martes, 7 de enero de 2014

Seminarios Intensivos para Pastores y Líderes. Colombia 2014

SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO SRL
(anteriormente: Academia Ministerial la Gracia de Dios)
CALENDARIO DE SEMINARIOS INTENSIVOS PARA PASTORES Y LÍDERES CRISTIANOS. MEDELLÍN 2014




Ø  Introducción al Antiguo Testamento. Con el profesor Daniel Hoffman (Master en Divinidad del Reformed Theological Seminary RTS). Enero 27 a Enero 31 de 2014.
Ø  Cristo: Los pactos divinos. Con el profesor y pastor Dr. Don Galardi (Teólogo y pastor en Owosso, Michigan). Febrero 17 al 21 de 2014.
Ø  Escatología. Con el Dr. Samuel Waldrom (Pastor, teólogo y profesor bautista). Febrero 24 al 28 de 2014.
Ø  Estudios en 2 Corintios. Con el pastor Harry Stolicker. (Pastor y profesor bautista). Marzo 4 al 8 de 2014
Ø  Consejería pastoral. Con el Dr. Rick Jensen. Abril 21 al 25 de 2014
Ø  Doctrina de la Salvación. Con el Dr. Rick Piatt. Junio de 2014 (está por confirmar la semana).
Ø  Teología pastoral. Con el Dr. Thomas Ascol. Julio 7 al 11 de 2014

INSCRIPCIONES: Los pastores y líderes interesados en asistir a todos o cualquiera de los seminarios intensivos deben inscribirse previamente con el hermano Edwin Benjumea en el email: benjumeah88@hotmail.com o al celular 3014269838, o con la secretaria, Clara Agudelo, en el fijo (4) 232 7182.
La inscripción es totalmente GRATUITA e incluye: asistencia a todas las sesiones de conferencias, hospedaje en el campus y alimentación. Cualquier otro gasto será asumido por el asistente.

No olvide que estos seminarios son para Varones.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Seminario Intensivo: Introducción al Nuevo Testamento

Introducción al Nuevo Testamento
Seminario Intensivo para pastores y líderes cristianos
Con el pastor y conferencista:
Dr. James Bears
Dr. En Ministerio del Westminster Theological Seminary



Fecha y Lugar:
Campus de la Academia Ministerial la Gracia de Dios, finca en Santa Elena, Medellín. Inicia el Lunes 9 de Diciembre hasta el viernes 13 de Diciembre a las 4:00 p.m.

¿Quiénes pueden asistir?
Varones pastores o líderes de iglesias cristianas.

Costos e inscripciones:
El Seminario es totalmente gratuito, incluye: conferencias, hospedaje en el campus o finca (por los 5 días) y alimentación. El varón inscrito debe costear su propio transporte hasta la finca y desde ella hasta su lugar de residencia.
Pueden inscribirse escribiendo al email del director administrativo, hermano Edwin Benjumea:benjumeah88@hotmail.com o pueden llamarle al celular 301 4269838

Muy importante: En la finca solo se pueden hospedar hasta 36 hermanos, por lo tanto, los hermanos que se inscriban luego de llenarse el cupo deberán pagar su propio hospedaje en un hotel de Medellín, y todos los días deberán transportarse desde el hotel hasta la finca y viceversa.  

INVITAN:
Iglesia Bautista la Gracia de Dios
Academia Ministerial la Gracia de Dios
Gospel Trough Colombia GTC


www.caractercristiano.org



jueves, 24 de octubre de 2013

El Reino Inconmovible de Cristo ¿Qué es el Reino de Dios?

El Reino Inconmovible de Cristo
Hebreos 12:27-28
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia

Este es un estudio bíblico adaptado de Arthur Pink por Julio C. Benítez. Iglesia Bautista Reformada "La Gracia de Dios" Medellín, Colombia. www.caractercristiano.org

El gran propósito de Dios en la Divina encarnación fue el establecimiento del Reino de Cristo, pero antes de que pudiera ser debidamente establecido se tenía que dar un fuerte temblor con el fin de que las sombras del judaísmo dieran lugar a la sustancia.
La aparición del Mesías hizo necesaria la total disolución de toda la economía judaica: Las instituciones levíticas fueron cumplidas en Cristo, ellas habían alcanzado su propósito, lo cual fue solemnemente representado por el velo rasgado en el templo, y 40 años más tarde por la total destrucción del templo. No obstante, era difícil convencer a los Hebreos cristianos que ese era el caso, y, por lo tanto, el autor acudió al argumento que dio en el 12:18-24 y a la exhortación que dio en el verso 26, citando como prueba un texto de sus propias Escrituras Antiguas.
Las palabras de Hageo, cuando dice que el Señor hará temblar “los cielos y la tierra”, se refieren, como hemos visto, no a las estrellas del cielo o los planetas del cosmos, sino a la constitución judaica bajo la Ley ceremonial – llamándole “los cielos” porque ellas eran tipo de cosas celestiales.
En última instancia, Dios “haría temblar” y eliminaría todos los dominios, tronos y poderes que se oponían al Reino de Cristo – como él hizo más adelante, por ejemplo, con el imperio romano.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible”. El propósito del Espíritu Santo en este pasaje era incrementar la estima de los hebreos cristianos por la excelencia y la supremacía del Reino de Cristo, el cual ha sido “traído a la luz” por Su santo Evangelio, y del cual los creyentes han recibido el derecho y la seguridad, pues, estas sacudidas o temblores que se dieron, tuvieron el propósito de dar lugar al Reino de Cristo.

