Hermano Julio: buenas tardes!
Hoy sin querer llegue a su página y vi el contenido de algunas preguntas y que bendición son para todos nosotros. Mas tengo algunas preguntas que me gustaría que usted me ayudara.
Yo era de la iglesia del Rey Jesús de Miami con los pastores Guillermo y Ana Maldonado y gracias a Dios pues El abrió mis ojos y me ha mostrado cosas que no son bíblicas
comenzando con el g12.
Poco a poco he descubierto que no existen maldiciones generacionales, que cuando alguien le impone la mano no hay transferencia de demonios o espíritus, mas ahora me congrego en una iglesia donde veo las oraciones muy sencillas y no de guerra y no veo que liberen a alguien de espíritus o sanación, además no veo en las oraciones que declaren y establezcan ciertas cosas, dicen que hablan lenguas pero debe ser en secreto porque con la gente no se escucha nada.....etc
Por favor usted me puede ayudar con Marcos 16, 17-18 y Juan 14, 12-14.
Si yo soy hija de Dios porque no puedo pedir y declarar sanidad en alguien.
Tengo muchas dudas.
Gracias y Dios los bendiga
Apreciada hermana,
Sus preguntas son justas y merecen respuestas bíblicas. Como usted, muchos creyentes que han nacido o crecido en iglesias con tendencias neo-carismáticas se han acostumbrado a una cosmovisión cristiana no bíblica, y se desaniman cuando conocen iglesias cristianas más históricas o conservadoras y no encuentran muchas de las prácticas o creencias a las cuales se habían acostumbrado.
Me alegro que el Señor le haya guiado a salir de una organización religiosa donde el énfasis no está puesto en las Sagradas Escrituras sino en la “visión” de un hombre. La Palabra nos dice “salid de en medio de ellos” (2 Cor. 6:17).
Respecto a su inquietud, en la cual textualmente dice que en la nueva iglesia donde se congrega “veo las oraciones muy sencillas y no de guerra y no veo que liberen a alguien de espíritus o sanación, además no veo en las oraciones que declaren y establezcan ciertas cosas” lo que usted debería preguntarse es: “¿Cuál es el modelo que encuentro en las oraciones bíblicas? ¿Oraban los creyentes bíblicos oraciones complejas, de “guerra”? Si somos honestos en la Palabra no encontramos esa clase de oraciones. Si usted lee en el libro de los Hechos de los apóstoles las oraciones que se encuentran registradas, siempre son oraciones “sencillas”, es decir, oraciones en las cuales el creyente derrama su corazón delante del Señor, con confianza, suplicando su misericordia.
Jamás encontramos que los creyentes, en sus oraciones, le hablas a los demonios o a Satanás, o lo estén reprendiendo o peleando contra él en la oración. Pues, la Biblia es muy clara al respecto, y nos advierte de no hacer eso: “Jud 1:8 No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores.
Jud 1:9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
Jud 1:10 Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales.”
Veamos cómo eran las oraciones de la Iglesia Primitiva:
Jesús nos enseñó a orar:
Luc 11:2-4 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Esta es una oración “sencilla”, no tiene declaraciones de guerra, sino que por el contrario, suplica al Señor que él lo libro del mal o del maligno. La única oración de guerra que encontramos en la oración modelo que nos enseñó Jesús es pedirle al Padre que en su gracia nos libre del maligno, para no ceder en la tentación.
Otra oración de la iglesia la encontramos en Getsemaní:
Luc 22:41-42 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
En esta oración bíblica Jesús pide al Señor le conceda la bendición de ser librado de la Cruz, pero él reconoce la soberanía y el gobierno de Dios sobre todo y termina orando: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” Jesús hecha por tierra las oraciones de todos los que se atreven a reclamar, declarar o establecer cosas, nosotros no reclamamos nada, no declaramos cosas como si fuéramos dioses, ni establecemos cosas en la oración como si nosotros domináramos la voluntad de Dios, Jesús, siendo el Hijo de Dios, ni siquiera lo hizo, sino que, encontrándose en estado de humillación y sometido al Padre oró pidiendo que no se hiciera lo que él deseaba, sino que solamente se haga la voluntad del Padre. Nosotros, imitamos a Cristo, y oramos pidiendo siempre que se haga la voluntad del Señor.
Y si revisamos el resto de las oraciones en el Nuevo Testamento no encontraremos NINGUNA en la cual los creyentes establezcan pelea contra el Diablo o reclamen cosas o establezcan cosas, pues, la oración no tiene ese fin. La oración conduce nuestro corazón a un estado de humillación en el cual buscamos que la voluntad de Dios se haga en nosotros y le suplicamos su misericordia concediéndonos el conocerle más para agradarle.
Lea las siguientes oraciones: Hechos 1:24; Hechos 4:24-30; y si revisas las cartas apostólicas, nunca hallarás oraciones de guerra o estableciendo cosas, siempre son oraciones humildes que se levantan hasta el Trono de la Gracia.
Ahora, las “liberaciones” de las que hablas, lo cual me imagino que se refiere a la práctica exorcista para la liberación de demonios que poseen a las personas, tampoco forma parte del culto de la iglesia. Si lees los primeros capítulos de los Hechos encontrarás que los cultos consistían de: Oraciones, cánticos e himnos, lectura y predicación de la Palabra, acciones de gracias, ofrendas y la celebración de la Santa Cena y el Bautismo. Jesús fue quien mas liberó a personas de los demonios, pero esto lo hacía en las casas o en medio de sus predicaciones itinerantes, como una señal de que había llegado el Reino de los cielos. En esta espacio tan corto no puedo ahondar en la práctica de la liberación de demonios, pero le recomiendo ingrese a mi página www.caractercristiano.org y en la sección de Audio Libros encontrará uno sobre el CONFLICTO ESPIRITUAL, escucha esta serie de estudios en Mp3 donde explico de manera detallada la práctica de las liberaciones.
Respecto a su inquietud sobre las oraciones en “lenguas extrañas” en medio del culto, creo que la Biblia es muy clara al respecto y ella prohíbe que las persones oren en lenguas en medio del culto, al menos que otra persona las pueda interpretar:
1Co 14:1-19 Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación. Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina? Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.
Así que en la Iglesia no se habla en lengua extraña o desconocida, sino en la lengua que todos pueden entender. Este es el principio bíblico.
Así que lo más probable es que usted se está congregando en una iglesia que obedece los principios Escriturales, para la Gloria del Señor.
Usted y yo no podemos declarar “Sanidad” sobre alguien porque el único que tiene el poder de sanar es Dios. Nosotros solo podemos pedir al Señor que en su gracia sane a tal persona, esa es la instrucción para la Iglesia: Stg 5:14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.” El apóstol Pablo estaba enfermo y pidió al Señor que lo librara de la afección que le producía un emisario de parte de Satanás, pero la respuesta del Señor fue que no lo libraría de esa afección. Así que nosotros no sabemos si Dios quiere sanarnos o no, por eso solo nos toca orar con fe, confiando en que él es poderoso para sanarnos pero dependiendo de su entera voluntad.
Por cierto, a pesar de que el apóstol Pablo estaba siendo afectado físicamente (en su carne) por un emisario de Satanás, él no hace una oración de guerra espiritual, sino que ora al Señor pidiendo su gracia, pero la respuesta del Señor es que no le quitará ese dolor, sino que lo usará para librar al apóstol del orgullo espiritual. Por favor lea 2 Corintios 12:7-9
De la misma manera el apóstol menciona a otros genuinos creyentes que estaban enfermos y, aunque habían orado por él, como suponemos, no obstante el Señor no los sanó (Lea 2 Corintios 11:29; 2 Timoteo 4:20; 1 Timoteo 5:23), porque no tenemos una promesa de que todas nuestras enfermedades serán sanadas en esta vida terrena, sino que nuestros cuerpos serán totalmente librados de la enfermedad y la muerte cuando nos encontremos en el estado eterno, en nuestra completa glorificación (Apocalipsis 21:4) En estado eterno veremos el cumplimiento de la promesa de Isaías 53:4. Ahora transitamos por en medio de un desierto, pero a pesar de las enfermedades que nos puedan aquejar y las angustias, confiamos y no desmayamos, sino que dependemos en todo del Señor quien es nuestra fortaleza.
Usted menciona a Marcos capítulo 16 y Juan 14. Son pasajes muy mal interpretados y aplicados en el día de hoy, pero el espacio no es suficiente para hablar sobre esos pasajes.
En una próxima entrega hablaré sobre el significado claro, obvio y correcto de estos pasajes.
Espero que esta corta respuesta aclare muchas de sus dudas.
Su servidor en Cristo,
Julio C. Benítez
En este Blog encontrará: Respuestas a preguntas bíblicas y teológicas, SERMONES DE LA BIBLIA LIBRO POR LIBRO, estudios sobre temas vitales para el creyente. Los contenidos de este blog se enmarcan dentro de la doctrina bíblica reformada, es decir, evangélica e histórica.
martes, 26 de mayo de 2009
martes, 14 de abril de 2009
Ejemplos bíblicos de siembras económicas para recibir milagros
Ejemplo bíblico de una persona que quería “sembrar” dinero para recibir a cambio una “bendición” y ejemplo bíblico de un pastor que recibió una “siembra” de alguien que había sido sanado de una penosa enfermedad.
“Apreciados amigos, soy el profeta Carlos Manrique[1] y tengo una palabra profética para todos los oyentes. Tengo una bendición profética para aquellas primeras cincuenta personas que llamen a la emisora y “siembren” una buena cantidad de dinero. Estas cincuenta personas que siembren en la emisora recibirán un milagro poderoso de parte de Dios en estos días. No importa la enfermedad o el problema, el Señor hará el milagro que están esperando”.
Estas son las palabras de un “profeta” brasilero que visitaba una ciudad de la costa atlántica colombiana y trataba de “bendecir” a los incautos oyentes con una supuesta profecía.
Decenas de personas se comunicaron con la emisora y “prometieron su siembra económica” esperanzados en recibir el “milagro” que deseaban.
Decenas de personas se comunicaron con la emisora y “prometieron su siembra económica” esperanzados en recibir el “milagro” que deseaban.
Esta escena se repite día a día en Colombia y el resto de naciones latinoamericanas. Es una práctica constante y abundante en numerosas iglesias, ministerios o instituciones que se hacen llamar cristianas.
Pero ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Es verdad que los “profetas” bíblicos podían prometer a todas las personas que les dieran dinero: la sanidad o un milagro en particular? ¿Podía un profeta bíblico pedir dinero para su ministerio a cambio de hacer milagros? ¿Autoriza el Señor en las Sagradas Escrituras a los pastores y líderes a pedir dinero (“siembra”) a los creyentes e incrédulos para que así puedan recibir bendiciones materiales o de otra índole?
Antes de responder estas preguntas me gustaría analizar dos casos presentados en la biblia respecto a la práctica de lo que hoy día muchas personas llaman “la siembra”. Un caso trata de un “creyente” que desea sembrar dinero en un apóstol para recibir una “bendición” y otro caso de un líder (algo así como un copastor) que recibe dinero o “siembra” de una persona que ha sido beneficiada por un verdadero milagro de sanidad.
El primer caso. En la ciudad de Samaria están sucediendo cosas maravillosas. Felipe, a causa de una fuerte persecución en Jerusalén, había descendido a esta ciudad y predicaba con denuedo el Evangelio. Mucha gente acudía a escucharlo. Algunos enfermos y personas poseídas por espíritus inmundos eran sanados por el poder del Espíritu Santo que obraba a través de Felipe. Los habitantes de la ciudad estaban gozosos al escuchar la predicación del reino de Dios que ha llegado a ellos a través de la predicación cristiana.
Muchas personas llegaron a los pies de Cristo, entre ellos un hombre dedicado a la magia, es decir, al engaño. La Biblia dice que engañaba a la gente haciéndose pasar por algún grande. Había aprendido ciertos trucos y con esto explotaba a la gente.
Pero Simón, el mago, creyó en Cristo. No solo creyó sino que fue bautizado y hecho miembro activo de la Iglesia naciente en Samaria.
Al poco tiempo de esta predicación abundante en Samaria, llegaron varios apóstoles desde Jerusalén con el fin de confirmar la fe de los nuevos creyentes y verificar lo que el Señor estaba haciendo en esta ciudad.
Los hermanos Pedro y Juan llegaron y estuvieron algún tiempo con los creyentes, orando por ellos e imponiendo las manos para que recibieran el don del Espíritu Santo, pues, solo habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Cuando estos verdaderos apóstoles oraban por los nuevos creyentes, ellos recibían el don del Espíritu Santo.
Cuando Simón, el mago convertido al cristianismo, vio que los apóstoles oraban por los creyentes y recibían el Espíritu Santo, su corazón se llenó de un sincero deseo por tener ese mismo poder, como diríamos en el lenguaje de los modernos “apóstoles” o “profetas”, Simón quería recibir la misma “unción” para él también impartir el Espíritu Santo. Él quería esta bendición y, de la misma manera que los falsos predicadores de hoy día, pensaba que era necesario dar una siembra económica para que el Señor tuviera a bien concederle esta “unción” o “bendición”.
Así que Simón se arma de valor y llega donde Pedro y Juan a llevarle o proponerle la “siembra económica”, él les dice “Dadme a mí también este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo”. Pero antes de decir esto, Simón ha prometido la “siembra” al ministerio apostólico de Pedro y Juan. Él les ofreció dinero. Así como hacen miles de personas incautas en Latinoamérica. Ellos esperan a que llegue un supuesto “apóstol” o “ungido” y entonces le llevan grandes donaciones de dinero con el fin de recibir la bendición especial que desean. Esto es a lo que ellos llaman “siembra”. Pero escuchen cuál fue la respuesta de un VERDADERO APÓSTOL de Cristo ante la propuesta de una siembra: “Tú dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.” Hechos 8:20
Esa será la respuesta que muchos escucharán en el gran día del juicio, muchos serán declarados malditos y lanzados al infierno, porque no buscaron al Señor con los propósitos correctos, sino que estaban interesados en disfrutar de los asuntos materiales de este mundo comprando las bendiciones de Dios a través de las famosas y engañosas “siembras”.
Un verdadero apóstol no solo se abstiene de recibir dinero de aquellos que pretenden “sembrar” en Dios para recibir un milagro, sino que no promueve esto. Pero lo que encontramos hoy en los falsos apóstoles modernos es que no solo están dispuestos a recibir dinero de gente incauta sino que PROMUEVEN el que las personas les den dinero a cambio de recibir un milagro.
Pero escuchen lo que les pasará a esos falsos pastores, falsos maestros, falsos apóstoles, falsos profetas que andan por todas partes robando a gente incauta a cambio de ofrecerles milagros o bendiciones, y aquí pasamos al segundo caso, al caso de un “copastor” que decidió recibir el dinero que ofreció una persona beneficiada por un verdadero milagro:
Resulta que un general del ejército de Siria estaba enfermo, con lepra. Su situación era terrible. Pero un día, por la gracia del Señor, una sirvienta Israelita le comenta a la esposa de este general que en Israel hay un profeta del Señor, el cual puede orar por Naamán, el general sirio, y su enfermedad puede sanar. Con esta voz de esperanza el general sale, con toda la pompa de un alto oficial de este imperio, y llega hasta la humilde morada del profeta del Señor, en búsqueda del milagro. El profeta del Señor no sale a recibir a este importante general, sino que manda a un mensajero a decirle que se lave siete veces en el río Jordán. El general se sintió desatendido, él pensaba que este profeta iba a salir a recibirle y darle los reconocimientos que merecía su dignidad militar, pero no fue así. Tan distinto como hacen los modernos “profetas” quienes no escatiman esfuerzo alguno para dar reverencia a cualquier dignidad política que visite sus templos, y a pesar de que sean políticos incrédulos los suben al púlpito y los ungen como siervos del Señor. Tenemos tanto que aprender de las Sagradas Escrituras.
Lo cierto es que este general, a pesar de sentirse ofendido por la actitud del profeta, termina obedeciendo y se zambulle en el río, quedando completamente sano de su enfermedad. Ha recibido una gran bendición.
Lo interesante de la historia, que quiero analizar en este escrito, es lo que sigue. El general se siente agradecido con el Señor por este verdadero milagro y decide “sembrar” en el profeta ciertos presentes, a lo mejor joyas y bienes materiales. Es como una muestra de gratitud por el favor recibido. Pero el profeta decide rechazar la “siembra” del general. El verdadero profeta sabe que todo lo ha recibido de gracia y de gracia debe darlo. (Mateo 10:8). Así que NUNCA recibirá dinero o bienes por los milagros que el Señor quiera hacer a través de ellos.
Algunos modernos y falsos profetas, no solo reciben dinero o bienes de aquellas personas que supuestamente han recibido un milagro, sino que motivan a la gente a darles dinero por futuros milagros que puedan recibir.
El general insistió en dar su “siembra” al profeta, pero este la rechazó. Así que el general se fue para su país.
Pero un ayudante del profeta, llamémoslo su “copastor”, pensó en su corazón “¿Cómo es posible que el profeta rechace esta bendición que el Señor nos manda? Nuestro ministerio necesita crecer, necesitamos una mejor casa en vez de esta humilde morada en la que estamos, ¿Cómo podemos rechazar la gran bendición económica que el Señor nos manda?”, así que este copastor decide alcanzar al general y recibir de él la “siembra”. Giezzi, el ayudante del profeta, alcanza a Naamán y este le da grandes regalos materiales para el ministerio profético.
