cabellos de mi cabeza.

Por tanto, mi corazón desfallece; es decir, "mi coraje" y "mi fortaleza mental" decaen.

Quieras, oh Jehová librarme; Jehová apresúrate a socorrerme” (v. 13).

Aunque el verso 2 deja ver que Dios ya había librado al salmista, no era suficiente; se requerían más liberaciones.

La vida del salmista todavía está amenazada por enemigos (14); todavía se burlan de él (15).

Por lo tanto, le ruega diciendo, Señor, apresúrate en mi ayuda.

Los creyentes debemos pedir al Señor: "Oh Dios, date prisa para salvarnos. Oh Señor, date prisa en ayudarnos".

Sean avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla. Vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean. Sean asolados en pago de su afrenta los que me dicen: ¡Ea, ea!” (v. 14-15).

Señor, recompensa a estos asediadores con el pago de la vergüenza, la deshonra y el asolamiento. Despójalos de todo bien, pues, cuando ellos se burlan de mí, en realidad lo hacen delante de ti.

Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido” (v. 16).

El salmista no puede estar satisfecho orando solo para el bien de sí mismo. Él extiende su súplica con el fin de que abarque a todo el cuerpo de los fieles, "todos los que buscan a Dios".

Que ellos digan continuamente que aman tu salvación: El Señor sea engrandecido; es decir. "Dales ocasión constante de decir, y dales un corazón agradecido para decir: Alabado sea el Señor por sus misericordias" (comp. Salmos 35:27).

Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú, Dios mío, no te tardes” (v. 17).

Pero soy pobre y necesitado. David podría decir esto en tiempos de problemas.

Nadie está más necesitado que un rey destronado, expulsado de su trono y de su tierra (2 Sam. 9: 4-20).

Sin embargo, el Señor piensa en mí. Dios se acuerda, de manera especial, de los "pobres y necesitados" (ver Sal. 9:18; Sal. 10:12, Sal. 10:17, Sal. 10:18; Sal. 34: 6; Sal. 35:10, etc.).

Tú eres mi ayuda y mi libertador; No te detengas, oh Dios mío.

Aplicaciones:

Hermanos en la fe, aprendamos por siempre que toda misericordia del Señor nos debe conducir a una alabanza genuina y constante al Dios Todopoderoso que actúa para el bien de su pueblo.

Toda bondad recibida tiene como fin el que seamos mejores adoradores.

Y la única forma de poder adorar a Dios por sus misericordias es a través de Aquel que vino a esta tierra en obediencia perfecta, tomando cuerpo y alma humana para sí, cumpliendo la ley, y llevando sobre sí la culpa de nuestros pecados.

No guardemos para nosotros estas misericordias, es nuestro gozo y el deleite de Dios que hablemos de ello con otros, especialmente con su pueblo.

No logramos imaginar de cuánto consuelo, fortaleza, bendición y ánimo es cuando compartimos con otras personas la gratitud que tenemos para con nuestro Dios al obrar tan maravillosamente en nuestras vidas.

Pero no olvidemos que toda verdadera alabanza conduce a la obediencia.

No se trata de las canciones de regocijo que se entonan en el culto, tal vez animados e inspirados por la alegre música instrumental que la acompaña; sino de esa alabanza diaria que brota de nuestros corazones agradecidos a Dios porque actuó con su gran misericordia.

La verdadera alabanza, siempre conduce a la obediencia gozosa, de lo contrario no fue real alabanza.

Salmo 37

 

Salmo 37

¿Qué hacer cuando los malos van ganando?

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.

¿Qué debe hacer el cristiano cuando la maldad es premiada, y parece que a los malos todo le sale bien, y, a la misma vez, los justos son condenados y las cosas les salen mal?

Tienes un vecino tramposo a la hora de pagar los impuestos, usa sus conexiones para recibir del Estado algún beneficio destinado para personas más pobres que él, realmente es un hombre malo y deshonesto.

Pero, él tiene una casa hermosa y grande, llena de muebles costosos, varios autos último modelo, la pandemia no los ha tocado, tienen muchos amigos, sus hijos e hijas se han casado con buenos partidos.

Pero, en tu caso, andas conforme a los principios bíblicos, no cometes fraude, ni al Estado ni a nadie, cumples con tus ofrendas al Señor, socorres a los más necesitados, llevas a tus hijos por la senda del bien; no obstante, las cosas parecen andar mal.

La pandemia les dio duro, se quedaron sin empleo, tuvieron que cambiarse para una casa más pequeña, tuvieron que vender la bicicleta que tenían, y los hijos ya están pasando la edad matrimonial y nadie se les acerca.

Cuando vemos que los malos prosperan se nos vienen pensamientos como: No vale la pena ser bueno, no vale la pena ser un justo, olvidémonos de todos estos principios bíblicos, y unámonos a los malhechores.

David fue un hombre que tuvo mucho tiempo para meditar sobre el problema de las injusticias,  de cómo los malos prosperan, mientras los justos sufren.

Cuando aún era muy joven, a pesar de haber sido ungido como el futuro rey, se la pasó huyendo del malvado Saúl. Muchas veces le perdonó la vida, pero en respuesta Saúl lo continuó persiguiendo para matarlo. Siempre que lo perdonó, Saúl regresó a la comodidad de su palacio, mientras que David regresaba a las oscuras y frías cuevas.

