viernes, 24 de junio de 2022

Salmo 4

 

Una oración de confianza y valor

Salmo 4

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.

Este salmo forma parte de los denominados “salmos de lamento”. No obstante, es un salmo de lamento en confianza que describe la lucha de David.

Pero este salmo también nos muestra que David eran un predicador. El contenido de sus salmos no eran solo devociones privadas que expresaban las angustias o alegrías de su alma, sino que también tenían un profundo contenido doctrinal.

En el salmo 4 David está predicando a los hombres respecto a la deshonra que ellos le causan a Dios, pero les advierte que él ha escogido al piadoso para sí, y luego los exhorta para que teman al Señor y abandonen el pecado, meditando en el Señor de manera constante; entonces, recibirán el bien de Yahweh y podrán vivir confiados en medio de los peligros de este mundo.

Este salmo fue compuesto para ser cantado en los actos litúrgicos del pueblo de Israel, pues, el título en letras pequeñas (el cual es inspirado), indica que David lo entregó al director de la música para ser cantado con el acompañamiento de música de cuerdas (Sobre Nehilot probablemente el significado).

1. Oración introductoria (v. 1).

2. Exhortación a los hombres (v. 2-5)

3. La confianza del piadoso (v. 6-8)

1. Oración introductoria (v. 1).

“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración”.

El salmista suplica por la misericordia de Dios, y le ruega que escuche su oración.

Los creyentes siempre necesitamos orar a Dios, dependemos de él para todas las cosas; pero él nos debe escuchar, si es que deseamos su misericordia; pero nadie puede obligarlo a hacerlo, Él es Soberano.

Por esa razón el salmista apela a la misericordia de Dios. Él es bueno y se complace en escuchar y responder los ruegos de aquellos que confían en él.

El salmista también confía, con humildad, en que Dios lo escuche porque él conoce sus actos de justicia o rectitud. El salmista ha actuado con integridad, conforme a la Ley santa del Señor. No ha sido perfecto, pero en su corazón ama Su Palabra y se complace en obedecerla. La justicia del Señor está en él, por medio de la fe.

El salmista también confía en que una vez más, Dios será compasivo con él y lo sacará de la angustia o de los lugares estrechos en los cuales se encuentra y lo llevará a un lugar espacioso, a la tranquilidad de su cuidado paternal.

2. Exhortación a los hombres (v. 2-5)

Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare. Temblad, y no pequéis, meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová

En primer lugar, el salmista enseña a todos los seres humanos sobre la insensatez de la impiedad.

Los que no confían en el Señor ni tienen su justicia en él, ni obedecen su Palabra, convierten la gloria manifestativa de Dios en infamia.

Estos ridiculizan su Palabra, el evangelio y los medios de gracia; además, con sus pecados, incredulidad y desobediencia, profanan el nombre de Dios. Ellos tratan de destruir la máxima gloria que tiene el creyente: La honra de Dios, la confianza en Dios.

En esta categoría caen los manifiestamente ateos o incrédulos, y los que aparentan fe en el Señor, pero no tienen piedad en sus vidas.

Pero estos no sólo ofenden al Señor, sino que se hacen daño a sí mismos, pues, cuando no andan en los caminos del Señor con sinceridad, necesariamente van en búsqueda de la mentira y de la vanidad, es decir, de cosas carente de algún valor, cosas que los llevarán al fracaso más rotundo.

Todo aquel que ama las cosas de este mundo solo encontrará lo vacío, frívolo e infructuoso.

En segundo lugar, el salmista reta a los hombres malos a que miren cómo Dios bendice con su favor a los piadosos, y protege a los que confían en Él.

Por lo tanto, que el impío no piense ni por un momento que las cosas malas que le haga a los hijos de Dios no serán castigadas.

Si ellos les hacen daño a los pequeños del Señor, estos creyentes clamarán a su Padre celestial y Él actuará contra los malos. Que recuerden Zac. 2:8 “Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo”. Además, Jesús dijo categóricamente: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mt. 18:6).

En tercer lugar, el salmista los amonesta contra el pecado. Temblad y no pequéis. Estos dos verbos en hebreo quieren decir: “Temed ir contra la voluntad de Jehová, que me favorece, porque hará inútiles vuestros conatos de contradicción”[1].

Por lo tanto, sino queremos ser encontrados culpables del pecado, debemos dedicarnos a la sabia tarea de la meditación.

Una tarea sagrada y bendita que debemos hacer al momento de acostarnos, en la quietud y el silencio de la noche, es hablar con nuestro corazón, llevándolo a meditar en la ley divina y examinarnos de tal manera que encontremos los pecados que hemos cometido en el día, confesando así nuestras iniquidades, y encontrando el perdón divino, el cual nos lleva a mortificar más y más nuestra tendencia a la desobediencia.

