sábado, 24 de diciembre de 2011

¿Cómo sabe una persona que ha sido llamada para el ministerio pastoral?


Pastor 
Julio Benitez

Saludo fraterno y muchas gracias por el cheque del banco de la fe que me ha estado enviando, lo he compartido con la fundación de niños donde colaboro y se que ha sido de inmensa bendición,

Las preguntas son:

3. ¿Cómo sabe una persona que tiene el llamado pastoral, tiene alguien fuera de
Dios que imponerle manos?

Apreciada Lina,

Gracias por enviarnos su pregunta.

El llamado al pastorado consta de dos aspectos fundamentales:

Primero, el llamado al ministerio pastoral empieza con la vocación o el llamamiento interno que el Espíritu Santo hace en el corazón de la persona. Este llamado es dado junto con los dones que el Espíritu da al creyente. El varón que ha sido llamado al pastorado, en diferentes grados, es conciente de esta vocación, y le agrada estar cerca de los pastores con el fin de aprender de ellos, se prepara y se capacita. Es como Josué al lado de Moisés, o Timoteo, aprendiendo de Pablo.

Pero este llamado o convicción interna no es suficiente para saber que una persona ha sido llamada al ministerio. Se requiere que la iglesia local también reconozca estos dones en dicho varón. Si la persona cree ser llamada al ministerio, pero sólo él reconoce esto, y en la iglesia nadie o muy pocas personas ven los dones, entonces es probable que el tal no haya sido llamado al ministerio.

Un error común de algunos jóvenes es que se apresuran a buscar el reconocimiento del llamado ministerial que creen tener, y en ese apresuramiento se vuelven rebeldes contra los pastores y líderes de sus iglesias locales. Si un varón cree tener el llamado para ser pastor, entonces debe esperar a que el Señor sea quien lo ponga, pues, el Señor es quien da a los pastores como don a las iglesias locales: “Y él mismo constituyó a unos… pastores y maestros” (Ef. 4:11).

Otro error muy común que se da en la cristiandad de hoy, es que algunos “evangelistas” o “profetas” andan de iglesia en iglesia, entusiasmando a los creyentes con profecías o unciones donde les dicen que Dios los ha llamado para ser pastores. Hay que tener cuidado con esto, porque esta no es la forma bíblica de ordenar un pastor.
Las personas que han sido llamadas por Dios para el pastorado, luego de un tiempo en el cual ellos, como miembros de la iglesia local, evidencian los dones, y sirven por cierto tiempo, en sujeción a sus pastores; cuando la iglesia ha reconocido el llamado del hermano al pastorado, entonces, junto con los ancianos o pastores ya en ejercicio, lo ordenan.
A continuación transcribo algunas enseñanzas bíblicas respecto a la ordenación de nuevos pastores, que forman parte de un libro que escribí algunos años sobre los principios bíblicos para el establecimiento y organización de una iglesia local:

Ya hemos dicho que en el Nuevo Testamento el término Pastor, anciano u obispo, indica un mismo cargo o ministerio. “Supervisor (griego: episkopos) – que muchas versiones traducen por obispo – es un término que expresa los deberes y responsabilidades de un pastor. Que es sinónimo de anciano (griego: prebyteros) queda patente por Hch. 20:17,18, donde a los presbíteros de Éfeso se les llama obispos, así como en Tito 1:5 y 7 donde los ancianos nombrados para cada localidad son llamados obispos. En I de Pedro 5:1 a 2 se exhorta a los ancianos a pastorear, teniendo cuidado (episkopúntes – esta palabra falta en unos MSS) de la grey. Fil. 1:1 alinea a los obispos junto a los diáconos. Finalmente, en un pasaje paralelo al de Tito, 1ª Tim. 3:1 y ss., nos presentan las cualificaciones pastorales de un obispo. Todavía Jerónimo, entrado ya el siglo V, dice: “El apóstol enseña claramente que los presbíteros son lo mismo que los obispos”[1].

La Biblia exige ciertos requisitos para los que anhelan ser pastores, ancianos u obispos:

-       Irreprensible. [2]“Significa: Que no se puede sujetar”. El hombre irreprensible es aquel que nunca podrá ser apresado como si fuera un delincuente, en su contra no podrá hallarse ninguna falta. Esto no implica que jamás haya pecado, sino que los vicios evidentes nunca han estado en él, de manera que todos pueden tomarle como ejemplo de conducta (Fil. 3:17; 2 Ts. 3:9; He. 13:7; 1 P. 5:3). John MaCarthur en su comentario a 1 Timoteo presenta varias razones de por qué los pastores deben ser irreprensibles: 1. Porque son el blanco especial de Satanás y él los atacará con tentaciones más severas que a otros. 2. Su caída tiene mayor potencialidad de hacer daño. 3. El mayor conocimiento de la verdad de parte de los líderes, y la responsabilidad de vivirla, traen un castigo mayor cuando pecan. 4. Hay más hipocresía en los pecados de los ancianos que en los de los demás, porque predican contra los mismos pecados que cometen”[3].

-       Marido de una sola mujer. Es decir: “…un obispo o anciano debe ser un hombre de moralidad incuestionable, que es enteramente fiel y leal a su única y sola esposa; que siendo casado, no entra, a la manera de los paganos, en una relación inmoral con otra mujer”[4]. Algunos han interpretado este pasaje como prohibiendo que un hombre viudo, y vuelto a casar, ejerza el pastorado. Pero esto es ir más allá del pasaje. La cuestión  que surge de este pasaje, relacionado con la condición de “irreprensible” y la prohibición que Pablo hace en otros pasajes del divorcio y nuevo recasamiento mientras los dos cónyuges viven, es: ¿Es correcto que un hombre divorciado, por la razón que haya sido, y viviendo aún su esposa, ejerza el pastorado?, ¿No será esta situación causa de tropiezo para los demás?, ¿Esta situación no se convertirá en estorbo para influenciar en los miembros para que lleven una vida familiar firme y unida?, ¿No utilizará Satanás su divorcio para siempre estropear su ministerio?, ¿Cómo podrá aconsejar a las parejas en conflictos para que luchen por solucionar sus problemas, cuando él mismo no pudo sostener su matrimonio? Realmente he tocado un tema álgido en nuestros días, cuando los divorcios son la moda del día. Conozco los casos de algunos creyentes que son divorciados porque sus esposas cometieron adulterio. ¿Podrán estos aspirar a ser pastores siendo que ellos no “tuvieron la culpa”? Esto también ha sido tema de gran debate, pues, aunque muchos culpan a sus ex esposas de haber sido infieles, habría también que preguntarse: ¿Qué les condujo a esa infidelidad?, ¿No tendrán también culpa los esposos por el abandono, la falta de ternura, amor y compañerismo?, ¿No tendrán también culpa los esposos cuando las abandonaban sexualmente por dedicarse a sus labores espirituales? Aunque con esto no estoy justificando el pecado sexual, si quiero que reflexionemos sobre las responsabilidades que tiene el esposo indiferente.