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El autor insiste en que estas “sacudidas” de Dios tuvieron como propósito “remover” lo que dificultaba la manifestación y desarrollo del Reino de Cristo. Esto es una prueba adicional de que la profecía de Hageo no apuntaba hacia la convulsión universal de la naturaleza en el día final, sino a algo que ya tuvo cumplimiento: Los creyentes ahora obtienen el fruto de esa “agitación”, porque ellos reciben, ahora, el reino inconmovible, es decir, el Reino de Cristo que no puede ser movido.
Pero la profecía de Hageo no sólo anunció la superioridad del Cristianismo sobre el judaísmo, sino que dio a entender claramente el sentido último y completo de la dispensación cristiana. Esto es evidente en las palabras de Hebreos 12:27 “Y esta frase: Aún una vez”. Según la interpretación de algunos dispensacionalistas el autor debió haber dicho: “Aún dos veces más”, porque ellos piensan que así como la dispensación Mosaíca fue seguida por el cristianismo, también esta será sucedida por un revivido y glorioso judaísmo en el “milenio”. Sin embargo, “Aún una vez” significa eso, una vez más y después de eso, nada.
El cristianismo es la última cosa que Dios tiene para esta tierra. El último gran cambio dispensacional se hizo cuando el Señor dio el Evangelio al mundo, por eso Pedro pudo decir: “Más el fin de todas las cosas se acerca” (1 P. 4:7), porque Dios ha hablado su última palabra a la humanidad. También Juan dijo: “Hijitos, ya es el último tiempo” (1 J. 2:18), lo cual muestra que no es cierto que otra dispensación deba seguir a la actual.
Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles” (v. 27). Aquí el autor explica la declaración de Hageo “De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra…” (compare con el “ahora” de Heb. 12:26).
Cuando el autor se refiere a las cosas “sacudidas y removidas” como “cosas hechas” estaba lejos del propósito de adicionar una mera y superflua declaración; él vuelve a insistir en el contraste que ha estado presentando.
La frase “como cosas hechas” es elíptica, porque necesita, para su completo sentido, que se le añada la frase “hechas por manos”. Todas las cosas relacionadas con el judaísmo fueron hechas por manos humanas; incluso, las tablas de piedra donde Dios escribió los Diez mandamientos, fueron “labradas” por Moisés (Éx. 34:1). Además, el tabernáculo, y todas las cosas dentro de él, debió ser “hecho” conforme al “modelo” que Dios le mostró (Éx. 25:8-9). En agudo y bendito contraste, las cosas inmateriales y espirituales del cristianismo, dice Pablo, “no son hechas de manos” (2 Cor. 5:1; Col. 2:11).
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia”. Aquí el autor presenta una inferencia de lo que había dicho sobre la agitación y remoción del judaísmo y el establecimiento del cristianismo. En primer lugar, aquí se dice que los cristianos hemos entrado a un gran privilegio, es decir, ahora estamos bajo el gobierno espiritual de Jesucristo – a quien Dios ha ungido y establecido como Rey sobre Su santo monte de Sión (Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte Sal. 2:6), aquí llamado “un reino”. En segundo lugar, el carácter esencial de este reino, a diferencia de todos los demás, es inamovible, es eterno y permanente. En tercer lugar, la forma en la cual participan los creyentes de este beneficio es “recibiendo”. “Este reino es, entonces, el gobierno de Cristo en y sobre la Iglesia, lo cual el Apóstol ha demostrado es más excelente que el de la Ley” (Owen). Este reino es el que ahora vamos a considerar.
Al comienzo de la historia humana el Reino de Dios fue manifestado en esta tierra, por lo que no había necesidad de orar “venga tu Reino”. El Reino de Dios fue establecido en Edén, y todas las bendiciones que fluyen de la sujeción a su dominio fueron entonces disfrutadas. La supremacía de Dios fue reconocida gustosa y espontáneamente por todas sus criaturas. Pero el pecado entró, y se produjo un cambio radical. El hombre rechazó el reinado de Dios. Al transgredir sus mandamientos, Adán rechazó su Soberanía. De este modo, al hacer caso a las sugerencias de la serpiente, el reino de Satanás se estableció en este mundo (Mt. 12:26).
Desde la Caída ha habido dos imperios trabajando en esta tierra: “El mundo” y el “Reino de Dios”. Los que forman parte del primero, no le pertenecen a Dios, y los que pertenecen al segundo, profesan sujeción a él.
En tiempos del Antiguo Testamento, la teocracia israelita fue la esfera particular del Reino de Dios sobre la tierra, el dominio donde su autoridad fue manifestada en una forma especial (Jue. 8:23; 1 Sam. 12:12; Oseas 13:9, 10; etc.) Pero la sujeción a él, incluso allí, era, de parte de la nación como un conjunto, parcial y breve. Vino muy pronto el tiempo cuando Jehová tuvo que decir a su siervo: “… por que no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:7). Entonces Dios señaló a reyes humanos en Israel como sus representantes. Mientras el pacto sinaítico continuó en vigor Jehová se mantuvo como su Rey (Éx. 19:6) – Él fue el rey que “hizo fiestas de bodas para su hijo” (Mt. 22:2). Aunque Saúl, David y sus sucesores dañaron el carácter real, y por lo tanto, en parte fue oscurecido el gobierno divino, el reinado de Dios no fue abolido (2 Cro. 13:8). El trono en el que Salomón se sentó fue llamado “El trono del reino de Jehová” (1 Cr. 28:5).
A través de los profetas de Israel Dios anunció que vendría una manifestación más gloriosa de su gobierno que el que habían visto sus padres en la antigüedad, y prometió que Su dominio tomaría una forma más espiritual en el establecimiento del Reino mesiánico. Esto se convirtió en el gran tema de las predicciones posteriores en el Antiguo Testamento.
La naturaleza y el carácter del Reino por venir fue representado bajo las figuras y formas de aquellas cosas materiales con las cuales la gente estaba familiarizada y por aquellos objetos que eran venerados en el judaísmo.
La creación del reino espiritual e inamovible de Cristo fue el tema y objetivo de todo lo que los profetas declararon (Ver Lc. 1:69, 70; y cf. Daniel 2:24: “Y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio” (Lc. 1:69, 70) “Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido” (Dan. 2:44)). “Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo (es decir, el mundo venidero de Heb. 2:5, el nuevo mundo traído por Cristo), y no se moverá” (Sal. 93:1), este pasaje es paralelo a Hebreos 12:28 “recibiendo nosotros un reino inconmovible”.
Pero, aunque fue claramente revelado a través de los profetas que el Señor Mesías sería un Rey con un imperio universal, la mayor parte de los descendientes naturales de Abraham se entretuvieron con una concepción errónea de la aparición de Cristo y de la verdadera naturaleza de Su reino; y este error produjo la más perniciosa influencia sobre sus temperamentos y conductas cuando se dio Su primera venida a esta tierra.
El sentido en el que ellos miraban a las profecías mesiánicas halagaba su orgullo y fomentaba su carnalidad. Ignoraban sus necesidades espirituales y se hinchaban con una falsa persuasión de que Dios estaba muy interesado en sus peculiares intereses terrenos por ser descendientes carnales de Abraham (Jn. 8:39, 41). De allí que la vida humilde, la santa enseñanza y los santos reclamos del Señor Jesús fueron amargamente rechazados por ellos (Juan 8:48, 59; Lc. 19:14).
Aunque Dios había hecho muchos anuncios a través de los profetas de Israel que el Mesías ocuparía el oficio real, Dios dio indicios claros de que él sería  muy diferente a los monarcas de la tierra (Is. 53:2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos).
Aunque el dominio y reinado del Mesías había sido descrito a través de símbolos materiales, se había dejado claridad que su reino no sería de este mundo. Zacarías predijo: “He aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zac. 9:9). Cuán diferente fue el esplendor que asumieron los soberanos de la tierra. Qué contraste entre su asno y los magníficos carros reales. La pobreza que caracterizó el aspecto real de Cristo era una evidencia de que su reino no sería temporal. El creador del cielo y tierra, el Señor de los ángeles, desdeñaba las cosas que son altamente estimadas por los hombres.
El error fatal de los judíos en la comprensión de la verdadera naturaleza del reino del Mesías, fue la principal base sobre la cual lo rechazaron y trataron, lo cual se convirtió en su ruina final. Cuánto debemos, entonces, buscar en oración tener una correcta visión del Reino de Cristo y resistir todo lo que tiende a secularizar su santo dominio, no sea que por corromper la economía evangélica, deshonrando así al bendito redentor, finalmente seamos castigados como los enemigos de su gobierno.
La principal causa de la infidelidad de los judíos fue su noción errónea de un reino temporal del Mesías, de la misma manera, la fuente principal para la corrupción del cristianismo ha sido el intento hecho por Roma y sus hijas (y ahora por el neo-carismatismo) de convertir el reino espiritual de Cristo en uno temporal, por medio de la unión de la Iglesia y el Estado, tratando de extender el Reino de Cristo por medios terrenales.
En el evangelio hay una palabra muy significativa después de narrar la entrada real del Señor a Jerusalén sentado sobre el lomo de un pollino: “Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho” (Juan 12:16). Tan prejuiciados estaban los apóstoles por la enseñanza errónea de los fariseos, que ellos no entendieron correctamente la naturaleza del reino de Cristo hasta su Ascensión. Ellos también buscaban un reino material, esperando que apareciera en pompa y gloria externa, y por lo tanto, estaban lejos de aprehender las Escrituras que hablaban del Reino de Cristo como de una apariencia pobre y humilde. Bien dijo Matthew Henry: “La correcta comprensión de la naturaleza espiritual del Reino de Cristo, de sus poderes, glorias y victorias, fue impedida por nuestra mala interpretación  y la aplicación errónea de lo que la Escritura habla sobre el tema”.
