lunes, 7 de septiembre de 2015

Judas 1 y 2. Característica espiritual de los que luchan vigorosamente por la doctrina

Cuidándonos de las falsas doctrinas:
Característica espiritual de los que luchan vigorosamente por la doctrina.
v. 1-2
Por Julio César Benítez
Introducción:
La vida cristiana es un caminar por en medio del desierto de este mundo, en el cual, al igual que el peregrinaje de Israel rumbo a Canaán, encontraremos gigantes, fieros enemigos, incredulidad, deseos de regresar a Egipto, es decir, regresar al mundo, falsos profetas como Balaam que buscarán maldecir al pueblo para que no prospere en el camino que el Señor le ha demarcado.
La historia del pueblo del Señor ha sido una historia de luchas, de contiendas, porque como dice Pedro, tenemos a un adversario, el diablo, quien como león rugiente anda buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8).
Adán y Eva fueron creados para vivir en comunión perfecta con su Dios, pero muy pronto que ellos son puestos en el paraíso, Satanás les insinúa la rebelión contra la Palabra de Dios, mostrándoles de manera engañosa los buenos y codiciables frutos que generaría dicha desobediencia, entrando así el pecado en el mundo bueno que había creado el Señor.
Los hijos de Dios, es decir, los hijos de la línea de la fe, de la línea de la salvación, son atrapados por el engaño de la belleza de las hijas de los hombres, es decir, la línea de la rebelión y la desobediencia, de manera que en esta mezcla el pueblo del Señor se ve grandemente afectado y el engaño y la desobediencia se generalizan en el mundo, de manera que Dios envía el diluvio para castigar a esa generación perversa.
A pesar del nuevo inicio que se da con Noé y sus hijos, de nuevo la maldad, el engaño y el pecado asedian al pueblo de Dios tratando siempre de conducirlos a una rebeldía flagrante contra el creador.
El resto de la historia bíblica, y de la historia universal, es testigo de cómo el pueblo del Señor, el pueblo escogido, es atrapado una y otra vez por las mentiras de Satanás, entrando en períodos de decadencia espiritual, de manera que se aparten del Dios vivo.
Israel sufrió mucho como consecuencia de los falsos profetas, pues, estos no solo hablaban falsamente en nombre de Dios para conducir al pueblo hacia la apostasía, sino que lo hacían de una manera tan convincente y atrayente, que la mayoría del pueblo seguía tras sus mentiras.
A pesar de que el Señor una y otra vez les daba indicaciones de cómo detectar a los falsos profetas o maestros, el pueblo fácilmente se dejaba engañar por ellos, pues, los falsos maestros o profetas siempre hablaron lo que era agradable a los oídos pecaminosos de ellos.
 Cuando Cristo viene a este mundo trae el mensaje final de la revelación divina, a través del cual el hombre puede encontrar el camino de reconciliación con Dios. Jesús mismo es la revelación encarnada del Padre. De manera que los discípulos pueden ver con claridad esa verdad que les hará libres.
No obstante de tener una revelación más clara y final, Jesús advirtió a sus discípulos que tengan cuidado con los fasos pastores, profetas o maestros, porque Satanás no se quedará tranquilo, a pesar de la derrota que recibió por la obra de Cristo.
Jesús advierte a sus seguidores en Mateo 7:15 “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”, luego, hablando de lo que caracterizará a los tiempos del fin dice que “... muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos” (Mt. 24:11).
Jesús conoce la astucia de los falsos maestros y sabe que estos cuentan con el respaldo del principal engañador, es decir, Satanás, siendo así que estos falsos maestros o falsos profetas “...harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt. 24:24).
Muy poco tiempo después de la ascensión de Jesús a los cielos, cuando la iglesia cristiana estaba aún en su etapa infantil, los falsos profetas o falsos maestros hacen su aparición. Ellos se presentaban con la misma apariencia que siempre los ha caracterizado: Como seres de luz, como personas interesadas en el bienestar de sus oyentes, como mensajeros celestiales, engañando con sus obras y señales mentirosas, hablando adulaciones y lisonjas con el fin de atrapar a los hombres y mujeres amantes de sí mismos.
De allí que los apóstoles y los escritores del Nuevo Testamento consideren de suma importancia advertir a la iglesia en cómo detectar a un falso pastor, a un falso profeta, a un falso apóstol, a un falso maestro, a una falsa doctrina.
Pues, aunque ellos cuenten con muy buena capacidad para engañar, porque hablan conforme a los deseos del corazón humano, no obstante, ellos no podrán ocultar su verdadero carácter, la podredumbre que llevan por dentro es tal, que un cristiano puede agudizar su olfato para oler la corrupción pecaminosa que les caracteriza.