-       Sobrio. “Tal persona vive una vida profunda. Sus placeres no son primariamente los de los sentidos, como los placeres de los borrachos, por ejemplo, sino los del alma. Está lleno de fervor espiritual y moral. No es dado a los excesos sino que es moderado, equilibrado, calmo, cuidadoso, firme y sano. Esto se refiere a sus gustos y hábitos físicos, morales y mentales”[5]. La sobriedad se evidencia en un control sobre la lengua (no habla mas allá de lo que el buen juicio manda, mas bien calla), evitará malgastar el tiempo en cosas triviales, también controlará los deseos exacerbados de su estómago, será frugal a la hora de comer, evitará tomar mucho vino, no se acalorará en las discusiones con otras personas.
-       Prudente. “Esta característica es resultado de ser moderado. El hombre prudente es disciplinado y conoce como ordenar correctamente sus prioridades. Es una persona seria en cuanto a las cosas espirituales. No se precipita en el juicio, sino que piensa bien las cosas, es serio y cuidadoso”[6].

-       Decoroso. “Ordenado” (gr. Kósmios) “Es el que se comporta con educación, con decencia y, como lo dice la etimología, con orden. Ya dice el antiguo proverbio latino: “Guarda el orden, y el orden te guardará”. Sin orden no se puede llevar bien la administración, ni de una iglesia, ni de una casa”[7]. Un varón desordenado en sus hábitos alimenticios, horas de levantarse y de acostarse, estudios, responsabilidades familiares, sociales y laborales, difícilmente podrá desarrollar un ministerio efectivo para la gloria de Dios, es necesario que, antes de ejercer el pastorado, corrija su falta de orden o decoro y después, sí, ejerza el ministerio. Un pastor o anciano desordenado difícilmente expresará el carácter de Cristo en su vida. “El  ministerio no es una ocupación para el hombre cuya vida es una continua confusión de planes, sin realizar y actividades no organizadas”[8]. Una persona que anhela ser pastor debe caracterizarse por tener muy bien ordenados sus hábitos.


-       Hospedador. [9]“Significa que es amante de los forasteros. Su hogar está abierto a salvos y a inconversos, y busca ser de bendición para todos los que acuden bajo su techo”[10]. Las Escrituras mandan a los creyentes a que estemos dispuestos a amar y a hacer bien, incluso a los enemigos. Si esto es así para los creyentes, cuánto mas para los pastores o ancianos. Lastimosamente los nuevos conceptos de “mega-iglesia” han resquebrajado esta virtud, debido a que el pastor está tan ocupado en actividades eclesiásticas que no “tiene tiempo para atender las necesidades de los demás”. Si no tiene tiempo para atender las necesidades de los miembros de su iglesia, mucho menos la de los extraños y forasteros. “La puerta de un hogar cristiano, así como el corazón de la familia cristiana, deben estar abiertos para todo el que llega con necesidad. Esto es muy cierto para el obispo. Los ancianos no están en lugar tan elevado que no puedan ser alcanzados, deben estar disponibles. La vida y el hogar de un pastor deben estar abiertos para que su verdadero carácter sea manifiesto a todos los que llegan, amigos o forasteros”[11].

-       Apto para enseñar. Un pastor, anciano u obispo debe cuidar y alimentar a la grey. ¿Cómo la alimenta, cuida y edifica? A través del alimento sólido que es la Palabra de Dios. Pero este alimento sólido debe ser dado como pastos tiernos a las ovejas. Es decir, el pastor debe ser un maestro que exponga con claridad las Escrituras. Esto implica que debe ser un hombre dado al estudio personal, no sólo de las Escrituras, sino de toda ciencia y conocimiento que le permita manejar diestramente los temas actuales que enfrentan los creyentes en medio del mundo. “Apto para enseñar indica la suficiente competencia en el conocimiento de la Palabra de Dios, así como la aptitud para comunicar a otros las verdades fundamentales del cristianismo. Esto requiere, por supuesto, haber sido enseñado de forma conveniente”[12], o como dice Hendriksen “…ninguno será apto para enseñar, si él mismo no es enseñado”[13]. En los años maravillosos de la reforma protestante los varones que anhelaban el pastorado acudían a las academias teológicas donde recibían valiosa formación bíblica en niveles superiores; luego, en los años gloriosos de la época puritana, donde la iglesia produjo los más renombrados e influyentes predicadores y escritores que sucedieron a la reforma, los pastores también recibían formación teológica avanzada. Las épocas gloriosas de la iglesia se han caracterizado por tener ministros bien formados. Lastimosamente el siglo XXI no se ha caracterizado por esta constante de preparación en los ministros. Aunque hoy día hay muchos seminarios e institutos bíblicos, y cada vez surgen más, el nivel teológico ha bajado considerablemente. Creo que, en parte, esto se debe al interés exclusivo de tener títulos que los acrediten como Licenciados o Doctores en teología, aunque el nivel de conocimientos ni siquiera llegue al de un bachillerato en teología. Hoy día muchos pastores, o candidatos a pastores, han caído en la mediocridad de la época. Afortunadamente aún se conservan pocos seminarios que exigen disciplina y estudio a sus estudiantes, y no están interesados en otorgar títulos de una manera rápida y facilista.