¡Ay! Cuán ciegos son todavía los hombres en cuanto a lo que constituye la gloria verdadera del Reino de Cristo, es decir, que este es espiritual, que avanza por medios espirituales, por personas espirituales y con fines espirituales. El reino de Cristo es: “Para someter corazones, no para conquistar reinos; para otorgar las riquezas de Su gracia a los pobres y miserables pecadores, y no como Salomón, para acumular oro, plata y piedras preciosas; para salvar hasta lo sumo a todos los que vienen a Dios por él, y no para propagar la ruina y desolación sobre innumerables provincias (como hicieron César, Carlomagno, Napoleón A. W. P.); para estar rodeado con un ejército de mártires, no con un ejército de soldados; para tener una corte donde los indigentes y los que no son príncipes son libremente bienvenidos” (J. C. Philpot). Solo aquellos que han sido bendecidos con el verdadero discernimiento espiritual serán capaces de percibir en qué consisten los reales honores y glorias del Cordero.
El Rey mediador debe tener necesariamente un reino, incluso en su nacimiento fue proclamado como “Cristo el Señor” (Lc. 2:11); y la primera investigación que hicieron de él fue “¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido?” (Mt. 2:2).
El reinado de Cristo y su reino se derivan de una causa doble: Primero, su soberanía como Dios es esencial a su naturaleza divina siendo: no derivada, absoluta, eterna e inmutable. Segundo, su soberanía como mediador es derivada, siendo dada a él por el Padre como recompensa por su obediencia y sus sufrimientos. Esto tiene dos aspectos distintos: Primero, en su aplicación más amplia y general abarca todo el universo. Segundo, en su administración más estrecha y específica se limita a la iglesia, la elección de gracia.
Además de estas distinciones, es importante resaltar que Cristo nunca afirmó que el establecimiento de su reino en esta tierra dependió de la actitud que tuvieran los judíos hacia él; no, el eterno propósito de Dios nunca quedó supeditado a la conducta de los gusanos de la tierra.
“Cuando los judíos rechazaron a Jesús como el Mesías, él no dijo que la fundación del Reino quedaba pospuesta hasta Su segunda venida, más dijo que el Reino sería quitado de ellos y dado a los gentiles” (W. Masselink, Why the Thousand Years?). “Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a vuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mt. 21:42, 43).
Por otra parte, todos los pasajes en las epístolas hablan del Reino de Cristo como una realidad presente, los cuales refutan la teoría de que Su reino ha sido pospuesto hasta su segunda venida: “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col. 1:13). “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos…” (Ap. 1:9) – El reino de Cristo existía en los días de Juan, y él estaba en él. Cristo es ahora “El soberano de los reyes de la tierra” (Ap. 1:5), y ya ha sido “coronado de gloria y de honra” (Heb. 2:9).
Como consecuencia de la entrada del pecado, Dios ha establecido un reino en antagonismo con el reino de Satanás. Este es esencialmente diferente de los reinos del mundo en su origen, naturaleza, fin, método de avance y permanencia. Es esencialmente un reino de justicia, y su principio fundamental es la lealtad del corazón de sus súbditos al Rey mismo. No es una democracia, sino una absoluta monarquía. La agencia especial para la extensión de este reino son las iglesias de Cristo bíblicamente constituidas con su ministerio regular de predicación.
Por sus operaciones providenciales el Señor Jesús está trabajando en cada esfera y está causando todos los movimientos históricos de pueblos y naciones, civilizadas en incivilizadas, para promover sus intereses y avanzar su crecimiento, aunque mientras se dan tales movimientos, estos quedan ocultos a los sentidos carnales.
La consumación de este reino se dará cuando regrese el Rey, quien recompensará a sus siervos y destruirá a todos sus enemigos.
“Sólo hay un reino o imperio espiritual en el cual Cristo reina para siempre, y que al final será eternamente glorioso en la perfecta gloria de Su rey; sin embargo, en las Escrituras hay tres nombres distintos que se usan para exponer las virtudes y la bendición de ese reino en varios aspectos, a saber, el Reino, la Iglesia y la Ciudad de Dios” (A. A. Hodge).
De los tres términos, la palabra “Reino” es el más flexible, y tiene una gama amplia de usos en el Nuevo Testamento. Designa, en primer lugar, una esfera de gobierno, un reino sobre el cual el gobierno de Cristo se extiende. Significa, en segundo lugar, un reinado o el ejercicio de la autoridad real. Denota, en tercer lugar, los beneficios o bendiciones que resultan del benevolente ejercicio de la regia autoridad de Cristo. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida – el reino de Cristo no se expresa en esta clase de actividades – sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” – estas son las características de Su reino (Ro. 14:17).
Que el reino de Cristo es de un carácter y de una naturaleza totalmente diferente de los reinos de este mundo se desprende de lo que él mismo enseñó: “Más Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:42-45). Y otra vez dice: “Respondió Jesús: Mi reino noes de este mundo” (Juan 18:36). Observen que él no dijo: “Mi reino no está en este mundo”, sino, “no es de este mundo”. No es una cosa provincial, no es una institución política, no se rige por consideraciones territoriales o materiales, ni es gobernado por políticas carnales, no está compuesto por sujetos no regenerados, ni busca un engrandecimiento mundano. Este es puramente un régimen espiritual, regulado por la Verdad. Esto se deja ver por los medios que él usó en su fundación y sus recursos para su apoyo y ampliación – no la fuerza física, sino la puerta de la gracia.
Algunos hombres que les gusta elaborar innumerables distinciones y contrastes con la excusa de “trazar bien la palabra de Verdad”, establecen una diferencia entre el Reino de Dios y el Reino de Cristo. Pero esto es claramente refutado por el apóstol Pablo cuando dice: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Ef. 5:5), y Juan dice: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Ap. 11:15 cf. 12:10).
Su naturaleza espiritual se deja ver claramente en la declaración de Jehová: “Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1 Sam. 8:7). Su trono y su cetro no eran visibles; de igual manera, cuando los judíos dijeron de Jesús: “no queremos que este reine sobre nosotros” (Lc. 19:14), dieron a entender que no estaban dispuestos a entregar sus corazones a su influencia moral. Así también, cuando Pablo dijo: “Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1 Cor. 4:19-20), él obviamente quería decir: el poder espiritual del reino será experimentado en los corazones.
El reinado de Cristo tiene una doble aplicación: Primero, Él sostiene la relación de un soberano misericordioso con su pueblo redimido, gobernando en amor, sosteniendo sus intereses, supliendo sus necesidades, restringiendo a sus enemigos, capacitándoles por Su servicio ahora y por la gloria que les aguarda en el cielo.
Segundo, Él es el gobernador moral sobre el mundo; y aunque ellos son inconscientes de sus operaciones, todos los hombres son controlados por él, y sus maquinaciones y acciones son dirigidas para que cumplan Sus propios fines. Incluso, las potestades de la tierra son obligadas por su voluntad secreta: “Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia” (Prov. 8:15). “Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová” (Prov. 21:1). Su gobierno sobre el mundo, si, sobre el universo entero, es administrado por una serie de medios sabiamente adaptados, equipados y dirigidos por él.
Es importante reconocer este doble alcance del reinado de Cristo. Al Padre él le dijo: “Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste” (Juan 17:2). El Reino de Cristo como algo interno y espiritual es propio de los elegidos; pero su reino, como algo judicial y externo es universal. Las dos cosas son diferenciadas en el Salmo 2: “Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo monte” (v. 6) y “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra” (v. 8).
Cristo no es solamente “Rey de los santos” (Ap. 15:3), sino también, “Rey de las naciones” (Jer. 10:7). Él reina sobre toda la humanidad, y sobre todos aquellos que no se someten a Él como Redentor, los cuales estarán frente a él como Juez. “Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás” (Sal. 2:9).
Ahora bien, el Reino de Cristo, considerado en sus aspectos espiritual e interno, dice nuestro autor, es “recibido” por los creyentes, esto es, ellos participan de sus privilegios y bendiciones.
Como el Reino de Cristo no es de este mundo, sino “celestial” (2 Tim. 4:18), entonces, sus sujetos no son de este mundo, sino celestiales. Desde el lado divino, ellos entran a través de la vivificación del Espíritu, porque, “el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Desde el lado humano, ellos entran cuando arrojan las armas de su rebelión y toman el yugo de Cristo sobre ellos, porque “si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Juan 18:3).
Fue cuando trasladamos nuestra lealtad de Satanás a Cristo, que pudimos decir: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col. 1:13). Aquellos que han recibido el Evangelio con un corazón honesto han sido admitidos y han sido hechos participantes del Reino de Cristo.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible”. Definamos qué es lo que hemos recibido nosotros. Recordemos el significado triple de la palabra “reino”. En primer lugar, significa que somos admitidos en el ámbito o esfera donde Cristo es propietario como Supremo. En segundo lugar, significa que nos hemos rendido al reinado o cetro de Cristo, para que él gobierne sobre nuestros corazones y vidas. En tercer lugar, significa que ahora participamos de las bendiciones del gobierno de Cristo.
La palabra “recibiendo” significa que obtenemos este reino de otro: “Y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria” (1 Tes. 2:12). “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? (Sant. 2:5). “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mt. 25:34).