La epístola de Judas, aunque nos es la carta mas estudiada del Nuevo Testamento, ella fue ha escrita con el fin de ayudar a los creyentes a detectar el carácter moral y espiritual de los falsos maestros que entran encubiertamente a la cristiandad.
Analicemos con pasión y profundidad el contenido de esta pequeña y casi desconocida carta, pues, su contenido tiene gran relevancia para la situación de la iglesia cristiana evangélica en la Latinoamérica del siglo XXI, pues, muchos falsos maestros han permeado las iglesias con el fin de engañar, seducir y atrapar en sus doctrinas erróneas.

Característica espiritual de los que luchan vigorosamente por la doctrina.
v. 1-2
En los versículos 1 al 2, Judas, saluda a los lectores, identificándose él mismo como siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo.
Luego identifica a los lectores o receptores de la carta como los que son amados por Dios el Padre, guardados por Jesucristo y llamados a la salvación.
Y a estos, al autor de la carta les desea abundancia de misericordia, paz y amor.
Inmediatamente el escritor inicia su lacónico pero profundo discurso, diciendo a los lectores que ha deseado intensamente escribirles respecto a la salvación que ellos tienen en común, y ahora ha llegado el momento de hacerlo, pues, hay poderosas razones para ello.
Los falsos maestros, a los cuales él denomina como impíos, se han infiltrado en la iglesia, lo cual hace necesario que los creyentes, receptores de la carta, luchen con vigor y esfuerzo para la fe que ha sido dada una vez a los santos.
Hoy vamos a analizar el mensaje de Judas en estos dos primeros versículos. Mensaje que he titulado característica espiritual de los que luchan vigorosamente por la doctrina.
1. Judas, ejemplo de lucha vigorosa.
“Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo”. V. 1
Es interesante notar que el autor de la carta se identifica como siervo de Jesucristo. Se debe notar que las palabras usadas en griego (Iesou Cristou) dan a entender pertenencia, es decir, Judas no solo está diciendo que él es un siervo asociado al mensaje de Jesucristo, sino que él mismo pertenece a su Salvador.  
Solo un pastor o maestro que ha llevado su orgullo personal a la cruz, puede llamarse a sí mismo siervo. La palabra griega usada aquí es doulos, la cual significa literalmente esclavo. Un pastor o maestro es esclavo de Jesucristo. Le sirve sin esperar nada a cambio, así como el esclavo no esperaba una paga de su amo.
Solo un verdadero esclavo o siervo de Jesucristo puede estar interesado verdaderamente en las almas de los hombres. Los que no son siervos solo están interesados en su propio bienestar.
Es por eso que Jesucristo se presenta como el buen pastor, ejemplo de lo que debe ser un pastor cristiano, cuando dice: “Yo soy el buen pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el buen pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, y deja las ovejas y huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas”. Juan 10:11-12
Judas se atreve a escribir en contra de los falsos maestros, a pesar de que eso no le hará el pastor más popular, ni el maestro más admirado, pues, de seguro que al cuestionar la vida y la doctrina de los falsos pastores recibirá ataques de los mismos hermanos, quienes le dirán: “Judas, ¿por qué eres tan intransigente? ¿Por qué eres tan falto de amor?, no juzgues para que no seas juzgado, recuerda que el amor une y la doctrina divide,  abandona ese espíritu hipercrítico y ama a los hermanos aunque ellos  no piensen como tú. Judas qué te crees tú para hablar de falsos maestros, recuerda que estamos en un mundo relativista, la verdad es relativa al individuo. Si tú crees que los pastores no deben trabajar en el ministerio esperando lucro personal, está bien, es tu verdad, pero no condenes a los que no piensan como tú, este es un mundo pluralista, hoy todos cabemos en el mundo y por lo tanto todos cabemos dentro de la iglesia, sin importar tanto la doctrina. Abandona esa vieja costumbre de los profetas, de estar discutiendo respecto a la fe, mejor dedícate a hacer el bien al prójimo.”
Advertir en contra de la falsa doctrina o la falsa religión fue el motivo por el cual los judíos mataron a los profetas. Judas se expone a lo mismo al hablar en contra de las falsas doctrinas, pues, siempre han sido más los que siguen lo falso que los que siguen la verdad. Tal vez esa sea una de las razones por las cuales hoy no se estudia mucho la epístola de Judas, y las predicaciones basadas en esta necesaria carta sean muy escasas.
