Salmo
54
La
oración de un creyente perseguido: ¡Señor, ayúdame!
Este sermón fue predicado por el hermano Julio C.
Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la
Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con
otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la
venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.
Este
es un salmo bastante sencillo. Es muy fácil ver que consta de tres partes:
v.
1-3 La petición que David eleva a Dios, y la circunstancia en la cual se
presenta.
v.
4-5 David medita en la persona de Dios y en sus obras a favor de los que
confían en Él.
v.
6-7 En respuesta a esta meditación, David resuelve alabar con todo su corazón
al Dios que lo libra del malo.
Así
que, hay una petición, una meditación y una resolución o declaración.
Y
deseo que aprendamos tres lecciones de este salmo:
Primero,
debemos acudir a las promesas de Dios en cualquier circunstancia.
Segundo,
debemos predicarnos a nosotros la doctrina de Dios en oración.
Tercero,
Debemos alabar a Dios con alegría por quién es Él y por lo que hace.
1.
David acude a las promesas de Dios – la petición (v. 1-3)
“Al
músico principal; en Neginot. Masquil de David, cuando vinieron los zifeos y
dijeron a Saúl: ¿No está David escondido en nuestra tierra? Oh Dios, sálvame
por tu nombre, y con tu poder defiéndeme. Oh Dios, oye mi oración; escucha las
razones de mi boca. Porque extraños se han levantado contra mí, y hombres
violentos buscan mi vida; no han puesto a Dios delante de sí. Selah”
La
petición y su ocasión o circunstancia se describen desde el título hasta el
versículo 3.
Es
importante observar que David acude a las promesas de liberación que Dios le
había hecho. Dios le dijo que lo sentaría en el trono de Judá y lo libraría de
sus enemigos. David está siendo perseguido por Saúl, su vida corre peligro,
entonces, busca refugio en el Dios que prometió librarlo.
Saúl
y sus secuaces le están pisando los talones. Recientemente David había sufrido
mucho al ver como Saúl mata a los sacerdotes de Nob porque ellos le dieron
algunas provisiones, sin saber que era perseguido por Saúl.
Y
ahora se le suma que su propia gente, los miembros de su propia tribu, Judá, le
dan a Saúl las coordenadas exactas de dónde se encuentra David. Lo cual tuvo
que ser muy amargo para el salmista. Ellos tienen miedo de que el malvado Saúl
los masacre como hizo con los sacerdotes de Nob.
“Después
subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en
nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur
del desierto? Por tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y
nosotros lo entregaremos en la mano del rey” (1 Sam. 23:19-20).
Para
David no sería extraño que un edomita, como Doeg, lo entregara a la muerte,
pero en este caso se trata de compatriotas a los cuales David había librado de
serios peligros al combatir a los filisteos que vinieron a atacarlos. Esto tuvo
que ser algo muy doloroso para el salmista.
En
el versículo 1 David responde a esta dolorosa circunstancia. Y él ora por dos
cosas: Que Dios lo rescate y que Dios lo vindique.
La
respuesta vino prontamente, pues, Dios lo rescató de Saúl usando a los enemigos
filisteos, los cuales atacaron a Israel: “Entonces vino un mensajero a Saúl,
diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país.
Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos”
(1 Sam. 23:27-28).
Aquí
el Antiguo Testamento nos da una imagen preciosa de la doctrina de la Soberanía
de Dios. Él usó a los enemigos del pueblo de Dios para salvar al que sería el
rey escogido que reinaría sobre su pueblo santo.
Oh
Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme. Pero
David también ora por una reivindicación, pues, no era justo que Saúl lo
tratara de esa manera cuando él no había hecho nada en contra del rey.
Aunque
David fue ungido por el Señor para ser rey de Israel, él no actúa como un
usurpador, él no le quiere arrebatar el cetro a Saúl. Él espera a que Dios, en
su tiempo, le entregue el reinado.
Si
hubo un hombre que logró un golpe a la monarquía con integridad, fue David,
pues, él no levantaría su mano contra aquel que había sido ungido como rey de
Israel. Por eso David ora por una especie de reivindicación.