Una vez que el copastor regresa donde el profeta, éste es reconvenido por el siervo del Señor a causa de lo que ha hecho y el profeta le dice, así como nos dice a todos los cristianos de este siglo y le dice a todos los falsos “apóstoles, profetas, pastores y maestros” que han convertido la fe cristiana en un mercado negro: “¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas (podríamos agregar: autos lujosos, casas costosas, vida suntuosa…)?” 2 Reyes 5:27 “Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre” (Vs. 27)
Esta es la condenación para los que estafan al pueblo, a las ovejas hambrientas: su corazón se llenará cada día de la lepra del pecado y se hundirán más y más en su hambre materialista y, así como Demas, abandonan la verdadera fe amando más a este mundo y las cosas materiales que están en él (Lea 2 Timoteo 4:10).
Apreciado hermano, ten cuidado de los falsos ministros que pululan por todas partes hoy día. Si un ministerio o pastor o “profeta” o “apóstol” está pidiendo siembras económicas para que tú recibas milagros, o está recibiendo siembras económicas de aquellos que han recibido milagros, no les creas, tenles por falsos. No tengas temor de sus maldiciones, no temas juzgar sus doctrinas y prácticas, pues la Biblia te autoriza a hacerlo. Jesús felicitó a la Iglesia de Éfeso por probar, juzgar, a los que en esa época se decían ser apóstoles. Los sometieron a prueba, verificaron que su doctrina y práctica fuera como la de los verdaderos apóstoles nombrados por Cristo, y los hallaron falsos, mentirosos. (Lea Apoc. 2:2). No tengas miedo de juzgar sus doctrinas y prácticas, nada te va a pasar, más, si no lo haces, si te pueden pasar muchas cosas:
- Ser engañado, estafado
- Ser alimentado en tu codicia por las palabras lisonjeras y engañosas de estos hombres que no son más que mercaderes de la fe, como dice Pedro: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras…, Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros (los creyentes) con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” 2 Pedro 2:1-3
- Ser maldecido por Dios. Recuerda las palabras de Pedro a Simón, el que quería sembrar en el ministerio apostólico para recibir una bendición: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero” Hechos 8:20 o recuerda lo que le pasó a Giezzi, el siervo del profeta, murió leproso.
- O lo peor que puede pasar, es que tu alma sea condenada eternamente en el infierno. Los falsos profetas, que casi siempre hablan con palabras dulces, halagadoras, de paz y prosperidad, no están interesados en la salvación eterna de las personas, no les interesa el alma, solo están interesados en satisfacer sus vientres y vivir cómodamente. (por favor, lee el ensayo que escribí sobre los profetas y la profecía en la Biblia el cual me lo puedes solicitar por email jcbbenitez@hotmail.com)
Apreciado hermano en la fe, las iglesias cristianas históricas, desde el primer siglo, hasta este siglo, nunca ha practicado lo de la siembra para recibir milagros o bendiciones. Esto es algo nuevo, de este siglo materialista. Forma parte de la mercadería de la fe. El Señor obra milagros como él quiere, cuando él quiera y sin cobrar un solo peso.
Los creyentes somos llamados a ofrendar con alegría para el sostenimiento de la obra y en especial para ayudar a los creyentes pobres (Lea 2 Corintios capítulos 8 y 9), pero nunca se nos pide ofrendar para recibir milagros. Esto es una herejía y forma parte de los engaños de los tiempos finales.
No dejes que tu corazón se llene de avaricia escuchando las falacias que predican estos falsos “profetas”, que tu corazón no se encuentre como el de Simón “porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” Hechos 8:23.
Si has practicado la siembra para recibir milagros, haz lo que Pedro le dijo a Simón: “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá sea perdonado el pensamiento de tu corazón.” Hechos 8:22
Ora como hizo Simón: “Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí” Hechos 8:24
Evita escuchar las falsas predicaciones de estos modernos “apóstoles o profetas” que piden siembras de dinero para que ustedes reciban milagros, evítalos como se evita a una plaga. No escuches emisoras “cristianas” de radio o televisión donde sus predicaciones están centradas en el dinero, y en los milagros a cambio de siembras.
Busca iglesias cristianas donde aún se predique el evangelio de una manera pura, fiel a lo que los verdaderos y únicos apóstoles del cordero predicaron y enseñaron. No te dejes engañar por los vividores de la religión. No temas sus amenazas, nada pueden hacer contra ti. Así como Dios no escuchó las maldiciones que lanzó el falso profeta Balaam sobre el pueblo de Israel, de la misma manera Dios no escuchará las maldiciones que lanzan estos falsos “profetas o pastores” sobre aquellos verdaderos creyentes que abandonan sus nefastas filas.
Estamos para ayudarles a salir de este terrible engaño.
El Señor les ayude.
Julio C. Benítez
Fundación Instituto Bíblico Reformado de Colombia
Director General
jcbbenitez@hotmail.com
http://www.ibrcvirtual.org/
http://www.caractercristiano.org/
Fundación Instituto Bíblico Reformado de Colombia
Director General
jcbbenitez@hotmail.com
http://www.ibrcvirtual.org/
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Nota: Ustedes pueden imprimir, copiar o transmitir este escrito, siempre y cuando no se le hagan modificaciones, no se venda y se den los reconocimientos respectivos.
[1] Nombre ficticio
[1] Nombre ficticio
jueves, 8 de enero de 2009
¿Cómo puedo salir de una iglesia "legalista" donde no estamos creciendo y nos estorban para trabajar?
PREGUNTA
Cordial saludo, Miles de bendiciones reciban desde colombia, hno estuve observando su programa y fui impactada con las verdades del reino, en ese momento y aun me encuentro en una situacion muy confusa, con el animo de ser aconsejada bajo la direccion de Dios me dirijo a ustedes, mi situacion es que desde que conoci al Señor Dios me ha dado un amor por el trabajo con niños, junto a mi esposo crecimos en una iglesia con buena doctrina pero sin imposiciones de hombre, mi dilema es que hoy en dia nos congregamos en una de esas congregaciones denominadas "legalistas" alli yo quise servir al señor, pero he tenido muchos inconvenientes con el lider ya que mi hno yo aun no me identifico con ese tipo de enseñanzas, no se como llegamos alli pero el problema es como salir de allli? hay algo que lo impide siempre que pienso en hacerlo recuerdo las palabras de este lider tratando de decirme que si salgo de alli no me ira nada bien, pues que ellos se consideran "una muy buena iglesia" , mi hno que hago? que hacemos? mi esposo y yo estamos confundidos, siento que ellos nunca nos veran a su supuesto nivel espiritual, por favor en el nombre de Jesus agradezco su ayuda.
RESPUESTA:
Apreciada hermana,
Reciba los mas afectuosos y fraternales saludos.
Comprendemos su situación eclesiástica y es un poco dificil. Pues, hacerse miembro de una iglesia, significa identificarse con lo que esa iglesia profesa y practica. Por eso es necesario conocer muy bien la doctrina y práctica de una iglesia local, antes de tomar la decisión de hacernos miembros de la misma.
Las iglesias locales bíblicas tienen la autoridad espiritual dada por Cristo (Mateo 18:15-20) y ningún miembro debe salir de ella, a menos que sea por una causal bíblica justa.
Ahora, usted y su esposo no comparten la visión "legalista" de la iglesia y eso les está impidiendo crecer espiritualmente y en el servicio cristiano, lo cual es un serio problema.
Mi recomendación es que ustedes hablen con el pastor, de manera clara, y le expresen, con todo respeto, su diferencia doctrinal o práctica y cómo esto les está impidiendo crecer. Hablando con el pastor, tal vez ellos cambien su posición, si ustedes logran mostrarle a la luz de las Sagradas Escrituras el error, o a lo mejor logren acordar buscar otra iglesia. Pero esto debe ser en armonía con el pastor actual.
Ahora, si una iglesia se atreve a lanzar maldiciones sobre un creyente que solicita traslado de membresía para otra, por causas justas, entonces esa iglesia está tomando atribuciones que no le corresponden, y sus maldiciones no serán sino solo palabras vacías. La Iglesia ha sido llamada para bendecir, no para maldecir.
Espero que estas recomendaciones sean de utilidad para usted y le ayuden a tomar decisiones sabias que glorifiquen al Señor.
Su servidor en Cristo,
Julio C. Benítez
Cordial saludo, Miles de bendiciones reciban desde colombia, hno estuve observando su programa y fui impactada con las verdades del reino, en ese momento y aun me encuentro en una situacion muy confusa, con el animo de ser aconsejada bajo la direccion de Dios me dirijo a ustedes, mi situacion es que desde que conoci al Señor Dios me ha dado un amor por el trabajo con niños, junto a mi esposo crecimos en una iglesia con buena doctrina pero sin imposiciones de hombre, mi dilema es que hoy en dia nos congregamos en una de esas congregaciones denominadas "legalistas" alli yo quise servir al señor, pero he tenido muchos inconvenientes con el lider ya que mi hno yo aun no me identifico con ese tipo de enseñanzas, no se como llegamos alli pero el problema es como salir de allli? hay algo que lo impide siempre que pienso en hacerlo recuerdo las palabras de este lider tratando de decirme que si salgo de alli no me ira nada bien, pues que ellos se consideran "una muy buena iglesia" , mi hno que hago? que hacemos? mi esposo y yo estamos confundidos, siento que ellos nunca nos veran a su supuesto nivel espiritual, por favor en el nombre de Jesus agradezco su ayuda.
RESPUESTA:
Apreciada hermana,
Reciba los mas afectuosos y fraternales saludos.
Comprendemos su situación eclesiástica y es un poco dificil. Pues, hacerse miembro de una iglesia, significa identificarse con lo que esa iglesia profesa y practica. Por eso es necesario conocer muy bien la doctrina y práctica de una iglesia local, antes de tomar la decisión de hacernos miembros de la misma.
Las iglesias locales bíblicas tienen la autoridad espiritual dada por Cristo (Mateo 18:15-20) y ningún miembro debe salir de ella, a menos que sea por una causal bíblica justa.
Ahora, usted y su esposo no comparten la visión "legalista" de la iglesia y eso les está impidiendo crecer espiritualmente y en el servicio cristiano, lo cual es un serio problema.
Mi recomendación es que ustedes hablen con el pastor, de manera clara, y le expresen, con todo respeto, su diferencia doctrinal o práctica y cómo esto les está impidiendo crecer. Hablando con el pastor, tal vez ellos cambien su posición, si ustedes logran mostrarle a la luz de las Sagradas Escrituras el error, o a lo mejor logren acordar buscar otra iglesia. Pero esto debe ser en armonía con el pastor actual.
Ahora, si una iglesia se atreve a lanzar maldiciones sobre un creyente que solicita traslado de membresía para otra, por causas justas, entonces esa iglesia está tomando atribuciones que no le corresponden, y sus maldiciones no serán sino solo palabras vacías. La Iglesia ha sido llamada para bendecir, no para maldecir.
Espero que estas recomendaciones sean de utilidad para usted y le ayuden a tomar decisiones sabias que glorifiquen al Señor.
Su servidor en Cristo,
Julio C. Benítez
lunes, 8 de diciembre de 2008
¿La maldición dada por Dios a su nación, según Malaquías, es para nosotros también?
El pasaje de Malaquías 3:8-10 contiene importantes enseñanzas para todos los creyentes. Pero es necesario revisar el contexto de este pequeño libro del Antiguo Testamento, con el fin de entender el verdadero sentido del mismo.
Recordemos que uno de los sanos principios para interpretar de manera correcta un texto, consiste en ubicarlo dentro del contexto en el cual se encuentra, y luego de estar seguros de su interpretación podemos llegar a algunas aplicaciones para nosotros los creyentes.
El último libro del Antiguo Testamento contiene las declaraciones proféticas de Malaquías, quien es enviado por Dios para reprender a su desobediente pueblo y traerlo al arrepentimiento, pues, de lo contrario sufrirá la terrible ira del Dios Todopoderoso.
La religión judía se encontraba en los niveles más bajos de la historia del pueblo escogido. Su degradación llegó a tal punto que se atrevieron a preguntarle a Dios ¿En qué nos amaste?, dudaban del amor de Dios e ignoraban los poderosos hechos obrados por el Señor para bendecir a su pueblo escogido, en detrimento de los descendientes de Esaú a los cuales había aborrecido. (1:3). El Señor confronta a su pueblo con las relaciones familiares o civiles y les pregunta “El hijo honra al padre, y el siervo a su Señor. Si, pues, soy yo padre ¿dónde está mi honra? Y si soy Señor ¿dónde está mi temor? (1:6). Todo el libro de Malaquías contiene esta clase de declaraciones en las cuales el Señor muestra su indignación por los altos niveles de desobediencia de su pueblo. No lo amaban, no tenían temor de él, menospreciaban su nombre, los sacerdotes, quienes eran los guías espirituales de la nación, se habían convertido en oscuridad e irrespetaban el nombre del Señor ofreciendo pan inmundo. El Señor había ordenado que sobre su altar solo se sacrificaran animales perfectos, pero el pueblo y los sacerdotes escogían los animales enfermos, ciegos, cojos, lo que no servía, y lo ofrecían de manera ofensiva al Señor. La situación espiritual llegó a decaer tanto que nadie quería servir al Señor, sino le pagaban o daban un salario (1:10).
El Señor les dice que sus ofrendas se habían convertido en una ofensa para con su grande nombre el cual había sido profanado. También estaban cansados y fastidiados de servir y ofrendar al Señor.
Desde el capítulo 2 el Señor empieza a declarar maldición sobre los sacerdotes y su pueblo, como consecuencia de su flagrante desobediencia. El Señor dice que dañará su cementera, sus cosechas, sus campos, sus tiendas. También les declara que vendrá un mensajero (Juan el Bautista) quien preparará el camino del Señor, quien vendrá para afinar y limpiar la plata, quien traerá juicio sobre los desobedientes.
En este orden de ideas, los versículos 6 al 12 continúan declarando las maldiciones que vendrán sobre su desobediente pueblo, pues, la fe, la vida espiritual era tan oscura, tan baja, que, además de ofender el nombre de Dios con sus vidas atestadas de pecado, habían dejado de diezmar, conforme al mandato expreso de la Ley Mosaica. (Lev. 27:30). El estado espiritual de esta nación estaba tan degradado que se habían preguntado ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligido en presencia de Jehová de los ejércitos?
El capítulo 4 termina con una declaración del terrible día del Señor el cual será como un ardiente horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa. (4:1), no obstante, en medio de tanto pecado, hay un remanente fiel, el cual será como un especial tesoro para el Señor.
Así que la maldición que Dios pronuncia, a través del profeta sagrado, sobre su pueblo, no es resultado exclusivo de su incumplimiento con los diezmos, sino de sus vidas disipadas, de su desobediencia en todos los sentidos, y la falta de amor para con el Señor.
Si un pastor o hermano, ha de predicar sobre este pasaje debe tener en cuenta que lo importante aquí es que Dios quiere un pueblo que le obedezca en todos los sentidos, que le ame con todo el corazón. Los diezmos son solo una pequeña parte de la causal de esta maldición.
Ahora, en el Nuevo Testamento no encontramos la Ley del Diezmo, sino que los creyentes son llamados a ofrendar y dar con alegría, conforme cada quien propuso en su corazón. (2 Cor. 9:7). Nuestras dádivas para el Reino deben ser conforme a la prosperidad que el Señor nos haya dado (1 Cor. 16:2). Incluso el Antiguo Testamento nos deja ver que las ofrendas y diezmos se dan, no para recibir más del Señor, sino porque él nos ha dado primero: “Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cr. 29:14).
Como mencioné en una respuesta anterior, nosotros como pueblo del Nuevo Pacto, aunque no tenemos la Ley del Diezmo, y por lo tanto no hay una maldición sobre nosotros en este sentido, si somos llamados a tener estándares de obediencia más altos que los que tenía el pueblo del Antiguo Testamento. Por lo tanto, siendo que aún debemos dar de nuestros bienes para el sustento y la extensión del reino, nuestro dar debe ser tan abundante que supere el diezmo, pero nunca será por temor a una maldición económica.
El último libro del Antiguo Testamento contiene las declaraciones proféticas de Malaquías, quien es enviado por Dios para reprender a su desobediente pueblo y traerlo al arrepentimiento, pues, de lo contrario sufrirá la terrible ira del Dios Todopoderoso.
La religión judía se encontraba en los niveles más bajos de la historia del pueblo escogido. Su degradación llegó a tal punto que se atrevieron a preguntarle a Dios ¿En qué nos amaste?, dudaban del amor de Dios e ignoraban los poderosos hechos obrados por el Señor para bendecir a su pueblo escogido, en detrimento de los descendientes de Esaú a los cuales había aborrecido. (1:3). El Señor confronta a su pueblo con las relaciones familiares o civiles y les pregunta “El hijo honra al padre, y el siervo a su Señor. Si, pues, soy yo padre ¿dónde está mi honra? Y si soy Señor ¿dónde está mi temor? (1:6). Todo el libro de Malaquías contiene esta clase de declaraciones en las cuales el Señor muestra su indignación por los altos niveles de desobediencia de su pueblo. No lo amaban, no tenían temor de él, menospreciaban su nombre, los sacerdotes, quienes eran los guías espirituales de la nación, se habían convertido en oscuridad e irrespetaban el nombre del Señor ofreciendo pan inmundo. El Señor había ordenado que sobre su altar solo se sacrificaran animales perfectos, pero el pueblo y los sacerdotes escogían los animales enfermos, ciegos, cojos, lo que no servía, y lo ofrecían de manera ofensiva al Señor. La situación espiritual llegó a decaer tanto que nadie quería servir al Señor, sino le pagaban o daban un salario (1:10).
El Señor les dice que sus ofrendas se habían convertido en una ofensa para con su grande nombre el cual había sido profanado. También estaban cansados y fastidiados de servir y ofrendar al Señor.