Siendo ya David un anciano escribe este salmo (Joven fui, y he envejecido v. 25), para aconsejar a los creyentes que sufren, los cuales son tentados a abandonar el camino de la justicia, al ver cómo los injustos prosperan en sus caminos.

El anciano David nos da algunos principios sobre cómo debe responder el creyente frente a las injusticias de la vida: Cuando los malos ganen, sométete a Dios, gózate en Él y haz lo correcto, confiando en que el Señor juzgará con rectitud.

Este es un salmo acróstico o alfabético (en hebreo), pues, los creyentes deben procurar memorizar su contenido tan profundamente consolador.

¿Qué hacer cuando los malos van ganando?

1. Cuando los malos ganen, sométete a Dios (1-11).

Aunque la palabra "someterse" no aparece en estos versículos, es la idea detrás de los mandatos negativos y positivos que se dan aquí. Negativamente,

A. Someterse a Dios significa mortificar la irritación, la envidia y la ira

David nos manda tres veces a no preocuparnos: No te impacientes a causa de los malignos (v1); no te alteres con motivo del que prospera en su camino (v. 7); no te excites en manera alguna a hacer lo malo (v. 8).

La palabra hebrea para irritar significa quemar.

No ardas lentamente cuando veas que los malos prosperan. No dejes que este ardor se meta debajo de tu piel, pues sólo te conducirá al mal: Deja la ira, y desecha el enojo (v. 8).

Una de las razones por las cuales nos irritamos, cuando vemos que los malvados se salen con las suyas, es que asumimos que nosotros somos más sabios que Dios, y podemos manejar el mundo mejor que lo que Él lo hace.

Por lo tanto, un aspecto de la sumisión a Dios es mortificar dicha irritación, darle a Dios el derecho soberano de que trate a los malhechores en su tiempo y a su manera.

Se nos ordena a no envidiar a los malhechores (v. 1). Lo cual confronta el egoísmo y los motivos malignos de nuestros corazones.

En ocasiones no queremos que los malhechores prosperen, no tanto porque aborrecemos su pecado, sino porque en secreto deseamos hacer lo mismo. Queremos los placeres del pecado que ellos disfrutan. Pero el mandato es someternos a Dios al juzgar nuestra envidia.

También se nos ordena a no enojarnos (v. 8). La palabra ira proviene de una palabra hebrea que significa fosas nasales. Cuando alguien se enoja, sus fosas nasales se dilatan.

La Biblia enseña que la mayor parte de la ira que expresamos es pecaminosa, y que podemos contralarla, pues, de lo contrario no se nos mandaría a mortificarla.

La ira evidencia que no estamos sometidos a la Soberanía de Dios. De hecho, a través de la ira estamos diciendo: “Dios, no me gusta la forma en que estás manejando las cosas. ¡No es justo! No merezco este tipo de trato por parte de esta gente malvada”.

La conclusión es que no nos estamos sometiendo a Dios.

¿Cómo podemos distinguir en nosotros la ira justa de la ira pecaminosa? Si estoy enojado por la injusticia cometida hacia otros, entonces, puede ser ira justa. Si estoy enojado contra la injusticia cometida contra mí, puede ser ira pecaminosa.

Buena parta de la ira que sentimos es egoísta, y, por lo tanto, pecaminosa. Someterme a Dios cuando veo que los malos ganan significa dejar de lado la irritación, la envidia y la ira.

B. Someterse a Dios significa poner en Él la confianza, la obediencia, la paciencia y la humildad, mientras nos deleitamos en el Señor

El salmista nos enseña que cuando estamos turbados a causa del aparente triunfo de los malos, el remedio se encuentra en poner nuestra mirada en el Señor, y no en los malos o en su prosperidad.

En los versos 3 al 9 David menciona el nombre del Señor cinco veces, y cinco veces usa un pronombre para referirse a Él:

Confía en Jehová… deléitate así mismo en Jehová… Encomienda a Jehová tu camino… confía en Él… Él hará… Él exhibirá tu justicia… Guarda silencio ante Jehová… espera en Él… Los que esperan en Jehová.

Este antídoto envuelve varias cualidades:

Confía en el Señor. Este no es un mero lema vacío, sino que indica un curso de acción.

Confía en Jehová y haz el bien (v. 3); Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y él hará (v. 5). Significa que cuando los malhechores parecen estar ganando mientras que tú estás perdiendo, tomas todo el problema y lo trasladas al Señor y esperas en cómo Él te vindica en su tiempo. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el medio día (v. 6).

Vístete de obediencia. Y haz el bien, y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad (v. 3b). Deja las cosas en las manos de Dios (confianza) y continúa con tus deberes habituales en obediencia ante el Señor.

No dejes que el pecado de la otra persona te lleve a pecar. Haz lo que Dios te manda hacer en obediencia a Él.

Ten paciencia. Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades… porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra (v. 7 y 9). Esta es la parte más difícil de la sumisión, pues, puede que la vindicación tome semanas, meses o años. Pero si confías en que Él es un Dios justo y recto, y te sometes a Él, esperarás pacientemente.

