lunes, 7 de septiembre de 2015

Judas 12 y 13. Peligros que acarrean los falsos maestros: Seis metáforas que advierten de consecuencias desastrosas

Peligros que acarrean los falsos maestros:
Seis metáforas que advierten de consecuencias desastrosas
Judas 12 y 13
Introducción:
En los últimos 100 años la Iglesia Evangélica latinoamericana ha sido testigo de los numerosos cambios que se han dado dentro del seno de la misma. Muchos de estos cambios iniciaron con el movimiento de pentecostés en los Ángeles y otras ciudades americanas, los cuales abogaban por la restauración de los dones carismáticos dentro de la iglesia cristiana, especialmente el de la sanidad física, las lenguas y la profecía. Este movimiento creció por todo el mundo, pero de manera especial encontró gran arraigo en América Latina. En un principio era un movimiento modesto, que conservaba los rasgos distintivos del cristianismo bíblico e histórico, pero, no todos se mantuvieron en un sano equilibrio, sino que pronto empezaron a irse en desmanes y pervirtieron el evangelio: vino el movimiento de la risa santa, de la danza en el espíritu (una especie borrachera “espiritual”), de la música judía dentro de la alabanza, de los íconos del judaísmo dentro de las iglesias, de la palabra de fe, dilo y recíbelo, de la teología de la prosperidad, del profetismo, del apostolado, de las mujeres pastoras, del patriarcado, entre otras cosas absurdas.
Y cada día observamos cómo el evangelio está siendo pervertido por hombres que se aman a sí mismos y no tienen compasión del pueblo de Dios. Pero sabemos que esto no es nuevo, ni es exclusivo de esta época. La historia bíblica muestra con claridad que desde el comienzo mismo de la humanidad surgieron los falsos profetas, los cuales pervirtieron la verdadera fe.
Pero, cuando predicamos advirtiendo sobre el error que invade al cristianismo hoy, muchas personas nos dicen que no es necesario hacer eso, que el Señor mismo se encargará de desenmascarar a los falsos pastores, pero que nuestro deber es solo predicar la Palabra. Tienen en razón en un punto, la responsabilidad de los ministros del evangelio es predicar la Palabra, exponer con claridad todo el consejo de Dios, y este santo consejo incluye advertencias para que no sigamos a los falsos profetas y nos apartamos de su caminar. La Biblia no nos manda a callar frente al error, sino que nos ordena a presentar defensa de la verdad revelada y a contender por la fe.
Judas, el pastor que escribe esta carta, es un contendor por la fe y en toda su carta eleva la voz para llamar nuestra atención con el fin de que denunciemos a los falsos profetas que entran a nuestras iglesias con el fin de pervertir el evangelio.
El peligro de los falsos profetas no consiste solamente en que puede desviar de la fe verdadera a muchos que ya están dentro de las iglesias, sino que desprestigian el honor del evangelio delante de la sociedad, a causa de sus perversas doctrinas las cuales conducen a una praxis pecaminosa.
Analicemos hoy con Judas algunos peligros que entrañan estos hombres, a través de seis metáforas.
1. Son manchas que dañan la imagen de la iglesia
2. Son pastores que solo se apacientan a sí mismos
3. Son nubes sin agua que vagan de un lado para otro
4. Son árboles otoñales, que no producen frutos
5. Son fieras ondas del mar
6. Son estrellas erráticas

1. Son manchas que dañan la imagen de la Iglesia. “Estos son manchas en vuestros ágapes…v. 12.
Los falsos profetas o falsos maestros son comparados por nuestro autor sagrado con las manchas que dañan la buena apariencia de un vestido o de una cosa. En este caso, no se trata de una cosa, sino de la Iglesia del Señor que fue comprada con su sangre preciosa. El vestido que se mancha por la presencia de estos falsos pastores no es el de la bella cenicienta, sino el de la novia de Cristo, la novia del Rey de reyes y Señor de señores. La novia del príncipe heredero al cual el Padre le ha dado absolutamente todo lo que tiene. La palabra griega que se traduce aquí como mancha significa literalmente “arrecifes”. El arrecife puede hacer referencia a los obstáculos peligrosos que se ocultan en el mar y que pueden causar serios daños a los barcos que se acercan a tierra. Los falsos maestros son como estos arrecifes, los cuales están dentro de la iglesia, pero pocos se dan cuenta del peligro que ellos representan para la fe.