Por eso, solo un siervo de Jesucristo puede escribir o predicar de lo que Judas escribió.
Sabemos que el que escribe esta carta no es Judas, el apóstol que traicionó a Jesús, el Iscariote, pues, él distaba mucho de ser un siervo de Jesucristo, ya que su interés no era la salvación de los hombres, sino el amor al dinero. Estaba con Cristo porque encontró en la religión un medio para satisfacer su corazón codicioso. Él aparentaba amor y cuidado por los pobres, pero en realidad solo quería satisfacer su propia codicia.
Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Porqué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella”. Juan 12:4-6
Judas tiene autoridad para escribir esta exhortación, porque es un siervo de Jesucristo, él está dispuesto a ser rechazado por algunos cristianos, a sufrir por la causa del evangelio, a luchar por la pureza de la doctrina apostólica, aunque eso le cueste la vida o el rechazo de su preciosa carta.
Habiendo dado este saludo con tan profundo significado ahora prosigue hablando del estado espiritual de aquellos que podrán continuar con esta lucha a muerte por la preservación de la sana doctrina y el rechazo de los falsos maestros o falsos profetas.
2. Tres características espirituales de los que han de luchar vigorosamente por la doctrina.
 A los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo”. V. 1
No todos podrán luchar en contra de la falsa doctrina. A algunos les dará lo mismo estar en lo verdadero que en lo falso, porque estas personas no están buscando a Dios con el fin de vivir para Él como sus siervos, sino que le buscan por intereses personales: para que Dios le alivie todos sus problemas, para que les de salud, para que les de dinero y riquezas, para que los libre de las deudas, para aliviar su soledad,  en fin, para cualquier cosa, menos que ser su siervo.
Pero hay un grupo, no tan numeroso como quisiéramos, que si está interesado en la doctrina bíblica, que si le importa el contenido de lo que creemos, que considera vital para la salvación y la salud espiritual el estar cimentados en la doctrina de Cristo y los apóstoles del cordero.
¿Por qué a algunos creyentes no les importa mucho la doctrina bíblica o el luchar en contra de la falsedad? Bueno, algunos no lo hacen por ignorancia. Porque han crecido poco en la fe, son, como dice Hebreos, niños o bebés en Cristo. A pesar de los años que llevan en la vida cristiana prefieren seguir tomando leche que comer alimento doctrinal sólido.
Otros no lo hacen porque no son creyentes. Están dentro de nosotros pero no son de nosotros. A ellos no les importa la doctrina cristiana, solo quieren lo que les satisfaga en su ego, en su orgullo y en sus deseos materialistas. Y las Sagradas Escrituras nos presentan claros ejemplos de ello:
“Porque Demas me ha desamparado, amando a este mundo” 2 Tim. 4:10 Demas había colaborado por un tiempo al apóstol Pablo, pero luego se fue, no quiso seguir como siervo, porque amaba a este mundo.
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” 1 Jn. 2:19
Ahora ¿Quiénes son los que deben y pueden luchar para defender la doctrina bíblica? ¿Quiénes son los que pueden y deben denunciar a los falsos maestros o a las falsas doctrinas? Judas, el hermano de Jesús, autor de esta carta, describe las características espirituales de esta valiente gente.
Estos creyentes necesitan consejo y aliento.
Primero dice que son llamados.
Aquellos que están siendo motivados, aconsejados y exhortados para luchar en contra de las falsas doctrinas que enseñan los falsos maestros, primero que todo, han sido llamados por Dios. Aquí no se trata del llamamiento general que el Espíritu hace a los pecadores al arrepentimiento, pues, Dios manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan (Hch. 17:30), no obstante no es de todos la fe (2 Ts. 3:2); más bien se trata del llamamiento especial que el Espíritu hace a los hombres, a través del cual nadie resiste ese santo llamado, sino que con presuroso paso acudimos a la cruz del calvario para contemplar la belleza extasiante de la gracia, belleza que nos atrapa y de la cual nunca más vamos a querer distanciarnos.
Solo lucharán en contra de las falsas doctrinas los que “han dejado el mundo del pecado y han entrado en la luz de la vida[1]
Estos llamados forman parte de aquel pueblo que es un “...linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” 1 Pedro 2:9
Estos llamados son los que en otro tiempo no eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios, los que en otro tiempo no habían alcanzado misericordia, pero ahora han alcanzado misericordia. 1 Pedro 2:10
Los llamados son aquellos que un día, escucharon el evangelio ya sea a través de una predicación en la iglesia, una predicación en la radio, un estudio en los hogares, un tratado que recibió u otro medio, pero que estando escuchando, no entendían el mensaje, no eran conscientes de su estado pecaminoso y de rebeldía contra su creador, y por eso no podían venir a Cristo, pero en medio de la predicación el Señor, el Señor hizo con esa persona, lo que antes había hecho con Lidia “...el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta al mensaje de Pablo” Hch. 16:14.