Al afirmar que se trata de un reino “que no se puede mover”, el autor enfatiza una vez más la gran superioridad del cristianismo sobre el judaísmo, y también muestra que el Reino de Cristo es diferente a todos los reinos en la tierra, los cuales están sujetos a convulsiones y conmociones. Este “reino inconmovible” no es más que otro nombre para las “cosas inconmovibles” que “permanecen” del versículo 27. Este reino es la sustancia y realidad de lo que fue tipificado en la economía mosaica. “Hemos recibido un reino que no será movido, ni da lugar a una nueva dispensación. El canon de la Escritura es ahora completo, el Espíritu de la profecía ha cesado, el misterio de Dios ha sido consumado. Él ha puesto su última mano sobre esto.” (Matthew Henry).

sábado, 19 de octubre de 2013

Culto de la Reforma en Medellín

CULTO DE LA REFORMA
Celebrando 496 años de la Reforma Protestante




“El 31 de Octubre de 1517 el Dios Todopoderoso usó a un humilde monje, Martín Lutero, para que iniciara un poderoso movimiento que luego se convertiría en el Avivamiento de la Reforma evangélica, trayendo a la iglesias a los principios fundamentales de la fe cristiana:

ü  Solo Escritura
ü  Sola fe
ü  Solo Cristo
ü  Sola Gracia
ü  Solo para la Gloria de Dios

TE INTIVAMOS
para que celebres con nosotros los grandes hechos de Dios en la historia de la iglesia, a través de un culto de adoración conjunto.