Vístete con humildad. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz (v. 11). Ser mansos significa darnos cuenta de nuestra propia debilidad y pecado para que podamos confiar en el Señor, y no en nosotros mismos.

Esta conciencia de nuestra pecaminosidad implica que no juzgaremos a los malvados con la justicia propia. Pues, sino fuera por la misericordia de Dios, actuaríamos y seríamos como ellos.

La humildad significa reconocer nuestra insuficiencia sin la gracia del Señor, pero, a la misma vez, nuestra suficiencia en Él (2 Cor. 3:5). La mansedumbre no significa debilidad, sino más bien quebrantamiento.

Una persona humilde o mansa es como un caballo fuerte pero sumiso al toque de su amo.

Jesús tomó el salmo 37:11 como su tercera bienaventuranza: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5).

El mundo dice todo lo contrario: Bienaventurados todos los que reclaman y defienden sus derechos. Pero David y Jesús no están de acuerdo con el mundo. Solo los mansos serán victoriosos y ganadores finalmente.

y se recrearán con abundancia de paz (v. 11). Se refiere a la prosperidad del alma. La persona que encuentra su suficiencia en el Señor, más que en sí mismos o en sus posesiones, tiene una abundante e indestructible fuente de paz.

Deléitate en el Señor (v. 4). Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. La confianza, la obediencia, la paciencia y la humildad se pueden resumir en la frase: Deléitate en el Señor. Déjate cautivar por el Señor y por todo lo que Él es.

En lugar de enfocarte en las cosas que el mundo busca, enfócate en el Señor.

Si ganas al Señor, entonces obtendrás todo lo que necesitas: Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Esto no significa que Él te dará todo lo que tu corazón egoísta desee.

Si te estás deleitando en el Señor, entonces tus deseos estarán alineados con Sus deseos.

Este pasaje es el equivalente en el Antiguo Testamento a Mateo 6:33: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Estos principios se pueden aplicar, también, a cualquier relación, como la matrimonial. Pensemos en el caso de una esposa cuyo esposo le hace daño. Ya sea por insensibilidad, abuso verbal, adulterio, etc. Ella será tentada a irritarse, a tener envidia (él hace lo que le place, pero yo no puedo). Pero, si ella responde de manera egoísta, al tratar de vengarse o defender sus derechos, sólo causará mas daño a la relación.

Pero si ella responde al mal que le han hecho, quitando la irritación, la envidia y la ira; poniendo la confianza en el Señor, la obediencia, esperando pacientemente en Él, con humildad (la conciencia de su propia insuficiencia, pero la plena suficiencia en Cristo), no en un espíritu de autoconmiseración, sino de deleite en el Señor. Su esposo, tarde que temprano dirá: Ella tiene algo que necesito. Esto lo puede conducir al arrepentimiento, a la conversión. Pero independientemente del resultado ella disfruta de la abundante paz que viene del Señor.

Entonces, el primer principio es: cuando los malos ganan, sométete al Señor.

2. Cuando los malos ganen, estés contento en el Señor (12-26).

Este salmo no proviene de alguien sentado en una torre de marfil, sino de un hombre que conoció en su vida el conflicto entre los impíos y los justos.

Es posible que enfrentemos momentos difíciles que pongan a prueba nuestra fe. Puede que estemos afligidos o necesitados. Pero sea cual sea la prueba, podemos aprender a estar contentos con en el Señor.

Estos versículos nos presentan dos áreas de contentamiento:

A. Esté contento con el juicio que el Señor hará (12-15).

Dios no está preocupado por los orgullosos planes de los malvados: “El Señor se reirá de él; porque ve que viene su día” (v. 13).

Él sabe que las aparentes victorias de los malvados son temporales, y luego sus propios planes caerán sobre sus cabezas.

Un agricultor ateo se burló de los creyentes. Él escribió una carta a un periódico local en el cual se jactaba: “Aré la tierra un domingo, planté un domingo, aboné y limpié el domingo, y recogí la cosecha en domingo; y nunca fui a la iglesia los domingos. Sin embargo, recogí más frutos por hectárea que cualquiera de los que creen en Dios y van a la iglesia”. El editor imprimió la carta y luego agregó este solemne comentario: “El Señor no siempre ajusta sus cuentas en octubre”.

Como cristianos podemos estar seguros de que si Dios no ajusta cuentas en esta vida, lo hará en el juicio que vendrá al fin de los tiempos (Ap. 6:10-11).

Podemos dejar la venganza a Dios, estando contentos con Él (Ro. 12:19-21).

B. Esté contento de que el Señor proveerá (16-26).

La injusticia a menudo nos golpea en el bolsillo. Pero en este salmo hay grandes lecciones que podemos aprender cuando los malos ganan robando tu dinero o tus bienes.

(1) El Señor proveerá para tus necesidades, pero ellas pueden ser menores de lo que piensas: Mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores (v. 16). Puede que solo tengas un poco, pero esto puede ser suficiente.

El creyente puede caer, financiera o materialmente, pero no fracasará totalmente. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano (v. 24).

El Señor te sostendrá: Porque los brazos de los impíos serán quebrados; mas el que sostiene a los justos es Jehová (v. 17); Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan (v. 25).