Saúl
lo estaba calumniando. David estaba siendo criticado por el pueblo como un
hombre sin integridad, como si fuera un traidor contra su pueblo, aunque él
estaba en ese lugar por designio de Dios. Por eso pide a Dios que lo defienda o
vindique.
Ahora,
¿con qué quiere ser vindicado o defendido David? Con el poder y el nombre de
Dios. Es decir, que Dios lo defienda por lo que Dios es: Por su carácter, por
Sus atributos, por Su reputación. El nombre representa quién es Dios y cómo es
Dios. Su nombre lo revela a Él mismo.
Ahora,
es muy interesante recordar que Jesús tal vez aluda a este salmo en su oración
sumo sacerdotal, cuando dice al Padre: “He manifestado tu nombre a los
hombres que del mundo me diste… Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en
el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Juan 17:6, 11).
En
esta oración Jesús le dice a su Padre celestial: He manifestado tu nombre a
los hombres… En otras palabras, a mis discípulos, a los que me diste por el
decreto de elección, les mostré tu nombre, les mostré cómo eres tú.
Recordemos
que unos pasajes antes, Juan 14, Felipe le había pedido a Jesús: Muéstranos
el Padre, y nos basta (v. 8). Y Jesús le respondió: El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre (v. 9). Jesús había manifestado el nombre de Dios. Y
ahora está orando para que ellos sean guardados en el nombre por el cual habían
sido llamados, el nombre que Jesús les había revelado. Y aquí encontramos a
David pidiendo que Dios lo libere y lo vindique, basado en el nombre y el poder
de Dios.
“Oh
Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca” (v. 2). Es muy común
escuchar estas expresiones en las oraciones de los santos del Antiguo
Testamento, las cuales indican urgencia, necesidad de ser escuchado.
Cuando
una persona se ponía de pie y decía a la multitud: “Compatriotas romanos,
prestadme atención, escuchad mis palabras”, aunque suene como algo formal o
mecánico, en realidad es un llamado para que todos atiendan: he preparado algo
muy importante para decirles.
David,
en su oración, clama a Dios para que le preste atención a su clamor, es algo
muy importante para él, está urgido, la persecución arrecia, necesita ayuda
urgente.
Un
santo reformado del pasado dijo que lo mejor para nosotros es que estemos
siempre en la posición donde debemos depender totalmente de Dios, donde
tengamos que clamarle. Sé que esto es difícil de aceptar.
Alguien
puede preguntar: ¿Esto significa que es bueno para mí estar orando todos los
días por un hijo descarriado? ¿Es bueno para mí tener un matrimonio difícil, el
cual me lleva a estar de rodillas constantemente? ¿Quieres decir que ese
diagnóstico de cáncer es bueno para mí si me lleva a depender más de Dios?
La
respuesta del salmista es: Todo lo que nos haga experimentar una dependencia
total de Dios es bueno para nosotros. Solo que en algunas ocasiones somos tan
lentos para venir al Señor, de tal manera que nos despertamos en oración cuando
esas situaciones ya son muy difíciles.
David
está pasando por una situación tan aguda que le dice con súplica: Oye, oh Dios,
te necesito, si no escuchas mi oración estoy acabado. Escúchame, oh Dios.
En
el verso 3 David explica cuál es la razón para este clamor: Porque extraños
se han levantado contra mí, y hombres violentos buscan mi vida; no han puesto a
Dios delante de sí. Selah”.
Estos
hombres violentos, impíos, no conocen a Dios, no buscan la voluntad de Dios,
están buscando sus propios fines, están en contra de David.
Es
interesante notar lo siguiente: David está suplicando para que Dios le conceda
cosas que ya le había prometido. Dios le había dado varias promesas a David: Te
voy a poner en el trono, voy a protegerte de tus enemigos. Entonces, ¿por qué
David tiene temores y está suplicando por algo que Dios le prometió? ¿No es una
contradicción? No, no es una contradicción. Dios es soberano y David es
responsable de suplicar por las promesas de Dios al Dios soberano.
