sábado, 25 de junio de 2022

Salmo 52

 

Salmo 52

El triunfo final de la justicia

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.

Este salmo nos relata la piadosa y santa respuesta de David a uno de los eventos más oscuros que él tuvo que presenciar. Y David presenció algunos eventos muy oscuros en su vida.

En esta respuesta de David aprenderemos cómo debe actuar el cristiano frente a una persona malvada, confiando sin temor alguno en el Dios justo que aboga por la causa de los suyos.

Cuando David escribió estas palabras él no sabía cuál sería el final de Doeg, pero estaba seguro de esto: Que Dios haría justicia.

De igual manera, todo cristiano, frente a la injusticia en un mundo caído, puede extraer lecciones de este salmo en cómo debemos responder: Esperar confiadamente en el Dios del pacto de amor, en el Dios que cumple su pacto, en el Dios de misericordia que siempre cumple sus promesas para con su pueblo, las cuales incluyen protegerlo y retribuir a quienes le hacen daño.

Estudiaremos en este salmo cuatro partes: El hecho, la denuncia, la declaración y la diferencia.

1. El hecho (v. 1)

2. La denuncia contra el criminal (v. 1-4)

3. La declaración (v. 5-7)

4. La diferencia - entre David y Doeg - (v. 8-9)

1. El hecho (v. 1)

Al músico principal. Masquil de David, cuando vino Doeg edomita y dio cuenta a Saúl diciéndole: David ha venido a casa de Ahimelec”.

El hecho que provoca el origen de este salmo fue la masacre de los sacerdotes de Nob, y de todas sus familias, incluyendo mujeres y niños, bebés, amigos y vecinos. Y la narración se encuentra en 1 Samuel 22.

Saúl sufría de un delirio de persecución, y creía que David estaba tramando destronarlo. Por esa razón lo perseguía por doquier con el fin de darle muerte. Su delirio llegó a tal punto que desconfiaba de su propio ejército. Y los cuestionó porque ninguno de ellos le informaba dónde se encontraba David. Hasta que Doeg, un edomita, con el fin de ganar puntos con el rey, denuncia miserablemente al sacerdote Ahimelec como alguien que ayudó a David y traicionó a Saúl.

Entonces Doeg edomita que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob, el cual consultó por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el filisteo. Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al rey. Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío. Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?... Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre… Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino. Y a Nob, ciudad de los sacerdotes hirió a filo de espada, así a hombres como a mujeres, niños hasta los de pecho” (v. 9-14, 16, 1-19).

En ocasión de esta malvada acción de Doeg y Saúl, David compone esta oración inspirada por el E.S.

David tenía su corazón muy afligido, pues, se consideraba culpable de que los hayan asesinado como resultado de la visita que hizo a su amigo, el sacerdote Ahimelec, en su huida de la persecución de Saúl (1 Sam. 22:22).

En el salmo 52 encontramos la respuesta teológica a este nefasto y cruel incidente.

2. La denuncia contra el criminal (v. 1-4)

¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua. Agravios maquina tu lengua; como navaja afilada hace engaño. Amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad. Selah. Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua”.

David nos muestra algunos aspectos del malvado carácter de Doeg: es un asesino, mentiroso, calumniador y egoísta. La confianza de Doeg no está en Dios, sino en su propia astucia. Su esperanza está en una recompensa pasajera, en la recompensa del rey Saúl; pero no se le ocurre pensar: ¿Qué pasará cuando Saúl ya no esté? ¿Qué sucedería si Saúl es derrocado?

Siendo que Doeg se jacta en su propia inteligencia, David le pregunta: ¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? Su esperanza es vana, pues, no reposa en Dios, y esto se deja ver en su maldad. Él es malvado y ama el mal. “Amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad. Has amado toda suerte de palabras perniciosas” (v. 3-4).

David usa la sátira cuando llama a Doeg, poderoso, pues, lo compara, burlonamente, con aquellos grandes guerreros del pasado, o con los grandes generales y soldados que tuvo David; pero, en realidad Doeg fue poderoso para matar a gente inocente, a sacerdotes desarmados, a mujeres embarazas, a bebés. Mató a personas que no se habían levantado contra él, en realidad fue un miserable cobarde, servil a los malvados intereses del rey Saúl, buscando ganar escaños en el gobierno a través de confabulaciones, murmuraciones y asesinatos.

Como podemos ver, Doeg resume el carácter de un hombre malvado. Es orgulloso, es egocéntrico, usa las palabras como armas, y en su deseo de alcanzar sus propios fines justifica el uso de cualquier medio. Él confía en su propia inteligencia y no en Dios; en sus propias artimañas y planes, y no en la misericordia divina.

3. La declaración de lo que Dios hará con él (v. 5-7)

Por tanto, Dios te destruirá por siempre; te asolará y te arrancará de tu morada, y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Selah. Verán los justos y temerán; se reirán de él diciendo: He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad”.

Después de describir el carácter malvado de Doeg, ahora David habla de las consecuencias que traerán sus deseos, sus elecciones, su confianza y sus acciones.

Y la consecuencia es: El juicio divino.

En el versículo 5 se usan palabras fuertes: Dios te destruirá para siempre, te asolará y te arrancará de tu morada. Dios te dejará sin hogar, y te quitará la vida. Doeg era un hombre despreciable, socio de Judas Iscariote, y ellos, y los que son de su clase, sufrirán los más terribles e indecibles dolores en el infierno.