Los llamados son aquellos que habiendo estado atentos al mensaje del evangelio, acudieron con total convicción a Cristo, reconocieron su pecaminosidad, ya no se vieron mas como personas buenas, sino como enfermos que necesitaban del médico eterno; se despojaron de su propia autoconfianza espiritual y depositaron toda su confianza en la cruz del calvario.
Solo estas personas que han escuchado el llamado celestial, el llamado del Espíritu Santo, podrán luchar en contra de la falsa doctrina, anunciando y proclamando la verdadera fe que ha sido dada para siempre a los santos.
¿Cómo podemos estar tranquilos cuando escuchamos a muchos predicadores motivando a la gente a venir a Cristo usando como anzuelo o gancho las necesidades económicas, una precaria salud física, el deseo de ser más ricos, el anhelo de ser más popular? ¿Cómo estar tranquilo frente a esta clase de predicación, cuando nosotros mismos hemos sido llamados por Dios, hemos visto la cruz sangrante de Cristo, hemos visto sus padecimientos y el Espíritu Santo nos ha mostrado que solo al ver nuestra miseria espiritual podemos acudir al Calvario?
¿Cómo estar tranquilos cuando vemos como muchos predicadores están llamando a la gente a Cristo, sin que ellos sean concientizados de sus pecados y maldades? ¿Acaso cuando el Espíritu Santo nos llamó a Cristo, primero no nos mostró el estado de pudrición en el que estábamos como consecuencia de nuestras maldades y nuestras rebeliones? ¿Será posible que alguien venga verdaderamente a Cristo sin que primero el Espíritu Santo, a través de la predicación fiel de las Sagradas Escrituras, no les muestre su condición pecaminosa y rebelde contra el Dios Santo?
Solo los que han sido verdaderamente llamados por el Señor pueden entender la importancia de permanecer en la doctrina bíblica correcta.

Segundo, son amados (o santificados) en Dios Padre. (ëgapëmenois o hëgiasmenois)
Una segunda característica de los que han de contender ardientemente, con pasión, por la doctrina sana, consiste en que han sido amados por Dios el padre. En nuestras versiones dice santificados debido a los manuscritos que usan, en los cuales se encuentra la palabra hegiasmenois; no obstante, los manuscritos griegos más antiguos usan la palabra egapemenois, es decir, amados.
Aunque ambas características son totalmente ciertas del verdadero creyente.
Ahora, en qué sentido son amados los creyentes. ¿Acaso Dios no ama a todo el mundo? Las Sagradas Escrituras dicen que “... de tal manera amó Dios al mundo...” Juan 3:16. Hay un sentido en el cual Dios ama a su creación. Él la cuida, es suya, por eso la preserva. Él hace salir su sol sobre justos e injustos, y eso es amor, él hace llover sobre justos e injustos, eso también es amor (Mt. 5:45), pero este amor está acompañado también de su ira. Porque estos injustos viven bajo la ira de Dios.
Juan 3:36 “...el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él
Romanos 2:5 “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios
Efesios 5:6 “...porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia
Así que el sentimiento que Dios expresa al mundo entero, a todos los hombres, se encuentra dividido entre su amor y su ira.
Pero el amor de Dios para con los que han sido cobijados por el sacrificio expiatorio del sufriente Salvador, ya no se encuentra dividido por la ira, sino que, ahora, su amor es infinito para con ellos, es una amor eterno, y ya no los mira más como objetos de su ira.
Ahora estos que han sido amados por Dios, no esperan su ira, sino que tienen confianza en que su amor siempre los cobijará.
Este amor es tan grande e incomprensible que el apóstol Pablo declara:
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos – es decir, por nosotros, que hacíamos obras malas delante del Dios santo – Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno – pero ya el apóstol Pablo ha dicho que entre los hombres y mujeres nadie ha sido bueno o justo – mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Romanos 5:6-8
¿Siendo que hemos experimentado amor tan grande, será que podemos quedarnos quietos y tranquilos cuando vemos cómo algunos hombres entran encubiertamente a la cristiandad y solo con el fin de obtener ganancia o lucro personal pervierten este mensaje que trae consuelo a los hombres que sufren en la miseria de sus pecados? ¿Será que aquellos que han conocido y experimentado el perdón de sus pecados, solo por confiar plenamente en Cristo, se quedarán dormidos frente a movimientos sectarios que desvirtúan el mensaje de salvación, cambiándolo por un mensaje de motivación psicológica o prosperidad material, cuando la necesidad más grande de todo hombre se relaciona con su vida impía, con sus pecados y rebeliones?