-       No dado al vino. El apóstol Pablo le había aconsejado al pastor Timoteo que tomara un poco de vino, a causa de sus frecuentes enfermedades estomacales, pero insiste en recordarle que nadie puede ser anciano u obispo si es tomador de vino. Deben evitarse los extremos. 

-       No pendenciero[14]. El pastor no debe ser violento. Debe conservar siempre un carácter sereno frente a las adversidades, dificultades y discusiones. Un espíritu violento, así sea de palabras o gestos, generará confusión y reacción en los miembros; el pastor perderá respeto y aceptación como líder espiritual si no sabe controlar sus impulsos.

-       No codicioso de ganancias deshonestas. No avaro. El pastor debe ser una persona que sirve al Señor sin ningún interés en lo económico, su confianza está en el Dios que suple para las necesidades de los suyos, y concentrará todas sus fuerzas en servir al pueblo de Dios. El obispo o anciano no debe ser amante del dinero. “Se preocupa por la vida espiritual del pueblo de Dios y rehúsa dejarse llevar por un fuerte deseo hacia las cosas materiales”[15]. La Biblia advierte sobre los falsos pastores o profetas que entrarán al redil con el propósito de utilizar la fe de los incautos para sacarles dinero y bienes con fines netamente personales. (1 Ts. 2:5; 1 P. 5:2; 2 P. 2:1-3,14; Jud. 16). En este siglo materialista han salido muchos falsos pastores predicando una teología amañada y falsa, con el fin de extraer bienes materiales a los codiciosos cristianos que desean tener más dinero del que Dios, en su gracia, les ha dado. El trabajo honrado, realizado con tesón, es el medio provisto por Dios para que seamos sostenidos materialmente. Cualquier otra forma que el hombre busque para hacer dinero rápidamente, así se  llame “la fe” o la “siembra”, es una corrupción que muy rápidamente conducirá a las personas a un materialismo dañino. Los pastores deben ser sostenidos por los miembros de la iglesia local, de acuerdo con las condiciones y situación económica de ellos. Un pastor no debiera aspirar a recibir un salario que esté por encima del promedio que reciben sus miembros. La avaricia o ganancia deshonesta también se relaciona con el desear obtener provecho personal de la posición de pastor u obispo, ya sea al anhelar reconocimiento personal, buscar provecho para una carrera política, etc.

-       Amable, apacible. “Describe a la persona que es considerada, cordial, paciente y cortés, que perdona fácilmente las fallas humanas. Tal persona recuerda lo bueno, no lo malo. No guarda una lista de todas las cosas malas que le han hecho, ni guarda rencor”[16]. La palabra usada en griego para amable también describe a una persona que es complaciente o que cede sus derechos personales ante los demás. “Las cualidades de condescendencia, equidad, gentileza, racionalidad, dulzura, disposición de ayudar y generosidad se combinan en este individuo conciliatorio, considerado, apacible, mas que borrachón”[17].

-       Que gobierne bien su casa. Un anciano o pastor debe saber gobernar. “Si estas dotes de gobierno no se manifiestan en la pequeña casa de su familia, ¿Cómo podrán manifestarse en otra casa mayor, y en medio de problemas de toda índole, que es la iglesia?”[18]. El buen gobierno en la casa se hará visible a través de la sujeción de los hijos. Un hombre, que tenga las otras cualidades para ser anciano, demostrará su capacidad de pastorear una iglesia, si antes ha pastoreado la iglesia pequeña de su casa. Debe saber guiar a sus hijos en los asuntos espirituales, de lo contrario no está capacitado para guiar a un grupo mayor.

-       No un neófito. El pastor o anciano no debe ser un recién convertido o un recién bautizado. Debe ser un varón que haya transitado durante algún tiempo considerable en los caminos de la fe. Poner a un nuevo creyente en funciones de liderazgo es exponerlo a la tentación del orgullo.

-       Que tenga buen testimonio de los de afuera. Los pastores deben tener reconocimiento moral de los no creyentes. No quiere decir esto que va a ser aceptado por todos. De seguro que muchos denigrarán de él, especialmente en lo que se relaciona con su fe religiosa, pero nadie deberá hablar de su conducta o testimonio. “La Biblia espera que la vida de todo creyente sea un testimonio positivo para el mundo que está mirando, y esto es muy cierto en quienes se desempeñan como pastores. Pablo exhortó a los filipenses a que fueran “…irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”, Fil. 2:15. Colosenses 4:5 exhorta a los creyentes a que anden “…sabiamente para con los de afuera”. Pedro escribió: “Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”, 1 P. 2:12”[19].


Realmente el pastorado no es para todos. Los requisitos que deben cumplirse son numerosos, pero esto no quiere decir que difícilmente se encontrarán hombres así. Recordemos que, debido a nuestra naturaleza caída, la imperfección es la que nos abruma, pero Dios mismo se encarga de levantar hombres con estas cualidades y de perfeccionarlos para la obra del ministerio. Definitivamente esto es obra de la gracia. Es por eso que las iglesias locales deben orar al Señor para que levante hombres idóneos que puedan ser pastores o ancianos. No debemos apresurarnos en designar para tal oficio a varones que no llenan todos los requisitos, pues, los resultados van a ser funestos. Numerosas iglesias han sido divididas y acabadas por hombres que no estaban dotados con todas estas cualidades. Si Jesús es el dueño de la Iglesia, Él se encargará de dotarla con dones especiales, no debemos apresurarnos.

Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez

Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/


[1] Lacuela, Francisco. La Iglesia Cuerpo de Cristo. Ed. Clie. Página 224-225.
[2] Literalmente significa “…estar por sobre el reproche”. William Hendriksen. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Desafío. Página 138.
[3] Hendriksen, William. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Portavoz. Página 119.
[4] Ibid. Página 140.
[5] Ibid. Página 141.
[6] MaCarthur, John. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Portavoz. Página 122.
[7] Henry, Matthew. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Clie. Página 1747.
[8] Homer A. Kent, Jr., The Pastoral Epistles. Winona Lake, Ind.: BMH Books, 1982, 127.
[9] Literalmente Amigo de extranjeros. William Hendriksen. 1 Timoteo. Ed. Desafío. Pág. 142.
[10] MacDonald, William. Comentario Bíblico. Ed. Clie. Página 953.
[11] MaCarthur, John. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Portavoz. Página 124.
[12] Henry, Matthew. Comentario Bíblico. Ed. Clie. Página 1747.
[13] Hendriksen, William. Comentario a 1 y 2 Timoteo y Tito. Ed. Desafío. Página 143.
[14] Literalmente “que no da golpes”.
[15] Comentario Bíblico MacDonald. Ed. Clie. Página 953.
[16] MacArthur, John. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Portavoz. Página 127.
[17] Hendriksen, William. 1 y 2 Timoteo y Tito. Ed. Desafío. Página 144.
[18] Comentario bíblico Mathew Henry. Ed. Clie. Página 1747.
[19] MacArthur, John. Comentario a 1 Timoteo. Ed. Portavoz. Página 135.

¿A qué se edad se deben bautizar los niños?


Pastor 
Julio Benitez
Saludo fraterno y muchas gracias por el cheque del banco de la fe que me ha estado enviando, lo he compartido con la fundación de niños donde colaboro y se que ha sido de inmensa bendición,
las preguntas son:
1. Se puede ser lleno del Espíritu Santo antes de bautizarse una persona?
2. A que edad debe bautizarse un niño a los 
6-7-8-9-10-11-12
?
3. Como sabe una persona que tiene el llamado pastoral, tiene alguien fuera de Dios que imponerle manos?
BENDICIONES ABUNDANTES PARA SU VIDA, FAMILIA Y MINISTERIO

Apreciada Lina,

Gracias por enviarnos su pregunta ¿A qué edad debe bautizarse un niño?

Cuando nosotros estudiamos las Sagradas Escrituras encontramos que en ella no se aprueba, ni por enseñanza ni por ejemplo, el bautismo de niños. Por favor, lea la siguiente respuesta que trata el asunto de por qué no se deben bautizar los niños: http://forobiblico.blogspot.com/search/label/Por%20qu%C3%A9%20los%20bautistas%20reformados%20no%20bautizan%20a%20los%20ni%C3%B1os

Ahora, ¿desde qué edad se debe bautizar a un creyente? Mis dos hijos nacieron bajo la influencia del cristianismo. Ellos se congregan con nosotros desde que nacieron. Mi hija tiene 12 años de edad, ha mostrado madurez en algunas cosas y logra comprender muchas verdades de la fe cristiana. No obstante, siendo que el bautismo es una señal externa que debe aplicarse sobre aquellas personas que se han arrepentido de sus pecados, han confiado en Jesús para el perdón de los mismos, y, por la gracia del Señor, han decidido caminar en pos de él, en obediencia y amor; es mejor esperar una edad en la cual su madurez mental les permita comprender estas preciosas verdades. Sin que esto llegue a significar que la verdadera conversión sea obrado sólo cuando hay un razonar mental adulto, pues, algunos logran comprender racionalmente algunas verdades del evangelio y no por eso son salvos; mientras que algunos niños no pueden entender estas cosas cabalmente, pero el Espíritu de Dios ha podido efectuar la conversión en ellos, como hizo con Juan el Bautista, que lo llenó desde que estaba en el vientre de su madre.
No obstante, siendo que el bautismo cristiano se aplica sobre los que creyeren (Mr. 16:16), entonces es mejor esperar una edad en la cual podamos, en parte, estar seguros de que como mínimo logran comprender las verdades del evangelio. No es correcto bautizar a un niño porque presumimos conversión, cuando ni siquiera pueden comprender las verdades fundamentales del evangelio.

Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez

Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/

¿Puede una persona ser llena del Espíritu Santo antes de ser bautizada?

Pastor 
Julio Benitez
Saludo fraterno y muchas gracias por el cheque del banco de la fe que me ha estado enviando, lo he compartido con la fundación de niños donde colaboro y se que ha sido de inmensa bendición,
las preguntas son:
1. Se puede ser lleno del Espíritu Santo antes de bautizarse una persona?
2. A que edad debe bautizarse un niño a los 
6-7-8-9-10-11-12
?
3. Como sabe una persona que tiene el llamado pastoral, tiene alguien fuera de Dios que imponerle manos?
BENDICIONES ABUNDANTES PARA SU VIDA, FAMILIA Y MINISTERIO
Le invito a ver el siguiente video de 20 minutos aproximadamente acerca de la vida de David Brainerd
Gracias.

Apreciada Lina,

Gracias por enviar su pregunta.

Respecto a su pregunta ¿Puede una persona ser llena del Espíritu Santo antes de bautizarse? La respuesta bíblica es: SI..
Las Sagradas Escrituras nos presentan a algunas personas que fueron llenas del Espíritu Santo antes de ser bautizados en agua, incluso, algunos niños fueron llenos del Espíritu Santo estando en el vientre de sus madres, como pasó con Juan el Bautista: “Y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre” (Luc. 1:15).
El libro de los Hechos nos narra la conversión de Cornelio, su familia y amigos cercanos; los cuales, estando en casa del Centurión del ejército romano, escucharon la predicación del evangelio a través de Pedro, el apóstol.
Estas personas escucharon con avidez la predicación y el Espíritu de Dios regeneró sus corazones, y siendo que después de Pentecostés el bautismo del Espíritu Santo es concomitante a la conversión, éstos fueron llenos del Espíritu: “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo” (Hch. 10:44).
Pero este derramamiento se dio antes de que estas personas fueran bautizadas en agua, pues, el versículo siguiente dice: “Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús” (Hch. 10:47-48).
Si deseas saber sobre el bautismo con el Espíritu Santo, le invito a ingresar al siguiente link:http://forobiblico.blogspot.com/2011/12/se-da-el-bautismo-del-espiritu-santo-en.html


Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez

Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/

¿Debo salir de una iglesia que cree en la teología de la prosperidad y en los apóstoles modernos?