Recientemente hice una investigación, preparándome para dar un tema a un grupo de damas sobre la perspectiva bíblica del papel y servicio de la mujer en la iglesia, y leí a muchos autores que son reconocidos como cristianos evangélicos y conservadores, pero fue muy grande mi decepción al ver cómo las filosofías de la era postmoderna, y las filosofías de los movimientos feministas (que por lo general se oponen a los principios de las Sagradas Escrituras considerándolas anticuadas y machistas), han permeado a nuestros autores cristianos, y buena parte de la literatura que hoy día compramos en las librerías cristianas viene manchada por principios heréticos, relativistas y pragmáticos. Pero pocos se dan cuenta de esto, o al menos no quieren darse cuenta de esta situación. Mientras tanto el error sigue creciendo y la iglesia cada día se aleja de las verdades bíblicas. Los falsos maestros, que también podemos decir son las falsas enseñanzas, las falsas filosofías, los falsos presupuestos, las falsas interpretaciones de la Biblia, son como un arrecife escondido que está haciendo daño al gran barco, llamado la Iglesia.
Ya sabemos por qué a los falsos maestros se les compara con una mancha, nuestro autor ya los describió como gente inmoral (v. 8), que se comportan como animales irracionales (v. 10), ellos, con su doctrina y estilo de vida son una afrenta y vergüenza para el evangelio. El apóstol Pedro, en un pasaje paralelo dice de ellos: “Estos son inmundicias y manchas, quienes aún mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición” (2 Ped. 2:13-14).
Judas dice que los falsos profetas eran manchas en vuestros ágapes. El ágape era una fiesta de amor fraternal que la iglesia primitiva celebraba junto con los cultos, buscando promover el amor fraternal. Los apóstatas, los falsos maestros aprovechaban estas fiestas para saciar sus apetitos, y violaban el principio que debía caracterizar a las mismas: entregarse a los demás, negándonos a nosotros mismos, buscando el provecho del otro y no tanto el mío propio. Eran tan desvergonzados estos falsos profetas, que no sentían vergüenza de aprovecharse del amor cristiano manifestado en estas fiestas y por eso Judas dice de ellos “que comiendo impúdicamente con vosotros…”, es decir, comían sin temor y sin reverencia. Ellos andaban en su vida licenciosa, amante del dinero, practicaban sus inmoralidades, y aún con todo, pretendían participar de las fiestas bellas y santas de la iglesia. “Ni siquiera consideraban que la inmoralidad fuera pecado. Sus afirmaciones arrogantes acerca de sí mismos no dejaban lugar para el temor y el agradecimiento hacia el Señor que había entregado su cuerpo y su sangre para redimirnos”[1].
Estos falsos maestros, que manchan la buena imagen de la iglesia, son los que en nombre de la fe se aprovechan de los creyentes para explotarlos económicamente, para ganar fama y poder, para construir poderosos emporios religiosos; son los que creen estar en una posición espiritual tan elevada que están por encima del pecado y, entonces, pueden practicar infidelidades sexuales, la glotonería, la avaricia y una multitud de conductas que las Sagradas Escrituras condenan como pecaminosas. La iglesia evangélica latinoamericana no ha estado exenta de estos falsos pastores que manchan la belleza de la esposa de Cristo, a través de su vida disoluta, de sus avaricias, hurtos, estafas, mentiras, divorcios, abortos, adulterios, manipulaciones, chantajes, falsas visiones y revelaciones para conseguir un fin materialista, entre otros pecados.