Desde el capítulo 2 el Señor empieza a declarar maldición sobre los sacerdotes y su pueblo, como consecuencia de su flagrante desobediencia. El Señor dice que dañará su cementera, sus cosechas, sus campos, sus tiendas. También les declara que vendrá un mensajero (Juan el Bautista) quien preparará el camino del Señor, quien vendrá para afinar y limpiar la plata, quien traerá juicio sobre los desobedientes.
En este orden de ideas, los versículos 6 al 12 continúan declarando las maldiciones que vendrán sobre su desobediente pueblo, pues, la fe, la vida espiritual era tan oscura, tan baja, que, además de ofender el nombre de Dios con sus vidas atestadas de pecado, habían dejado de diezmar, conforme al mandato expreso de la Ley Mosaica. (Lev. 27:30). El estado espiritual de esta nación estaba tan degradado que se habían preguntado ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligido en presencia de Jehová de los ejércitos?
El capítulo 4 termina con una declaración del terrible día del Señor el cual será como un ardiente horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa. (4:1), no obstante, en medio de tanto pecado, hay un remanente fiel, el cual será como un especial tesoro para el Señor.
Así que la maldición que Dios pronuncia, a través del profeta sagrado, sobre su pueblo, no es resultado exclusivo de su incumplimiento con los diezmos, sino de sus vidas disipadas, de su desobediencia en todos los sentidos, y la falta de amor para con el Señor.
Si un pastor o hermano, ha de predicar sobre este pasaje debe tener en cuenta que lo importante aquí es que Dios quiere un pueblo que le obedezca en todos los sentidos, que le ame con todo el corazón. Los diezmos son solo una pequeña parte de la causal de esta maldición.
Ahora, en el Nuevo Testamento no encontramos la Ley del Diezmo, sino que los creyentes son llamados a ofrendar y dar con alegría, conforme cada quien propuso en su corazón. (2 Cor. 9:7). Nuestras dádivas para el Reino deben ser conforme a la prosperidad que el Señor nos haya dado (1 Cor. 16:2). Incluso el Antiguo Testamento nos deja ver que las ofrendas y diezmos se dan, no para recibir más del Señor, sino porque él nos ha dado primero: “Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cr. 29:14).
Como mencioné en una respuesta anterior, nosotros como pueblo del Nuevo Pacto, aunque no tenemos la Ley del Diezmo, y por lo tanto no hay una maldición sobre nosotros en este sentido, si somos llamados a tener estándares de obediencia más altos que los que tenía el pueblo del Antiguo Testamento. Por lo tanto, siendo que aún debemos dar de nuestros bienes para el sustento y la extensión del reino, nuestro dar debe ser tan abundante que supere el diezmo, pero nunca será por temor a una maldición económica.
No es correcto usar este pasaje de Malaquías para forzar al pueblo cristiano a dar los diezmos, estos deben ser voluntarios y en un espíritu de sincero agradecimiento por las bondades recibidas de nuestro pródigo padre. No obstante, en todas las Sagradas Escrituras somos llamados a obedecer los santos mandatos del Señor. Si somos desobedientes no estamos mostrando amor para con nuestro Dios, y de seguro que la disciplina del Señor vendrá sobre nosotros. "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo" (Hebreos 12:6. Todo pastor debe predicar con exhortación los santos mandatos del Señor, pero debe dar prioridad a lo que la Biblia le da prioridad: La justicia, la verdad, el amor, la misericordia, la fe, los diezmos o las ofrendas son importantes, pero no son lo más importante en la obediencia cristiana. Debemos motivar a los creyentes a ofrendar con alegría pero nunca presionarlos a hacerlo so pena de maldición.
¿Es bíblico celebrar la navidad?
Por: Julio C. Benítez. Email: jcbbenitez@gmail.com
Al abordar este tema estoy introduciéndome en caminos difíciles, y es probable, que algunos me escriban para cuestionar lo que escribiré, pero, siendo un creyente bíblico y conservador, me ajustaré a la sana doctrina y los principios de la correcta
interpretación bíblica.
El tema de la celebración de la navidad dentro del pueblo evangélico mundial ha sido motivo de muchos debates, y hasta luchas y protestas públicas, como en el caso de los puritanos ingleses en los siglos XVI y XVII[1].
No obstante este espíritu conflictivo en torno al tema navideño, creo que es importante considerar algunos principios bíblicos, los cuales nos ayuden a tomar una decisión responsable, de acuerdo a la revelación escrita y en armonía con nuestra conciencia.
1. El pueblo de Dios ha sido un pueblo celebrante.
Los grandes y poderosos actos de Dios para con su pueblo fueron celebrados de manera continua por la nación de Israel. Muchas de estas celebraciones fueron ordenadas de manera directa y específica por Dios, y otras fueron incorporadas por el pueblo, especialmente después de la dispersión o el exilio babilónico.
El pueblo antiguo del Señor ( Lev. 23)celebraba la pascua (recordando ese gran día de la liberación de la esclavitud Egipcia), celebraba la fiesta de los Ázimos. Estas dos fiestas pueden ser rastreadas en culturas paganas pre-israelíes, no obstante, la celebración bíblica quitó todos los elementos supersticiosos de estas fiestas según la celebraban los paganos. Otras fiestas en el Antiguo Testamento son: las primicias o primeras gavillas, Las Semanas, las Trompetas, la expiación, las cabañas o tabernáculos. La mayoría de estas fiestas eran celebradas, mucho antes de ser establecidas en la nación de Israel, por los pueblos paganos, pero, como se ha dicho, el Señor y su pueblo le quitaron todos los elementos supersticiosos.
El propósito de estas celebraciones anuales era recordar los poderosos hechos de la misericordia Divina para con su pueblo. Las fiestas tenían también un propósito pedagógico, pues, los niños preguntarían a sus padres por el significado de esa fiesta y ellos debían enseñarles lo que Dios había hecho en la historia de la redención. (Éxodo 12:26-28)
El modelo de la Iglesia en el Nuevo Testamento.
La mayoría de cristianos evangélicos creemos que Jesús solo estableció dos celebraciones de obligatorio cumplimiento para la Iglesia: El Bautismo y la Santa Cena. El nuevo testamento no menciona otra clase de celebraciones o fiestas de carácter cristiano, además de las reuniones semanales de adoración y predicación. Aquí es donde surge la pregunta ¿Por qué los cristianos hemos de celebrar fiestas que la iglesia del primer siglo no celebró? Bueno, debemos ser cuidadosos al decir que imitamos de manera absoluta lo que la iglesia apostólica hizo en el siglo primero. No es cierto que las iglesias bíblicas de hoy día sean una réplica exacta de la iglesia de este bendecido período. Hay muchos elementos y prácticas que ellos tuvieron que nosotros no los tenemos hoy, y algunos elementos que ellos no tuvieron, que nosotros sí tenemos hoy, por ejemplo:
- La iglesia en el primer siglo practicaba un cristianismo comunitario en el cual todos vendían sus propiedades y compartían sus bienes con los creyentes pobres, de manera que no había necesitados en su comunidad. (Hechos 2:43-47). No tengo conocimiento de una iglesia bíblica hoy día que haga eso. Cada quien tiene sus propiedades, y no es lo usual que las vendan para darla a los creyentes pobres.
- La iglesia en el primer siglo no se reunía en templos cristianos o capillas construidas con el fin de reunirse para celebrar los cultos. Las iglesias funcionaban en las casas, los primeros cristianos no estaban preocupados por este tipo de cosas. No obstante, la mayoría de iglesias bíblicas hoy día construyen templos o capillas donde celebrar sus reuniones cúlticas.
La Biblia nos manda a seguir la doctrina apostólica, la cual siguieron los cristianos del primer siglo. Si no tenemos la doctrina que enseñaron los apóstoles autorizados por Cristo, entonces no tenemos comunión con la iglesia del primer siglo, así tengamos todos los elementos externos de ella. Aunque algunos elementos no esenciales de la iglesia primitiva no los tenemos hoy, y tenemos otros que ellos no tenían, no obstante, toda iglesia es responsable en mantenerse firme en la doctrina apostólica, no agregando ni quitando nada de lo esencial o doctrinal que ellos enseñaron y creyeron.
El hecho de que la iglesia del primer siglo no haya tenido capillas, no significa que sea pecado construirlas hoy. El hecho que de cada cristiano hoy día no venda sus propiedades para darla a los creyentes pobres, no quiere decir que estamos pecando con eso, siempre y cuando no dejemos de ser generosos.
El nuevo Testamento no nos dice que la iglesia en el primer siglo utilizaba instrumentos musicales para acompañar los cantos cultuales, no obstante, la mayoría de cristianos bíblicos usamos alguna clase de instrumentos musicales en nuestros servicios. No consideramos que sea pecado usarlos, toda vez que el pueblo en el Antiguo Testamento los usó de manera prolífica. Muchas cosas del Antiguo Testamento no pasan al Nuevo, porque fueron cumplidas en la obra de Cristo, eran sombra de la realidad que iba a traer Jesús, así que, como enseña el libro de Hebreos, todas las cosas que cumplían la función de sombra en el Antiguo Testamento, no pasan al Nuevo (la pascua, los sacrificios, el templo, el mobiliario del tabernáculo, etc). No obstante, algunos elementos del Antiguo Testamento no cumplían ese rol de sombra, y, si el Nuevo Testamento no las modificó o las prohibió, por qué hemos de pensar que no han de continuar en el Nuevo.
El uso de nuestras capillas o “templos” viene de la práctica judía post-exílica, pues, los judíos, al verse privados del templo de Jerusalén durante el exilio, y en aras de preservar su religión, decidieron construir o apartar ciertas casas para que fueran usadas como sitio de formación bíblica. Ahora, el Señor no había ordenado que se construyeran las sinagogas, no obstante, fueron una valiosa herramienta para la preservación y difusión de la fe hebrea. Jesús mismo frecuentó las sinagogas durante su ministerio. Las iglesias bíblicas utilizan las capillas, emulando a las sinagogas, a pesar de que no hay un mandato expreso en las Escrituras para que se construyan capillas.
A lo que deseo llegar es lo siguiente:
EL pueblo de Dios en el Antiguo Testamento celebró a través de diversas fiestas anuales los poderosos hechos de Dios en la historia de la redención. Estas fiestas judías no deben ser practicadas hoy por la iglesia, pues, todas eran sombras de la futura obra del Mesías. Una vez que el Mesías vino ya no necesitamos esas sombras. Pero, ¿prohibió Jesús o los apóstoles que el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento continuara con este espíritu festivo? ¿Prohibió el Señor que la iglesia en el Nuevo Pacto proclamara de manera pública, en celebraciones anuales, la obra más maravillosa que nuestro Dios haya hecho: La encarnación del Dios Eterno? No creo que sea así.
Aunque no tenemos un mandato en el Nuevo Testamento, no obstante, conforme al principio de la unidad de la revelación escrita, encuentro que el pueblo de Dios ha sido un pueblo celebrante, y nosotros hoy debemos recordar y festejar los grandes hechos de la redención, obrados en el Nuevo Testamento: La encarnación de Cristo, su muerte expiatoria, su resurrección, su ascensión y coronación.
La navidad es una ocasión especial en la cual los creyentes podemos anunciar al mundo que Jesús es Dios encarnado. Que el Dios trascendente decidió hacerse hombre para salvar al hombre de su pecado. Que el Dios Soberano se despojó a sí mismo para nacer como hombre, y humillarse a sí mismo, naciendo en un pesebre para enriquecer con su gracia al miserable pecador.
Aunque la Navidad puede ser rastreada a través de la historia y podemos encontrar que los pueblos paganos celebraban algo parecido, así como sucedió con algunas fiestas del Antiguo Testamento, a pesar de eso, la iglesia en el Nuevo Testamento, así como en el Antiguo, puede usarlas para celebrar los poderosos hecho de Dios, quitando de esas fiestas todo lo supersticioso.
Cuando los cristianos hoy celebramos el nacimiento de Cristo no lo hacemos como los paganos que celebraban el renacimiento del dios sol, sino que hoy, los cristianos, celebramos el nacimiento del verdadero Sol de Justicia.
Cuando los cristianos celebramos la Navidad o natividad (nacimiento) de Cristo el enfoque principal de nuestra fiesta es manifestar al mundo, a nuestros hijos, a todos, que Dios nos envió el regalo más precioso que tenía: A su hijo Eterno.
La celebración cristiana evangélica de la navidad se diferencia radicalmente de cualquier otra celebración parecida que hayan tenido los paganos, pues nosotros festejamos y nos regocijamos porque un día, no sabemos en qué mes, allá en Belén, nació la Esperanza de Israel, nació el dador de la vida, nació el Redentor. Este es un hecho poderoso que debe mover a toda la cristiandad universal a gozarse y anunciar públicamente lo que Dios hizo.
Ahora, usted puede celebrarlo en el mes que lo desee, no tiene que ser Diciembre, es más, todos los Domingos, en el día del Señor, celebramos el nacimiento de Cristo, celebramos su muerte, su resurrección, su ascensión y coronación, incluso celebramos su pronta venida para reinar con su pueblo.
Así que cuando la iglesia cristiana celebra en Diciembre el nacimiento de Cristo, está continuando con ese espíritu celebrador y festivo que ha caracterizado al pueblo de Dios, desde el comienzo de la historia de la redención.
En Navidad entonamos salmos e himnos que proclaman, así como en los salmos bíblicos, las obras de Dios, e invitamos a los hombres para que acudan presurosos a Cristo, así como los pastores y los magos acudieron presurosos a Belén:
Oh ven, oh ven, bendito Emanuel, de la maldad rescata a Israel
Que llora en triste desolación, y espera ansiosa su liberación.
Suenen dulces himnos, gratos al Señor, y óiganse en concierto universal
Desde el alto cielo baja el Salvador para beneficio del mortal.
¡Gloria! ¡Gloria sea a nuestro Dios! ¡Gloria! Sí, cantemos a una voz.
Oh, pueblecito de Belén, durmiendo en dulce paz
Los astros brillan sobre ti con suave claridad:
Mas en tus quietas calles hoy surge eterna luz
Y la promesa de Emanuel se cumple en Jesús.
Al mundo paz nació Jesús, nació ya nuestro Rey;
El corazón ya tiene luz, y paz su santa grey.
Al mundo paz, el Salvador en tierra reinará
Ya es feliz el pecador, Jesús perdón le da.
Gloria a Dios en las alturas, que mostró su gran amor,
Dándoles a sus criaturas un potente Salvador.
Con los himnos de los santos hagan coro nuestros cantos
De alabanza y gratitud, por la divinal salud.
Un rústico techo abrigo le da; por cuna un pesebre, por templo un portal
En lecho de pajas incógnito está, quien quiso a los astros su gloria prestar.
Oid un son en alta esfera: “En los cielos gloria a Dios,
Al mortal paz en la tierra, canta la celesta voz
Con los cielos alabemos al eterno Rey,
Cantemos a Jesús que es nuestro bien, con el coro de Belén
Canta la celeste voz: En los cielos gloria a Dios.
Ángeles cantando están tan dulcísima canción;
Las montañas su eco dan como fiel contestación.
Gloria, en lo alto gloria, gloria en lo alto gloria a Dios.
Santa la noche, hermosa las estrellas, la noche cuando nació el Señor.
El mundo envuelto estuvo en sus querellas
Hasta que Dios nos mandó al Salvador.
Una esperanza todo el mundo siente,
La luz de un nuevo día sin igual;
Con gratitud postrados adoradle,
Oíd de lo alto la voz angelical,
¡Oíd, cantad! Nació el Salvador
Si tiene inquietudes respecto a este tema u otros relacionadas con las Sagradas Escrituras y la vida cristiana, por favor ingrese al blog http://forobiblico.blogspot.com/ Puede escribir al email jcbbenitez@gmail.com y enviar sus comentarios o preguntas.
[1] Los puritanos se opusieron a la Navidad por varias razones, la principal, porque ellos consideraban que solo podían incluir en su vida piadosa lo que la Biblia, en especial el Nuevo Testamento, ordenara. No querían tener nada que la Biblia no ordenara. También se opusieron a la Navidad porque, como significa su nombre en inglés, los católicos le llaman la Misa de Cristo (Christ – Mass), y, siendo evangélicos conservadores, no soportaron tener dentro sus prácticas nada que oliera a catolicismo. Otra razón es que los católicos habían convertido el 25 de Diciembre en un día de reposo, pero los puritanos solo podían aceptar como día de reposo el Domingo. Así que el 25 de Diciembre, los puritanos trabajaban con más ahínco y esmero.
Al abordar este tema estoy introduciéndome en caminos difíciles, y es probable, que algunos me escriban para cuestionar lo que escribiré, pero, siendo un creyente bíblico y conservador, me ajustaré a la sana doctrina y los principios de la correcta
interpretación bíblica.
El tema de la celebración de la navidad dentro del pueblo evangélico mundial ha sido motivo de muchos debates, y hasta luchas y protestas públicas, como en el caso de los puritanos ingleses en los siglos XVI y XVII[1].
No obstante este espíritu conflictivo en torno al tema navideño, creo que es importante considerar algunos principios bíblicos, los cuales nos ayuden a tomar una decisión responsable, de acuerdo a la revelación escrita y en armonía con nuestra conciencia.
1. El pueblo de Dios ha sido un pueblo celebrante.
Los grandes y poderosos actos de Dios para con su pueblo fueron celebrados de manera continua por la nación de Israel. Muchas de estas celebraciones fueron ordenadas de manera directa y específica por Dios, y otras fueron incorporadas por el pueblo, especialmente después de la dispersión o el exilio babilónico.