Dios te bendiga varón. Me congrego en una iglesia pentecostal. El pastor cree en la risa santa, el g12, los apóstoles modernos y en el evangelio de la prosperidad.  Yo soy de una generación diferente de pentecostales. Yo soy calvinista, creo fielmente en la inspiración de las Escrituras y estoy tratando de llevar una reforma a mi iglesia. En el ministerio juvenil he tenido varias diferencias con algunos de los lideres, y el pastor, por causa de que ellos defienden su denominación y experiencia por encima de la palabra, y me ha tirado (indirectas) desde el púlpito; me siento cansado de estar luchando por el cambio y estoy loco por cambiarme de iglesia a una bautista o reformada. Temo el salir fuera del tiempo de Dios y quisiera saber cual cree usted que es el tiempo más idóneo para cambiar de iglesia.



Apreciado Roberto,

Gracias por enviarnos tu pregunta.

La decisión de salir de una iglesia, para irse a otra, no es fácil, y no debe ser tomada a la ligera. Te voy a dar algunos principios bíblicos para ello:

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, y toda iglesia local bíblica es parte de este cuerpo. Por lo tanto, cuando nos hacemos miembros de una iglesia local estamos tomando una decisión de gran trascendencia para nuestras vidas,  y es de gran repercusión espiritual. No estamos ingresando como socios a un club, del cual se puede salir cuando uno quiera. Esto significa que para salir de una iglesia local se requieren razones bíblicas muy sólidas. Una de las razones para salir sería que la iglesia se hubiese apartado de la doctrina sana, pues, en medio de mala doctrina es imposible crecer: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos” (Ro. 16:17). Aunque este pasaje hace referencia directa al apartarse de aquellas personas, que llamándose cristianas, pervierten la doctrina bíblica; no obstante, el principio también aplica para el alejarse de iglesias que cada día se alejan más y más de la autoridad máxima de la Palabra de Dios, cambiándola por supuestas nuevas revelaciones, sentires, o movimientos basados en la psicología, el humanismo, la superstición o los modelos económicos piramidales, como hace el G12.
Ahora, si en su iglesia el pastor está consintiendo que la iglesia reconozca y acepte la autoridad de aquellos hombres que en el día de hoy se levantan orgullosos auto-proclamándose apóstoles, entonces, debes animar, con humildad y respeto, a los pastores para que cumplan con su función de ser guías espirituales para el hombre, de manera que evalúen si esos hombres son realmente apóstoles, pues, lo más probable es que ellos pertenezcan al grupo de los falsos apóstoles. Toda iglesia local bíblica está obligada a evaluar, analizar con ojos microscópicos, a todo aquel que usurpe este oficio, que fue dado sólo a algunos pocos hombres en el primer siglo de la era cristiana: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos” (Ap. 2:2).
Una iglesia bíblica, en cabeza del pastor o los pastores, debe estar alerta en contra de toda falsa doctrina que es anunciada por hombres perversos que se hacen llamar apóstoles, y que engañan a las iglesias esquilando a las ovejas y sacándoles el dinero a través del negocio de la fe. Pablo, el apóstol, llama la atención a la iglesia local de Corinto porque habían sido tan simples y torpes en rechazar la autoridad de los verdaderos apóstoles de Cristo, los cuales no estaban interesados en el dinero de la gente, ni en llevar una vida cómoda; pero, en cambio, estaban recibiendo a los hombres que se auto-proclamaban apóstoles y que mostraban un gran interés en recibir dinero de los incautos creyentes: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Cor. 11:13-15).
Ahora, una iglesia bíblica no debe tolerar la teología de la prosperidad que se enseña hoy, porque ella es contraria a las Sagradas Escrituras, las cuales nos enseñan a no amar el dinero, ni las riquezas materiales, sino que, por el contrario, debemos estar agradecidos a Dios por la provisión que nos da cada día. Las Sagradas Escrituras nos advierten que nos apartemos de las iglesias o líderes que enseñan la teología de la prosperidad, pues, ella, sólo nos trae tristezas, engamos, dolores y padecimientos. Lo pastores o líderes que enseñan esta falsa teología de la prosperidad, dice Pablo, son ignorantes, vanos, corruptos de entendimiento, privados de la verdad, que están cautivos del pecado, y cautivan a los incautos que siguen sus nefastas enseñanzas: “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de gancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traido a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:3-10). Y en el versículo siguiente el apóstol Pablo les dice a todos los creyentes, que se congregan en iglesias donde se enseña la moderna teología de la prosperidad, qué es lo que deben hacer: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre” (1 Tim. 6:11).

Antes de hacerte miembro de otra iglesia debes tomar tiempo para conocerlos, para saber qué doctrina tienen, si es bíblica o está infectada por las falsas teologías de nuestro tiempo. Debes revisar que su doctrina esté de acuerdo con la sana comprensión que tuvieron los grandes santos de la historia de la iglesia como: Agustín, Lutero, Calvino, los puritanos, Carlos Spurgeon, entre otros. Que la adoración de la iglesia esté centrada en Cristo y no en las emociones, que lo central del culto sea la predicación expositiva de la Palabra, que los pastores sean obreros que están dispuestos a dar su vida por la ovejas, y que no sean avaros, amantes del dinero y las comodidades materiales de este mundo.


Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez

Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/

¿Qué significa que en tiempo de los jueces cada uno hacía lo que bien le parecía?