A veces el Señor tiene que quitarnos nuestras cosas para revelarnos cuánto nos deleitamos aún en las cosas de este mundo, y cuán poco nos complacemos en Él. Necesitamos aprender que, teniendo sustento y abrigo, estemos contento con esto (1 Tim. 6:8).

(2) Si tienes la fe de que el Señor proveerá, entonces debes confiar en él, dando.

David dice que “el que sostiene a los justos es Jehová” (v. 17), pero si sigues leyendo te darás cuenta que estos justos con reconocidos por su generosidad: El impío toma prestado, y no paga; mas el justo tiene misericordia, y da… En todo tiempo tiene misericordia, y presta; y su descendencia es para bendición… (v. 21, 26).

Para poder esperar en las promesas de Dios para los justos, tienes que vivir como un justo. Tienes que ser un donante generoso.

Hace muchos años una secretaria de una sociedad misionera británica pidió una donación a un comerciante de Calcuta. Él le expidió un cheque por US 250, una cantidad considerable en aquellos días. Apenas entregó el cheque recibió un telegrama urgente en el cual le decían que uno de sus barcos lleno de mercancía se había hundido en el mar. El comerciante le pidió el cheque a la secretaria de la sociedad misionera, y le dijo que tenía que escribir otro cheque. La secretaria comprendió la situación y lo devolvió.  El comerciante expidió otro cheque y lo entregó a la secretaria, la cual se sorprendió al ver que estaba escrito por US 1.000. Ella le dijo: ¿no cometió usted un error? Él respondió: no, ese telegrama era un mensaje de mi Padre celestial diciéndome: No acumules tesoros en la tierra.

Si estás caminando con rectitud delante de Dios y dando generosamente para apoyar la obra del Señor, y alguien te estafa, o pierdes tu dinero, puedes estar contento de que Dios proveerá para tus necesidades.

Entonces, cuando los malos ganen, sométete a Dios, y aprende a estar contento con Él.

3. Cuando ganen los malos, haga el bien (27-40)

El salmista habló de esto en el verso 3, confía en Jehová, y haz el bien, pero es más prominente entre los versos 27-40.

Cuando te hacen daño, la tentación es a tomar represalias con el mal. Pero nuestro enfoque debe estar en agradar al Señor a pesar de que otros nos hagan daño.

David nos menciona tres áreas en las cuales se caracterizan las vidas rectas: Acciones rectas (v. 27); discurso recto (v. 30) y pensamiento recto (v. 31). Considerémoslos en orden inverso.

La justicia comienza en el corazón, en nuestro pensamiento. Dios nos cambia renovando nuestras mentes (Ro. 12:1-2) a través de su Palabra (Sal. 37:31; 119:11).

Si no sumergimos constantemente nuestras mentes en las Sagradas Escrituras para que moldeen nuestro pensamiento frente a cada situación, no responderemos de manera agradable al Señor cuando alguien nos haga daño.

Si nuestro pensamiento está siendo moldeado por las Escrituras, entonces nuestras palabras serán cada vez más justas. Cuando alguien nos haga daño, en lugar de arremeter con un discurso abusivo, hablaremos palabras de sabiduría (La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia v. 30); palabras de edificación y bendición (Ef. 4:29).

Si nuestros pensamientos son moldeados por las Escrituras, no tomaremos represalias con acciones incorrectas (Apártate del mal, y haz el bien, y vivirás para siempre v. 27). En lugar de responder al mal con mal, buscaremos vencer el mal con el bien (Ro. 12:21).

Hasta aquí David nos ha dicho que cuando los malos ganan debemos someternos a Dios, estar contentos y hacer lo correcto.

4. Cuando los malos ganan, confía en que el Señor juzgará con rectitud (2, 9, 10, 12-15, 17, 20, 22, 28, 34, 35-36, 38).

Si fuiste agraviado, obtén una imagen de largo alcance. Dios es un Dios de justicia: Porque Jehová ama la rectitud, y no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados; mas la descendencia de los impíos será destruida (v. 28). Un día él corregirá todos los errores.

¿Te has dado cuenta cómo en Apocalipsis Dios permite que la malvada Babilonia continúe con su sensualidad y riqueza hasta el último tiempo? Luego, en un día, en una hora, cayó el juicio sobre ella (Ap. 18:8, 10, 17, 19). Hasta la hora undécima parece que la maldad triunfará. ¡No te dejes engañar! En esa hora final, Dios actuará en nombre de sus santos (Ap. 18:20, 24).

Así que la esperanza y el consuelo del salmista debe ser también la nuestra: Pero la salvación de los justos es de Jehová, y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y lo salvará, por cuanto en él esperaron” (v. 39-40).

Si te refugias en Dios puedes confiar en que Él juzgará y te reinvindicará.

Conclusión

Jesucristo es el hombre justo, quien sufrió las injusticias del mal. Satanás lo persiguió desde antes de nacer, a través de la persecución de la simiente santa. Caín contra Abel, los incrédulos contra Noé, Ismael contra Isaac, los filisteos contra Israel, Herodes contra el niño Jesús, los fariseos contra el Salvador.

La serpiente antigua parecía estar ganando, y le propinó una mordida mortal al Redentor; pero Jesús esperó pacientemente en Dios, se sometió a Él, se deleitó en él, hizo lo correcto al hacer Su voluntad, y esperó en el juicio divino. Salió victorioso, venció a Satanás, y conquistó la salvación para Su pueblo.