2. Son pastores que solo se apacientan a sí mismos. “… que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos…”.
 La conducta de estos apóstatas de la fe evidenciaba que no eran verdaderos pastores, pues, los pastores fieles a Cristo, imitan su ejemplo y aprenden a entregarse y darse a las ovejas, pero los falsos pastores no se interesan en las ovejas, sino que son asalariados, es decir, están en ese ministerio por puro interés económico, de manera que la salud espiritual de las ovejas no es su mayor preocupación, ni tampoco se preparan para poder conducir a las ovejas a comer los mejores pastos que solo puede dar la exposición clara y fiel de la Palabra de Dios. Estos falsos pastores son como los que menciona Cristo en Juan 10:12-13 “Más el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas”.
Es muy probable que cuando Judas utiliza la frase “…se apacientan a sí mismos”, esté pensando en las declaraciones que hiciera el profeta Ezequiel cuando dijo estas palabras que hoy deben resonar con mucha fuerza en todos los que tenemos la hermosa responsabilidad de ser pastores, hasta hacernos temblar: “Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, más no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida” Ez. 34:2-10.
Contrario a los pastores que se apacientan a sí mismos, están los que alimentan a las ovejas y se preocupan realmente por su salud espiritual. El apóstol Pablo exhorta a los pastores de la iglesia de Éfeso para que cumplan fielmente su ministerio “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hch. 20:28). “Apacentad la grey de Dios  que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Ped. 5:2-3).
También el apóstol Pablo ordena a los creyentes a apartarse de aquellos corruptos que utilizan la fe cristiana como fuente de ganancia personal. “Si alguno enseña otra cosa, y nos e conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de… disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Ti. 6:2-5).
3. Son nubes sin agua que vagan de un lado para otro. “… nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos”.
Los falsos maestros no solo son falsos, sino que sus enseñanzas son inútiles, no sirven para nada. Sus palabras son lisonjeras, y suenan muy bonitas, pero no son más que fábulas, mentiras bien adornadas con pasajes bíblicos, pero lejos de la verdad y lejos de producir algo provechoso. Ellos son como nubes que amenazan con lluvia, pero la lluvia nunca llega. Hablan de la lluvia del Espíritu y anuncian por todas partes la llegada del avivamiento, pero este nunca llega, y no llega porque el Espíritu nunca los ha enviado. Y como la lluvia no llega, entonces crean imitaciones estruendosas, como imitación de relámpagos, pero por mucho que suenen, la lluvia de lo alto no llega. Imitan a la lluvia, pero los que son engañados por un tiempo con estos falsos avivamientos, pronto se dan cuenta del fraude y de que sus vidas siguen siendo las mismas, sin cambios reales, y terminan abandonando la fe cristiana.
Los falsos profetas son llevados de acá para allá por los vientos de las nuevas filosofías, de los nuevos métodos, de las modernas estrategias, y siempre están en búsqueda de lo más novedoso para entretener a los feligreses y mantenerlos en la iglesia, con el fin continuar explotándolos. ¡Qué vergüenza para el evangelio, cuando, no teniendo la presencia del Santo Espíritu de Dios, algunos líderes buscan nuevos estilos musicales, estrategias mundanas de mercadeo, shows y espectáculos dentro del culto!
4. Son árboles otoñales, que no producen frutos. “árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados”.
Los falsos maestros no solo carecen de fruto alguno que beneficie a los fieles cristianos, sino que, además de ser como árboles secos, es decir, sin hojas por el frío viento del otoño, los cuales dan apariencia de estar muertos, han sido desarraigados y ahora están doblemente secos o doblemente muertos. Los falsos pastores que hacen daño al rebaño carecen de cualquier fruto espiritual, y no pueden producirlo porque ellos mismos están muertos y no han nacido de nuevo. Tienen la apariencia de piedad, pero con sus frutos niegan la eficacia de ella. 
Pedro, en un pasaje paralelo, describe a estos falsos profetas como doblemente muertos, porque “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pe. 2:20-22). Los falsos maestros no pueden dar ningún fruto bueno a los fieles que les siguen, porque no están unidos a Cristo y han sido desarraigados. Ellos negaron la fe al adoptar doctrinas y prácticas contrarias a las Sagradas Escrituras.