Muy apreciado pastor Julio Cesar:
Quiero saludarle en el nombre de nuestro amado Señor Jesucristo nuestro Salvador, esperando que Sus nuevas Misericordias para con usted y los suyos sean extraordinarias, que siga a delante con esta misión que le ha sido encomendada y que coseche muchos triunfos en el poder del Espíritu de Dios.
Paso a consultarle nuevamente sobre un pasaje bíblico que le ruego el favor me instruya qué nos dice allí el Señor, pues es algo confuso para mí y es la razón por la cual le escribo, el pasaje es el siguiente:
Jueces 17:1-5 allí nos refiere la Palabra de Dios que todos hacían lo que mejor les parecía puesto que no había quien los dirigiera, pero, algo de Dios debían saber, me imagino yo, entonces no entiendo porqué razón estos personajes actúan de esta forma, como una mamá bendice al hijo después de robarle porque él mismo lo ha admitido, con ese dinero le hace ídolos y el propio papá lo consagra como sacerdote sin ser el indicado para ello.
Jueces 17:7-11 En este pasaje, como Micaias inviste de sacerdote a un levita si ya lo había hecho con su propio hijo, aunque no nos dice si éste continuaba en casa o no, de todas maneras es la segunda vez que lo hace.
Jueces 19: 29-30 Como procede este levita después de que le han descuartizado a su esposa y violado durante toda la noche que esto le causo la muerte, la corta en 12 pedazos y la distribuye por todo Israel, no se había visto eso jamas.
Le agradezco mucho mi amado pastor que le preste atención a estas inquietudes y que me haga llegar su respuesta, es para mi motivo de regocijo el hecho de que me envíe el banco de la fe cada día y los estudios del libro de Hebreos, le pido nuevamente el favor de que me envíe el numero uno, pues tengo desde el dos en adelante, reciba mi abrazo cálido lleno de cariño.
Te amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA


Apreciada Magnolia,

Gracias por enviar su pregunta.

Creo que la clave para responder su inquietud se encuentra en Jueces 17:6 “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”. El tiempo de los jueces fue una época de mucha decadencia espiritual. Los miembros del pueblo de Israel se habían olvidado muy pronto del Dios del cielo y de sus mandamientos; y una vez que habitaron la tierra prometida, y disfrutaron de sus riquezas, se apartaron de Dios.
Ellos se habían olvidado de las palabras de advertencia que les dio Moisés: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre” (Deut. 6:10-12).
Muestra de la decandencia de esta época oscura del pueblo de Israel es la declaración de Jueces 17:6 “Cada uno hacía lo que bien le parecía”, es decir, la guía para sus vidas no era la Palabra de Dios, sino sus propios deseos, sus propios sentires, sus propios anhelos. Cada uno pensaba agradar y obedecer a Dios, no conforme Dios lo que había estipulado en la ley de Moisés, sino conforme al parecer o el sentir de cada uno.
Es un peligro muy serio para el pueblo de Dios cuando cada uno se guía por sus sentimientos, o deseos o el buen parecer, pues, nuestro corazón es engañoso y por lo general anhela lo que es contrario a la Ley de Dios: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer. 17:9).
El tiempo de los jueces se caracterizó por una religión mística, espiritualista, supersticiosa y vacía. La gente quería servir a Dios a través de los medios que bien le parecían: Jefté, siendo un juez, hizo un voto apresurado e innecesario, y tuvo que sacrificar en holocausto a su propia hija (Jue. 11:30); Sansón, otro juez de Israel, se dio al amor de las mujeres extranjeras y de las rameras; Barac, otro juez, temió ir a la guerra si no lo acompañaba una mujer, Débora. El estado espiritual de Israel era tan bajo que hasta las mujeres tuvieron que asumir responsabilidades que le habían sido asignadas por Dios a los varones: Débora tuvo que regir como jueza y profeta de Israel, incluso tuvo que acompañar a la guerra a Barac, pero ella entendía que esas funciones no eran para las mujeres, sino que Dios estaba avergonzando a los varones al poner mujeres en posición de autoridad: “Ella dijo: Iré contigo, más no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara” (Jue. 4:9).
Las consecuencias de añadir a la revelación de la Palabra de Dios los sentires, anhelos y pareceres humanos, así parezcan muy espirituales o den paz en el corazón, no son más que engaños de nuestros perversos corazones. Las consecuencias de no ser guiados por la infalibe y máxima autoridad en materia de fe y conducta fueron los hechos que se encuentran en Jueces 17 al 21. Todos estos actos estuvieron marcados por el pecado, por una naturaleza rebelde y hostíl a Dios.
Cuando la gente quiere rechazar la dirección de la Ley de Dios, y más bien desean hacer lo que bien le parecierie, entonces, Dios los abando a su propio pecado: “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por lo siglos. Amén.” (Ro. 1:22-25).

Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez

Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/

¿Se da el bautismo del Espíritu Santo en un momento distinto a la conversión?

Gracias, pastor Julio: Mucho le agradecería las orientaciones bíblicas sobre el llamado "bautismo en el Espíritu Santo", diferente a que al Espíritu Santo lo recibimos al aceptar al Señor Jesucristo como nuestro Salvador perrsonal. Oyendo a algunos pastores de iglesias que dicen que son dos cosas diferentes, mostrando, inclusive pasajes bìblicos, me ha creado la incertidumbre. Foro Bíblico ¿pudiera ayudarme? De nuevo muchas gracias y que el Señor lo continúe bendiciendo para nuestro beneficio, Cecilia


Apreciada hermana Cecilia,
Gracias por enviarnos su pregunta.