El pueblo antiguo del Señor ( Lev. 23)celebraba la pascua (recordando ese gran día de la liberación de la esclavitud Egipcia), celebraba la fiesta de los Ázimos. Estas dos fiestas pueden ser rastreadas en culturas paganas pre-israelíes, no obstante, la celebración bíblica quitó todos los elementos supersticiosos de estas fiestas según la celebraban los paganos. Otras fiestas en el Antiguo Testamento son: las primicias o primeras gavillas, Las Semanas, las Trompetas, la expiación, las cabañas o tabernáculos. La mayoría de estas fiestas eran celebradas, mucho antes de ser establecidas en la nación de Israel, por los pueblos paganos, pero, como se ha dicho, el Señor y su pueblo le quitaron todos los elementos supersticiosos.
El propósito de estas celebraciones anuales era recordar los poderosos hechos de la misericordia Divina para con su pueblo. Las fiestas tenían también un propósito pedagógico, pues, los niños preguntarían a sus padres por el significado de esa fiesta y ellos debían enseñarles lo que Dios había hecho en la historia de la redención. (Éxodo 12:26-28)
El modelo de la Iglesia en el Nuevo Testamento.
La mayoría de cristianos evangélicos creemos que Jesús solo estableció dos celebraciones de obligatorio cumplimiento para la Iglesia: El Bautismo y la Santa Cena. El nuevo testamento no menciona otra clase de celebraciones o fiestas de carácter cristiano, además de las reuniones semanales de adoración y predicación. Aquí es donde surge la pregunta ¿Por qué los cristianos hemos de celebrar fiestas que la iglesia del primer siglo no celebró? Bueno, debemos ser cuidadosos al decir que imitamos de manera absoluta lo que la iglesia apostólica hizo en el siglo primero. No es cierto que las iglesias bíblicas de hoy día sean una réplica exacta de la iglesia de este bendecido período. Hay muchos elementos y prácticas que ellos tuvieron que nosotros no los tenemos hoy, y algunos elementos que ellos no tuvieron, que nosotros sí tenemos hoy, por ejemplo:
- La iglesia en el primer siglo practicaba un cristianismo comunitario en el cual todos vendían sus propiedades y compartían sus bienes con los creyentes pobres, de manera que no había necesitados en su comunidad. (Hechos 2:43-47). No tengo conocimiento de una iglesia bíblica hoy día que haga eso. Cada quien tiene sus propiedades, y no es lo usual que las vendan para darla a los creyentes pobres.
- La iglesia en el primer siglo no se reunía en templos cristianos o capillas construidas con el fin de reunirse para celebrar los cultos. Las iglesias funcionaban en las casas, los primeros cristianos no estaban preocupados por este tipo de cosas. No obstante, la mayoría de iglesias bíblicas hoy día construyen templos o capillas donde celebrar sus reuniones cúlticas.
La Biblia nos manda a seguir la doctrina apostólica, la cual siguieron los cristianos del primer siglo. Si no tenemos la doctrina que enseñaron los apóstoles autorizados por Cristo, entonces no tenemos comunión con la iglesia del primer siglo, así tengamos todos los elementos externos de ella. Aunque algunos elementos no esenciales de la iglesia primitiva no los tenemos hoy, y tenemos otros que ellos no tenían, no obstante, toda iglesia es responsable en mantenerse firme en la doctrina apostólica, no agregando ni quitando nada de lo esencial o doctrinal que ellos enseñaron y creyeron.
El hecho de que la iglesia del primer siglo no haya tenido capillas, no significa que sea pecado construirlas hoy. El hecho que de cada cristiano hoy día no venda sus propiedades para darla a los creyentes pobres, no quiere decir que estamos pecando con eso, siempre y cuando no dejemos de ser generosos.
El nuevo Testamento no nos dice que la iglesia en el primer siglo utilizaba instrumentos musicales para acompañar los cantos cultuales, no obstante, la mayoría de cristianos bíblicos usamos alguna clase de instrumentos musicales en nuestros servicios. No consideramos que sea pecado usarlos, toda vez que el pueblo en el Antiguo Testamento los usó de manera prolífica. Muchas cosas del Antiguo Testamento no pasan al Nuevo, porque fueron cumplidas en la obra de Cristo, eran sombra de la realidad que iba a traer Jesús, así que, como enseña el libro de Hebreos, todas las cosas que cumplían la función de sombra en el Antiguo Testamento, no pasan al Nuevo (la pascua, los sacrificios, el templo, el mobiliario del tabernáculo, etc). No obstante, algunos elementos del Antiguo Testamento no cumplían ese rol de sombra, y, si el Nuevo Testamento no las modificó o las prohibió, por qué hemos de pensar que no han de continuar en el Nuevo.
El uso de nuestras capillas o “templos” viene de la práctica judía post-exílica, pues, los judíos, al verse privados del templo de Jerusalén durante el exilio, y en aras de preservar su religión, decidieron construir o apartar ciertas casas para que fueran usadas como sitio de formación bíblica. Ahora, el Señor no había ordenado que se construyeran las sinagogas, no obstante, fueron una valiosa herramienta para la preservación y difusión de la fe hebrea. Jesús mismo frecuentó las sinagogas durante su ministerio. Las iglesias bíblicas utilizan las capillas, emulando a las sinagogas, a pesar de que no hay un mandato expreso en las Escrituras para que se construyan capillas.
A lo que deseo llegar es lo siguiente:
EL pueblo de Dios en el Antiguo Testamento celebró a través de diversas fiestas anuales los poderosos hechos de Dios en la historia de la redención. Estas fiestas judías no deben ser practicadas hoy por la iglesia, pues, todas eran sombras de la futura obra del Mesías. Una vez que el Mesías vino ya no necesitamos esas sombras. Pero, ¿prohibió Jesús o los apóstoles que el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento continuara con este espíritu festivo? ¿Prohibió el Señor que la iglesia en el Nuevo Pacto proclamara de manera pública, en celebraciones anuales, la obra más maravillosa que nuestro Dios haya hecho: La encarnación del Dios Eterno? No creo que sea así.
Aunque no tenemos un mandato en el Nuevo Testamento, no obstante, conforme al principio de la unidad de la revelación escrita, encuentro que el pueblo de Dios ha sido un pueblo celebrante, y nosotros hoy debemos recordar y festejar los grandes hechos de la redención, obrados en el Nuevo Testamento: La encarnación de Cristo, su muerte expiatoria, su resurrección, su ascensión y coronación.
La navidad es una ocasión especial en la cual los creyentes podemos anunciar al mundo que Jesús es Dios encarnado. Que el Dios trascendente decidió hacerse hombre para salvar al hombre de su pecado. Que el Dios Soberano se despojó a sí mismo para nacer como hombre, y humillarse a sí mismo, naciendo en un pesebre para enriquecer con su gracia al miserable pecador.
Aunque la Navidad puede ser rastreada a través de la historia y podemos encontrar que los pueblos paganos celebraban algo parecido, así como sucedió con algunas fiestas del Antiguo Testamento, a pesar de eso, la iglesia en el Nuevo Testamento, así como en el Antiguo, puede usarlas para celebrar los poderosos hecho de Dios, quitando de esas fiestas todo lo supersticioso.
Cuando los cristianos hoy celebramos el nacimiento de Cristo no lo hacemos como los paganos que celebraban el renacimiento del dios sol, sino que hoy, los cristianos, celebramos el nacimiento del verdadero Sol de Justicia.
Cuando los cristianos celebramos la Navidad o natividad (nacimiento) de Cristo el enfoque principal de nuestra fiesta es manifestar al mundo, a nuestros hijos, a todos, que Dios nos envió el regalo más precioso que tenía: A su hijo Eterno.
La celebración cristiana evangélica de la navidad se diferencia radicalmente de cualquier otra celebración parecida que hayan tenido los paganos, pues nosotros festejamos y nos regocijamos porque un día, no sabemos en qué mes, allá en Belén, nació la Esperanza de Israel, nació el dador de la vida, nació el Redentor. Este es un hecho poderoso que debe mover a toda la cristiandad universal a gozarse y anunciar públicamente lo que Dios hizo.
Ahora, usted puede celebrarlo en el mes que lo desee, no tiene que ser Diciembre, es más, todos los Domingos, en el día del Señor, celebramos el nacimiento de Cristo, celebramos su muerte, su resurrección, su ascensión y coronación, incluso celebramos su pronta venida para reinar con su pueblo.
Así que cuando la iglesia cristiana celebra en Diciembre el nacimiento de Cristo, está continuando con ese espíritu celebrador y festivo que ha caracterizado al pueblo de Dios, desde el comienzo de la historia de la redención.
En Navidad entonamos salmos e himnos que proclaman, así como en los salmos bíblicos, las obras de Dios, e invitamos a los hombres para que acudan presurosos a Cristo, así como los pastores y los magos acudieron presurosos a Belén:
Oh ven, oh ven, bendito Emanuel, de la maldad rescata a Israel
Que llora en triste desolación, y espera ansiosa su liberación.
Suenen dulces himnos, gratos al Señor, y óiganse en concierto universal
Desde el alto cielo baja el Salvador para beneficio del mortal.
¡Gloria! ¡Gloria sea a nuestro Dios! ¡Gloria! Sí, cantemos a una voz.
Oh, pueblecito de Belén, durmiendo en dulce paz
Los astros brillan sobre ti con suave claridad:
Mas en tus quietas calles hoy surge eterna luz
Y la promesa de Emanuel se cumple en Jesús.
Al mundo paz nació Jesús, nació ya nuestro Rey;
El corazón ya tiene luz, y paz su santa grey.
Al mundo paz, el Salvador en tierra reinará
Ya es feliz el pecador, Jesús perdón le da.
Gloria a Dios en las alturas, que mostró su gran amor,
Dándoles a sus criaturas un potente Salvador.
Con los himnos de los santos hagan coro nuestros cantos
De alabanza y gratitud, por la divinal salud.
Un rústico techo abrigo le da; por cuna un pesebre, por templo un portal
En lecho de pajas incógnito está, quien quiso a los astros su gloria prestar.
Oid un son en alta esfera: “En los cielos gloria a Dios,
Al mortal paz en la tierra, canta la celesta voz
Con los cielos alabemos al eterno Rey,
Cantemos a Jesús que es nuestro bien, con el coro de Belén
Canta la celeste voz: En los cielos gloria a Dios.
Ángeles cantando están tan dulcísima canción;
Las montañas su eco dan como fiel contestación.
Gloria, en lo alto gloria, gloria en lo alto gloria a Dios.
Santa la noche, hermosa las estrellas, la noche cuando nació el Señor.
El mundo envuelto estuvo en sus querellas
Hasta que Dios nos mandó al Salvador.
Una esperanza todo el mundo siente,
La luz de un nuevo día sin igual;
Con gratitud postrados adoradle,
Oíd de lo alto la voz angelical,
¡Oíd, cantad! Nació el Salvador
Si tiene inquietudes respecto a este tema u otros relacionadas con las Sagradas Escrituras y la vida cristiana, por favor ingrese al blog http://forobiblico.blogspot.com/ Puede escribir al email jcbbenitez@gmail.com y enviar sus comentarios o preguntas.
[1] Los puritanos se opusieron a la Navidad por varias razones, la principal, porque ellos consideraban que solo podían incluir en su vida piadosa lo que la Biblia, en especial el Nuevo Testamento, ordenara. No querían tener nada que la Biblia no ordenara. También se opusieron a la Navidad porque, como significa su nombre en inglés, los católicos le llaman la Misa de Cristo (Christ – Mass), y, siendo evangélicos conservadores, no soportaron tener dentro sus prácticas nada que oliera a catolicismo. Otra razón es que los católicos habían convertido el 25 de Diciembre en un día de reposo, pero los puritanos solo podían aceptar como día de reposo el Domingo. Así que el 25 de Diciembre, los puritanos trabajaban con más ahínco y esmero.
martes, 25 de noviembre de 2008
¿Es el diezmo una ley vigente para nosotros los gentiles?
Apreciado amigo, gracias por tus preguntas respecto al tema del diezmo.
Con frecuencia recibimos mensajes de creyentes que están inquietos respecto al tema, debido a la presión que algunos pastores ejercen sobre ellos. Creo que en este tema, como en todos los demás, debemos buscar cuáles son los principios bíblicos, qué es lo que la Biblia enseña al respecto en su totalidad. No solo vamos a buscar un pasaje en determinado libro de la Biblia, sino que debemos ir a todas las Escrituras, es la única forma por la cual podemos estar seguros de llegar a conclusiones bíblicas.
Procedamos a responder con la Biblia su primera pregunta: ¿Es el diezmo una ley vigente para nosotros los gentiles?
No todos los mandatos del Antiguo Testamento eran exclusivamente para los judíos. Hay muchas prácticas y principios que siguen en el Nuevo Testamento, como el reunirse para adorar al Señor, etc. El Nuevo Testamento no discurre de manera prolija o detallada en especificar qué elementos del Antiguo Testamento pasan o deben conservarse en el Nuevo. Encontramos claras enseñanzas de aquellos elementos que se cumplieron en la obra y en la Cruz de Cristo, y por lo tanto ya no son vigentes en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, el libro de hebreos nos enseña que el sacerdocio levítico fue cumplido de manera perfecta en Cristo y ahora no necesitamos de una clase especial de sacerdotes en la iglesia cristiana, sino que todos, en dependencia del Gran Sumo Sacerdote, Jesús, somos un reino de sacerdotes. También el Nuevo Testamento nos muestra de manera clara que los sacrificios del templo judío se terminaron con la muerte de Cristo.
Pero muchos otros principios o leyes (morales) pasan a la Iglesia del Nuevo Testamento así esto no se encuentre especificado en las cartas escritas por los apóstoles.
El diezmo en el Antiguo Testamento cumplía varios propósitos:
- Era una muestra de agradecimiento al Señor al reconocer que todo lo que el hombre posee y todo el producto que recibe de la tierra y de sus actividades comerciales, viene de la mano pródiga de Dios. El diezmo fue una práctica pre-mosaica, antes de la Ley de Moisés. Encontramos a los hijos de Adán dando sacrificios a Dios de lo mejor que producía la tierra. Estos muchachos habían aprendido de su padre que es menester dar agradecimientos a Dios por todas las bendiciones que nos da, y ellos lo hacían sacrificando en un altar lo mejor de los productos recibidos (lea Génesis 4:1-4). Abraham también tenía la práctica de agradecer al Señor por todas sus misericordias a través de las cuales nos bendice con bienes materiales y tenemos el registro de cómo entregó los diezmos a Melquisedec, quien representaba el sacerdocio eterno de Cristo (lea Gen. 14:17-20).
Procedamos a responder con la Biblia su primera pregunta: ¿Es el diezmo una ley vigente para nosotros los gentiles?
No todos los mandatos del Antiguo Testamento eran exclusivamente para los judíos. Hay muchas prácticas y principios que siguen en el Nuevo Testamento, como el reunirse para adorar al Señor, etc. El Nuevo Testamento no discurre de manera prolija o detallada en especificar qué elementos del Antiguo Testamento pasan o deben conservarse en el Nuevo. Encontramos claras enseñanzas de aquellos elementos que se cumplieron en la obra y en la Cruz de Cristo, y por lo tanto ya no son vigentes en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, el libro de hebreos nos enseña que el sacerdocio levítico fue cumplido de manera perfecta en Cristo y ahora no necesitamos de una clase especial de sacerdotes en la iglesia cristiana, sino que todos, en dependencia del Gran Sumo Sacerdote, Jesús, somos un reino de sacerdotes. También el Nuevo Testamento nos muestra de manera clara que los sacrificios del templo judío se terminaron con la muerte de Cristo.
Pero muchos otros principios o leyes (morales) pasan a la Iglesia del Nuevo Testamento así esto no se encuentre especificado en las cartas escritas por los apóstoles.
El diezmo en el Antiguo Testamento cumplía varios propósitos:
- Era una muestra de agradecimiento al Señor al reconocer que todo lo que el hombre posee y todo el producto que recibe de la tierra y de sus actividades comerciales, viene de la mano pródiga de Dios. El diezmo fue una práctica pre-mosaica, antes de la Ley de Moisés. Encontramos a los hijos de Adán dando sacrificios a Dios de lo mejor que producía la tierra. Estos muchachos habían aprendido de su padre que es menester dar agradecimientos a Dios por todas las bendiciones que nos da, y ellos lo hacían sacrificando en un altar lo mejor de los productos recibidos (lea Génesis 4:1-4). Abraham también tenía la práctica de agradecer al Señor por todas sus misericordias a través de las cuales nos bendice con bienes materiales y tenemos el registro de cómo entregó los diezmos a Melquisedec, quien representaba el sacerdocio eterno de Cristo (lea Gen. 14:17-20).
- El diezmo es el medio establecido por Dios para sostener a las personas que se dedican tiempo completo para el trabajo en Su casa, que en el Antiguo Testamento era el templo y ahora es la Iglesia (1 Timoteo 3:15). El Señor ordenó a toda la nación de Israel que llevara sus diezmos al tabernáculo y al templo, pues, los sacerdotes y levitas, servían al Señor en los asuntos religiosos, y no debían ocuparse en labores ajenas al templo. (Lea Números 18:21; 18:24, 26). Los diezmos debían ser llevados solamente al templo (Lea Deuteronomio 12:11).
Podemos preguntarnos ¿Será que en el Nuevo Testamento los creyentes no tenemos el deber de ser agradecidos con Dios por todas las misericordias recibidas a través del trabajo? ¿Será que los obreros que se dedican tiempo completo al trabajo en asuntos espirituales no requieren que sean sostenidos con las ofrendas de los creyentes? Veamos lo que dice el Nuevo Testamento al respecto:
- El apóstol Pablo manda a los creyentes que, conforme a las ganancias económicas que cada uno tenga, lo lleve a la iglesia local el día del Señor, es decir, el día Domingo. “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado” 1 Cor. 16:2 Este pasaje específicamente está hablando de ofrendas para la obra misionera, aunque puede aplicarse a las ofrendas para el sustento de la obra de Dios, en general.