Este mismo Jesús, prometió a los suyos estar con ellos en medio de las más terribles adversidades y aflicciones que padecerían en este mundo. Si estamos en Él, entonces, tendremos la victoria de este salmo a través de una vida de justicia en medio de cualquier ataque de los malos.

Salmo 31

 

Salmo 31

En tus manos están mis tiempos: Una declaración de confianza en respuesta al estrés

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.

Si deseamos elegir una palabra que describa a nuestra cultura moderna, esa palabra probablemente sería presión.

Tenemos clases para el manejo del estrés, así como muchos libros y artículos destinados a ayudarnos a reducir el estrés.

Puede tomar clases de meditación y yoga en la mayoría de los centros comunitarios. Incluso muchos cristianos ignoran los peligros espirituales de estos métodos y afirman que les ayudan a sobrellevar el estrés.

Algunos toman tranquilizantes o recurren a drogas ilegales o al alcohol. ¡Pero muy pocos se vuelven al Dios vivo y se refugian en Él! Si nos atrevemos a sugerirle a alguien, que se encuentra bajo estrés, que confíe en Dios, frecuentemente encontraremos desprecio, incluso, de parte de nuestros hermanos en la fe.

Pensemos en una situación estresante: Un grupo de enemigos ha conspirado para matarte. Han instigado una amplia campaña de calumnias y mentiras. Como resultado, tu nombre se ha convertido en un reproche, incluso entre tus vecinos y antiguos amigos. Cuando te ven venir, se vuelven y corren en sentido contrario. Temen ser identificados de alguna manera contigo, porque piensan que tu tiempo es corto. No quieren verse implicados por asociación contigo.

Como resultado de estos problemas, estás luchando contra la depresión. También te das cuenta de que muchos de tus problemas se deben a tu propio pecado. Entonces, encima de todo lo demás, estás luchando con la culpa. Toda esta experiencia está pasando factura a tu salud. No tienes fuerzas para hacer tus tareas diarias. Tu cuerpo se está consumiendo. Dondequiera que mires, parece que el terror te está mirando a la cara.

 

Así es como David describe su situación en el Salmo 31. No podemos estar seguros de la situación exacta detrás de este salmo. Muchos piensan que, debido a que David menciona que fue rescatado de una ciudad sitiada (v. 21), el contexto del salmo es cuando los residentes de Keila conspiraron para entregar a David a Saúl, quien estaba tratando de matarlo (1 Sam. 23: 7-14). Pero a la luz de la referencia de David a su propio pecado (v. 10), me inclino a estar de acuerdo con Spurgeon en que David escribió este salmo en relación con la rebelión de Absalón.

Quizás no se nos dice específicamente la ocasión del salmo con el fin de que podamos aplicarlo a nuestras propias situaciones estresantes, sean cuales sean las causas.

Cualesquiera que sean las circunstancias exactas, sabemos que este salmo no nos llega de la torre de marfil de un poeta que estaba aislado de las presiones de la vida. Más bien, proviene de un hombre que desesperaba de la vida misma.

El salmo nos da un remedio garantizado y simple (pero no simplista) para el estrés:

El remedio para el estrés es confiar en la Soberanía de Dios.

Mi oración es que el Señor nos ayude a ver que confiar en Él, el Dios vivo, soberano y personal, es la forma más práctica y probada en el tiempo para lidiar con el estrés en este mundo.

1. El estrés es algo real en la vida, especialmente en la vida de los piadosos.

De alguna manera, hemos tenido la loca idea de que, si seguimos y obedecemos al Señor, no tendremos pruebas difíciles. Pero la Biblia muestra repetidamente que, porque sigues al Señor, debes enfrentar varias pruebas.

Si te mimetizas con el mundo, el mundo te amará. Si sigues con fidelidad al Señor, el mundo te odiará. Jesús explicó esto muy claramente (Juan 15:19), “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.

Tengamos en cuenta cuatro verdades que nos ayudarán a comprender el estrés en el cristiano:

A. EL ESTRÉS PRODUCE MUCHAS EMOCIONES, INCLUSO EN LAS PERSONAS MÁS PIADOSAS.

Necesitamos entender que confiar en el Señor no nos aísla de la montaña rusa de emociones que nos golpean cuando enfrentamos situaciones estresantes.

Algunos libros de vida espiritual dan la impresión de que cuando descubras el secreto del reposo en el Señor, estarás perfectamente tranquilo en medio de la peor de las pruebas. En la medida en que tus emociones suban o bajen por la montaña rusa, entonces, es porque te falta algo en tu vida espiritual.

Pero mira las emociones de David en el salmo. Recuerda, él no era un novato espiritual en este momento. Era un hombre conforme al corazón de Dios.

Primero, estaba sintiendo vergüenza, como lo implica la petición repetida con el fin de no ser avergonzado (vv. 1, 17).

Quizás sus enemigos lo estaban acusando de ser un hipócrita: “Él dice confiar en Dios, ¡pero mira lo que hizo con Betsabé y su esposo! Mira su vida familiar, ¡es un completo desastre! ¡Ah! ¡Dizque es un 'hombre de Dios'! "

Junto con la vergüenza estaba la propia culpa de David, ya que reconoce su iniquidad como parte de sus problemas actuales (v. 10).