5. Son fieras ondas del mar. “fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza…” (v. 13)
Los falsos profetas son comparados con las aguas inestables del mar embravecido. Las embarcaciones corren peligro de naufragar y las personas que estén en la playa pueden ser arrastrados y ahogados por el fuerte oleaje. La falsa doctrina, al principio parecer ser cristiana, tranquila y buena. La seducción se da a través de palabras dulces y promesas halagadoras, pero, de manera casi imperceptible, eso que parecía ser bíblico o cristiano, pronto se manifiesta en su verdadera dimensión, y las aguas que parecían ser quietas realmente son turbulentas y el mar en paz pronto se manifiesta como un mar embravecido, pero no hay forma de salir, porque el fuerte oleaje atrapa a los incautos y los lleva a aguas profundas. Muchas personas quisieran salir de los grupos sectarios, pero están tan metidos en sus errores que no encuentran la salida. Algunos temen recibir las maldiciones que lanzan los falsos profetas, como Balaam, sobre los que intentan escapar de sus fieras ondas.
Pero no solo esto, sino que los falsos profetas están tan llenos de pecado que constantemente están arrojando su maldad con la cual contaminan a la iglesia. Es probable que Judas haya tenido en cuenta al profeta Isaías cuando comparó a los falsos profetas con las fieras ondas del mar. “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo” (Is. 27:20). Esta es una descripción terrible que tiene como fin invitar a los incautos a alejarse de los falsos maestros. Así como evitamos meternos en las aguas sucias de una playa llena de espumas, lodo y basura, es nuestro deber huir de toda falsa enseñanza, porque la falsa doctrina siempre conducirá a pecados, y aunque estos se mantengan ocultos por un tiempo, vestidos con una apariencia de moralismo, un día se hará manifiesto la vergüenza que estos falsos hombres espumaron, porque donde hay falsa doctrina no hay salvación, y solo donde hay salvación hay verdadera santificación.
 6. Son estrellas erráticas. “estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (v. 13).
En tiempos antiguos, los navegantes se guiaban con las estrellas del firmamento para conocer su camino. Pero había una clase de estrellas o planetas que viajaban por todo el cielo, los cuales brindaban gran luz y hasta llegaban a iluminar bastante, pero no podían ser utilizadas como guía en la navegación porque su curso era variable y por lo tanto errático. Las estrellas errantes son una figura o metáfora que se refiere al constante rumbo desviado que toman los falsos maestros. Ellos no pueden ser tomados como modelos doctrinales o modelos de pastor, porque constantemente están cambiando la doctrina. Y la cambian porque no están en la verdad. La doctrina bíblica es una sola, y fue dada hace miles de años. Los pastores y las iglesias bíblicas se han mantenido fieles a esa doctrina en todos estos milenios. Hoy creemos lo mismo que se creyó hace 300 años en el puritanismo, ellos creyeron lo mismo que se había creído en el siglo XVI por los reformadores, los reformados creyeron lo mismo que la Iglesia primitiva creyó. Las iglesias bíblicas de hoy tienen confesiones de fe que datan de hace cientos de años en las cuales se profesa la misma fe histórica que ha caracterizado a la iglesia verdadera. Pero los falsos pastores y las falsas iglesias están cambiando constantemente, no pueden estarse quietos, porque ellos no están arraigados en la roca firme.
Por lo tanto, aquellos que son guiados por estas estrellas errantes, están siendo conducidos al error, pero no solo al error, sino a su propia destrucción: “para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (v. 13).
Esta es una clara referencia a la condenación eterna que sufrirán los que siguen falsas doctrinas y son guiados por falsos profetas. No solo tendrán vidas inestables en esta tierra, sino que sufrirán la eterna separación de Dios. Así como Dios preparó el infierno para Satanás y sus ángeles, también tiene reservado un lugar para los falsos maestros que desvían a la gente del verdadero evangelio. Pero también los que son desviados, los que siguen sus cursos erráticos e inconstantes tendrán un lugar en ese sitio de eterno tormento.