- El apóstol, dando instrucciones al pastor Timoteo, le insta a enseñar a la Iglesia la responsabilidad por el sostenimiento económico de los pastores o ancianos. Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla, y: Digno es el obrero de su salario.” 1 Timoteo 5:17-18. Es importante observar que la expresión “dignos de doble honor” se refiere al sustento económico, como luego puede colegirse de la explicación en el versículo siguiente: digno es el obrero de su salario.
Ahora, el Señor Jesús y los apóstoles, a través del Nuevo Testamento nos muestran que la obediencia y el amor del pueblo creyente hacia Dios, es mayor en esta época que en el Antiguo Testamento, pues, disfrutamos de un mejor pacto, y las bendiciones de Dios son mayores. El Señor Jesús, en el Sermón del Monte, habló de la calidad en el cumplimiento de la Ley moral que debe dar el cristiano, él no rebajó la Ley sino que elevó la obediencia:
- La ley mosaica ordenaba no matar, pero Cristo dice que este mandamiento también se viola, no solo cuando tomamos un arma y asesinamos, sino cuando nos enojamos contra el hermano. (Lea Mateo 5:21-22)
- Respecto al adulterio también dice que este mandamiento lo violamos cuando nuestro corazón codicia a una mujer que no es nuestra esposa. (Lea Mateo 5:27-28)
De manera que los creyentes del Nuevo Testamento, gracias a la obra completa de Cristo en la cruz, tenemos mayores ventajas que los del Antiguo, ahora podemos obedecer con mayor libertad la ley moral y podemos ofrendar y diezmar en agradecimiento al Señor, con mayor fuerza.
El Nuevo Testamento no dice que el diezmo haya cesado en la Iglesia Cristiana, es más, Cristo lo aprobó cuando dijo: “!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de aquello (diezmar) Mateo 23:23.
En un próximo mensaje responderé las otras preguntas que me ha enviado:
¿La maldición dada por Dios a su nación, según Malaquías es para nosotros también?
¿Es correcto que un pastor o líder religioso, haga seguimiento a sus feligreses, cuidando que diezmen para con ello librarles de no perder la salvación?
¿Es el diezmo una obligación o un pacto personal?
¿Es más importante para Dios en nuestros tiempos los diezmos que otra cosa, como lo hacen ver algunos pastores?
¿La maldición dada por Dios a su nación, según Malaquías es para nosotros también?
¿Es correcto que un pastor o líder religioso, haga seguimiento a sus feligreses, cuidando que diezmen para con ello librarles de no perder la salvación?
¿Es el diezmo una obligación o un pacto personal?
¿Es más importante para Dios en nuestros tiempos los diezmos que otra cosa, como lo hacen ver algunos pastores?
martes, 14 de octubre de 2008
¿Sacrificó Jefté literalmenta a su hija? Jueces 11:29-40
¿Sacrificó Jefté literalmente a su hija, cumpliendo que el voto que había hecho al Señor? ¿Porqué permitió Dios que este hombre sacrificara a su hija, siendo que él había prohibido esta clase de práctica pagana?
Para responder esta pregunta procedamos a leer el pasaje donde se narra esta interesante historia: Jueces 11:29-40
“Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto. Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano. 34 Entonces volvió Jefté hacia Mizpa, a su casa; y he aquí su hija salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija. Y cuando él la vió, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! En verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme. Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón. Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. Él entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón. Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.”
Nuevamente nos enfrentamos a un texto que ofrece cierta dificultad para su comprensión. La dificultades que ofrece son las siguientes:
- ¿Ofreció Jefté a su hija en un sacrificio cruento como hacían los paganos o mas bien fue un voto de castidad y servicio al Señor?
- ¿Si fue un sacrificio cruento, se agradó Dios de eso?
Actualmente se brindan dos interpretaciones a este pasaje, por un lado encontramos a eruditos que resisten aceptar la idea de un sacrificio humano de parte de este hombre, el cual fue utilizado por el Espíritu de Dios para derrotar a los enemigos del pueblo de Israel. Para ellos es inconcebible que un hombre del pueblo de Dios haya rendido sacrificio al Señor asesinando a su propia hija, puesto que la Santa Ley de Dios había prohibido esta práctica pagana. Solo los animales limpios podrían ser sacrificados en olor fragante al Señor, jamás encontramos ninguna instrucción para sacrificios humanos, todo lo contrario, encontramos claras prohibiciones.
Pero, por otro lado están los que insisten en afirmar que el pasaje claramente habla de un sacrificio encendido, es decir, que la hija fue quemada así como lo practicaban los pueblos paganos.
Los que defienden la primera posición insisten en decir que es imposible que un hombre lleno del Espíritu Santo, como dice el versículo 29, haya sido llevado a sacrificar a su propia hija violando la santa ley de Dios. Otra razón es que, si hubiese sido un sacrificio humano el voto prometido, entonces Dios no le hubiera dado la victoria, pues, este hombre estaría pensando hacer algo reprobable. Y aún más, ¿cómo podría un hombre que era tan escrupuloso cumplir su voto? (versículo 35), ¿siendo tan sin escrúpulos para asesinar a su hija inocente, en flagrante desobediencia a la ley de Dios? Adicionalmente, cuando su hija supo del voto de su padre, ella lo animó a mantener el voto y solo le pidió ir a llorar su virginidad por dos meses, al final de los cuales regresaría voluntariamente para que su padre pudiese cumplir su voto. La hija de Jefté no mostró terror, no abogó por su vida--¡aún las amigas con quienes lloró su virginidad le permitieron retornar! ¿Cómo puede explicarse esto?
Y ¿por qué Jefté no sacó provecho de las leyes para redimir las cosas por las que se hizo voto (Levítico 27)--él dice “No puedo dar marcha atrás”--cuando dicha opción habría estado abierta para él? Y finalmente, si el entendimiento común del voto de Jefté es correcto, ¿dónde está su maravillosa y auto evidente fe que hizo que el escritor de Hebreos resueltamente lo incluyese en su catálogo de héroes de la fe?. Agradecidamente, como parece soportarlo la evidencia, Jefté no sacrificó a su hija--él la dedicó al servicio de Dios, tanto como Ana dedicó a Samuel al servicio de Dios. Como tal, la hija de Jefté permanecería virgen en tanto sirviese en el tabernáculo como parte de una clase especial de mujeres dedicadas (compare con Éxodo 38:8; 1 Samuel 2:22; Lucas 2:36-37). Parece que ellas actuaban como porteras, cantantes, músicos y trabajaban en la ropa (lo más valioso y necesario cuando el tabernáculo estaba en pie, como en los días de Jefté). Esta dedicación significa que Jefté no tendría nietos--porque su hija era su única hija--y así ningún heredero.
Por otro lado, y en número mas significativo, los eruditos afirman que Jefté si ofreció a su hija en un sacrificio humano encendido. William, David y Frederick, en su panorama del Antiguo Testamento afirman:
Esta historia es tan censurable que muchos eruditos han interpretado que su verdadero sentido es que a la hija de Jefté se le impuso un voto de virginidad perpetua. Los israelitas nunca practicaron el sacrificio humano, sostienen, de modo que Jefté nunca pudo haber pensado en ese tipo de sacrificio al hacer el voto y ciertamente nunca lo habría cumplido. Sin embargo el texto es claro: “hizo de ella conforme al voto que había hecho” (39).
Para responder esta pregunta procedamos a leer el pasaje donde se narra esta interesante historia: Jueces 11:29-40
“Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto. Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano. 34 Entonces volvió Jefté hacia Mizpa, a su casa; y he aquí su hija salía a recibirle con panderos y danzas, y ella era sola, su hija única; no tenía fuera de ella hijo ni hija. Y cuando él la vió, rompió sus vestidos, diciendo: ¡Ay, hija mía! En verdad me has abatido, y tú misma has venido a ser causa de mi dolor, porque le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme. Ella entonces le respondió: Padre mío, si le has dado palabra a Jehová, haz de mí conforme a lo que prometiste, ya que Jehová ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amón. Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. Él entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón. Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.”
Nuevamente nos enfrentamos a un texto que ofrece cierta dificultad para su comprensión. La dificultades que ofrece son las siguientes:
- ¿Ofreció Jefté a su hija en un sacrificio cruento como hacían los paganos o mas bien fue un voto de castidad y servicio al Señor?
- ¿Si fue un sacrificio cruento, se agradó Dios de eso?
Actualmente se brindan dos interpretaciones a este pasaje, por un lado encontramos a eruditos que resisten aceptar la idea de un sacrificio humano de parte de este hombre, el cual fue utilizado por el Espíritu de Dios para derrotar a los enemigos del pueblo de Israel. Para ellos es inconcebible que un hombre del pueblo de Dios haya rendido sacrificio al Señor asesinando a su propia hija, puesto que la Santa Ley de Dios había prohibido esta práctica pagana. Solo los animales limpios podrían ser sacrificados en olor fragante al Señor, jamás encontramos ninguna instrucción para sacrificios humanos, todo lo contrario, encontramos claras prohibiciones.
Pero, por otro lado están los que insisten en afirmar que el pasaje claramente habla de un sacrificio encendido, es decir, que la hija fue quemada así como lo practicaban los pueblos paganos.
Los que defienden la primera posición insisten en decir que es imposible que un hombre lleno del Espíritu Santo, como dice el versículo 29, haya sido llevado a sacrificar a su propia hija violando la santa ley de Dios. Otra razón es que, si hubiese sido un sacrificio humano el voto prometido, entonces Dios no le hubiera dado la victoria, pues, este hombre estaría pensando hacer algo reprobable. Y aún más, ¿cómo podría un hombre que era tan escrupuloso cumplir su voto? (versículo 35), ¿siendo tan sin escrúpulos para asesinar a su hija inocente, en flagrante desobediencia a la ley de Dios? Adicionalmente, cuando su hija supo del voto de su padre, ella lo animó a mantener el voto y solo le pidió ir a llorar su virginidad por dos meses, al final de los cuales regresaría voluntariamente para que su padre pudiese cumplir su voto. La hija de Jefté no mostró terror, no abogó por su vida--¡aún las amigas con quienes lloró su virginidad le permitieron retornar! ¿Cómo puede explicarse esto?
Y ¿por qué Jefté no sacó provecho de las leyes para redimir las cosas por las que se hizo voto (Levítico 27)--él dice “No puedo dar marcha atrás”--cuando dicha opción habría estado abierta para él? Y finalmente, si el entendimiento común del voto de Jefté es correcto, ¿dónde está su maravillosa y auto evidente fe que hizo que el escritor de Hebreos resueltamente lo incluyese en su catálogo de héroes de la fe?. Agradecidamente, como parece soportarlo la evidencia, Jefté no sacrificó a su hija--él la dedicó al servicio de Dios, tanto como Ana dedicó a Samuel al servicio de Dios. Como tal, la hija de Jefté permanecería virgen en tanto sirviese en el tabernáculo como parte de una clase especial de mujeres dedicadas (compare con Éxodo 38:8; 1 Samuel 2:22; Lucas 2:36-37). Parece que ellas actuaban como porteras, cantantes, músicos y trabajaban en la ropa (lo más valioso y necesario cuando el tabernáculo estaba en pie, como en los días de Jefté). Esta dedicación significa que Jefté no tendría nietos--porque su hija era su única hija--y así ningún heredero.
Por otro lado, y en número mas significativo, los eruditos afirman que Jefté si ofreció a su hija en un sacrificio humano encendido. William, David y Frederick, en su panorama del Antiguo Testamento afirman:
Esta historia es tan censurable que muchos eruditos han interpretado que su verdadero sentido es que a la hija de Jefté se le impuso un voto de virginidad perpetua. Los israelitas nunca practicaron el sacrificio humano, sostienen, de modo que Jefté nunca pudo haber pensado en ese tipo de sacrificio al hacer el voto y ciertamente nunca lo habría cumplido. Sin embargo el texto es claro: “hizo de ella conforme al voto que había hecho” (39).
Aunque quizá se le juzgue con criterios modernos, Jefté no se formó de acuerdo con esos valores. Era un galaadita y los no israelitas de esa región en esa época eran seguidores de Quemos, cuyo culto incluía el sacrificio de infantes en holocausto (2 Re. 3:27). Según el concepto de revelación progresiva, Dios toma a su pueblo en el lugar en que se encuentra y lo conduce a un conocimiento más completo de su persona y su voluntad. Jefté era producto de su época. Es muy difícil comprender cómo pudo haber sido adorador de Jehová – más aún, un liberador levantado por Yaveh – y al mismo tiempo haber llevado a cabo lo que luego se calificaría de práctica abominable. Jehová no le había pedido que hiciera aquel voto, ni ningún otro según el relato bíblico. Se trató de un acto impulsivo de parte de Jefté, realizado con buena intención. Cuando los israelitas comprendieron que Jehová no exige ese tipo de acciones, comenzaron a contemplar el voto de Jefté y su cumplimiento con otros ojos. El hecho significativo es que, aunque llegaron a considerar el sacrificio de infantes como una abominación a juicio de Jehová, no suprimieron esta historia de las escrituras sagradas. Aun de los errores bien intencionados pueden extraerse enseñanzas.
Por su parte el Diccionario Certeza dice: Con gran pesar Jefté comprendió que debía cumplir su voto ofreciéndola en holocausto que siempre se quemaba. No la ofreció a una vida de celibato (práctica que no se aplicó hasta la época del rabino Kimchi), porque no se registra que las siervas del tabernáculo o el templo tuvieran que ser vírgenes (Ana estaba casada Luc. 2:36).
También el comentario de Matthew Henry afirma: “Es mucho mas probable que Jefté ofreciese a su hija realmente en sacrificio, conforme al sentido literal de su voto, quizá porque interpretó malamente el la ley de Lev. 27:29. Pensó que quedaba obligado en conciencia por el voto y, por tanto, que era preferible matar a su hija antes que quebrantar el voto, excusándose ante los designios de la providencia, que había dispuesto que fuera su hija la primera en salirle al encuentro.
Usted puede juzgar conforme a los anteriores comentarios lo que significa el holocausto de la hija de Jefté. Personalmente me inclino más por la interpretación literal de este pasaje, es decir, que la hija fue sacrificada en holocausto, en contra de los preceptos divinos y como resultado de un apresuramiento de Jefté para declarar un voto innecesario.
Por su parte el Diccionario Certeza dice: Con gran pesar Jefté comprendió que debía cumplir su voto ofreciéndola en holocausto que siempre se quemaba. No la ofreció a una vida de celibato (práctica que no se aplicó hasta la época del rabino Kimchi), porque no se registra que las siervas del tabernáculo o el templo tuvieran que ser vírgenes (Ana estaba casada Luc. 2:36).
También el comentario de Matthew Henry afirma: “Es mucho mas probable que Jefté ofreciese a su hija realmente en sacrificio, conforme al sentido literal de su voto, quizá porque interpretó malamente el la ley de Lev. 27:29. Pensó que quedaba obligado en conciencia por el voto y, por tanto, que era preferible matar a su hija antes que quebrantar el voto, excusándose ante los designios de la providencia, que había dispuesto que fuera su hija la primera en salirle al encuentro.
Usted puede juzgar conforme a los anteriores comentarios lo que significa el holocausto de la hija de Jefté. Personalmente me inclino más por la interpretación literal de este pasaje, es decir, que la hija fue sacrificada en holocausto, en contra de los preceptos divinos y como resultado de un apresuramiento de Jefté para declarar un voto innecesario.
Cuando la Biblia dice que el Espíritu de Dios vino sobre Jefté, lo que quiere decir es que el Señor le había capacitado para hacer una obra especial en medio de su pueblo, pero esto no significa que su forma de actuar siempre iba a ser conforme a las leyes del Santo Dios, pues, encontramos a otro hombre, Sansón, quien fue visitado por el Espíritu de Dios y le dio poder y fuerzas especiales, pero este hombre condujo su vida violando los principios divinos y llegó a un final triste.
Para finalizar este capítulo deseo compartir lo que dice el comentario de M. Henry: Suponiendo que Jefté ofreció realmente a su hija en holocausto, la cuestión es si obró bien o mal. Hay quienes le justifican, diciendo que obró bien, ya que prefirió el honor de Dios a cualquier otra cosa de este mundo, incluso a su única hija. Otros, en cambio, y con toda razón condenan a Jefté en esto. Hizo mal en proferir el voto, y todavía peor en cumplirlo, pues no estaba obligado a cumplir un voto que iba derechamente en contra de la letra del sexto mandamiento “no matarás”. Como dice el Dr. Lightfood, Dios había prohibido severamente los sacrificios humanos; así que éste fue en realidad, un sacrificio a Moloc. No se olvide que los sacrificios humanos eran práctica corriente entre los cananeos, en medio de los cuales vivía Jefté. Este ambiente impedía que Jefté viese claro en este asunto, pues su conciencia no estaba suficientemente formada.
Para finalizar este capítulo deseo compartir lo que dice el comentario de M. Henry: Suponiendo que Jefté ofreció realmente a su hija en holocausto, la cuestión es si obró bien o mal. Hay quienes le justifican, diciendo que obró bien, ya que prefirió el honor de Dios a cualquier otra cosa de este mundo, incluso a su única hija. Otros, en cambio, y con toda razón condenan a Jefté en esto. Hizo mal en proferir el voto, y todavía peor en cumplirlo, pues no estaba obligado a cumplir un voto que iba derechamente en contra de la letra del sexto mandamiento “no matarás”. Como dice el Dr. Lightfood, Dios había prohibido severamente los sacrificios humanos; así que éste fue en realidad, un sacrificio a Moloc. No se olvide que los sacrificios humanos eran práctica corriente entre los cananeos, en medio de los cuales vivía Jefté. Este ambiente impedía que Jefté viese claro en este asunto, pues su conciencia no estaba suficientemente formada.