Con el fin de ser lo más claro y lo más bíblicos en la respuesta, analizaremos cada uno de los pasajes, más sobresalientes, que hablan del bautismo en el Espíritu Santo:
 - Mateo 3:11; Mr. 1:8; Lc. 3:16. “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego”. Juan el Bautista reconoce que su ministerio sólo incluye el llamado al arrepentimiento y la aplicación del signo externo a los arrepentidos, es decir, el bautismo en agua. Pero él es conciente de su incapacidad para convertir realmente a las personas, o darles los dones espirituales necesarios para su crecimiento en la vida de fe. No obstante, pronto estaba por aparecer aquel que era más poderoso que Juan el Bautista, el cual tenía la capacidad de bautizar, ya no con agua, sino con el Espíritu Santo; es decir, el Mesías, Jesús, llenaría con su Espíritu a los creyentes, regenerándoles, santificándoles y dándoles los dones necesarios para el ejercicio de la vida cristiana y la edificación de la iglesia. Jesús bautizaría a los suyos con el Espíritu Santo y fuego. Esta promesa de Juan se cumplió en Pentecostés y los eventos subsiguientes, relatados en el libro de los Hechos. Jesús, al despedirse de los discípulos les ordenó que no iniciaran aún la labor de expansión en Judea “sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch. 1:4-5).
La espera de los discípulos fue hasta el día de Pentecostés, en el cual se cumplió la profecía de Juan y fueron todos bautizados con el Espíritu Santo y fuego: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hch. 2:2-4). El Mesías redentor ahora estaba bautizando a sus discípulos, tal y como había dicho Juan el Bautista que lo haría. Este bautismo no se pudo dar antes de su resurrección y ascensión a los cielos, porque se necesitaba que la obra expiatoria se hubiese cumplido en la tierra, y que hubiese sido aprobada en los cielos.
Una vez que Jesús ocupa su lugar como sacerdote y rey a la diestra del Dios Padre, entonces el Espíritu Santo desciende sobre los redimidos de manera poderosa capacitándoles sobrenaturalmente para que cumplan la Gran comisión dada por Cristo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mt. 28:18-20).
Esta comisión de anunciar el evangelio en todo el mundo, era una tarea muy grande para unos cuantos discípulos, por lo tanto Jesús les promete un poder sobrenatural que les ayudará para ser verdaderos testigos del evangelio de Jesucristo en todo el mundo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos (martis) en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8). Sólo con el poder o el bautismo del Espíritu Santo (que se cumplió en el día de Pentecostés) los discípulos podrían ser verdaderos testigos de Cristo. Es interesante notar que la palabra griega para testigo es la raíz de la palabra española mártir. Esto da a entender que sólo por el poder de lo alto se podría llevar el evangelio a toda la tierra, así esto implicara la muerte. De manera que el suceso de Hechos 2, es decir, de Pentecostés, es el cumplimiento de la promesa de Cristo de que revestiría a la iglesia con el poder sobrenatural del Espíritu Santo.
Ahora, debemos preguntarnos, ¿se promete en las Sagradas Escrituras que los creyentes recibirían nuevamente y constantemente en todos los lugares del mundo y en todas las épocas otros bautismos con el Espíritu Santo tal y como se dio en Pentecostés? Es claro por los textos que hemos vistos que la profecía del bautismo con Espíritu Santo y fuego de Juan el Bautista, y la promesa de Cristo de que los discípulos recibirían el poder del Espíritu Santo se cumplió en Pentecostés (lea Hch. 1:4-5). La capacidad de hablar en diversas lenguas (literalmente, idiomas) que recibieron milagrosamente los discípulos en el día de pentecostés es una evidencia de que habían recibido el poder o la capacidad de lo alto para ir a todos los rincones del mundo y cumplir la gran comisión. La diversidad de idiomas que se hablaron en ese día, era un indicativo para los discípulos de que no sólo debían predicar el evangelio a los judíos, en la lengua hebrea o aramea, sino a todos los habitantes del planeta en sus diversos idiomas.
Es interesante notar que cuando Pedro es preguntado por los judíos, que estaban atónitos viendo los hechos sobrenaturales del día pentecostés, acerca de qué debían hacer para ser salvos, él les responde. “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:38). Si estas personas mostraban su conversión a Cristo a través del arrepentimiento y el bautismo en agua, entonces, también ellos participarían del Espíritu Santo, pues, el don del Espíritu no son las lenguas, sino Él mismo. Es decir, si ellos creían realmente en el Señor, entonces también serían revestidos de poder para ser testigos en todo el mundo.
Por lo tanto, toda persona que en el cualquier lugar del mundo, y en cualquier época luego de pentecostés, es convertida al Evangelio, también participa del revestimiento con poder del Espíritu Santo. Esto es algo automático que se da en el creyente. Es interesante notar que en las cartas apostólicas, las cuales de una manera clara instruyen doctrinalmente a la iglesia, cuando se habla del bautismo con el Espíritu Santo, se presenta como algo inmediato o concomitante a la conversión: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres” (1 Cor. 12:13). ¿En qué momento son unidos los creyentes al cuerpo de Cristo? En el momento de la conversión, pues, el Espíritu Santo nos traslada rel reino de la oscuridad al reino de la luz.
Todos los que son de Cristo están unidos a él en un solo cuerpo, y esta unión es dada por el bautisto con el Espíritu Santo; en consecuencia, luego de Pentecostés, el bautisto con el Espíritu Santo se da conjuntamente con la conversión. No encontramos un solo texto en el Nuevo Testamento, luego de Pentecostés, que invite a los creyentes a esperar un bautismo con el Espíritu Santo como el que se dio en Hechos capítulo 2, ¿por qué? No porque el Espíritu no esté bautizando ahora, sino porque este bautismo de poder sobrenatural que nos capacita para ser testigos de Cristo lo recibimos en la conversión. Juan, el autor de la primera carta que lleva su nombre, le escribe a los creyentes de finales del siglo I, él les asegura a sus lectores que la forma de estar seguros de pertenecer al Señor es el haber recibido el Espíritu Santo: “En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu” (1 Jn. 4:13), y quiénes son los permanecen en él, ¿quiénes son los que han recibido al Espíritu Santo? Todos los que creen en Jesús como el Hijo de Dios “Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios” (1 Jn. 4:15).
Así que, los apóstoles, luego de pentecostés, nos presentan a los creyentes recibiendo el bautismo del Espíritu Santo inmediamente con la conversión a Cristo. En Hechos 8:15-17 se nos narra la introducción del Evangelio entre los samaritanos, una clase de personas distinta a los judíos, pues, ellos eran una mezcla entre tribus de Israel y gente pagana. Estos samaritanos, personas no totalmente judías, habían creido en el evangelio y se habían bautizado en agua (tal como los creyentes judíos se habían bautizado con el bautismo en agua de Juan), pero aún les hacía falta una cosa, ser llenos del Espíritu, recibir realmente el poder que los transformaría totalmente. De manera que dos apóstoles visitan esta ciudad y oran para que los bautizados reciban el Espíritu Santo.
Ahora, ¿podemos concluir en este pasaje que hay que orar por todos los nuevos convertidos para que reciban el Espíritu Santo? No, pues, el evangelio estaba entrando a nuevas categorías de personas, es decir, a los samaritanos, y se necesitó una evidencia visible, especialmente delante de los judíos, de que el Evangelio no sólo era para ellos sino también para los samaritanos, que así como el Espíritu bautizó a los judíos convertidos, también bautiza a los samaritanos. Recordemos que ni siquiera los apóstoles habían comprendido el alcance universal del evangelio, ellos pensaban que sólo era para los judíos. De allí que Dios da evidencias externas de que todos estaban siendo aceptados por él a través de Jesucristo, y la manera de poner este sello era a través de una experiencia similar a la de pentecostés; y esto queda claro en que cuando los gentiles también reciben el evangelio, se repite el hecho de recibir al Espíritu Santo con la evidencia de las lenguas: “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circincición que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios” (Hch. 10:44-46).
¿En qué momento fueron bautizados los gentiles con el Espíritu Santo? ¿Lueego de la conversión, como una segunda experiencia? No, en el momento de la conversión. Incluso, después fueron bautizados en agua “Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno mipedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros” (Hch. 10:47). Pero luego, cuando los demás judíos, samaritanos y gentiles se convierten, ya no se dice que reciben la evidencia externa del bautismo del Espíritu Santo, sino que este bautismo ya se daba por sentado en él, así como se da por hecho en cada uno de nosotros, en el momento de la conversión.
El apóstol Pedro también le escribe a los creyentes pos-pentecostés y les dice que ellos han recibido el Espíritu Santo en el momento de la regeneración: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible…” (1 Ped. 1:22). Que Pedro, el mismo que predicó el día de Pentecostés diciendo que se había cumplido la promesa de la venida del Espíritu Santo sobre la iglesia, de una vez y para siempre, estaba convencido que el bautismo con el Espíritu Santo, tal y como se dio en Hechos 2, era un evento irrepetible, y que de ellí en adelante los cristianos lo recibirían en el momento de la conversión, se deja ver en 1 Ped. 1:2 “elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.” En el momento de ser lavados por la sangre de Cristo, somo invadidos de la presencia gloria del Espíritu Santo.
Santiago, probablemente el pastor de la Iglesia de Jerulasén, también conocido cono Jacobo, el medio hermano del Señor Jesús, en su carta universal, hablando del Espíritu Santo, nos dice: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” ¿En quiénes ha hecho morada el Espíritu Santo? En los hermanos. En los que han creido en Cristo, en los que forman parte de la iglesia.
Los escritores del Nuevo Testamento, luego de Pentecostés, ven a todos los creyentes bautizados con el Espíritu Santo. Vuelvo a insistir, no encontramos en ninguna carta apostólica instrucciones para que los cristianos esperen un nuevo bautismo con el Espíritu Santo, acompañado de lenguas y fuego; ¿por qué? No porque ahora los cristianos no necesiten del bautismo del Espíritu Santo, sino porque el Pentecostés se dio una vez y para siempre, y de la misma manera que la crucificción y la resurrección se dieron una sola vez, y luego todos los creyentes recibimos los beneficios de estos actos, el Pentecostés también fue un acto único e irrepetible, pero de consecuencias eternas para la iglesia. Ahora todos los creyentes, una vez venimos a Cristo, el Espíritu Santo nos bautiza con poder para que seamos testigos del Evangelio en todas partes.

