viernes, 16 de abril de 2010

¿Podemos atar y expulsar demonio de acuerdo a Marcos 16:17-18?

Apreciado hermano,

Gracias por enviarnos su pregunta.

Es verdad que muchas de nuestras prácticas, como iglesia cristiana de este siglo, no necesariamente están basadas en la clara enseñanza de las Sagradas Escrituras, sino en erróneas concepciones que algunos maestros o pastores tuvieron en el pasado, y ahora nosotros las aceptamos como correctas debido al auge que ha tenido entre las iglesias.
Pero debemos ser cuidadosos en estos asuntos, pues, como iglesia somos columna y baluarte de la verdad, y por lo tanto, responsables de preservar las sanas palabras de la fe que fue dada una vez a los santos.

Respecto a los pasajes que ha citado quiero hacer el siguiente comentario:

Juan 14:12 es una maravillosa promesa de Jesucristo, dada a los discípulos. “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre”. Ellos creyeron en esta promesa y pudieron hacer maravillosas obras. Al comienzo del capítulo 14 Jesús los anima a tener fe en Dios, pues, una vez que el Salvador parta de la tierra, ellos serán perseguidos y sufrirán grandes afrentas, pero no deben temer, pues, aunque sean llevados a la muerte, Jesús les está preparando morada, para que donde él esté ellos también puedan ir. En ese contexto, Jesús les dice que ellos harán obras mayores, y de cierto que las hicieron. Mientras Jesús predicó el evangelio solo en las regiones de Judea, Galilea, Perea y Samaria, los discípulos irían a casi todo el mundo conocido de esa entonces. Ellos permearían al imperio romano con las enseñanzas cristianas. Sus obras fueron mayores en este sentido. Ahora, algunos creen que las obras mayores se refieren a los milagros, pero solo con hacer un poco de observación en los Evangelios y el libro de los Hechos, nos damos cuenta que los apóstoles no superaron a Jesús en actos milagrosos. Así que las obras mayores hacen referencia a la predicación del evangelio, el cual alcanzaría a casi todas las naciones conocidas de la época y a nosotros en este tiempo. La iglesia cristiana se encuentra presente en todo el mundo. Esto no lo hizo Jesús cuando estuvo en la tierra, sino que el Espíritu Santo lo hizo a través de la iglesia.

Ahora pasemos al pasaje de Marcos 16:17-18: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”.
Como usted deja ver en la pregunta, comprende que esta palabra fue dicha a los apóstoles, pues Marcos 16 nos narra los últimos sucesos, luego de la resurrección de Jesús, habiéndose aparecido a muchas personas, pero el verso 14 es específico al indicarnos que finalmente se apareció a los once y les dio la gran comisión, incluyendo esta promesa de los versos leídos. Aunque la gran comisión, en sus responsabilidades generales, no solo fue para los 11, sino para toda la iglesia, debemos tener cuidado en pensar que estos dos versos son una promesa para todos los creyentes de todos los tiempos, pues, debemos tener en cuenta la palabra “señales”.

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Las acciones milagros de estos pasajes son descritas como señales, y este término hace referencia a algo que apunta a o avisa de algo. En el Antiguo Testamento encontramos el uso de las señales milagrosas. Éstas siempre estuvieron presente en momentos en los cuales Dios estaba dando profecías nuevas que consituían parte de la revelación del plan redentor. En época de Moisés el Señor dio buena parte de la revelación del Antiguo Testamento, por lo tanto fue un tiempo lleno de muchas señales milagrosas, apuntando así a demostrar que esta revelación venía de Dios y era autoritativa para todo cristiano. Lo mismo sucedió en época de los demás profetas. En el tiempo de Cristo, él mismo estaba completando la revelación (Lea Hebreos 1:1), y por lo tanto nuevamente hubo abundancia de señales milagrosas. Pero no siempre hubo abundancia de esta clase de señales en el Antiguo Testamento. Fueron momentos especiales.

Luego, bajo el ministerio de los apóstoles, especialmente al comienzo, hubo abundancia de señales milagrosas, las cuales fueron dadas también con el fin de confirmar la palabra del Evangelio que estaban anunciando, y que luego se constituiría en el Nuevo Testamento. Esto es lo que dice el autor de Hebreos, advirtiendo a sus lectores del gran peligro que reviste escuchar el evangelio y no anteder seriamente a su llamado “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos ído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme (La Ley), y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación (evangelio) tan grande? La cual (el evangelio) habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron (los apóstoles), testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” 8Hebreos 2:1-4.

En este texto el autor de Hebreos, un creyente de segunda generación, considera como algo pasado el tiempo de las señales y maravillas que fueron hechos por los apóstoles con el fin de confirmar la palabra que estaban dando, es decir, el Evangelio. Ellos no pensaron que estas señales iban a ser para siempre, pues, la revelación no se iba a estar dando siempre, sino en la era apostólica.

De la misma manera el apóstol Pablo considera que las señales mencionadas en Marcos, eran una marca que distinguiría a los verdaderos apóstoles del cordero. Él usa este argumento para defender su apostolado de todos aquellos que estaban cuestionándolo: “Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros, en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros” (2 Corintios 12:12). Los primeros cristianos consideraron que las señales mencionadas en Marcos eran un distintivo apostólico, pues, Dios quería refrendar la Palabra dicho por ellos, ya que estaban dando la revelación final que completaría las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, una vez que la Escritura es completada, como puede verificarse en la historia de la iglesia, las señales y maravillas van decayendo poco a poco.

Ahora, esto no significa que el Señor no continuaría obrando milagros en medio de su pueblo. De seguro que él lo hizo y lo hace aún hoy. Él sigue escuchando y respondiendo las oraciones de su pueblo, conforme a su voluntad preciosa, de manera que él sana a un enfermo cuando así lo quiere, sin necesidad de recurrir a un sanador o “apóstol”, sino como dice Santiago: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él”. Stgo. 5:14.

Ahora, respecto al echar fuera demonios, esto es solo prerrogativa divina. Jesús dijo que solo el hombre mas fuerte, puede atar al hombre fuerte. Y el único ser que es mas fuerte que el diablo, es Dios. Él ató a Satanás y esto lo demostró expulsando a muchos demonios. En Marcos 16 él da autoridad especial a los 11 para que también expulsen demonios, y en Hechos vemos evidencia de esa autoridad delegada.

Pero, además de los apóstoles, algunos hombres también quisieron hacer lo mismo, y el resultado fue desastroso (Hechos 19:13-16). El pastor Judas debe escribir a una iglesia adviertiendole de los falsos y orgullosos maestros que andaban por todas partes alardeando de su poder, y les dice que estos falsos profetas blasfeman de las potestades superiores y se entromenten en asuntos espirituales que no son de su competencia, pues, ni siquiera el arcángel Miguel, cuando contendía con el diablo, no se atrevió a proferir juicio de maldición sino que dijo: Que Jehová sea quien te reprenda.

Por lo tanto, nosotros los creyentes no estamos autorizados para andar atando o reprendiendo potestades o demonios, nuestra misión es anuncia el evangelio de Jesucristo a toda criatura, y este evangelio, siendo la verdad de Dios, los hará libres, como dijo Jesús es Juan 8:32.

No obstante, en caso que nos enfrentemos con un verdadero caso de posesión demoníaca, toda la iglesia debe unirse en ayuno y oración, suplicando al Señor que conceda la liberación a esa alma aprisionada por Satanás, confiando en que muy pronto vendrá la libertad para la desafortunana persona, predicándole a todo momento el evangelio redentor de Cristo.

Su servidor en Cristo,

Julio César Benítez
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