martes, 25 de junio de 2019

Una respuesta al Reconstrucionismo Cristiano


Una respuesta al Reconstrucionismo Cristiano



En todo lugar pareciera que uno escuchara “¿Acaso no fue nuestro país fundado como una nación cristiana?” ¿No deberíamos votar únicamente por candidatos cristianos que defiendan nuestras creencias? Esta conversación ha crecido en volumen en años recientes,  ya que cristianos comprometidos se han esforzado para discernir la voluntad de Dios para la iglesia y la sociedad. Detrás de esta conversación hay un movimiento conocido como Reconstruccionismo Cristiano,  cuyo conjunto de ideas está basado en traer la ley cristiana a la esfera pública y política…

El Reconstrucionismo  Cristiano puede ser definido en 4 ideas interconectadas:

1.       Los Cristianos poseen un sistema completo de conocimiento acertado sobre el universo (“cosmovisión”), el cual cultiva un dualismo  epistemológico: “nosotros” vs. “ellos”.

2.       Los  Cristianos tienen el derecho  y el rol de legislar moralidad para todas las personas, en todas partes.

3.       El Cristianismo y la cultura occidental son dos lados de una misma moneda.

4.       El llamado final de los Cristianos es dominar la tierra.

Este es un asunto oportuno, primero que todo para los Cristianos de América (USA), ya que estas ideas del Reconstruccionismo Cristiano, distorsionan profundamente la fe que ellos atesoran;  la cual está basada en la Biblia, y es compartida juntamente con la iglesia global. Igualmente, es un asunto oportuno para los ciudadanos Americanos (sin importar sus creencias religiosas) porque plantea una amenaza fundamental a la libertad religiosa, y finalmente a la democracia misma.

Algunas respuestas teológicas a los enigmas previos:
Concerniente a la noción del dualismo epistemológico, la cruz de Jesucristo, de acuerdo a las Escrituras, elimina radicalmente cualquier pensamiento en términos de “nosotros” vs. “ellos”. La narrativa de la crucifixión en los evangelios canónicos dibuja una línea, sin embargo, no es  una línea entre amigos y seguidores de Jesús y sus enemigos. En cambio, los discípulos, los romanos, los judíos, ciertamente todo el mundo está en un lado de la línea, y Jesús está en el otro lado.  Jesús  va a la cruz solo, llevando los pecados  del mundo entero, para redimir a toda la humanidad.  Por tanto, la cruz es el final de todo muro divisor entre los seres humanos, derribando cualquier  barrera, levantada en el nombre de la “religión”. El  compromiso primario  de la iglesia es  la proclamación  abierta del evangelio a todas las personas.

En respuesta a la noción de aplicar la Ley Mosaica  en la sociedad, Yo quiero llamar a la razón el  simple pero profundo hecho de que la Palabra de Dios no viene  a la humanidad como principios morales abstractos, de acuerdo a las Escrituras. En cambio, Dios habla por medio de mandatos específicos y concretos; Haz esto, Ven aquí, ve, etc. En la Biblia, no hay principios abstractos levantándose entre Dios y la humanidad, principios que no pueden ser manipulados fácilmente.  Existe solamente la escarpada realidad soberana de Dios, quien comanda, y la respuesta concreta de obediencia. No hay lugar para ningún “caso de ley” en la Biblia, el cual es un esfuerzo humano para realizar aplicaciones basadas en “casos morales”. La palabra bíblica  no funciona de esa forma. En cambio, la única fuente de conocimiento de la voluntad de Dios, es su activa y viva comunicación; y la única respuesta es hacerla.  La cuestión en peligro es la relación fundamental entre la ley y el evangelio.
Con respecto a la cultura cristiana, quiero apuntar a la nueva realidad radical del evangelio, la cual posiciona al revés los valores religiosos y morales de este mundo. El evangelio es la realidad del nuevo mundo absoluto de Dios, el cual no sigue agenda personal, cultural o nacional en ninguna manera. En cambio, El nuevo mundo de Dios, tiene alcances que abrazan todas las razas, tribus, naciones, todas las personas de la tierra.  El buscar atar el evangelio a las intenciones propias de cualquier nación (La noción completa de América (USA) como una “nación cristiana”) aunque sean méritos históricos, fundamentalmente distorsiona el llamado a la misión global  que constituye la comisión básica de la iglesia.

Finalmente, para responder a la noción de la dominación política cristiana, quiero apuntar a nuestro llamado fundamental a la disciplina de acuerdo a las Escrituras, el cual es el ser conforme a la imagen de Cristo. Así como Jesús hizo, no vino para ser servido, pero para servir, así mismo nosotros somos conformados a la imagen de Cristo en el servicio a otros, especialmente al débil y el vulnerable. Siempre que la iglesia ha tratado de identificar sus propios intereses directamente con el reino de Dios, ha experimentado una falla miserable. El llamado bíblico al discipulado, no es un llamado a dominar el mundo, sino explícita y directamente es un llamado a servir a Cristo en palabra y hecho.

Reconstrucción, por definición  luce tardía, buscando reconstruir lo que se cree que ha sido perdido. El evangelio, por otro lado, siempre nos lleva al nuevo mundo de Dios, el cual ha sido establecido en la muerte y resurrección de Jesucristo. En Cristo, Dios ha transformado la creación entera; ¿Qué significa para los cristianos el vivir en un mundo en la luz de esa radiante divina trasformación? En la base de las Escrituras, quiero enfatizar cuatro puntos: El primero, el inherente valor de la democracia como un derecho divino para todas las personas y naciones; segundo, la necesidad de la igualdad económica en un mundo cada vez más polarizado entre la riqueza y la pobreza; tercero, el aprovechamiento del forastero, el extranjero, el marginado en nuestra sociedad global; y finalmente, el valor relativo de la cultura humana, incluyendo al gobierno, arte, ciencia, educación, entre otros; para la existencia cristiana bajo el cuidado clemente de Dios.
Todos estos se juntan en una fuerza mucho más poderosa que cualquier falsa búsqueda por dominio sobre otro, ciertamente, la fuerza más poderosa en el mundo; El poder del amor. El cristiano debe participar en nada más que una nueva sociedad.

Sobre el autor: Paul McGlasson es el autor del libro ¡No!, una Respuesta Teológica al Reconstruccionismo Cristiano. Es pastor de la First Presbyterian Church en Sullivan, Indiana. Él recibió su doctorado en Yale Divinity School, y su PHD en Yale University en Teología Sistemática. Él es autor de una gran cantidad de libros, incluyendo God the Redeemer, Canon and Proclamation, e Invitation to Dogmatic Theology. Antes de ingresar al ministerio eclesiástico, McGlasson enseñó teología  por muchas años en universidades y semanarios.