También Pablo, el apóstol, en su carta a Tito nos deja ver que los creyentes pos-pentecostés reciben la abundancia de la presencia del Espíritu Santo en el momento de la conversión: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración, y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3:5-6).
 Pablo le ordena a todos los creyentes que guarden “el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros” (2 Tim. 1:14); ¿Quiénes son responsables de guardar el buen depósito? Todos los creyentes, en consecuencia, todos los verdaderos creyentes son morada del Espíritu Santo. Si buscamos en todas las cartas apostólicas el tema del bautismo con el Espíritu Santo, encontraremos que éste se da por sentado está presente en todos los creyentes y no hay mandato alguno para buscarlo como algo adicional pos-regeneración. Ahora, esto no significa que los creyentes no debemos buscar la llenera con el Espíritu Santo, pues, si bien todos los salvos gozan de la presencia de la Tercera Persona de la Trinidad, no obstante, hay un sentido en el cual de manera constante debemos ser llenos del Espíritu Santo.
Los cristianos de la iglesia de Jerusalén fueron llenos del Espíritu Santo en Pentecostés, y luego también fueron llenos cuando pidieron al Señor les diera coraje para seguir predicando el evangelio a pesar de la persecución, entonces, “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hch. 4:31). Es importante resaltar que en esta oportunidad ya no hablaban en lenguas o idiomas que ellos desconocían, sino que, en su propia lengua nativa, predicaban con denuedo la Palabra de Dios, es decir, el evangelio. Este es el resultado de estar llenos del Espíritu de Dios, que podemos predicar sin temor el evangelio de salvación. Así como Pedro, luego de ser lleno del Espíritu Santo en Pentecostés pudo predicar, ya no con temor, sino con poder, del evangelio de Cristo, de la misma manera todos los creyentes debemos anhelar ser llenos del Espíritu Santo, no para poder ostentar el hablar en “lenguas”, sino para que recibamos el poder que nos permitirá ser testigos de Cristo en todo lugar, hablando del mensaje de salvación que procede de la cruz.
Pablo, el apóstol, exortó a los creyentes diciendo: “No os embriguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu Santo” (Ef. 5:18). De manera que todos los creyentes debemos ejercitarnos en aquello que contribuye a estar llenándonos del Espíritu Santo, y el apóstol nos indica cómo es que nos llenamos del Espíritu: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales…” (Ef. 5:19); pero, Pablo, en un pasaje paralelo nos explica aún mejor la forma de ser llenos del Espíritu Santo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales…” (Col. 3:16).

Su servidor en Cristo,

Julio César Benítez
www.caractercristiano.org
 Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/