FECHA Y LUGAR:
Domingo 27 de Octubre a las 5:00 p.m.
Iglesia Evangélica Bautista de Itaguí.
Calle 50 No. 52-64 ITAGUÍ
(frente a la estación de Gasolina del Carrefour de Itaguí, a dos cuadras del parque principal de Itaguí)

ENTRADA GRATUITA

Invitan:
Ø  Iglesia Evangélica Bautista de Itaguí
Ø  Iglesia Bíblica Reformada “Fortaleza de la Verdad” de Aranjuez
Ø  Iglesia Bautista Reformada “La Gracia de Dios” de Medellín
Ø  Iglesia Bautista Local Bíblico Reformado de Bello
Ø  Iglesia Bíblica Ríos de Gracia, norte de Medellín
Ø  Iglesia Bautista Evangélica de Hispania
Ø  Iglesia Bíblica de Barbosa – Ant.

Ø  Iglesia Bautista Reformada Sublime Gracia de Itaguí

jueves, 10 de octubre de 2013

Libro "Historia de las Iglesias Bautistas Reformadas en Colombia", por Sugel Michelén y Julio C. Benítez

LIBRO: HISTORIA DE LAS IGLESIAS BAUTISTAS REFORMADAS EN COLOMBIA

Sugel Michelén y Julio C. Benítez


Para adquirir el libro pueden solicitar información a la hermana Clara Agudelo en el email: ibreformado77@gmail.com
Hace 20 años, en Colombia prácticamente la fe reformada o calvinista era desconocida. Algunas iglesias presbiterianas y pequeñas comunidades bautistas reformadas hacían ingentes esfuerzos por evangelizar y cultivar la fe que caracterizó a nuestros antepasados reformadores evangélicos, especialmente en la ciudad de Bogotá. El movimiento carismático prácticamente había invadido todo el horizonte evangélico del país, a tal punto que denominaciones o iglesias conservadoras, que décadas atrás se identificaban con algunas doctrinas históricas y mantenían un culto solemne, cedieron ante la presión de nuevas generaciones amantes de una adoración centrada en las emociones, la música y una doctrina pluralista.
Las falsas doctrinas de la guerra espiritual, la sanidad interior, las danzas como instrumento “profético”, el movimiento apostólico, el avance del feminismo a favor de la ordenación de mujeres al ministerio, el evangelio de la prosperidad, la palabra de fe, entre otras; avanzaron imparables en su influencia perversa sobre buena parte de las iglesias evangélicas, denominaciones históricas y las asociaciones de pastores.
En medio de este escenario evangélico de confusión doctrinal, antropocentrismo, feminismo y liberalismo, al Señor le plació enviar un despertar hacia las doctrinas bíblicas de la gracia, el regreso a la supremacía de las Escrituras y una forma de culto que le honre, centrado en Dios y no en el hombre. Este movimiento empezó lento, a través del trabajo de unos pocos misioneros americanos, pero en la última década ha tomado una fuerza tal, que prácticamente en todas las principales ciudades de Colombia hay un testimonio reformado, ya sea desde el lado presbiteriano o desde el lado bautista.
En el presente libro, trataremos de recoger los eventos y hechos más importantes que han marcado la corta pero poderosa historia del movimiento bautista reformado en Colombia. No se trata de un recuento minucioso, pues, se requeriría un proceso de largos años de investigación, no obstante, queremos con este minúsculo y modesto aporte presentar nuestra gloriosa historia, con el fin de afirmar la identidad bautista reformada en las nuevas iglesias que están adoptando nuestra confesión de fe; y también buscamos estimular a las iglesias ya constituidas para que no cejen en su labor evangelizadora y misionera, extendiendo la doctrina reformada en todo lugar.
El primer capítulo de este libro fue escrito por el hermano Sugel Michelén, en el cual se analiza el asunto de la sucesión histórica de los bautistas desde la época apostólica. También se discute si hay o no relación entre los bautistas y el movimiento anabaptista europeo.
En el capítulo segundo, también escrito por el pastor Sugel Michelén, se fundamenta la relación que existe entre el movimiento puritano en Inglaterra y el surgimiento de las iglesias bautistas particulares (calvinistas). La reforma en Inglaterra estuvo supeditada a los constantes cambios de sus gobernantes, pero, el movimiento puritano dentro de la Iglesia Anglicana impulsó reformas duraderas, lo cual significó la salida de muchos clérigos y feligreses de esta iglesia nacional para constituirse en las Iglesias presbiterianas, bautistas y congregacionalistas.
El capítulo tercero, también escrito por el pastor Sugel, abarca la historia bautista en Inglaterra durante el siglo XVII. Se habla del inicio de los bautistas particulares (calvinistas) y los generales (arminianos), las primeras confesiones de fe de los bautistas calvinistas y el avance de dicha fe en el país nord-europeo.
El capítulo cuarto, escrito por Julio César Benítez,  aborda el tema de los distintivos o marcas características de las iglesias bautistas reformadas. Se analiza el uso del nombre “reformado”, la confesionalidad de estas iglesias, y sus doctrinas fundamentales.
El capítulo quinto, también escrito por Julio C. Benítez, se hace un recorrido histórico a través de la introducción y establecimiento de las primeras comunidades bautistas reformadas en Bogotá y Curití, haciendo una corta mención de la llegada de bautistas puritanos a las islas de San Andrés y Providencia en el siglo XVII.
En el capítulo sexto, el hermano Benítez presenta a algunas instituciones que han servido de soporte o ayuda para la expansión de la fe reformada en Colombia: Seminarios, institutos y editoriales.
En el capítulo séptimo, escrito por Julio C. Benítez se hace una breve presentación de la expansión de la fe bautista reformada en las principales ciudades de Colombia y algunas regiones donde actualmente hay iglesias establecidas.
En la conclusión se hace una evaluación del avance reformado en Colombia, problemas surgidos, retos por enfrentar, y la necesidad de forjar una identidad bautista reformada estable que no sucumba ante los movimientos contemporáneos que permean a las iglesias reformadas en USA y Europa, pero que chocan contra la fe y práctica que históricamente hemos recibido.