¿Entraba o salía Jesús de Jericó cuando sanó al ciego? Lucas 18:35-43; Mateo 20:29-34; Marcos 10:46-52
En Lucas 18:35-43 el escritor dice que cuando Jesús sanó al ciego en la puerta de Jericó, ellos iban acercándose a dicha ciudad, pero en Mateo 20:29-34 y Marcos 10:46-52 dice que Jesús iba saliendo de Jericó. ¿Cómo se explica esta diferencia? Además, ¿Por qué en un Evangelio se habla de un ciego y en otro se habla de dos ciegos?
Leamos primeramente los pasajes en los tres evangelios sinópticos:
Mateo 20:29-34 “Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.”
Marcos 10:46-52 “Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado.”
Lucas 18:35-43 “Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; 36y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. 37Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno. 38Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 39Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 40Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó, 41diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. 42Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. 43Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.”
Primeramente revisemos los tres pasajes para ver si se trata del mismo episodio.
- En los tres pasajes se habla de una gran multitud que seguía a Jesús.
- Las tres narraciones ubican el episodio en las tierras cercanas a Jericó.
- En los tres relatos los ciegos o el ciego gritan a Jesús: “Hijo de David, ten misericordia”
- También en las tres narraciones la gente manda callar a los ciegos o el ciego.
- De nuevo los tres relatos coinciden en decir que Jesús preguntó: ¿Qué quieres que te haga?
- Dos de los relatos dicen que los ciegos sanados siguieron a Jesús.
No veo razón alguna para pensar que se trata de episodios diferentes, las coincidencias mostradas en los tres evangelios son demasiadas, de tal manera que nos llevan a concluir que se trata del mismo episodio.
Ahora veamos las diferencias mas importantes encontradas en los relatos de cada evangelio:
- Mateo y Marcos ubican el episodio de la curación del ciego o los ciegos a la salida de Jericó, mientras que Lucas lo ubica en la entrada a Jericó.
- Mateo habla de dos ciegos sentados junto al camino, mientras que Marcos solo menciona a un ciego de nombre Bartimeo, de la misma manera Lucas habla sobre un ciego sentado junto al camino.
Ahora la pregunta que surge es la siguiente ¿Cómo explicamos esta diferencia? Era un ciego o dos, fue entrando a Jericó o saliendo de ella.
Siendo francos y honestos podemos afirmar que no tenemos la respuesta precisa. Varias explicaciones se han dado para reconciliar estas diferencias, veamos algunas de ellas:
- William Hendriksen dice: “En cuanto a la primera dificultad (Mateo habla de dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas hablan de uno) ¿Es posible que Marcos, que era el intérprete de Pedro, haya oído solamente la historia de Bartimeo? Por cierto, esta no es una verdadera solución; solamente traslada el problema de Marcos a Pedro. Por otra parte, el problema no es tan grave. No hay una contradicción real, porque ni Marcos ni Lucas nos dicen que Jesús devolvió la vista a solamente un ciego.”[1].
Con el fin de poder responder esta justa pregunta es necesario tener en cuenta el contexto, no solo del pasaje, sino de los tres libros y de la época en que sucedió este episodio, así como conocer algo de los tres autores.
Primero revisemos el contexto de los tres autores y de los libros en sí:
Mateo era un judío y discípulo de Cristo. Su evangelio fue escrito para mostrar a los judíos que Jesús era el Mesías prometido. Su evangelio no tiene como propósito el narrar hechos con grandes detalles, sino que se enfoca en contar la necesario para mostrar que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, es decir, el Mesías prometido en las profecías del Antiguo Testamento.
Marcos también era judío, no fue apóstol. Su conocimiento histórico de la vida de Cristo fue recibido de Pedro, a quien sirvió como intérprete. Aunque su afán no fue escribir los hechos de la vida de Cristo con una secuencia histórica precisa, todo lo que escribió fue conforme lo recibió del apóstol Pedro. Su evangelio tiene como propósito mostrarnos a Jesús como el Hijo de Dios, el siervo de todos.
Lucas era gentil, amigo personal de Pablo y compañero de este en algunos de sus viajes, siendo gentil trató de presentar a Cristo como el salvador de todos en su Evangelio. Le escribió a su amigo Teófilo un resumen preciso de la vida de Cristo, resultado de una profunda y meticulosa investigación.
Ahora, conozcamos un poco sobre el contexto geográfico de la narración en estudio. La escena de la curación de los hombres ciegos ocurre en las cercanías de la ciudad de Jericó, pero la pregunta es ¿Cerca de cuál Jericó sucedió la escena? En la época de Cristo había dos lugares con este nombre.
Al sur de la antigua Jericó que fue destruida por el Señor en la época de conquista de la tierra prometida, fue construida otra ciudad con el mismo nombre. Sabemos que Herodes y sus sucesores levantaron un imponente palacio de invierno y mucha gente adinerada vivía en dicha ciudad. Zaqueo es un judío rico que tenía su casa en este distinguido distrito. Al lado de esta nueva Jericó permanecía el montículo de lo que fue la antigua Jericó rodeado de casas con sus habitantes, de tal manera que las dos Jericó se encontraban una frente a la otra. Cuando una persona estaba saliendo de la nueva Jericó podría considerarse que estaba acercándose a la otra ciudad con este mismo nombre.
Algunos autores cristianos han reconciliado esta aparente contradicción en los relatos de la curación de los ciegos recordando que “debe tenerse en cuenta la distinta ubicación de la ciudad antigua y de la nueva, con lo que el milagro habría tenido lugar entre ambas.” La ciudad antigua de Jericó tenía mayor relación con el pueblo judío, puesto que la nueva Jericó correspondía al período de dominio romano. Siendo que Mateo y Marcos eran judíos, es probable que hayan tenido en cuenta, en su narración, la ciudad antigua de Jericó, mientras que Lucas, un gentil y helenista, tuvo mayormente en cuenta a la ciudad romana de Jericó, es decir, la nueva. Mateo y Marcos dicen que el milagro sucedió saliendo de Jericó, mientras que Lucas afirma que sucedió acercándose a Jericó. Lo mas probable es que los dos evangelistas judíos vieron el milagro desde la ciudad antigua, es decir, saliendo de ella, mientras que Lucas vio el milagro desde la perspectiva de la nueva Jericó Romana, es decir, acercándose. Realmente no hay contradicción en esta narración, solo que debemos conocer el contexto geográfico e histórico de la época.
Respecto a la pregunta sobre el porqué Mateo menciona a dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas hablan solo de un ciego, no encontramos ninguna dificultad real. Marcos y Lucas no afirman que Jesús sanó a solamente un ciego, ellos mencionan a uno en especial, incluso Marcos resalta el nombre de uno de ellos: Bartimeo. Lo más probable es que Jesús hizo más milagros en ese viaje, pero los evangelistas solo mencionan los que consideraron necesarios, como dice el apóstol Juan: Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. Juan 20:30-31
Los evangelistas son como reporteros que resaltan las cosas desde la perspectiva que ellos están presentando de Cristo. A Marcos le llamó más la atención el ciego Bartimeo, probablemente era el que más gritaba o fue el que tomó la iniciativa de hablar con Jesús en nombre del otro, y es posible que Lucas también mencionara solo a este ciego por la misma razón, pero no hay razón para pensar que hay una contradicción.
[1] William Hendriksen, Mateo, página 790
Leamos primeramente los pasajes en los tres evangelios sinópticos:
Mateo 20:29-34 “Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.”
Marcos 10:46-52 “Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. 47Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 48Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. 50El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. 51Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. 52Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado.”
Lucas 18:35-43 “Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; 36y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. 37Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno. 38Entonces dio voces, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 39Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 40Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó, 41diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. 42Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. 43Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.”
Primeramente revisemos los tres pasajes para ver si se trata del mismo episodio.
- En los tres pasajes se habla de una gran multitud que seguía a Jesús.
- Las tres narraciones ubican el episodio en las tierras cercanas a Jericó.
- En los tres relatos los ciegos o el ciego gritan a Jesús: “Hijo de David, ten misericordia”
- También en las tres narraciones la gente manda callar a los ciegos o el ciego.
- De nuevo los tres relatos coinciden en decir que Jesús preguntó: ¿Qué quieres que te haga?
- Dos de los relatos dicen que los ciegos sanados siguieron a Jesús.
No veo razón alguna para pensar que se trata de episodios diferentes, las coincidencias mostradas en los tres evangelios son demasiadas, de tal manera que nos llevan a concluir que se trata del mismo episodio.
Ahora veamos las diferencias mas importantes encontradas en los relatos de cada evangelio:
- Mateo y Marcos ubican el episodio de la curación del ciego o los ciegos a la salida de Jericó, mientras que Lucas lo ubica en la entrada a Jericó.
- Mateo habla de dos ciegos sentados junto al camino, mientras que Marcos solo menciona a un ciego de nombre Bartimeo, de la misma manera Lucas habla sobre un ciego sentado junto al camino.
Ahora la pregunta que surge es la siguiente ¿Cómo explicamos esta diferencia? Era un ciego o dos, fue entrando a Jericó o saliendo de ella.
Siendo francos y honestos podemos afirmar que no tenemos la respuesta precisa. Varias explicaciones se han dado para reconciliar estas diferencias, veamos algunas de ellas:
- William Hendriksen dice: “En cuanto a la primera dificultad (Mateo habla de dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas hablan de uno) ¿Es posible que Marcos, que era el intérprete de Pedro, haya oído solamente la historia de Bartimeo? Por cierto, esta no es una verdadera solución; solamente traslada el problema de Marcos a Pedro. Por otra parte, el problema no es tan grave. No hay una contradicción real, porque ni Marcos ni Lucas nos dicen que Jesús devolvió la vista a solamente un ciego.”[1].
Con el fin de poder responder esta justa pregunta es necesario tener en cuenta el contexto, no solo del pasaje, sino de los tres libros y de la época en que sucedió este episodio, así como conocer algo de los tres autores.
Primero revisemos el contexto de los tres autores y de los libros en sí:
Mateo era un judío y discípulo de Cristo. Su evangelio fue escrito para mostrar a los judíos que Jesús era el Mesías prometido. Su evangelio no tiene como propósito el narrar hechos con grandes detalles, sino que se enfoca en contar la necesario para mostrar que Jesús es verdaderamente el Hijo de Dios, es decir, el Mesías prometido en las profecías del Antiguo Testamento.
Marcos también era judío, no fue apóstol. Su conocimiento histórico de la vida de Cristo fue recibido de Pedro, a quien sirvió como intérprete. Aunque su afán no fue escribir los hechos de la vida de Cristo con una secuencia histórica precisa, todo lo que escribió fue conforme lo recibió del apóstol Pedro. Su evangelio tiene como propósito mostrarnos a Jesús como el Hijo de Dios, el siervo de todos.
Lucas era gentil, amigo personal de Pablo y compañero de este en algunos de sus viajes, siendo gentil trató de presentar a Cristo como el salvador de todos en su Evangelio. Le escribió a su amigo Teófilo un resumen preciso de la vida de Cristo, resultado de una profunda y meticulosa investigación.
Ahora, conozcamos un poco sobre el contexto geográfico de la narración en estudio. La escena de la curación de los hombres ciegos ocurre en las cercanías de la ciudad de Jericó, pero la pregunta es ¿Cerca de cuál Jericó sucedió la escena? En la época de Cristo había dos lugares con este nombre.
Al sur de la antigua Jericó que fue destruida por el Señor en la época de conquista de la tierra prometida, fue construida otra ciudad con el mismo nombre. Sabemos que Herodes y sus sucesores levantaron un imponente palacio de invierno y mucha gente adinerada vivía en dicha ciudad. Zaqueo es un judío rico que tenía su casa en este distinguido distrito. Al lado de esta nueva Jericó permanecía el montículo de lo que fue la antigua Jericó rodeado de casas con sus habitantes, de tal manera que las dos Jericó se encontraban una frente a la otra. Cuando una persona estaba saliendo de la nueva Jericó podría considerarse que estaba acercándose a la otra ciudad con este mismo nombre.
Algunos autores cristianos han reconciliado esta aparente contradicción en los relatos de la curación de los ciegos recordando que “debe tenerse en cuenta la distinta ubicación de la ciudad antigua y de la nueva, con lo que el milagro habría tenido lugar entre ambas.” La ciudad antigua de Jericó tenía mayor relación con el pueblo judío, puesto que la nueva Jericó correspondía al período de dominio romano. Siendo que Mateo y Marcos eran judíos, es probable que hayan tenido en cuenta, en su narración, la ciudad antigua de Jericó, mientras que Lucas, un gentil y helenista, tuvo mayormente en cuenta a la ciudad romana de Jericó, es decir, la nueva. Mateo y Marcos dicen que el milagro sucedió saliendo de Jericó, mientras que Lucas afirma que sucedió acercándose a Jericó. Lo mas probable es que los dos evangelistas judíos vieron el milagro desde la ciudad antigua, es decir, saliendo de ella, mientras que Lucas vio el milagro desde la perspectiva de la nueva Jericó Romana, es decir, acercándose. Realmente no hay contradicción en esta narración, solo que debemos conocer el contexto geográfico e histórico de la época.
Respecto a la pregunta sobre el porqué Mateo menciona a dos ciegos, mientras que Marcos y Lucas hablan solo de un ciego, no encontramos ninguna dificultad real. Marcos y Lucas no afirman que Jesús sanó a solamente un ciego, ellos mencionan a uno en especial, incluso Marcos resalta el nombre de uno de ellos: Bartimeo. Lo más probable es que Jesús hizo más milagros en ese viaje, pero los evangelistas solo mencionan los que consideraron necesarios, como dice el apóstol Juan: Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. Juan 20:30-31
Los evangelistas son como reporteros que resaltan las cosas desde la perspectiva que ellos están presentando de Cristo. A Marcos le llamó más la atención el ciego Bartimeo, probablemente era el que más gritaba o fue el que tomó la iniciativa de hablar con Jesús en nombre del otro, y es posible que Lucas también mencionara solo a este ciego por la misma razón, pero no hay razón para pensar que hay una contradicción.
[1] William Hendriksen, Mateo, página 790
¿Qué significa Atar y Desatar? ¿Podemos los creyentes atar y desatar cualquier cosa en nosotros o los demás? Mateo 18:18-20
Otra pregunta que nos han enviado: ¿Cuál es el significado de Mateo 18:18-20? ¿Es posible que los cristianos atemos y desatemos en los demás cualquier cosa? ¿A qué cosas se refiere Jesús que podemos atar y desatar? ¿Algunos creyentes me han dicho que debo tener mucho cuidado con lo que digo porque puedo estar atando o desatando cosas sobre mí y los demás? Mateo 16:19
Antes de dar la respuesta a esta importante pregunta, leamos Mateo 18:15-20, con el fin de tener en cuenta el contexto del pasaje en estudio:
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Los términos atar y desatar utilizados por Jesús no representan ninguna dificultad real para su interpretación, al menos en el tiempo del primer siglo y en épocas subsiguientes de la Iglesia cristiana donde la influencia de la Nueva Era y las creencias neo-gnósticas no habían calado en las iglesias cristianas. Lastimosamente en el día de hoy, pasajes que eran claros en su interpretación se han tornado difíciles debido a la mezcla notoria de cristianismo y conceptos paganos que se dan en el seno de muchas iglesias llamadas cristianas. Pero el sentido real y claro de los términos atar y desatar se encuentra en el mismo contexto del pasaje y no debe prestarse para confusión. Lastimosamente muchos líderes cristianos muy populares hoy día por sus creencias semi-paganas, semi-gnósticas y especialmente de la Nueva Era, han tergiversado este y otros pasajes para dar a entender lo que no dicen.
Con el fin de comprender bien los términos atar y desatar utilizados por Jesús en este pasaje miremos el contexto en el cual son utilizados.
Este pasaje de Mateo 18:15-20 está tratando el asunto de la disciplina en la Iglesia. Hagamos un seguimiento:
Hay un ofensor, alguien que ha cometido un pecado contra otro, y persiste en ello. V.15
El primer paso que la persona dañada u ofendida debe hacer es hablar con el ofensor con el fin de mostrarle su falta de amor, llamarla al arrepentimiento y buscar la reconciliación. V. 15
Si este diálogo personal entre los dos afectados no produce resultados positivos, entonces se debe seguir al siguiente paso, buscar a dos hermanos de confianza y testimonio para que ellos sean testigos. V.16
Si el ofensor persiste en su falta de arrepentimiento y continúa pecando y haciendo daño, no escuchando los consejos y la reprensión de los testigos, entonces no queda otro remedio, sino apelar a la corte mas alta en esta tierra, es decir, la Iglesia. V.17.