Son guardados o protegidos por Jesucristo.
Estos que han de contender ardientemente por la doctrina sana, son aquellos que cuentan con la garantía de salvación ofrecida por nuestro Señor Jesucristo.
Estos no viven en el temor de perder su salvación, sino que tienen como firme certeza de su salvación las palabras de Jesús, quien dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de las manos de mi padre
Estos que han de contender por la doctrina sana, denunciando a los falsos maestros, no temen ni siquiera a Satanás porque cuentan con la oración intercesora de Jesús “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre... cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre..., pero ahora voy a ti... no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” Juan 17:9-15
Estos creyentes, aunque sean pocos, tienen la certeza que todo su ser será guardado en santificación para la  consumación final de la salvación: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
¿Será que teniendo tan grande garantía de salvación y cuidado salvador, podremos estar tranquilos cuando las falsas doctrinas corroen a la cristiandad llevando a los hombres a confiar en sus propios medios, en sus donaciones o siembras económicas, en sus ayunos orgullosos, en sus buenas obras? ¿Acaso no sabemos que cuando los hombres confían en estas cosas para alcanzar el favor divino, viven en temor, inseguridad, miseria espiritual, tratando de hacer una y otra obra con el fin de calmar sus intranquilas conciencias?
A todos aquellos que han sido llamados, amados y guardados por Dios en Jesucristo, Judas les desea abundancia de misericordia y paz y amor.[2]
¿Y cómo no podremos experimentar la verdadera misericordia, la verdadera paz y el verdadero amor habiendo recibido una salvación tan grande y completa de nuestro redentor?
¿Seremos tan egoístas en disfrutar solos de estas enormes bendiciones y no haremos nada por ayudar al resto de creyentes y personas que caen presas de los estafadores religiosos que hacen mercadería con la fe cristiana?
Aplicaciones:
- Amado hermano en la fe, nuestra primera responsabilidad como contendores de la fe consiste en someternos en todo al autor de nuestra salvación. Llevemos ante él todo nuestro ser y ofrezcámosle nuestra vida como una ofrenda, digámosle hoy y siempre, yo soy tu siervo, estoy dispuesto a perder mi vida con el fin de ganarla. Dejémonos de amarnos tanto y de preocuparnos tanto por nuestro bienestar mundano, y amemos mas al Señor y dueño de nuestras vidas, a aquel que nos compró con sangre preciosa para darnos vida eterna.
-   Si no sientes preocupación por aquellas personas que están siendo víctimas de los falsos maestros o falsos pastores o falsos apóstoles, entonces recuerda lo que eres en Cristo, recuerda el llamamiento santo que recibiste del Señor, recuerda el eterno e inmenso amor que ha cubierto todo tu ser, recuerda cómo el Señor intercede por ti, garantizándote una salvación eterna. ¿No te compadeces de las personas que viven en temor constante porque las falsas doctrinas les han llevado a confiar en sus buenas obras, en sus siembras económicas, en sus pactos terrenos?
- Iniciemos esta contienda por la doctrina bíblica reconociendo y viviendo lo que somos en Cristo, gozándonos en estas grandes verdades, alimentando en nosotros la misericordia, la paz y el amor, luego estaremos tan henchidos de estos gozos espirituales que nos será imposible retenerlos y entonces seremos movidos a compartirlo con otros hombres y mujeres que, así como nosotros un día, no conocíamos verdaderamente la abundante gracia del Evangelio de Cristo.
- Apreciado amigo que aún no conoces a Jesús como tu salvador y Señor, no te quedes tranquilo en tu miseria espiritual, para ti también hay esperanza de gozar y disfrutar de este llamamiento santo, de este amor abundante y de este cuidado seguro, acude hoy al Salvador y suplícale tenga misericordia de ti, concediéndote el don de la fe para que puedas ver tu estado de rebeldía contra del Dios santo, y que te conceda mirar a la cruz del calvario, mirar la sangre del Hijo de Dios que es derramada para dar perdón y seguridad de salvación a todo el que acude con fe a ella.





[1] Kistemaker, Simón. 1 y 2 de Pedro y Judas. Desafío. Página 419
[2] La expresión “multiplicados” hace referencia a la abundancia. 

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