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lunes, 7 de octubre de 2013

¿Paidoismo o Credoismo? ¿Paidobautismo o Bautismo de creyentes? El bautismo de sólo creyentes y la teología del pacto

¿PAIDOISMO O CREDOISMO?
Un Argumento del Bautista Reformado para el Bautismo del Creyente con base en la Teología del Pacto
Por el  Pastor Richard C. Barcellos




INTRODUCCIÓN
Los cristianos dentro de la tradición de La Reforma son dolorosamente conscientes de la división doctrinal sobre muchos temas. Hay varias posiciones en cuanto a la Ley de Dios y su aplicabilidad a los cristianos. En el amplio campo de la escatología, allí se encuentra al cristiano reformado con sus diferentes posiciones. El gobierno de la Iglesia es otra área, en la que los creyentes bajo la cobertura Reformada, a menudo difieren entre sí. Uno de los temas más candentes de debate entre los que se adhieren a la Teología Reformada, hablando en términos generales, se refiere al tema del bautismo. Los participantes de cada lado del debate calibran y refinan sus argumentos que servirán en su defensa.  Algunos irán tan lejos como para decir que si usted no cree en el bautismo de los niños de creyentes no puede ser Reformado. Estos que sostienen esta posición, dirán que es imposible considerar la Teología del Pacto y no adherirse al bautismo infantil. En la comprensión que ellos tienen de esto, los argumentos que surgen a favor del bautismo de infantes parten exclusivamente de una perspectiva bíblica de los pactos que excluye automáticamente cualquier entendimiento de la Teología del Pacto que no sea paidobautista. Hermanos que sostienen este punto de vista, a menudo, categorizan a todos los que no son Paidobautistas como Dispensacionalistas o, a lo menos, como Dispensacionalistas incipientes. ¿Es esta caracterización precisa y es este punto de vista sobre la Teología del Pacto la única opinión en el campo teológico que vale la pena escuchar? Es triste decirlo, pero muchos en nuestro tiempo y a través de la historia dirían que sí. Es hora de que esto termine.

Cuando utilizo las palabras Teología del Pacto, quiero decir que el enfoque de su comprensión en las Escrituras está centrado en torno al desarrollo de los diversos pactos dentro de la historia de la Redención. Este enfoque de las Escrituras toma en cuenta los pactos históricos de forma individual y trata de unirlos en un todo sistemático. Históricamente, la Teología del Pacto ha sido reconocida como la fuente del bautismo de infantes. El presente ensayo buscará que una adecuada comprensión de la naturaleza progresiva de los pactos bíblicos y la sustitución del Antiguo Pacto por el Nuevo Pacto, objete seriamente la historicidad Teológica del Pacto, sin el riesgo de conllevar a un Dispensacionalismo o al Antinomianismo.

Este ensayo buscará diferir sobre la afirmación anterior de que es imposible sostener la Teología del Pacto sin adherirse a la práctica del bautismo infantil. Por el contrario, se argumentará que la adhesión coherente a la Teología del Pacto refuta el bautismo de niños e, incluso, ratifica y demanda el bautismo del creyente dentro de la estructura del pacto en la Biblia.

DEFINICIÓN DE TÉRMINOS
Así que para que todos entendamos que se quiere decir cuando cierta terminología es usada, definamos nuestros términos antes de que se inicie la exposición. Cuando se utiliza la palabra Paido es para referirse al Paidobautismo o Paidobautistas. Los Paidobautistas creen que los sujetos a considerar para el bautismo son los creyentes y sus hijos. Cuando se utiliza la palabra Credo se refiere a Credobautismo o Credobautistas. En términos generales, un Credobautista es alguien que cree en lo que muchos llaman el bautismo del creyente. Él es alguien que cree que es necesario una declaración de fe (esto es lo que la palabra credo significa) en Cristo, antes de ser bautizado. En el sentido más amplio de la palabra, existen dos tipos de Credobautistas, los de la Teología del Pacto y los Credobautistas dispensacionales. Siendo más específico, un Credobautista, como se entiende primeramente en este ensayo, es uno que sostiene el bautismo del creyente sobre la base de su comprensión de la Teología del Pacto. Este tipo de Credobautista es lo que muchos, en nuestros días, llaman un Bautista Reformado. Cuando uso la frase Bautista Reformado, no simplemente quiero decir un Bautista Calvinista. Los dos no son necesariamente idénticos. Un Bautista Reformado, tal como se entiende en este ensayo, es aquel que se acoge a la Confesión Bautista de Fe de 1689 como su estándar confesional. Esto significa que un Bautista Reformado es aquel que sostiene una soteriología Calvinista frente al Arminianismo; la Teología del Pacto, en lugar de un Dispensacionalismo; mantiene la validez permanente de la Ley Moral de Dios como se resume en el Decálogo, incluyendo el cuarto mandamiento, a diferencia del Antinomianismo; guarda el Principio Regulativo de la Adoración, a diferencia del normativo. Con estas definiciones en su lugar, comencemos.

ACLARANDO CIERTAS CUESTIONES
La mayoría, si no todos los Paidos, coinciden en tratar de basar el bautismo de niños en la doctrina del pacto del Antiguo Testamento. Ellos argumentan esto, basados en la representación parental en el Pacto Abrahámico, la unidad de los pactos y la continuidad teológica entre los testamentos. Muchos de ellos están de acuerdo con los credos de que el paidoismo no es una doctrina explícita del Nuevo Testamento, esto es, que no es una doctrina que ordena el bautismo de infantes. Algunos credos muy celosos, por otro lado, parecen haber olvidado al Antiguo Testamento como algo aún inspirado y beneficioso. Tienen una tendencia a negar la continuidad del pacto en nombre de credos explícitos y distintivos del Nuevo Testamento (En otras palabras, las presuposiciones Dispensacionales). La mayoría de ellos han incorporado una tendencia hacia el Antinomianismo  (contra la ley). En cualquier caso, este tipo de credos no tienen realmente ninguna defensa contra los paidos y su argumento sobre el pacto, excepto que su paidoismo está fundado en la doctrina del pacto del Antiguo Testamento -como si todas las doctrinas basadas en la doctrina del pacto del Antiguo Testamento no fueran válidas-.

Muchos credos claman: "Si no es repetido en el Nuevo, no haremos el Antiguo”. Afortunadamente, su credo y su conducta no siempre coinciden. (Credos dispensacionales y los credos no Dispensacionales que no están de acuerdo con la permanente validez de la Ley Moral de Dios, tal como se resume en el Decálogo, incluyendo el cuarto mandamiento, es a los que nos referimos aquí). Los paidos dicen: “Si el Antiguo no es revocado por el Nuevo y el Viejo permanece, debemos aún hacerlo". Según los credobautistas del pacto, éste debe ser el punto decisivo del debate paido-credo, si logramos conseguir llegar a algún punto en común con nuestros hermanos paidobautistas. A diferencia de los argumentos Dispensacionalistas para el bautismo del creyente, que se basa sólo en el Nuevo Testamento, los credos reformados pueden establecer su comprensión del bautismo en el mismo terreno que los paidos, al menos en parte. Esto dar lugar a esta pregunta vital: ¿Está la doctrina de la inclusión automática del infante en la comunidad del pacto revocada o modificada por la Teología del Pacto del Antiguo Testamento como para anular el paidoismo bajo el Nuevo Pacto? ¿No es éste el asunto central? Muchos credos nunca serán convencidos por los argumentos de la doctrina del pacto del Antiguo Testamento, debido a que están comprometidos con el principio de que si no se repite en el Nuevo, entonces no es obligatorio. Del mismo modo, los paidos nunca serán convencidos por textos específicos del Nuevo Testamento con respecto al tema del bautismo, ya que están comprometidos con el principio de no revocado, entonces obligante. Como hecho relevante, los paidos deben, y como muchos de ellos lo hacen, estar de acuerdo en que la evidencia explícita del Nuevo Testamento está del lado de los credos. Y, los credos deben estar de acuerdo en que la derogación explícita de la inclusión automática del infante en la comunidad del pacto es un hecho que, a lo sumo, se da por sentado en el Nuevo Testamento.