Además, David tenía miedo. Afirma que "El miedo me asalta por todas partes" (v. 13). Puedes escuchar el pánico en su voz mientras clama a Dios que lo rescate rápidamente y lo saque de la red (vv. 2, 4). Él dice que está angustiado (v. 9).

David está abrumado por el dolor, los suspiros y la aflicción (vv. 9, 10). Estas emociones son tan fuertes que lo están afectando físicamente, haciéndolo consumir. Se siente rechazado, incluso por sus antiguos amigos (v. 11). Se siente tan inútil como un vaso quebrado (v. 12).

Pero, no todo está mal para David. También experimenta algunos altibajos. Se regocija y se alegra en la misericordia del Señor (v. 7).

Él estalla en alabanza debido a la gran bondad de Dios que ha guardado para los que le temen (v. 19).

Él bendice al Señor porque ha hecho maravillosa Su misericordia para con David incluso cuando estaba sitiado (v. 21).

En un estallido final de alabanza, exhorta a todos los santos de Dios a amarlo, a ser fuertes, a tener valor y esperar en Él (vv. 23-24).

Derek Kidner (Salmos 1-72 [IVP], p. 130) señala una característica inusual de este salmo, pues, dos veces se viaja de la angustia a la seguridad: una vez en los versículos 1-8 y luego nuevamente en 9-24.

En otras palabras, este salmo nos presenta con fidelidad la vida real.

David obtiene la victoria, pero luego las olas de angustia lo invaden y se sumerge de nuevo en la desesperación. Luego vuelve a ganar la victoria.

Esto significa que es muy normal, incluso para los santos más piadosos, sentir una gama de emociones en medio de pruebas severas. La clave es no ser pasivo al dejar que las emociones lo repriman.

Tienes que luchar para procesar tus emociones y obtener la victoria en el Señor. Por eso los salmos son tan útiles.

El salmista a menudo se desespera al comienzo del salmo, pero Dios lo lleva a través del proceso de luchar para encontrar el camino hacia la luz y la esperanza, la cual se encuentra sólo en el Señor, incluso, así sus circunstancias no hayan cambiado en absoluto (ver, también 2 Cor. 1: 8-11).

B. EL MOMENTO DE PREPARARSE PARA EL ESTRÉS ES ANTES DE QUE LLEGUE.

El Salmo 31 deja en claro que David conocía a Dios de una manera personal, práctica y profunda antes de entrar en esta crisis.

Note los muchos atributos de Dios que David recita a lo largo del salmo: Dios es refugio y seguridad (vv. 1, 19, 20). Él es justo (v. 1) y juzgará con justicia (v. 23). Él es una roca de fortaleza (vv. 2, 3). Escucha y contesta las oraciones (vv. 2, 22). Él es una fortaleza y castillo fuerte (vv. 2, 3), la fuente de la fortaleza de David (v. 4). Él es el Dios de verdad (v. 5) y de misericordia (vv. 7, 16, 21). Él es omnisciente (v. 7) y misericordioso (v. 9), en el sentido de que perdona y no desecha al rechazado (implícito en los vv. 9-13). Él tiene depósitos ilimitados de bondad para aquellos que le temen (v. 19), incluso si están pasando por la peor de las pruebas.

David no aprendió todo eso sobre Dios de repente en medio de esta calamidad, aunque sin duda profundizó su conocimiento de Dios a través de esta angustia.

David había comenzado a conocer a Dios a través de Su Palabra (Sal. 19) cuando era un niño que cuidaba las ovejas de su padre. Entonces, cuando estalló esta crisis, David tenía recursos en Dios en los que apoyarse.

Si no estás en una crisis, toma el tiempo para echar raíces en el Señor, las cuales te permitirán capear las inevitables tormentas que vendrán. Pasa tiempo a solas con Dios y Su Palabra, alimentando tu alma. Deja que Su Palabra confronte tu vida con el pecado que necesita ser tratado. Entonces estarás listo para los tiempos estresantes.

Si ya estás en una crisis y no conoces a Dios como lo conocía David, búscalo como nunca antes. Él es bondadoso y puede encontrarse contigo allí, si de corazón lo buscas. Pero el momento de prepararse para el estrés es antes de que llegue.

C. INCLUSO SI TU ESTRÉS ES EL RESULTADO DEL PECADO, PUEDES REFUGIARTE EN DIOS.

Vimos esto también en el Salmo 25. Aquí (31:10), David reconoce que, en parte, su propio pecado estaba detrás de la crisis en la que se encontraba. Como dije, esto me lleva a pensar que el salmo fue escrito en relación con La rebelión de Absalón.

Dios perdonará nuestro pecado si lo confesamos y lo abandonamos (Prov. 28:13), pero no necesariamente elimina las consecuencias (Gá. 6: 7-8). Pero la experiencia de David muestra que incluso si nuestra calamidad es el resultado directo de nuestro pecado, aún podemos correr a Dios en busca de refugio y saber que Él nos recibirá.

Es significativo que los enemigos de David todavía lo condenaran mucho después de que Dios lo perdonara. Hablaban contra él, haciendo de su nombre un reproche (31: 1, 11, 13, 17, 20). Y, lo que es más, ¡al menos algunas de las acusaciones eran ciertas! Pero los enemigos de David no conocían la sinceridad del arrepentimiento de David ni la magnitud de la gracia de Dios.