Y el castigo sobre los que tienen este carácter malvado tiene una consecuencia didáctica: “Verán los justos, y temerán” (v. 6). En otras palabras, cuando vean el juicio que Dios manda sobre el malo comprenderán que hay un Dios por encima del cielo al cual se debe temer, admirar, adorar y honrar. Ellos harán una deducción correcta: Dios juzga.

Además, David dice que los justos se reirán. Pero, ¿qué tipo de risa es esta? No trata de la risa de una persona desalmada que se alegra de la difícil situación o la desgracia de otro. Pues, si fuera así, entonces los justos no serían muy distintos a Doeg.

Aquí se trata de la risa contra los enemigos de Dios. Este tipo de risa ya se mencionó en el capítulo 2 y la encontramos en Dios mismo: “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” (v. 4).

El pueblo de Dios se ríe con Dios cuando sus juicios caen sobre los enemigos de su reino, y un día todos los justos reiremos de gozo y adoración cuando veamos el cumplimiento del plan divino destruyendo a Satanás y todos sus aliados, y al sistema de maldad que impera en el mundo.

Y en el verso 7 David presenta el fin de Doeg y de todos los que son como él: He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad”.

El juicio más amargo aguarda a los que no confían en Dios, a los que no ponen en él su esperanza, sino que acuden a su astucia y maldad.

Ya hemos visto una descripción del acto malvado de Doeg, la denuncia contra él, y la declaración de lo que Dios hará con él, ahora veamos,

4. La diferencia - entre David y Doeg y Saúl - (v. 8-9)

Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre. Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así; y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos”.

En estos últimos versos David presenta un contraste entre él y Doeg.

A pesar de que Saúl es el rey, y parece que su tiranía cobra cada vez más fuerza; mientras que David anda como un mísero, de cueva en cueva, sin poder o gloria mundana alguna; él sabe que Dios le ha bendecido y le bendecirá, pues, él confía en Su salvación y espera en Su redención; por eso él se compara con los longevos olivos que crecen en Tierra Santa, con sus hojas siempre verdes y nuevos retoños brotando en primavera de su viejo tronco. Mientras que Saúl y Doeg se dirigen a su muerte prematura, a su ruina y destrucción.

David no confía en su propia inteligencia, ni acude a artimañas para lograr algún fin personal, ni usa mal su lengua para lisonjear a los poderosos, ni tiene sus propios planes; pues él confía y espera en Dios.

Además, David confía en que Dios llamará a cuentas a Doeg – te alabaré para siempre, porque lo has hecho así; y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos. David no determina la hora del juicio, sino que espera en Dios, en el mejor momento que establezca la Altísima Majestad. Dios es Juez justo y ningún delito quedará impune.

La justicia de los hombres puede fallar muchas veces, y las leyes humanas pueden refrendar el mal, pero el Juez de toda la tierra juzgará a cada uno en su momento.

Pensemos un momento en algo más, este salmo está cristo luego del salmo 51, pero los eventos del salmo 52 sucedieron antes de los del salmo 51. El acto violento y malvado de Doeg sucedió antes del asesinato que ideó David contra el esposo de Betsabé. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Solo hay una: La gracia de Dios a través de Su palabra la cual condujo a David al arrepentimiento.

Recordemos que David procedió al arrepentimiento porque Dios envió su palabra a él a través del profeta Natán; por lo tanto, David se arrojó a la gracia de Dios en profundo arrepentimiento.

El arrepentimiento que fluye del corazón de David no es la causa de la gracia de Dios para él; la gracia de Dios es la causa del arrepentimiento sincero de David.

De manera que, al final, la única diferencia entre el extremadamente malvado Doeg y David es la gracia de Dios interviniendo en la vida del salmista por Su santa Palabra.

¿Dónde está Cristo en el pasaje?

Lo encontramos en David, él es uno de los tipos más marcados de Cristo en el Antiguo Testamento. De la misma manera como el salmista llevó en su corazón la tristeza causada por los adversarios del Reino, los cuales usan toda clase de artimañas para hacer sufrir a los justos; Jesús, el hijo de Dios, el siervo sufriente, soportó con paciencia y humildad las asechanzas de Satanás, la persecución de los malvados: Herodes, los fariseos y Judas, quien fue de la misma calaña que Doeg.

Pero al igual que David, el Señor Jesús no tomó venganza por sus propias manos, sino que esperó en Dios: “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 P. 2:23).

Y un día, el mismo Señor Jesucristo, en su calidad de Dios-hombre, entronado por el Padre, vendrá y juzgará a todos los Doegs y a todos los Judas, de manera que serán destruidos para siempre en el lago que arde con fuego y azufre.

Hermanos, que el celo por la gloria y el pueblo del Señor nos lleve a dolernos profundamente cuando vemos que los malos arremeten contra los justos, contra el Evangelio. La indiferencia frente al avance del mal es muestra de frialdad espiritual. Cuando expresamos esto en nuestras oraciones estamos descansando en la justicia divina.

No olvides esto amigo. Hoy has escuchado la palabra de Dios, y has sido advertido del juicio que Dios traerá sobre todo aquel que hace y practica la maldad. Oro para que Dios en su gracia te conceda venir presurosamente a Cristo Jesús, quien, así como perdonó, limpió y restauró a David, puede hacer lo mismo contigo. Entonces, si crees en él, y le entregas tu vida, tendrás la confianza en Dios, te someterás a los planes de Dios, esperarás en Dios y cuidarás tu lengua de hablar engaño.

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