La cuestión se reduce a esto: Si el paidos no tiene una revelación de Dios para cambiar la doctrina del Antiguo Testamento de la inclusión automática de los infantes en la comunidad del pacto para los hijos de los creyentes, entonces él lo asume como obligatorio. Sin embargo, si el credo reformado puede demostrarle en el Antiguo Testamento, y aún en la doctrina el pacto del Antiguo Testamento  que, de hecho, si existe tal revelación, deberá entonces admitirlo como algo abolido y, por lo tanto, no obligatorio. Lo que podría ser convincente para el paidos es un argumento, con sus fundamentos en la Teología del Pacto del Antiguo Testamento y sus correspondientes frutos en el Nuevo Testamento, concernientes a la revocación de la inclusión automática de los infantes en la comunidad del pacto para los hijos de los creyentes.

Este argumento tendría que tener en consideración la doctrina del pacto. Éste deberá probar por la doctrina del pacto del Antiguo Testamento que la inclusión del infante fue proféticamente rescindida por el Antiguo Testamento. Luego, se debe demostrar que el Nuevo Testamento asume esta derogación y lleva el fruto de ella.

Los Bautistas Reformados (esto es Credobautistas del pacto) creen que ellos tienen el argumento que silenciará el debate o, por lo menos, provocará a los paidos a reconsiderar seriamente su posición.

EL ARGUMENTO DEL BAUTISTA REFORMADO
La doctrina del Antiguo Testamento sobre el Nuevo Pacto revoca proféticamente la inclusión automática del infante declarado en Jeremías 31:34 que ellos (es decir, los de la comunidad del Nuevo Pacto) Todos Me conocerán. Comprendiendo esto, significa que todos los ciudadanos del pacto bajo el Nuevo Pacto conocerán a Dios para salvación (lo que no ocurrió con el pacto Abrahámico o Mosaico). Los Credos Reformados, entonces, argumentan que la inclusión automática del infante dentro de la comunidad del pacto está aquí rescindida proféticamente por la Teología del Pacto del Antiguo Testamento. Entonces, lo que se espera por la enseñanza del Antiguo Testamento, es una comunidad del Nuevo Pacto en la cual todos conocen al Señor para salvación, sin ninguna excepción. Los Credos Reformados entonces dicen: "Ahora echemos un vistazo a nuestro Nuevo Testamento. Lo que deberíamos ver es la inauguración del mismo Nuevo Pacto prometido en el Antiguo Testamento, una comunidad del Nuevo Pacto (no Israel y la Iglesia, sino una transformada o un Nuevo Israel, el cual consiste de sólo aquellos que conocen al Señor) y los privilegios del Nuevo Pacto solamente conferidos a los ciudadanos del Nuevo Pacto". En otras palabras, los Credos Reformados afirman que la doctrina del Antiguo Testamento sobre el Nuevo Pacto deroga proféticamente la inclusión automática del infante y el Nuevo Testamento, da prueba de esto reservando las nuevas ordenanzas del Nuevo Pacto a los ciudadanos del Nuevo Pacto, esto es, a los creyentes, aquellos que están en la fe, la simiente de Abraham, todos aquellos que conocen al Señor.

Los Credobautistas reformados afirman que el Nuevo Pacto es nuevo en al menos dos formas: En primer lugar, a diferencia del Abrahámico y el antiguo pacto Mosaico, el Nuevo Pacto no puede ser quebrantado (Jeremías 31:32. Ver Génesis 17:14 para ver la violabilidad del Pacto Abrahámico y Deuteronomio 29:22-28 para la violabilidad del Antiguo Pacto Mosaico) y, en segundo lugar, a diferencia del viejo Pacto Mosaico, la inclusión infantil no es automática porque la ciudadanía en el Nuevo Pacto exige del conocimiento salvador de Dios. Éste es el por qué, de que los judíos incrédulos hayan sido cortados después de la inauguración del Nuevo Pacto. Es interesante observar que en el argumento de Pablo en Romanos 9-11, él hace una distinción entre israelitas (Romanos 9:6). En otras palabras, dentro del Israel del Antiguo Pacto habían dos grupos: Los creyentes y los no creyentes. Todos los israelitas, considerados aquí por Pablo, eran miembros del pacto, sin embargo, la mayoría fueron cortados después de que Cristo inaugurará el Nuevo Pacto. ¿Por qué? A causa de su incredulidad. ¿Por qué los otros (los gentiles) fueron injertados? Debido a su fe. Aquí vemos ambos aspectos de la continuidad y discontinuidad del pacto. Los judíos creyentes pasaron de ser ciudadanos del Antiguo Pacto al Nuevo Pacto en su continuidad, y los judíos incrédulos pasaron de ser ciudadanos del Antiguo Pacto a ser excluidos en su discontinuidad. Bajo el Nuevo Pacto, hay un solo Israel constituido sólo por creyentes.

Automáticamente, paidobautismo y paidocomunión son entonces impensables. Usted debe conocer al Señor para estar en el Nuevo Pacto. Usted debe nacer de nuevo. Los privilegios del Nuevo Pacto están reservados para los ciudadanos del Nuevo Pacto.

