Salmo
52
El
triunfo final de la justicia
Este sermón fue predicado por el hermano Julio C.
Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la
Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con
otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la
venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.
Este
salmo nos relata la piadosa y santa respuesta de David a uno de los eventos más
oscuros que él tuvo que presenciar. Y David presenció algunos eventos muy oscuros
en su vida.
En
esta respuesta de David aprenderemos cómo debe actuar el cristiano frente a una
persona malvada, confiando sin temor alguno en el Dios justo que aboga por la
causa de los suyos.
Cuando
David escribió estas palabras él no sabía cuál sería el final de Doeg, pero
estaba seguro de esto: Que Dios haría justicia.
De
igual manera, todo cristiano, frente a la injusticia en un mundo caído, puede
extraer lecciones de este salmo en cómo debemos responder: Esperar
confiadamente en el Dios del pacto de amor, en el Dios que cumple su pacto, en
el Dios de misericordia que siempre cumple sus promesas para con su pueblo, las
cuales incluyen protegerlo y retribuir a quienes le hacen daño.
Estudiaremos
en este salmo cuatro partes: El hecho, la denuncia, la declaración y la
diferencia.
1.
El hecho (v. 1)
2.
La denuncia contra el criminal (v. 1-4)
3.
La declaración (v. 5-7)
4.
La diferencia - entre David y Doeg - (v. 8-9)
1.
El hecho (v. 1)
“Al
músico principal. Masquil de David, cuando vino Doeg edomita y dio cuenta a
Saúl diciéndole: David ha venido a casa de Ahimelec”.
El
hecho que provoca el origen de este salmo fue la masacre de los sacerdotes de
Nob, y de todas sus familias, incluyendo mujeres y niños, bebés, amigos y
vecinos. Y la narración se encuentra en 1 Samuel 22.
Saúl
sufría de un delirio de persecución, y creía que David estaba tramando
destronarlo. Por esa razón lo perseguía por doquier con el fin de darle muerte.
Su delirio llegó a tal punto que desconfiaba de su propio ejército. Y los
cuestionó porque ninguno de ellos le informaba dónde se encontraba David. Hasta
que Doeg, un edomita, con el fin de ganar puntos con el rey, denuncia
miserablemente al sacerdote Ahimelec como alguien que ayudó a David y traicionó
a Saúl.
“Entonces
Doeg edomita que era el principal de los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo
vi al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob, el cual consultó
por él a Jehová y le dio provisiones, y también le dio la espada de Goliat el
filisteo. Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda
la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob; y todos vinieron al
rey. Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor
mío. Y le dijo Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí,
cuando le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se
levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día? Entonces Ahimelec
respondió al rey, y dijo: ¿Quién entre todos tus siervos es tan fiel como
David, yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu
casa?... Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu
padre… Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los
sacerdotes. Y se volvió Doeg el edomita y acometió a los sacerdotes, y mató en
aquel día a ochenta y cinco varones que vestían efod de lino. Y a Nob, ciudad
de los sacerdotes hirió a filo de espada, así a hombres como a mujeres, niños
hasta los de pecho” (v. 9-14, 16, 1-19).
En
ocasión de esta malvada acción de Doeg y Saúl, David compone esta oración
inspirada por el E.S.
David
tenía su corazón muy afligido, pues, se consideraba culpable de que los hayan
asesinado como resultado de la visita que hizo a su amigo, el sacerdote
Ahimelec, en su huida de la persecución de Saúl (1 Sam. 22:22).
En
el salmo 52 encontramos la respuesta teológica a este nefasto y cruel
incidente.
2.
La denuncia contra el criminal (v. 1-4)
“¿Por
qué te jactas de maldad, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua.
Agravios maquina tu lengua; como navaja afilada hace engaño. Amaste el mal más
que el bien, la mentira más que la verdad. Selah. Has amado toda suerte
de palabras perniciosas, engañosa lengua”.
David
nos muestra algunos aspectos del malvado carácter de Doeg: es un asesino,
mentiroso, calumniador y egoísta. La confianza de Doeg no está en Dios, sino en
su propia astucia. Su esperanza está en una recompensa pasajera, en la
recompensa del rey Saúl; pero no se le ocurre pensar: ¿Qué pasará cuando Saúl
ya no esté? ¿Qué sucedería si Saúl es derrocado?