Si la Iglesia reunida con sus pastores o ancianos no logra llevar al arrepentimiento al miembro pecador, y no lo convence de desistir de su pecado notorio y escandaloso, sino que éste se aferra más y más a su pecado, entonces no queda otro remedio que la excomunión de la fraternidad eclesiástica. Esto es lo que significa la expresión, muy judaica, “tenle por gentil y publicano”, es decir, ya no lo tengan como creyente o miembro de la Iglesia, sino como un incrédulo, pues, su comportamiento corresponde, no al de un cristiano, sino al de alguien que es inconverso. En el mundo judío de la época de Cristo los publicanos eran considerados como una de las clases mas pecadoras y aborrecibles. De tal manera que decirle a un judío “publicano” era decirle que pertenecía a la peor clase de gentes. Esto era así debido a su función de cobrar los impuestos a su propia gente para entregárselos a un gobierno extranjero, como lo era el imperio romano. Al respecto el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza dice: “Sus prácticas generalmente extorsivas los convertían en una clase especialmente odiada y despreciada, de modo que nuestro Señor pudo referirse a ellos como ejemplos típicos de una actitud egoísta (Mt. 5:46). Para el judío estricto, sin embargo, esta actitud tan natural de odio se veía agravada por la consideración religiosa de que el publicano era ceremonialmente impuro, por su continuo contacto con los gentiles, y porque debía trabajar en el día de reposo”[1]. Por otro lado, el término o la designación gentil, era tan oprobiosa para un judío, como el término publicano. Gentiles era la designación común para las gentes del resto de las naciones que no pertenecían al pueblo judío, por lo tanto, idólatras, paganos, impuros y pecadores. Si bien es cierto que Jesús amaba a los publicanos, así como a los gentiles y jamás los despreció como hacían normalmente los judíos, sino que los acogió con amor tierno como lo demuestran las innumerables escenas en los Evangelios, el uso de la expresión “tenle por gentil y publicano” está siendo utilizado de acuerdo al contexto judaico de su tiempo, es decir, “tengan al miembro de la iglesia no arrepentido como aquel que se comporta de acuerdo a la conducta de un pecador publicano y un pagano gentil”, es decir, no lo consideren como un miembro de la Iglesia, lo que es igual a la excomunión.
Es en este momento cuando dice Jesús “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. Aquí nuevamente Jesús está utilizando la terminología judaíca, o mas exactamente, rabínica de su tiempo. Atar y desatar eran dos palabras que en el tiempo de Jesús la utilizaban los rabinos para referirse a la acción de “permitir o prohibir”, es decir, “quitar o imponer una obligación”[2]. En Mateo 16:19 Jesús utiliza estas palabras respecto a la autoridad que ha dado a Pedro, y al resto de los apóstoles y a todos los siervos de Jesús, para declarar lo que está permitido o prohibido en materia doctrinal, y en este pasaje de Mateo 18 se refiere a la autoridad que Cristo ha dado a la Iglesia para ejercer disciplina en sus miembros.
“Es deber de la Iglesia como un todo y representada por quienes el Señor ha señalado para gobernarla, atar, esto es, prohibir la violación de estos principios, y desatar, esto es, permitir todo lo que esté en armonía con ellos”[3]. Esta acción de permitir o prohibir se ejerce mediante la predicación bíblica. Todo pastor está obligado a declarar el santo consejo de Dios a los miembros de la iglesia local, enseñando lo que es agradable al Señor (permitido) y declarando lo que es desagradable ante el santo Dios (prohibido). De la misma manera la Iglesia ata o excomulga a aquellos impenitentes que quieren vivir como incrédulos y desata o permite la readmisión de los que habiendo sido expulsados se arrepienten. Esto no es algo mágico que las iglesias hacen, es simplemente el ejercicio de la disciplina siguiendo los principios bíblicos. Ahora, es importante resaltar la autoridad que Cristo ha dado a las iglesias locales para que ejerzan la disciplina entre sus miembros, sus palabras son contundentes “lo que atéis en la tierra será atado en el cielo, lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo”, es decir, la disciplina que la iglesia ejerce sobre sus miembros no debe ser tenida como poca cosa, pues no es solo la decisión de un grupo de creyentes sino que Jesús, en el cielo, toma atenta nota de esta decisión. Es por ello que ninguna iglesia local debe ser descuidada en ejercer la disciplina bíblica, pero también debe cerciorarse de seguir el debido proceso, pues, Jesús acogerá en sus tiernos brazos a aquellos que han sido excomulgados de la congregación local sin una justa causa y sin el debido proceso.
Habiendo entendido el significado de los términos atar y desatar pasemos a explicar lo que NO SIGNIFICA:
No significa que las iglesias tengan el poder para declarar cualquier cosa respecto a alguien y esperar que esto sea realizado efectivamente por Dios, por ejemplo, una iglesia no tiene la autoridad para declarar que una enfermedad o maldición específica vendrá sobre una persona y ésta efectivamente será realizada por Dios. Esto no es lo que enseña este pasaje. La autoridad que Cristo le ha dado aquí es para que discipline a sus miembros, expulsándolos de la comunión, y efectivamente en el cielo se toma nota de ello, o para recibirlos cuando se han arrepentido.
No significa que los creyentes de una manera particular puedan declarar cosas que aten o desaten a él mismo o a otros. He escuchado a muchos creyentes decir: “No te ates diciendo que estás enfermo”, como si los creyentes tuviéramos un poder mágico para decir cualquier cosa con nuestra boca y lo que digamos tenga el poder sobrenatural para tornarse en una realidad. Esto corresponde a las enseñanzas metafísicas de la nueva era y su insistencia en el lenguaje positivo y la energía positiva. Los creyentes no creemos en esas cosas fantasiosas. No somos una especie de dioses pequeños que tenemos poder en nuestras palabras para crear cosas, solo Dios tiene el poder de crear lo que no existe con sus palabras.
[1] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, Página 1124
[2] Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, página 150
[3] William Hendriksen, Mateo, página 736.
Antes de dar la respuesta a esta importante pregunta, leamos Mateo 18:15-20, con el fin de tener en cuenta el contexto del pasaje en estudio:
“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. 18De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Los términos atar y desatar utilizados por Jesús no representan ninguna dificultad real para su interpretación, al menos en el tiempo del primer siglo y en épocas subsiguientes de la Iglesia cristiana donde la influencia de la Nueva Era y las creencias neo-gnósticas no habían calado en las iglesias cristianas. Lastimosamente en el día de hoy, pasajes que eran claros en su interpretación se han tornado difíciles debido a la mezcla notoria de cristianismo y conceptos paganos que se dan en el seno de muchas iglesias llamadas cristianas. Pero el sentido real y claro de los términos atar y desatar se encuentra en el mismo contexto del pasaje y no debe prestarse para confusión. Lastimosamente muchos líderes cristianos muy populares hoy día por sus creencias semi-paganas, semi-gnósticas y especialmente de la Nueva Era, han tergiversado este y otros pasajes para dar a entender lo que no dicen.
Con el fin de comprender bien los términos atar y desatar utilizados por Jesús en este pasaje miremos el contexto en el cual son utilizados.
Este pasaje de Mateo 18:15-20 está tratando el asunto de la disciplina en la Iglesia. Hagamos un seguimiento:
Hay un ofensor, alguien que ha cometido un pecado contra otro, y persiste en ello. V.15
El primer paso que la persona dañada u ofendida debe hacer es hablar con el ofensor con el fin de mostrarle su falta de amor, llamarla al arrepentimiento y buscar la reconciliación. V. 15
Si este diálogo personal entre los dos afectados no produce resultados positivos, entonces se debe seguir al siguiente paso, buscar a dos hermanos de confianza y testimonio para que ellos sean testigos. V.16
Si el ofensor persiste en su falta de arrepentimiento y continúa pecando y haciendo daño, no escuchando los consejos y la reprensión de los testigos, entonces no queda otro remedio, sino apelar a la corte mas alta en esta tierra, es decir, la Iglesia. V.17.
Si la Iglesia reunida con sus pastores o ancianos no logra llevar al arrepentimiento al miembro pecador, y no lo convence de desistir de su pecado notorio y escandaloso, sino que éste se aferra más y más a su pecado, entonces no queda otro remedio que la excomunión de la fraternidad eclesiástica. Esto es lo que significa la expresión, muy judaica, “tenle por gentil y publicano”, es decir, ya no lo tengan como creyente o miembro de la Iglesia, sino como un incrédulo, pues, su comportamiento corresponde, no al de un cristiano, sino al de alguien que es inconverso. En el mundo judío de la época de Cristo los publicanos eran considerados como una de las clases mas pecadoras y aborrecibles. De tal manera que decirle a un judío “publicano” era decirle que pertenecía a la peor clase de gentes. Esto era así debido a su función de cobrar los impuestos a su propia gente para entregárselos a un gobierno extranjero, como lo era el imperio romano. Al respecto el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza dice: “Sus prácticas generalmente extorsivas los convertían en una clase especialmente odiada y despreciada, de modo que nuestro Señor pudo referirse a ellos como ejemplos típicos de una actitud egoísta (Mt. 5:46). Para el judío estricto, sin embargo, esta actitud tan natural de odio se veía agravada por la consideración religiosa de que el publicano era ceremonialmente impuro, por su continuo contacto con los gentiles, y porque debía trabajar en el día de reposo”[1]. Por otro lado, el término o la designación gentil, era tan oprobiosa para un judío, como el término publicano. Gentiles era la designación común para las gentes del resto de las naciones que no pertenecían al pueblo judío, por lo tanto, idólatras, paganos, impuros y pecadores. Si bien es cierto que Jesús amaba a los publicanos, así como a los gentiles y jamás los despreció como hacían normalmente los judíos, sino que los acogió con amor tierno como lo demuestran las innumerables escenas en los Evangelios, el uso de la expresión “tenle por gentil y publicano” está siendo utilizado de acuerdo al contexto judaico de su tiempo, es decir, “tengan al miembro de la iglesia no arrepentido como aquel que se comporta de acuerdo a la conducta de un pecador publicano y un pagano gentil”, es decir, no lo consideren como un miembro de la Iglesia, lo que es igual a la excomunión.
Es en este momento cuando dice Jesús “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. Aquí nuevamente Jesús está utilizando la terminología judaíca, o mas exactamente, rabínica de su tiempo. Atar y desatar eran dos palabras que en el tiempo de Jesús la utilizaban los rabinos para referirse a la acción de “permitir o prohibir”, es decir, “quitar o imponer una obligación”[2]. En Mateo 16:19 Jesús utiliza estas palabras respecto a la autoridad que ha dado a Pedro, y al resto de los apóstoles y a todos los siervos de Jesús, para declarar lo que está permitido o prohibido en materia doctrinal, y en este pasaje de Mateo 18 se refiere a la autoridad que Cristo ha dado a la Iglesia para ejercer disciplina en sus miembros.
“Es deber de la Iglesia como un todo y representada por quienes el Señor ha señalado para gobernarla, atar, esto es, prohibir la violación de estos principios, y desatar, esto es, permitir todo lo que esté en armonía con ellos”[3]. Esta acción de permitir o prohibir se ejerce mediante la predicación bíblica. Todo pastor está obligado a declarar el santo consejo de Dios a los miembros de la iglesia local, enseñando lo que es agradable al Señor (permitido) y declarando lo que es desagradable ante el santo Dios (prohibido). De la misma manera la Iglesia ata o excomulga a aquellos impenitentes que quieren vivir como incrédulos y desata o permite la readmisión de los que habiendo sido expulsados se arrepienten. Esto no es algo mágico que las iglesias hacen, es simplemente el ejercicio de la disciplina siguiendo los principios bíblicos. Ahora, es importante resaltar la autoridad que Cristo ha dado a las iglesias locales para que ejerzan la disciplina entre sus miembros, sus palabras son contundentes “lo que atéis en la tierra será atado en el cielo, lo que desatéis en la tierra será desatado en el cielo”, es decir, la disciplina que la iglesia ejerce sobre sus miembros no debe ser tenida como poca cosa, pues no es solo la decisión de un grupo de creyentes sino que Jesús, en el cielo, toma atenta nota de esta decisión. Es por ello que ninguna iglesia local debe ser descuidada en ejercer la disciplina bíblica, pero también debe cerciorarse de seguir el debido proceso, pues, Jesús acogerá en sus tiernos brazos a aquellos que han sido excomulgados de la congregación local sin una justa causa y sin el debido proceso.
Habiendo entendido el significado de los términos atar y desatar pasemos a explicar lo que NO SIGNIFICA:
No significa que las iglesias tengan el poder para declarar cualquier cosa respecto a alguien y esperar que esto sea realizado efectivamente por Dios, por ejemplo, una iglesia no tiene la autoridad para declarar que una enfermedad o maldición específica vendrá sobre una persona y ésta efectivamente será realizada por Dios. Esto no es lo que enseña este pasaje. La autoridad que Cristo le ha dado aquí es para que discipline a sus miembros, expulsándolos de la comunión, y efectivamente en el cielo se toma nota de ello, o para recibirlos cuando se han arrepentido.
No significa que los creyentes de una manera particular puedan declarar cosas que aten o desaten a él mismo o a otros. He escuchado a muchos creyentes decir: “No te ates diciendo que estás enfermo”, como si los creyentes tuviéramos un poder mágico para decir cualquier cosa con nuestra boca y lo que digamos tenga el poder sobrenatural para tornarse en una realidad. Esto corresponde a las enseñanzas metafísicas de la nueva era y su insistencia en el lenguaje positivo y la energía positiva. Los creyentes no creemos en esas cosas fantasiosas. No somos una especie de dioses pequeños que tenemos poder en nuestras palabras para crear cosas, solo Dios tiene el poder de crear lo que no existe con sus palabras.
[1] Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, Página 1124
[2] Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, página 150
[3] William Hendriksen, Mateo, página 736.
¿Enseña Jesús que los cristianos actuemos con deslealtad para ganar amigos? Lucas 16:8-9
Otra pregunta que nos hace llegar un amigo: ¿Qué significa Lucas 16:8-9? ¿Enseña este pasaje que los cristianos debemos actuar con deslealtad para ganar amigos?
Leamos Lucas Capítulo 16:1-13. “Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. 2Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. 3Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. 7Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. 8Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.10El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? 12Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? 13Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Este pasaje ha representado cierta dificultad en la compresión de lo que desea enseñar el Señor Jesús.
Algunos han pensado que esta parábola describe a una persona que robó a su Señor, y a quien su mismo señor alabó y a quien Jesús señaló como ejemplo para sus seguidores; mas aún, pareciera indicar que con dinero se puede comprar un lugar en el cielo.[1] Otros han pensado que Jesús está poniendo como ejemplo la deslealtad y la deshonestidad del mayordomo infiel, pero un análisis de la parábola nos lleva a conclusiones distintas.
Ahora, analicemos la parábola del mayordomo infiel versículo por versículo.
El verso 1 nos deja ver que esta parábola está dirigida especialmente a los discípulos del Señor, aunque el verso 14 hace notar que los fariseos agudizaron sus oídos para escuchar estas cosas. Jesús comienza su historia diciendo que había un hombre rico. Probablemente era dueño de una gran hacienda. Muchos comentaristas bíblicos coinciden en afirmar que el hombre rico está representando a Dios, el dueño de todo lo que existe. Luego dice Jesús que éste hacendado tenía un mayordomo, el cual se encargaba de administrar todos los recursos del hombre rico. El comentario de Mattew Henry dice al respecto: “En esta parábola los hijos de los hombres son presentados como administradores o mayordomos de las cosas que tienen en este mundo. Todo cuanto tenemos es propiedad de Dios; nosotros somos, en realidad, usufructuarios de los bienes que Dios nos presta”.[2] Este mayordomo fue acusado de disipador de los bienes del hombre rico. Parece que ejerció una mala administración, no sabemos si hizo fraude o no, pero el dueño de los bienes no estaba contento con lo que hacía con los bienes encomendados. Nuevamente el comentario de Mattew Henry dice: “Todos somos reos de este cargo, pues no hemos empleado como deberíamos los dones y los bienes que Dios nos ha encomendado en esta vida. Es menester, pues, que nos examinemos a nosotros mismos , a fin de que no seamos juzgados por nuestro amo”. [3]
El versículo 2 dice que el dueño de los bienes llamó a este administrador o mayordomo para exigirle que rinda cuentas de su administración. Al parecer el mayordomo no tenía nada que decir para defenderse, sino que procede a arreglar los libros contables y entregarlos en orden a su jefe. Hasta este momento de la historia el mayordomo no ha sido acusado de robo, solo de mala administración de los recursos, pues, el dueño no lo despide inmediatamente sino que le da la oportunidad de arreglar todas las cosas administrativas para que luego pueda irse y entregue el cargo a otra persona.
En el verso 3 hayamos al mayordomo angustiado por su situación futura. Le preocupaba lo que sería de él después de salir de la casa del hombre rico. El futuro siempre preocupa a los hombres. Nos agrada tener el control presente sobre las cosas que vendrán, sobre la situación económica y material. Siempre queremos labrar un buen presente para garantizar de esta forma un futuro tranquilo. Eso es lo que sucede al hombre de la historia. Parece que ya no era joven de tal manera que sus fuerzas no le serían suficientes para hacer trabajo manual pesado, pero le parecía terrible tener que mendigar y vivir de la misericordia de los demás. Lo extraño es que sentía vergüenza de pedir, pero no tuvo vergüenza para hacer lo que sigue en la historia, lo cual fue peor.
En el verso 4 se enciende una luz en las maquinaciones del mayordomo. Ha pensado y pensado en cómo garantizar un futuro tranquilo para él, y por fin logra encontrar la solución. Con este camino que ha encontrado tendrá asegurado el techo y el alimento hasta su muerte.
Los versos 5 al 7 describen el camino que había encontrado este mayordomo. Llamó a los deudores del dueño de los bienes y les hizo una rebaja considerable en las deudas que ellos tenían para con el hombre rico. Los deudores estarían agradecidos con este mayordomo, del cual no sospechaban que engañaba a su jefe, aunque las cosas se hicieron de manera “pronta” y rápida, tal vez para que el dueño de los bienes no se enterara de estas maniobras que perjudicaban aún más su hacienda.
Lo cierto es que en el verso 8 encontramos al dueño de los bienes enterado de la situación. Tal vez los mismos deudores se habían comunicado con el hombre rico para agradecerle por tan generoso proceder.