Recordemos
esta verdad: Nuestra comprensión de la soberanía de Dios y de la
responsabilidad del hombre siempre se dejará ver en el contenido de nuestras
oraciones. Si exaltamos la soberanía de Dios a costa de la responsabilidad del
hombre, no vamos a ser enérgicos en las oraciones. Diremos: Bueno, el Soberano
se encargará de todo, y oraremos con frialdad. Pero si exaltamos la
responsabilidad humana y descuidamos la doctrina de la soberanía de Dios,
entonces, pensaremos que nosotros le cambiamos la mente a Dios con nuestros
ruegos.
Pero
si somos bíblicos y creemos en las dos doctrinas, y mantenemos el sano
equilibrio entre ellas, recordaremos que, aunque Dios establece sus propósitos
en su decreto eterno, Él elige llevarlos a cabo usando los medios adecuados. Y
uno de los medios más grandes que él dice en Su palabra que usa para cumplir
sus propósitos es la oración suplicante.
Así
que a David se le prometió que se sentaría en el trono, sin embargo, ahora está
suplicando para que Dios lo salve y defienda. ¿Cuál de las dos cosas es
correcta? Ambas. Dios es soberano, pero usa la oración como su instrumento para
hacer su voluntad.
2.
David se predica a si mismo la doctrina de Dios en oración - meditación (v.
4-5)
“He
aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor está con los que sostienen mi vida. Él
devolverá el mal a mis enemigos; córtalos por tu verdad”
Ahora
en su oración, David, medita en la persona y en las obras de Dios. Dios ha
cumplido sus promesas, por lo tanto, ahora él se autopredicará, en la oración,
la doctrina de Dios.
Y
esta es una práctica que debemos desarrollar en nuestras oraciones.
David
se centra en el carácter de Dios, en quién es Dios. Su enemigo está que le pisa
los talones, los suyos lo han traicionado, está muy angustiado y adolorido,
pero en medio de su súplica toma tiempo para meditar en el Dios a quien ora.
“El que está conmigo es mayor que el que está contra mí”. “Más son los que están
con nosotros que los que están con ellos”.
Por
lo tanto, David recuerda, a través de cuatro verdades, quién es Dios para él.
Primero,
Dios es su ayudador. Este término, muy usado en el Antiguo
Testamento, viene del mundo militar. Significa: Dios es quien viene en tu
ayuda, es tu aliado, como cuando una nación estaba siendo vencida en la guerra
y de pronto ven venir a los poderosos ejércitos de una nación amiga a
defenderlos. El aliado es el Dios de los ejércitos,
aquel que domina sobre toda la creación, sobre la lluvia, el sol, los truenos,
es un poderoso aliado. Con razón Pablo afirmó categóricamente: “Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? ¿Quién acusará.. quién condenará…
quién nos separará del amor de Cristo? Antes, en todas estas cosas somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Ro. 8:31-39).
Segundo,
Dios es su sustentador. El Señor está con los que
sostienen mi vida. Esta es una gloriosa declaración. David se predica que
su vida está, literalmente, en las manos del Señor. David pudo haberse visto
tentado a pensar: Mi vida está en las manos de Saúl, quien me persigue. Pero él
se recuerda a sí mismo esta gloriosa verdad: Mi vida está en las manos de Dios.
No se nos olvide nunca: Nosotros somos inmortales en
esta tierra hasta que nuestro trabajo aquí se haya completado.
Tercero,
Dios es justo. Y dará el pago a los enemigos del pueblo
de Dios. Los justos no nos vengamos, antes, perdonamos y le hacemos el bien a
los que nos tratan mal; pero, la maldad del malo será un día juzgada por el
juez de toda la tierra, nada será olvidado por Aquel que juzga con justicia.
Cuarto,
Dios manifestará su ira. Córtalos por tu verdad.
