sábado, 7 de febrero de 2015

¿Porqué Jesús le dice a Maria Magdalena que no lo toque, después de su resurrección? Juan 20:17


Saludos pastor. Mi nombre es Jorge, soy de Sahagún y por la gracia y misericordia del Señor , después de 4 años de estar involucrado en el evangelio arminiano y superficial , el Señor me trajo a la reforma , lo cual le agradezco enteramente. Estoy en la iglesia Bautista, cuyo pastor es Luis Esteban, que usted conoce . Le escribo porque he estado investigando algo , y es sobre Juan 20:17 , cuando el Señor ya resucitado le dice a María Magdalena ´´no me toques´´ y en lo que he leído dice que la palabra allí usada es ´´no me retengas´´ , pues el debía ascender al cielo , ya que ese era su lugar . Por tanto , me gustaría saber que respuesta tiene usted y si la que le mencioné anteriormente puede ser válida. Bendiciones y muchas gracias.


Gracias por enviarnos su pregunta.

El pasaje en mención dice: “Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.  Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).  Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:15-17).

Juan nos narra aquí una de las apariciones de Cristo luego de su resurrección. María Magdalena, como el resto de los discípulos, no había comprendido que el Mesías debía morir, pero también resucitar. Ella estaba muy triste y lloraba intensamente porque no había podido preparar el cuerpo muerto de Jesús (como era la costumbre en Israel), y ahora que había llevado todos los ingredientes para darle una sepultura digna no encuentra el cuerpo. Está realmente afligida. Pero esa tristeza cambia en un profundo e inimaginable gozo cuando escucha la voz de su maestro (Raboni) y puede verlo, ya no muerto, sino vivo. Entonces pudo aceptar y comprender las palabras que el Salvador había dicho a sus discípulos, en el sentido de que Él resucitaría de entre los muertos.
El gozo de ver a su maestro vivo recobra la esperanza de tenerlo para siempre entre ellos, ministrando y enseñando por las calles de Palestina, tal y como lo había hecho durante los tres años previos.
María toca al maestro aferrándose a él para no perderlo nunca más; es por esta razón que Jesús le dice: “Deja de asirte de mí, porque aún no he subido al Padre[1]. Indudablemente Jesús no está prohibiendo que lo toque, pues, él mismo le pide a Tomás que toque sus manos y su costado. En Mateo 28:9 se nos dice que las mujeres “abrazaron sus pies y le adoraron”.
Jesús quiere decirle a María que él ya no estará con ellos de la misma manera como lo había estado en Palestina; ahora él debía subir al Padre, donde recibiría el cetro de su Reinado universal sobre la iglesia y el mundo. Él ya no estaría con ellos físicamente, en un lugar geográfico determinado, sino que estaría con ellos de otra manera, a través del Espíritu Santo en cada creyente, en cada iglesia. A ella le convenía que Jesús ascendiera al Padre, pues, así, él podrá estar con ella y con todos los discípulos en todo el mundo todo el tiempo.



[1] Hendriksen, William. El Evangelio Según San Juan. Pág. 731

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