Por lo tanto, el Bautismo y la Cena del Señor están reservados para los creyentes, la simiente de Abraham, para aquellos que conocen al Señor, para los ciudadanos del Nuevo Pacto. De hecho, esto es sólo una pequeña porción del argumento del Bautista Reformado. Todo el argumento incluiría el examen de todas las bendiciones prometidas del Nuevo Pacto, mostrando que éstas fueron bendiciones experimentadas por algunos de ellos en el Antiguo Pacto y, luego, siguiendo sus huellas como se revela en el Nuevo Testamento, confirman que las bendiciones prometidas son, universalmente experimentadas, dentro la comunidad del Nuevo Pacto, tal como fue profetizado por Jeremías. (Véase el excelente folleto de Greg Welty titulado, Una evaluación crítica del bautismo de infantes disponible en Bautista Reformado Publicaciones y la parte cuatro de la grabación en audio de la exposición del Pastor Sam Waldron sobre Jeremías 31:31-34, titulada La nueva constitución del pacto de la Iglesia: Un manifesto del Bautista Reformado disponible en el Ministerio Truth for Eternity, 3181 Bradford, NE. Grand Rapids, MI 49505. Ambos son materiales obligados para los interesados ​​en este tema).

ANTICIPANDO LAS OBJECIONES
Muchas objeciones hasta el momento, pudieron haber entrado en la mente de un paido convencido o, incluso, a la de un credo dubitativo. Echemos un vistazo sobre algunas de ellas.

Primera objeción: "¿No está usted haciendo frías, duras y falsas distinciones entre los pactos bíblicos hasta obtener su credoismo de la Biblia? Esencialmente, sólo hay un pacto, el pacto de la gracia". En  realidad, hay varias diferencias, pero esencialmente, los pactos bíblicos están relacionados. Lo que a menudo hacen los paidos es desvalorar las diferencias entre los pactos. Por ejemplo, diciendo que el pacto Abrahámico y el Nuevos Pacto son uno y el mismo pacto y diciendo que son dos distintos y sin embargo pactos vitalmente relacionados, siendo estas dos cosas, totalmente incoherentes. ¿Es el Antiguo Pacto, el Abrahámico? ¿Es el Abrahámico, el Nuevo? Uno estaría en apuros para responder que sí. Louis Berkhof nos provee un ejemplo representativo de lo que los paidos a menudo expresan sobre esta objeción cuando él afirma: "Este pacto [el Abrahámico] sigue aún vigente y es esencialmente idéntico con el "nuevo pacto” en la actual dispensación" (Louis Berkhof, Teología Sistemática, [Grand Rapids, MI, Eerdmans Publishing Company, 1986 reimpresión], pp. 631ff..).
Curiosamente, O. Palmer Robertson, otro estudioso paidobautista, no parece equipararlos cuando dice: "… el profeta [Jeremías] combina el Abrahámico con el nuevo pacto". (O. Palmer Robertson, El Cristo de los Pactos, [Phillipsburg, NJ, Presbyterian y Reformed Publishing Company, 1985 reimpresión], p.41.).
Combinar y equiparar son dos cosas diferentes. Aunque ambos, el Abrahámico y el Nuevo, funcionan al mismo tiempo bajo la actual "dispensación", ellos no se nos presentan en la Biblia como uno y el mismo, como tampoco lo son los otros pactos bíblicos.

Segunda objeción: "Desde que Dios fue quien ratificó el Pacto de Abraham en Génesis 15, cuando pasó entre las dos mitades, luego el Pacto Abrahámico, como el Nuevo, no pueden ser quebrantados, no siendo Dios quien los rompe". Jeremías estaba hablando acerca del viejo o antiguo Pacto Mosaico y no del Abrahámico. Sin embargo, respecto a la violabilidad del pacto con Abraham, Dios dice en Génesis 17:14: "Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de entre su pueblo; ha violado Mi pacto". ¿No es esto convincente? ¿Quizás la objeción se refiere a la inviolabilidad del Pacto Abrahámico por parte del lado divino? Dios no lo hizo y Él no puede romper ningún pacto, pero el hombre puede romper el pacto con Dios bajo cualquiera de ellos, el Abrahámico o el mosaico, como se habían dado originalmente, pero no bajo el Nuevo. Por cierto, la violabilidad del pacto mosaico que se encuentra en Jeremías 31:32 y Deuteronomio 29:25, junto con la violabilidad del Pacto Abrahámico como se mencionó anteriormente, es evidencia de que todos, en estos pactos, no necesariamente conocían al Señor. Las promesas del pacto con Abraham están siendo administradas ahora por Cristo bajo el Nuevo Pacto y, dado que el Nuevo Pacto no puede romperse, entonces tampoco puede el Abrahámico bajo la actual administración del Nuevo Pacto.

Tercera Objeción: "¿No se refiere la frase -Porque todos Me conocerán- de Jeremías 31:34, a una expectativa futura y no a una realidad presente, incluso a un estado eterno?". Algunos han dicho esto antes. Admito que esta promesa alcanza el estado eterno, pero si nos limitamos sólo al estado eterno, ¿cómo esta promesa del Nuevo Pacto encuentra su aplicación antes del tiempo eterno? Teniendo en cuenta el hecho de que Hebreos 8:8-13 indica el cumplimiento de la profecía de Jeremías concerniente a un conocimiento universal de la salvación de Dios, dentro de la comunidad del pacto como algo realizado o, al menos, en parte, durante la presente administración del Nuevo Pacto, nos vemos obligados a la conclusión de que el Nuevo Pacto encuentra su cumplimiento, tanto en este siglo, como en el siglo venidero. El -Todos Me conocerán- se refiere a todos los del pacto sin excepción, no a todos los del mundo sin excepción, lo que actualmente está sucediendo. Asumiendo por supuesto que todo el mundo va a conocer al Señor en el estado eterno, pero para ese tiempo, todo lo del mundo, estará todo en el pacto.

CONCLUSIÓN
Este ensayo ha sugerido que una comprensión adecuada de la Teología del Pacto apoya la posición Bautista Reformada en lo relativo al tema del bautismo y, para llegar a alguna parte en este debate con un paidobautista, uno debe abordar el tema desde el lado seguro de la Teología del Pacto.

Partiendo con la doctrina del Nuevo Pacto en el Antiguo Testamento, demostrando que este Pacto no es idéntico a todos los pactos anteriores, esto es, que este Nuevo Pacto da lugar a una comunidad de pacto en la cual todos conocen al Señor para salvación, por consiguiente, esto invalida el tradicional argumento paidobautista del pacto para el bautismo de infantes. Este argumento que parte de una Teología del Pacto, se adhiere y busca aplicar sistemáticamente, el principio de la hermenéutica Reformada, a menos que sea revocado, entonces obligado. La doctrina de la inclusión de infantes para el bautismo es revocada y, por lo tanto, no obligante y, no quedándose el Nuevo Testamento en silencio, sino siendo más bien directo y franco, dando su apoyo a este argumento. Se espera que las personas que le han dado muchas vueltas al paidobautismo, se mantengan a distancia y los que han estado convencidos de ello, puedan volver a las Escrituras para ver si estas cosas aquí expuestas son así.

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