Destrúyelos por tu fidelidad. Dios es fiel a sus promesas, por eso él destruirá
a los enemigos del reino de Dios. Dios prometió entregar el reino a David, por
lo tanto, destruirá a los que se oponen a ello. Igualmente, el Señor prometió
entregar un reino a su Hijo Jesucristo, y él destruirá a todos los que se
oponen al avance de su reinado de justicia, verdad y amor. Los enemigos de la
iglesia serán destruidos porque los justos reinarán con Cristo.
¿Era
necesario que David le recordara los atributos divinos a Dios en la oración?
Dios no necesita que le recordemos nada, pero la oración es un medio para traer
consuelo, fe, esperanza y tranquilidad al alma. La oración es un medio para
predicarnos a nosotros mismos.
La
oración es la mejor forma de meditar en la doctrina bíblica de Dios.
Recordemos, David está rodeado de todos sus enemigos, está en un serio peligro
de muerte. Y lo que él hace es convertir la doctrina bíblica en oración. Él
dice: Dios tú eres mi ayudador. Dios, mi vida está en tus manos. Dios, tú
visitarás con justicia y derramarás tu ira sobre los enemigos. Dios, eres la
ayuda de tu pueblo. Dios, eres justo y fiel a lo que prometes.
David
está presionando a su corazón diciéndole: Créelo, créelo. Porque al corazón le
cuesta creerlo.
3.
David alaba a Dios alegremente por quién es él y por lo que hace (v. 6-7)
“Voluntariamente
sacrificaré a ti; alabaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno. Porque él me
ha librado de toda angustia. Y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos”
En
el Antiguo Testamento los creyentes podían hacer votos al Señor en respuesta
anticipada a una bendición pedida, por ejemplo, “si me das un hijo lo dedicaré
a ti”. Este fue el voto de Ana. Pero, en el caso de David él no hizo ningún
voto si Dios lo liberaba de Saúl. No obstante, él dice que “libremente”,
voluntariamente, aunque no hizo un voto, alabará con alegría y gratitud a Dios
porque escuchó su plegaria.
En
el verso 1 David apeló al nombre de Dios para ser librado, y ahora alaba el
nombre de Dios, es decir, adora a Dios por lo que él es, por su carácter, por
su reputación; lo cual se dejó ver en la liberación concedida.
David
vio la respuesta divina cuando Dios hizo que los ejércitos de Saúl dejaran de
perseguirlo pues, Dios mismo había enviado una distracción: la invasión
filistea.
Aprendamos
para siempre esta lección: La única manera para que nuestros corazones exulten
de adoración diaria a Dios, y para que cada día del Señor lleguemos jubilosos a
la congregación de los santos, dispuestos a rendir una adoración genuina, es
llenado nuestras mentes y corazones de admiración hacia Dios por lo que él es y
por lo que él hace.
En
especial debemos meditar en lo que Él hizo para nuestro bien a través de
Jesucristo, quien con su vida, muerte, sepultura, resurrección y ascensión ganó
para nosotros eterna redención y nos libró de nuestros más crueles enemigos:
Satanás, el pecado, la muerte y el infierno.
Aplicaciones:
Los
momentos de aflicción, depresión y angustia se tornan fáciles de soportar si
antes nos hemos preparado para alimentar nuestras oraciones con el contenido
apropiado. En este salmo encontramos un principio general para nuestros
devocionales, para nuestro estudio de la Biblia y el estudio de la doctrina.
David
meditó en su oración sobre quién es Dios, el plan de redención de Dios, y luego
respondió al Señor con adoración; y todo esto en medio de su gran tribulación.
Por
lo tanto, hagamos que nuestros devocionales sean más fructíferos preguntando al
texto: ¿Qué me enseñas sobre Dios? ¿Qué me enseñas sobre el plan de redención
divino? ¿Cómo responderé personalmente a la verdad expuesta en este pasaje?
David
acudió a las promesas de Dios en la oración, se predicó a sí mismo la doctrina
de Dios, y ahora alaba a Dios con alegría por quién es él y lo que hace.
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