Siendo
que Doeg se jacta en su propia inteligencia, David le pregunta: ¿Por qué te
jactas de maldad, oh poderoso? Su esperanza es vana, pues, no reposa en
Dios, y esto se deja ver en su maldad. Él es malvado y ama el mal. “Amaste
el mal más que el bien, la mentira más que la verdad. Has amado toda suerte de
palabras perniciosas” (v. 3-4).
David
usa la sátira cuando llama a Doeg, poderoso, pues, lo compara,
burlonamente, con aquellos grandes guerreros del pasado, o con los grandes
generales y soldados que tuvo David; pero, en realidad Doeg fue poderoso para
matar a gente inocente, a sacerdotes desarmados, a mujeres embarazas, a bebés.
Mató a personas que no se habían levantado contra él, en realidad fue un
miserable cobarde, servil a los malvados intereses del rey Saúl, buscando ganar
escaños en el gobierno a través de confabulaciones, murmuraciones y asesinatos.
Como
podemos ver, Doeg resume el carácter de un hombre malvado. Es orgulloso, es
egocéntrico, usa las palabras como armas, y en su deseo de alcanzar sus propios
fines justifica el uso de cualquier medio. Él confía en su propia inteligencia
y no en Dios; en sus propias artimañas y planes, y no en la misericordia divina.
3.
La declaración de lo que Dios hará con él (v. 5-7)
“Por
tanto, Dios te destruirá por siempre; te asolará y te arrancará de tu morada, y
te desarraigará de la tierra de los vivientes. Selah. Verán los justos y
temerán; se reirán de él diciendo: He aquí el hombre que no puso a Dios por su
fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su
maldad”.
Después
de describir el carácter malvado de Doeg, ahora David habla de las
consecuencias que traerán sus deseos, sus elecciones, su confianza y sus
acciones.
Y
la consecuencia es: El juicio divino.
En
el versículo 5 se usan palabras fuertes: Dios te destruirá para siempre, te
asolará y te arrancará de tu morada. Dios te dejará sin hogar, y te quitará
la vida. Doeg era un hombre despreciable, socio de Judas Iscariote, y ellos, y
los que son de su clase, sufrirán los más terribles e indecibles dolores en el
infierno.
Y
el castigo sobre los que tienen este carácter malvado tiene una consecuencia
didáctica: “Verán los justos, y temerán” (v. 6). En otras palabras,
cuando vean el juicio que Dios manda sobre el malo comprenderán que hay un Dios
por encima del cielo al cual se debe temer, admirar, adorar y honrar. Ellos harán
una deducción correcta: Dios juzga.
Además,
David dice que los justos se reirán. Pero, ¿qué tipo de risa es esta? No trata
de la risa de una persona desalmada que se alegra de la difícil situación o la
desgracia de otro. Pues, si fuera así, entonces los justos no serían muy
distintos a Doeg.
Aquí
se trata de la risa contra los enemigos de Dios. Este tipo de risa ya se
mencionó en el capítulo 2 y la encontramos en Dios mismo: “El que mora en
los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” (v. 4).
El
pueblo de Dios se ríe con Dios cuando sus juicios caen sobre los enemigos de su
reino, y un día todos los justos reiremos de gozo y adoración cuando veamos el
cumplimiento del plan divino destruyendo a Satanás y todos sus aliados, y al
sistema de maldad que impera en el mundo.
Y
en el verso 7 David presenta el fin de Doeg y de todos los que son como él: He
aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la
multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad”.
El
juicio más amargo aguarda a los que no confían en Dios, a los que no ponen en
él su esperanza, sino que acuden a su astucia y maldad.
Ya
hemos visto una descripción del acto malvado de Doeg, la denuncia contra él, y
la declaración de lo que Dios hará con él, ahora veamos,
4.
La diferencia - entre David y Doeg y Saúl - (v. 8-9)
“Pero
yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío
eternamente y para siempre. Te alabaré para siempre, porque lo has hecho así; y
esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos”.