Las densas tinieblas de que habla Judas ya fueron mencionadas en torno a los ángeles que pecaron, los cuales están reservados en terrible oscuridad, en prisiones eternas. (v. 6). Los malvados que tergiversan la doctrina y se conducen en vidas pecaminosas, dañando la imagen de la iglesia de Cristo, recibirán su justo merecido y pasarán la eternidad en la oscuridad total, sin ninguna esperanza serán encarcelados en el eterno olvido y sufrirán los tormentos del infierno.
Un triste final para aquellos que en esta vida se gozaron en hacer el mal y no tuvieron compasión de las almas, sino que, sin misericordia, explotaron a las ovejas, las trasquilaron y las condujeron al matadero.
En conclusión, Judas hace un gran esfuerzo para describir a los falsos maestros de manera que nosotros seamos advertidos de sus peligros: Ellos como rocas ocultas que peligrosamente dañan a las personas, son como nubes sin agua porque, pues, todas sus promesas son falsas, son como árboles otoñales, porque no se puede encontrar frutos en ellos y su terreno espiritual es totalmente árido, son como fieras ondas del mar, pues, aunque hacen grandes esfuerzos humanos y hablan con mucha fuerza, lo único que espuman es vergüenza, y son como estrellas errantes cuyo curso termina en la más densa oscuridad eterna.
Aplicaciones:
- Los falsos maestros son personas con mucha inteligencia. Ellos conocen mucho de la psicología humana y son expertos en dar lo que el hombre quiere. Ellos tienen la habilidad para manipular muchos textos de las Sagradas Escrituras y convencer al incauto de que, a través de su forma particular de ver el evangelio, puede dar lo que el hombre necesita: bienestar material, tranquilidad emocional, elevada autoestima y una plena realización en el campo personal. Ellos pueden hablar al oído de las personas con una familiaridad tal, que parecieran ser personas de Dios. Ellos son como la serpiente que habló a Eva y la convenció de que su forma particular de ver la Ley de Dios era mejor que la misma Palabra de Dios y le ofreció a la mujer: ser como un dios, la vida eterna y el pleno conocimiento. Pero lo único que Eva encontró fue su propia destrucción y muerte. Hermano y amigo que has escuchado esta exposición, te invito para que reflexiones en cuánto a tu salvación. Examina el camino en que andas y respóndete a ti mismo: ¿Es el camino de la verdad? ¿Es el camino del conocimiento verdadero de la Palabra de Dios? ¿Es el camino de la obediencia y del crecimiento en santidad? ¿Es el camino de la fidelidad al Señor? No juegues con tu destino eterno siguiendo un falso evangelio que te prometa muchas cosas bonitas al oído humano, pero no puede darte la reconciliación con Dios, el perdón de tus pecados y el crecimiento en santidad. Recuerda que solo el verdadero evangelio puede transformar tu corazón y convertirte en un hijo de Dios. Si has estado escuchando a falsos profetas, los cuales de seguro ya podrás identificar, entonces abandona sus caminos y huye de sus lugares de culto, porque si persistes en escucharlos y seguirlos, la marea subirá y no podrás salir fácilmente de sus destructoras garras. Sal pronto de en medio de ellos, porque estás siendo conducido a la destrucción eterna, aunque creas que ellos como hermosos y resplandecientes luceros en el firmamento, pero no son más que estrellas erráticas, las cuales solo podrán conducirte a la oscuridad eterna.
- Amado hermano varón que anhelas el pastorado, no olvides que este es un servicio al Señor de la Iglesia, quien derramó su sangre por ella y la está santificando para presentársela como una novia pura, impoluta y santa. Si entras al sagrado ministerio ten presente que es para servir al Señor y a las ovejas, buscando siempre el mejor alimento para ellas, a través de la sana exposición de la Palabra, trazando bien las Escrituras. Si no estás comprometido con estas cosas, sino que deseas entrar al ministerio porque crees encontrar en ello una forma de sustento económico o una plataforma para la popularidad o el reconocimiento público, entonces saca de tu mente este deseo, y pide al Señor que te ponga en otra labor, pues, pondrás en peligro tu propia alma y la de los que te sigan.





[1] Benton, John. La contienda por la fe. El mensaje de Judas. Editorial Peregrino. Página 119

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