Nunca debemos tolerar el pecado, pero debemos tener cuidado de no condenar a los pecadores arrepentidos.

 ¡Gracias a Dios que Él es misericordioso y a través de la sangre de Jesús perdona todos nuestros pecados, o ninguno de nosotros podría estar aquí hoy! Sí, en Su justicia a menudo nos hace sufrir las consecuencias temporales de nuestro pecado. Pero debemos alentar a los pecadores arrepentidos que están sufriendo esas consecuencias, a que se refugien en la gracia y el amor de Dios.

D. DIOS NUNCA NOS DEJARÁ PASAR POR MÁS ESTRÉS DEL QUE PODEMOS SOPORTAR SI CONFIAMOS EN ÉL.

“Pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10:13). Aunque la prueba de David fue aterradora, de modo que se desesperó, incluso de la vida misma (v. 13), Dios le dio fuerzas para resistir.

A Dios no le gustan las soluciones fáciles. Por lo general, no elimina la prueba en el instante en que lo buscamos. Pero ninguno de los que han esperado en Él ha sido desilusionado. "¡Él da más gracia cuando las cargas crecen!"

Es solo cuando confiamos en Dios en medio de una angustia severa que probamos Su fidelidad en nuestra propia experiencia. A menudo, lo más difícil es esperar que Dios nos libere.

Piense en José, languideciendo durante la mayor parte de sus veintes en la oscura mazmorra egipcia, con los pies en grilletes. ¿Por qué? ¡Porque obedeció al Señor al resistir las insinuaciones de la esposa de Potifar! ¿Por qué Dios no respondió antes a sus oraciones? Conocemos el resultado, pero durante años, José no sabía que algún día sería liberado de la prisión y ascendido a segundo en la tierra de Egipto. Pero debido a que José confiaba en Dios, más tarde pudo decirles a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20).

Así que reconozca que el estrés es un hecho de la vida, especialmente para los piadosos. No obtenemos un pase libre de aflicciones, pero esto es lo que obtenemos:

2. El Dios personal y soberano es una roca de refugio para los piadosos que están bajo una tensión intensa.

Ya hemos visto los muchos atributos de Dios que David enumera en este salmo. Pero observe nuevamente lo repetitivo que es en los primeros versículos acerca de que Dios es una roca de refugio.

Primero, David afirma que se ha refugiado en Dios (v. 1).

Luego le pide a Dios que sea para él una roca de fortaleza, una fortaleza para salvarlo (v. 2).

Luego, vuelve a afirmar que Dios es su roca y fortaleza (v. 3).

Agrega una vez más (v. 4) que Dios es su fuerza.

Luego, más adelante en el salmo, cambia el lugar de refugio de la roca al lugar secreto de la presencia de Dios (v. 20). Pero la idea es la misma, que Dios, el Soberano Todopoderoso del universo, es un refugio personal para su pueblo oprimido.

David afirma la soberanía de Dios sobre todo cuando dice (v. 15): "En tu mano están mis tiempos". Daniel 2:21 usa esta misma palabra hebrea para “tiempos”: “Él es quien cambia los tiempos y las épocas; Quita reyes y establece reyes ...”

Nuestro Dios no está sentado en el borde del cielo, mordiéndose las uñas mientras ve cómo se desarrolla la rebelión de la raza humana. Nadie puede frustrar Su propósito (Job 42:2).

Dios tiene un plan soberano para toda la historia. Él está trabajando en todos los tiempos y épocas, así como en nuestros tiempos, según el consejo de Su voluntad, para nuestro bien supremo (Efesios 1:11; Rom. 8:28).

Podemos saber que cuando nos golpea la tragedia, Dios no estaba dormido ni de vacaciones. Su soberanía es un gran consuelo en tiempos de prueba. Podemos saber que Él ha diseñado nuestra angustiosa situación para enseñarnos más sobre lo que significa refugiarse en Él.

Pero Dios no es solo el Soberano del universo, inaccesible en Su esplendor y poder. También es el Dios personal que conoce y se preocupa por cada detalle de nuestra situación.

Todo este salmo es personal e íntimo, pero tenga en cuenta especialmente el vers. 14: “Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios”.

Y no se trata solo de que David conozca a Dios personalmente, sino que Dios conoce a David personalmente (v. 7), “Me gozaré y alegraré en tu misericordia, porque has visto mi aflicción; has conocido mi alma en las angustias". Aunque los conocidos de David lo habían olvidado (v. 12), él sabía que Dios no lo había olvidado.

En tiempos de prueba, Satanás nos tienta a dudar de la soberanía de Dios o de Su amor y cuidado personal por nosotros.

David confiesa (v. 22): “Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba". Pedro escribió a una iglesia que sufría, algunos de cuyos miembros sufrían el martirio. Les exhortó a echar toda su ansiedad sobre Dios, y agregó (1 Pedro 5: 7b), "Porque él tiene cuidado de vosotros".

Luego, después de advertirles que el diablo estaba tratando de devorarlos a través de sus pruebas, escribe (1 Pedro 5: 9-11), “Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfecciones, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén."