En
estos últimos versos David presenta un contraste entre él y Doeg.
A
pesar de que Saúl es el rey, y parece que su tiranía cobra cada vez más fuerza;
mientras que David anda como un mísero, de cueva en cueva, sin poder o gloria
mundana alguna; él sabe que Dios le ha bendecido y le bendecirá, pues, él
confía en Su salvación y espera en Su redención; por eso él se compara con los
longevos olivos que crecen en Tierra Santa, con sus hojas siempre verdes y nuevos
retoños brotando en primavera de su viejo tronco. Mientras que Saúl y Doeg se
dirigen a su muerte prematura, a su ruina y destrucción.
David
no confía en su propia inteligencia, ni acude a artimañas para lograr algún fin
personal, ni usa mal su lengua para lisonjear a los poderosos, ni tiene sus
propios planes; pues él confía y espera en Dios.
Además,
David confía en que Dios llamará a cuentas a Doeg – te alabaré para siempre,
porque lo has hecho así; y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de
tus santos. David no determina la hora del juicio, sino que espera en Dios,
en el mejor momento que establezca la Altísima Majestad. Dios es Juez justo y
ningún delito quedará impune.
La
justicia de los hombres puede fallar muchas veces, y las leyes humanas pueden
refrendar el mal, pero el Juez de toda la tierra juzgará a cada uno en su
momento.
Pensemos
un momento en algo más, este salmo está cristo luego del salmo 51, pero los
eventos del salmo 52 sucedieron antes de los del salmo 51. El acto violento y
malvado de Doeg sucedió antes del asesinato que ideó David contra el esposo de
Betsabé. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Solo hay una: La gracia de Dios a
través de Su palabra la cual condujo a David al arrepentimiento.
Recordemos
que David procedió al arrepentimiento porque Dios envió su palabra a él a
través del profeta Natán; por lo tanto, David se arrojó a la gracia de Dios en
profundo arrepentimiento.
El
arrepentimiento que fluye del corazón de David no es la causa de la gracia de
Dios para él; la gracia de Dios es la causa del arrepentimiento sincero de
David.
De
manera que, al final, la única diferencia entre el extremadamente malvado Doeg
y David es la gracia de Dios interviniendo en la vida del salmista por Su santa
Palabra.
¿Dónde
está Cristo en el pasaje?
Lo
encontramos en David, él es uno de los tipos más marcados de Cristo en el
Antiguo Testamento. De la misma manera como el salmista llevó en su corazón la
tristeza causada por los adversarios del Reino, los cuales usan toda clase de
artimañas para hacer sufrir a los justos; Jesús, el hijo de Dios, el siervo
sufriente, soportó con paciencia y humildad las asechanzas de Satanás, la
persecución de los malvados: Herodes, los fariseos y Judas, quien fue de la misma
calaña que Doeg.
Pero
al igual que David, el Señor Jesús no tomó venganza por sus propias manos, sino
que esperó en Dios: “quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”
(1 P. 2:23).
Y
un día, el mismo Señor Jesucristo, en su calidad de Dios-hombre, entronado por
el Padre, vendrá y juzgará a todos los Doegs y a todos los Judas, de manera que
serán destruidos para siempre en el lago que arde con fuego y azufre.
Hermanos,
que el celo por la gloria y el pueblo del Señor nos lleve a dolernos
profundamente cuando vemos que los malos arremeten contra los justos, contra el
Evangelio. La indiferencia frente al avance del mal es muestra de frialdad
espiritual. Cuando expresamos esto en nuestras oraciones estamos descansando en
la justicia divina.
No
olvides esto amigo. Hoy has escuchado la palabra de Dios, y has sido advertido
del juicio que Dios traerá sobre todo aquel que hace y practica la maldad. Oro
para que Dios en su gracia te conceda venir presurosamente a Cristo Jesús,
quien, así como perdonó, limpió y restauró a David, puede hacer lo mismo
contigo. Entonces, si crees en él, y le entregas tu vida, tendrás la confianza
en Dios, te someterás a los planes de Dios, esperarás en Dios y cuidarás tu
lengua de hablar engaño.
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