En cuarto lugar, el salmista invita a los hombres a cumplir con los deberes para con Dios, en especial, adorarlo a través de una vida de obediencia a sus mandatos.

Y si hacemos esto, el resultado será que la confianza en Él crecerá férreamente. “Cuando la piedad es sincera, por proceder de un corazón recto, bien se puede confiar en la gracia y en la providencia de Dios”[2].

3. La confianza del piadoso (v. 6-8)

Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado

Ahora el salmista la predica a su alma, y a todos los piadosos. En primera instancia le recuerda que los malignos mencionados en la sección anterior no sólo quieren andar en desobediencia a la Ley santa del Señor, sino que tratan de persuadir a los creyentes para que duden de la misericordia del Señor.

Los malos confían en la abundancia de sus bienes, mientras que critican y desprecian a los creyentes porque no tienen las mismas riquezas que ellos. No obstante, el creyente continúa clamando a Dios, y le ruega que alce sobre él su rostro, es decir, que le muestre su luz, su gozo, su alegría.

El creyente sabe que lo más importante no son los bienes materiales, los visibles, sino los bienes espirituales, los invisibles. Estos durarán por toda la eternidad, y es la única riqueza y bienestar que en realidad importa.

Dios le muestra el bien a los piadosos a través de las promesas de Su Palabra, especialmente, a través del evangelio.

El mayor bien es la reconciliación con Dios, el perdón de nuestros pecados, la regeneración, la justificación, la santificación y la futura glorificación.

Por lo tanto, cuando el creyente recibe esta iluminación del Espíritu para comprender el pacto de gracia que nos cobija, el resultado es que experimenta un gozo sin igual, un gozo que está por encima de cualquier felicidad terrena.

El resultado de saber que Dios escucha nuestra oración, que Dios nos ha escogido para sí, que Dios nos ha mostrado el bien eterno y nos ha dado el gozo más sublime que hay; es que podemos experimentar el verdadero descanso.

El piadoso duerme tranquilo, pues, confía en el cuidado divino.

Su alma está en paz con Dios, y sabe que, si muere durmiendo, se despertará en la presencia gloriosa de nuestro Amado señor Jesús.

Aplicaciones:

La primera aplicación que debemos hacer es cristológica. ¿Dónde está Cristo en el pasaje? Indudablemente él es el hombre que sufrió muchas estrecheces.

Él fue infamado, y tuvo que soportar con paciencia cuando veía a los hombres blasfemar el nombre glorioso del Padre.

Además, muchas veces, y especialmente en la cruz, tuvo que escuchar a los blasfemos impíos sacerdotes y líderes religiosos del pueblo decirle: Confió en Dios, ¿Por qué Dios no le ayuda? ¿Dónde está el Padre al cual tanto clamó?

Pero él siempre confió en que el Padre escuchaba sus oraciones, y hasta en el momento de la muerte, le confió su vida al Padre.

Jesús pudo dormir con tranquilidad, pues, sabía que el Padre siempre lo cuidaba.

Al final, pudo ver como su senda fue ensanchada y experimentó el gozo más profundo, mientras sus enemigos sufrían las consecuencias de sus maldades.

Este es un salmo propicio para los tiempos de dificultades y angustias. En esos momentos difíciles debemos acudir con prontitud y de manera asidua a la oración.  

Sus liberaciones pasadas nos deben llevar a ver por fe sus liberaciones futuras.

Él nos ha demostrado ser un Padre fiel, por lo tanto, esperemos siempre en él.

Meditar en la Palabra y en lo que Dios ya ha hecho en nuestras vidas, provee alimento para la fe.

Él entró en pacto con nosotros a través de su Hijo Jesucristo, por lo tanto, Él se nos entregó en amor, y ahora le pertenecemos. Él cuidará de nosotros, incluso de nuestro sueño, o del sueño de la muerte, no debemos temer nada.

Amigo, con tus pecados, tu incredulidad y falta de sujeción a la Palabra de Dios te has estado burlando de su nombre santo. Tal vez seas religioso y no hayas maldecido el nombre de Dios, pero con tus actos si lo ofendes y lo blasfemas.

Amigo, el resultado de esa maldad será tu condenación eterna, el desagrado divino, la ira del cielo.

Amigo, aún hay esperanza para ti: Ven a Jesús, dale tu vida, lleva tus pecados a la cruz, confiesa tu maldad delante de él, obedécelo, adóralo, medita en su Palabra. Verás cómo Dios será favorable a ti, e incluso te ayudará a dormir con tranquilidad, no solo el sueño nocturno en esta vida, sino cuando tus ojos se cierren para despertar en la eternidad.

 



[1] Henry, Matthew. Comentario Bíblico. Página 551

[2] Henry, Matthew. Comentario Bíblico. Página 551

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