Puede que estés pensando en este punto: “Bueno, entonces, si Dios es soberano y si mi tiempo está en Sus manos, entonces no me queda nada por hacer. Lo que ha de ser será." ¡No tan rápido! Hay un tercer elemento. El estrés es un hecho de la vida, especialmente para los piadosos. El Dios personal y soberano es una roca de refugio para nosotros en situaciones de estrés. Pero también,

3. Debemos confiar activamente en el Dios personal y soberano, repetidamente, durante nuestros momentos de estrés.

David está decidido a confiar en Dios durante sus momentos de estrés, pero esto no es automático. El salmo está lleno de repetidas afirmaciones de confianza en Dios.

David comienza: "En ti, oh Jehová, he confiado..." Esto suena bien, parece un trato hecho.  Pero en el versículo 2 él grita: "Sé tú mi roca fuerte".

Continúa afirmando que Dios es su roca y fortaleza, pero está luchando para que Dios sea esa roca de fortaleza para él.

Luego, nuevamente en el versículo 5, David entrega su espíritu (es decir, su vida) en la mano de Dios. En el versículo 6, afirma nuevamente su confianza en el Señor.

Luego se sumerge de nuevo en las profundidades de la desesperación (vv. 8-13), solo para emerger de nuevo en el versículo 14 con la firme afirmación: “mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos ". Todo el salmo es esta lucha repetida por la fe en Dios en medio de esta severa prueba.

Tal vez usted esté pensando: "¿Qué más puede hacer un creyente sino confiar en Dios en un momento de prueba?" Pero esto no es algo automático.

Aparentemente de la nada, David exclama (v. 6): "Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias". ¿Por qué dice eso allí? Creo que se debe a que muchos, incluso muchos de los que en los buenos tiempos profesan seguir a Dios, se vuelven hacia ídolos vanos o "soluciones" mundanas cuando llegan las pruebas.

Calvino observó esto en su día. Él escribió, (Comentarios de Calvino [Baker], sobre los Salmos, p. 502), “Es maravilloso [increíble] que, aunque muchas cosas nos angustian a todos, apenas una de cada cien personas es tan sabia como para entregar su vida en las manos de Dios."

En medio de las aflicciones y problemas solemos acudir a estas vanidades ilusorias: La meditación trascendental, prácticas orientales, terapias psicológicas, grupos sectarios, etc.

Es como si Dios no nos hubiera dado Su remedio para el estrés y otros problemas. Su remedio es confiar en Él como el Señor personal y soberano. Finalmente,

4. Nuestra confianza en Dios debe desbordarse en exuberante alabanza.

En el versículo 19, David estalla diciendo: "¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!" Nuevamente, en el versículo 21, “Bendito sea Jehová...” Versículo 23, “Amad a Jehová, ¡todos vosotros sus santos!" Versículo 24: “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová”.

La exuberante alabanza de David no significa que sus batallas hayan terminado. De hecho, no hay indicios de que sus circunstancias hayan cambiado en absoluto. Más bien, David ha encontrado fuerza en la batalla, pues, por fe se ha refugiado en el Señor. Con respecto a la exhortación final de David a ser fuerte y tener coraje, Calvino señala de manera realista (ibid., Págs. 520-521):

Tampoco es innecesaria su exhortación a la valentía y a la firmeza; porque, cuando alguien comienza a confiar en Dios, debe… armarse para soportar muchos ataques de Satanás. Primero, entonces, debemos comprometernos tranquilamente con la protección y tutela de Dios, y esforzarnos porque la experiencia de su bondad impregne toda nuestra mente. En segundo lugar, dotados así de firmeza y fuerza inquebrantable, debemos estar preparados para soportar cada día nuevos conflictos.

Conclusión

Es interesante que Jonás se hizo eco de una frase de este salmo cuando clamó al Señor desde el vientre del gran pez (Jon. 2: 8; Sal. 31: 6a).

Jeremías, cuyo mensaje fue rechazado y cuya vida a menudo se vio amenazada, frecuentemente tomó prestada otra frase del salmo como su lema (Jer. 6:25; 20: 3, 10; 46: 5; 49:29; Lam. 2:22; Sal.31, 13).

Cuando era anciano, el autor del Salmo 71 (quizás el mismo David), se refugió en Dios al orar las palabras del Salmo 31: 1-3.

Pero lo más significativo es que el Señor Jesús había meditado en este salmo con tanta frecuencia que Sus últimas palabras desde la cruz fueron una cita del Salmo 31: 5: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). ¡Él soportó el estrés supremo de llevar nuestros pecados al encomendarse al Dios personal y soberano! ¡Nosotros también debemos hacerlo!

¿Cómo estás lidiando con el estrés en tu vida? Hudson Taylor, el gran misionero en China, quien soportó muchas presiones, entre ellas tener que escapar de la muerte, solía decir: “Realmente, no importa cuán grande sea la presión; solo importa dónde radica la presión. Asegúrate de que nunca se interponga entre tú y el Señor; entonces, cuanto mayor es la presión, más te presiona contra Su pecho” (Dr. y Sra. Howard Taylor, Hudson Taylor’s Spiritual Secret [Moody Press], p. 152). El remedio de Dios para el estrés es que confiemos en Él, el Señor soberano y personal.