Es sorprendente hallar al amo o Señor de la hacienda alabando al mayordomo infiel en el verso 8. Pero debemos observar que el amo no está alabando la deshonestidad del mayordomo, sino su sagacidad utilizada para prepararse un buen futuro cuando haya quedado sin empleo. El comentario de William McDonald dice al respecto “El mayordomo no recibió el encomio por su actuación tortuosa sino mas bien por su previsión. Había actuado con prudencia. Miraba hacia delante y hacía provisión para el futuro”[4] La conducta del mayordomo es catalogada en este versículo como mala, pues se le da el apelativo de mayordomo malo. No hay ni un ápice de aprobación para su comportamiento. Lo que hizo fue malo y detestable. Ni el amo, ni Cristo, están aprobando su comportamiento. Lo que ellos desean resaltar es su asombro por la forma tan sagaz, inteligente y astuta cómo este mal mayordomo se asegura provisión para el futuro. Este mayordomo había aprovechado las relaciones con los demás hombres para obtener premios futuros. Su trato con ellos fue inteligente. Él buscó tener amigos en el futuro que le dieran premios por su amistad. Es por eso que Jesús termina afirmando en el verso 8 “porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de la luz”. Los hijos de este siglo, o literalmente en el griego original: Los hijos de este mundo, utilizan toda su astucia y pericia pecaminosa para conseguir sus deseos mundanos, mientras que los hijos de Dios somos descuidados en hacer provisión para obtener premios y recompensas en el estado eterno. Como dice William Hendriksen “Jesús no está diciendo que debamos tener la mente mundana o deshonesta. Está afirmando el hecho obvio de que en las cuestiones del mundo los mundanos con frecuencia muestran más sagacidad o astucia que la que los hijos de Dios muestran en los asuntos que afectan su salvación eterna.”[5]
Luego llegamos al versículo mas difícil de esta historia, el verso 9 en el cual Jesús dice a sus discípulos: “Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.”. Antes de interpretar este pasaje debemos saber que el término usado por Jesús “riquezas injustas” o “el mammón de la injusticia” significa literalmente “La riqueza mundana”, es decir, el dinero y las posesiones materiales, o como dice el comentario de Mattew Henry “El señor llama injustas a las riquezas materiales porque, como dice Bliss, en muchos casos , su adquisición y su uso implican tanta iniquidad que quien haya visto esto en sus más profundas honduras y en su anchura sin límite, bien pudiera referirse a ello llamándolo riqueza de maldad.”[6]
Cuando Jesús dice “ganad amigos por medio de las riquezas injustas, es decir, del dinero y los bienes materiales, está dando a entender que debemos esforzarnos en utilizar los recursos materiales y económicos que Dios nos ha permitido obtener en los asuntos eternos de los demás, pero que al final, servirán para nuestro provecho cuando hayamos dejado nuestro cargo de mayordomos en este mundo y pasemos a la eternidad. William Hendriksen dice al respecto: “Jesús quiere que su pueblo también mire al futuro y por medio de “el mammón de la injusticia” (el dinero) apoye de tal manera todas las causas buenas y a la gente necesitada para que cuando los dadores mueran, habrá una gran bienvenida para ellos. Aquellos habitantes celestiales que, mientras aún estaban en la tierra, fueron beneficiados por la bondad de estas personas generosas entonces estarán dando la bienvenida a los que van llegando. Con mucha alegría los conducirán a sus habitaciones celestiales.”[7]
Es evidente que Jesús no está hablando aquí de hacer provisión para el futuro en esta tierra, pues, aunque debemos trabajar con gran esfuerzo por proveer para nuestras necesidades físicas, es de mayor valor el trabajar por las cosas eternas y espirituales. Si utilizamos los recursos materiales que estamos administrando, pues en realidad no son nuestros sino que vienen de Dios, para apoyar la causa del evangelio, entonces estaremos ganando muchos amigos que en la eternidad nos acompañarán y recibirán con alegría en las moradas eternas.
La aplicación que hace Jesús en los versos 10 al 13 contienen el mensaje central de esta historia “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas (es decir el dinero y los bienes materiales) no fuisteis fieles, ¿Quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Las palabras de Cristo en el verso 10 dejan ver que él no aprobaba ni excusaba la deshonestidad o la infidelidad. “Si una persona es digna de confianza en el manejo de cosas de pequeña importancia, también puede confiarse con cosas de mayor importancia”[8] Lo muy poco se refiere a los bienes de este mundo, lo mucho o lo más indica lo espiritual y eterno, es decir, lo celestial. Las riquezas injustas se relacionan con el dinero y las posesiones terrenas, mientras que lo verdadero se refiere a lo que permanece por siempre, es decir, lo celestial.
La aplicación que Jesús hace es la siguiente: Si nosotros como mayordomos de los recursos materiales que nos ha dado el Señor no somos fieles en utilizarlos para la extensión del reino de Dios, sino que los malgastamos en nuestros deleites y lujos, entonces tampoco seremos fieles en utilizar de manera productiva los dones que el Señor nos ha dado, y mucho menos recibiremos premios en la eternidad. “Si no hacemos buen uso de los dones comunes de la Providencia, ¿Cómo haremos buen uso de los dones de la gracia? Nuestra infidelidad en el uso de lo ordinario, donde incluso los mundanos pueden portarse correctamente nos incapacita para recibir del Señor gracias copiosas que nos otorgarían amplia entrada en el reino eterno. Quien sirve a Dios y al prójimo con el dinero de su bolsillo, es seguro que le servirá con la piedad del corazón; pero quien entierra el talento de la generosidad también enterrará los cinco talentos de la espiritualidad. Por otra parte, sino somos fieles en las riquezas injustas y pasajeras; es decir, falsas, ¿cómo seremos fieles en las riquezas espirituales, que son lo verdadero?[9]
Los creyentes podemos ser malos administradores de los recursos que nos da el Señor, especialmente cuando nos apegamos a las cosas materiales que son de este mundo, como si ellas fueran lo mas importante, o el propósito por el cual Dios nos ha puesto en este planeta, es por eso que al apóstol Pablo nos advierte “Si pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” Col. 3:1-3. Muchas personas han caído en grandes pecados y descuidos de lo verdadero y eterno por afanarse en acumular lujos y comodidades materiales, de allí que nuevamente el apóstol Pablo nos diga “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. 1 Timoteo 6:6-10.
[1] Erdman, Carlos. El Evangelio de Lucas. Página 191
[2] Mattew Henry. Página 1318
[3] Mattew Henrry, Página 1318
[4] William McDonal, Página 640.
[5] William Hendriksen, Lucas, Página 724
[6] Mattew Henry, Página 1319
[7] William Hendrikses, Lucas, Página 725.
[8] William Hendriksen, Lucas, Página 726
[9] Mattew Henry, Página 1319
Leamos Lucas Capítulo 16:1-13. “Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. 2Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. 3Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. 7Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. 8Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.10El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? 12Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? 13Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Este pasaje ha representado cierta dificultad en la compresión de lo que desea enseñar el Señor Jesús.
Algunos han pensado que esta parábola describe a una persona que robó a su Señor, y a quien su mismo señor alabó y a quien Jesús señaló como ejemplo para sus seguidores; mas aún, pareciera indicar que con dinero se puede comprar un lugar en el cielo.[1] Otros han pensado que Jesús está poniendo como ejemplo la deslealtad y la deshonestidad del mayordomo infiel, pero un análisis de la parábola nos lleva a conclusiones distintas.
Ahora, analicemos la parábola del mayordomo infiel versículo por versículo.
El verso 1 nos deja ver que esta parábola está dirigida especialmente a los discípulos del Señor, aunque el verso 14 hace notar que los fariseos agudizaron sus oídos para escuchar estas cosas. Jesús comienza su historia diciendo que había un hombre rico. Probablemente era dueño de una gran hacienda. Muchos comentaristas bíblicos coinciden en afirmar que el hombre rico está representando a Dios, el dueño de todo lo que existe. Luego dice Jesús que éste hacendado tenía un mayordomo, el cual se encargaba de administrar todos los recursos del hombre rico. El comentario de Mattew Henry dice al respecto: “En esta parábola los hijos de los hombres son presentados como administradores o mayordomos de las cosas que tienen en este mundo. Todo cuanto tenemos es propiedad de Dios; nosotros somos, en realidad, usufructuarios de los bienes que Dios nos presta”.[2] Este mayordomo fue acusado de disipador de los bienes del hombre rico. Parece que ejerció una mala administración, no sabemos si hizo fraude o no, pero el dueño de los bienes no estaba contento con lo que hacía con los bienes encomendados. Nuevamente el comentario de Mattew Henry dice: “Todos somos reos de este cargo, pues no hemos empleado como deberíamos los dones y los bienes que Dios nos ha encomendado en esta vida. Es menester, pues, que nos examinemos a nosotros mismos , a fin de que no seamos juzgados por nuestro amo”. [3]
El versículo 2 dice que el dueño de los bienes llamó a este administrador o mayordomo para exigirle que rinda cuentas de su administración. Al parecer el mayordomo no tenía nada que decir para defenderse, sino que procede a arreglar los libros contables y entregarlos en orden a su jefe. Hasta este momento de la historia el mayordomo no ha sido acusado de robo, solo de mala administración de los recursos, pues, el dueño no lo despide inmediatamente sino que le da la oportunidad de arreglar todas las cosas administrativas para que luego pueda irse y entregue el cargo a otra persona.
En el verso 3 hayamos al mayordomo angustiado por su situación futura. Le preocupaba lo que sería de él después de salir de la casa del hombre rico. El futuro siempre preocupa a los hombres. Nos agrada tener el control presente sobre las cosas que vendrán, sobre la situación económica y material. Siempre queremos labrar un buen presente para garantizar de esta forma un futuro tranquilo. Eso es lo que sucede al hombre de la historia. Parece que ya no era joven de tal manera que sus fuerzas no le serían suficientes para hacer trabajo manual pesado, pero le parecía terrible tener que mendigar y vivir de la misericordia de los demás. Lo extraño es que sentía vergüenza de pedir, pero no tuvo vergüenza para hacer lo que sigue en la historia, lo cual fue peor.
En el verso 4 se enciende una luz en las maquinaciones del mayordomo. Ha pensado y pensado en cómo garantizar un futuro tranquilo para él, y por fin logra encontrar la solución. Con este camino que ha encontrado tendrá asegurado el techo y el alimento hasta su muerte.
Los versos 5 al 7 describen el camino que había encontrado este mayordomo. Llamó a los deudores del dueño de los bienes y les hizo una rebaja considerable en las deudas que ellos tenían para con el hombre rico. Los deudores estarían agradecidos con este mayordomo, del cual no sospechaban que engañaba a su jefe, aunque las cosas se hicieron de manera “pronta” y rápida, tal vez para que el dueño de los bienes no se enterara de estas maniobras que perjudicaban aún más su hacienda.
Lo cierto es que en el verso 8 encontramos al dueño de los bienes enterado de la situación. Tal vez los mismos deudores se habían comunicado con el hombre rico para agradecerle por tan generoso proceder.
Es sorprendente hallar al amo o Señor de la hacienda alabando al mayordomo infiel en el verso 8. Pero debemos observar que el amo no está alabando la deshonestidad del mayordomo, sino su sagacidad utilizada para prepararse un buen futuro cuando haya quedado sin empleo. El comentario de William McDonald dice al respecto “El mayordomo no recibió el encomio por su actuación tortuosa sino mas bien por su previsión. Había actuado con prudencia. Miraba hacia delante y hacía provisión para el futuro”[4] La conducta del mayordomo es catalogada en este versículo como mala, pues se le da el apelativo de mayordomo malo. No hay ni un ápice de aprobación para su comportamiento. Lo que hizo fue malo y detestable. Ni el amo, ni Cristo, están aprobando su comportamiento. Lo que ellos desean resaltar es su asombro por la forma tan sagaz, inteligente y astuta cómo este mal mayordomo se asegura provisión para el futuro. Este mayordomo había aprovechado las relaciones con los demás hombres para obtener premios futuros. Su trato con ellos fue inteligente. Él buscó tener amigos en el futuro que le dieran premios por su amistad. Es por eso que Jesús termina afirmando en el verso 8 “porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de la luz”. Los hijos de este siglo, o literalmente en el griego original: Los hijos de este mundo, utilizan toda su astucia y pericia pecaminosa para conseguir sus deseos mundanos, mientras que los hijos de Dios somos descuidados en hacer provisión para obtener premios y recompensas en el estado eterno. Como dice William Hendriksen “Jesús no está diciendo que debamos tener la mente mundana o deshonesta. Está afirmando el hecho obvio de que en las cuestiones del mundo los mundanos con frecuencia muestran más sagacidad o astucia que la que los hijos de Dios muestran en los asuntos que afectan su salvación eterna.”[5]
Luego llegamos al versículo mas difícil de esta historia, el verso 9 en el cual Jesús dice a sus discípulos: “Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.”. Antes de interpretar este pasaje debemos saber que el término usado por Jesús “riquezas injustas” o “el mammón de la injusticia” significa literalmente “La riqueza mundana”, es decir, el dinero y las posesiones materiales, o como dice el comentario de Mattew Henry “El señor llama injustas a las riquezas materiales porque, como dice Bliss, en muchos casos , su adquisición y su uso implican tanta iniquidad que quien haya visto esto en sus más profundas honduras y en su anchura sin límite, bien pudiera referirse a ello llamándolo riqueza de maldad.”[6]
Cuando Jesús dice “ganad amigos por medio de las riquezas injustas, es decir, del dinero y los bienes materiales, está dando a entender que debemos esforzarnos en utilizar los recursos materiales y económicos que Dios nos ha permitido obtener en los asuntos eternos de los demás, pero que al final, servirán para nuestro provecho cuando hayamos dejado nuestro cargo de mayordomos en este mundo y pasemos a la eternidad. William Hendriksen dice al respecto: “Jesús quiere que su pueblo también mire al futuro y por medio de “el mammón de la injusticia” (el dinero) apoye de tal manera todas las causas buenas y a la gente necesitada para que cuando los dadores mueran, habrá una gran bienvenida para ellos. Aquellos habitantes celestiales que, mientras aún estaban en la tierra, fueron beneficiados por la bondad de estas personas generosas entonces estarán dando la bienvenida a los que van llegando. Con mucha alegría los conducirán a sus habitaciones celestiales.”[7]
Es evidente que Jesús no está hablando aquí de hacer provisión para el futuro en esta tierra, pues, aunque debemos trabajar con gran esfuerzo por proveer para nuestras necesidades físicas, es de mayor valor el trabajar por las cosas eternas y espirituales. Si utilizamos los recursos materiales que estamos administrando, pues en realidad no son nuestros sino que vienen de Dios, para apoyar la causa del evangelio, entonces estaremos ganando muchos amigos que en la eternidad nos acompañarán y recibirán con alegría en las moradas eternas.
La aplicación que hace Jesús en los versos 10 al 13 contienen el mensaje central de esta historia “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas (es decir el dinero y los bienes materiales) no fuisteis fieles, ¿Quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
Las palabras de Cristo en el verso 10 dejan ver que él no aprobaba ni excusaba la deshonestidad o la infidelidad. “Si una persona es digna de confianza en el manejo de cosas de pequeña importancia, también puede confiarse con cosas de mayor importancia”[8] Lo muy poco se refiere a los bienes de este mundo, lo mucho o lo más indica lo espiritual y eterno, es decir, lo celestial. Las riquezas injustas se relacionan con el dinero y las posesiones terrenas, mientras que lo verdadero se refiere a lo que permanece por siempre, es decir, lo celestial.
La aplicación que Jesús hace es la siguiente: Si nosotros como mayordomos de los recursos materiales que nos ha dado el Señor no somos fieles en utilizarlos para la extensión del reino de Dios, sino que los malgastamos en nuestros deleites y lujos, entonces tampoco seremos fieles en utilizar de manera productiva los dones que el Señor nos ha dado, y mucho menos recibiremos premios en la eternidad. “Si no hacemos buen uso de los dones comunes de la Providencia, ¿Cómo haremos buen uso de los dones de la gracia? Nuestra infidelidad en el uso de lo ordinario, donde incluso los mundanos pueden portarse correctamente nos incapacita para recibir del Señor gracias copiosas que nos otorgarían amplia entrada en el reino eterno. Quien sirve a Dios y al prójimo con el dinero de su bolsillo, es seguro que le servirá con la piedad del corazón; pero quien entierra el talento de la generosidad también enterrará los cinco talentos de la espiritualidad. Por otra parte, sino somos fieles en las riquezas injustas y pasajeras; es decir, falsas, ¿cómo seremos fieles en las riquezas espirituales, que son lo verdadero?[9]
Los creyentes podemos ser malos administradores de los recursos que nos da el Señor, especialmente cuando nos apegamos a las cosas materiales que son de este mundo, como si ellas fueran lo mas importante, o el propósito por el cual Dios nos ha puesto en este planeta, es por eso que al apóstol Pablo nos advierte “Si pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” Col. 3:1-3. Muchas personas han caído en grandes pecados y descuidos de lo verdadero y eterno por afanarse en acumular lujos y comodidades materiales, de allí que nuevamente el apóstol Pablo nos diga “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. 1 Timoteo 6:6-10.
[1] Erdman, Carlos. El Evangelio de Lucas. Página 191
[2] Mattew Henry. Página 1318
[3] Mattew Henrry, Página 1318
[4] William McDonal, Página 640.
[5] William Hendriksen, Lucas, Página 724
[6] Mattew Henry, Página 1319
[7] William Hendrikses, Lucas, Página 725.
[8] William Hendriksen, Lucas, Página 726
[9] Mattew Henry, Página 1319
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