sábado, 25 de junio de 2022

Salmo 44

 

Salmo 44: Un lamento nacional y una esperanza para el pueblo piadoso

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor. 

Introducción:

Este salmo, al igual que el 42, tiene el mismo título: Al músico principal, masquil de los hijos de Coré.

Masquil puede significar: un salmo para meditar por el remanente santo que tendrá corazón renovado y dispuesto para ello.

Músico principal se puede referir al director del coro o de música, y, los hijos de Coré hace referencia a los coreitas, los cuales hacían los arreglos musicales para la entonación de los salmos, o ellos mismos eran sus compositores.

No se sabe con certeza quién fue el autor del salmo, ni la ocasión en la que fue escrita.

Pero, por el contenido del mismo salmo entendemos que se compone en un momento de turbación nacional: invasiones, derrota militar, deportaciones, ofensas al culto divino, desprecio hacia el pueblo de Dios.

Algunos lo ubican en el tiempo de las distintas invasiones babilónicas, o, incluso, bajo el reinado heleno de Antíoco Epífanes, quien sacrificó un cerdo en el templo de Jerusalén y puso una estatua de Júpiter en el lugar santísimo.

Lo cierto es que este salmo refleja los muchos sufrimientos que padecen los justos en medio de un mundo malo y enemigo de Dios y de todo lo bueno.

Por lo tanto, cuando el creyente vive conforme a los mandatos y principios de la Palabra, sufrirá persecución, pues, en el mundo tendréis aflicción, así como nuestro Maestro los sufrió, pero debemos confiar y hacer nuestro este salmo, pues, Aquel que estaba prefigurado en este salmo mesiánico, venció al mundo.

Un lamento nacional y una esperanza para el pueblo piadoso

1. En momentos difíciles recordemos las misericordias divinas (v. 1-3)

2. En momentos difíciles renovemos la fe (v. 4-8)

3. En momentos difíciles presentemos al Señor nuestro dolor (v. 9-16)

4. En momentos difíciles revisemos nuestra fidelidad al Señor (v. 17-21)

5. En momentos difíciles pidamos el socorro del Señor (v. 22-26)

1. En momentos difíciles recordemos sus misericordias (v. 1-3)

Los salmistas hacen un recuento de los grandes actos redentores y salvíficos del Señor en favor de Su pueblo escogido con el fin de alimentar su fe y presentar argumentos delante de Dios para que los vuelva a salvar de sus enemigos.

Ellos recordaban que Dios salvó a Su pueblo elegido de la esclavitud egipcia, los pasó por el Mar Rojo, los alimentó en el desierto, venció y expulsó a naciones más poderosas y antiguas que el débil Israel.

Los padres en Israel habían asumido con responsabilidad lo que Dios mismo dijo de Abraham, y luego Moisés mandó:

Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio…” (Gén. 18:19).

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:6-7).

Cuando los padres creyentes le hablan el evangelio (los grandes actos redentores) a sus hijos, formarán una nueva generación de creyentes que, a pesar de sus propias debilidades y retos, recordarán que hay un Dios maravilloso quien ha obrado salvación en las generaciones anteriores.

Al recordar las misericordias divinas, renovamos la fe.

2. En momentos difíciles renovemos la fe (v. 4-8)

La nueva generación de creyentes está atravesando situaciones difíciles, donde los enemigos se levantan contra ellos.

Por lo tanto, habiendo alimentado su fe con la Palabra de Dios que les contaba los grandes actos redentores del pasado, se acercan al Trono de la Gracia confiados en que Dios nuevamente obrará para bien de su pueblo amado.

Su fe es tan robusta que con confianza declaran la victoria que el Señor les dará sobre los adversarios del pueblo del pacto.

A través de la misericordia y el poder divino ellos sacudirán a sus enemigos (v. 5), Hollarán a los adversarios (v. 5), serán guardados de los enemigos (v. 7) y los avergonzarán (v. 7).

Y todo esto lo hará el Señor Soberano, por lo tanto, ellos no confían en su arco o en su espada (v. 6), pues, las fuerzas del hombre no son nada: “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria” (Sal. 20:7).

De igual manera el pueblo del pacto en el Nuevo Testamento tiene poderosos enemigos a los cuales vencer, pero estos, siendo que no son de carne y hueso, son vencidos constantemente por el poder Divino de Su Espíritu, de manera que la iglesia sigue avante y victoriosa llevando el evangelio de salvación a todo lugar: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6).

Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Ap. 12:10-11).

El resultado de estas nuevas liberaciones que Dios concede a cada generación de creyentes es la alabanza de Su nombre (v. 8).

Por esa razón Dios permite que los enemigos se levanten, para Él mostrar su poder y salvación, llevándonos a una constante alabanza de Su nombre.

¡Benditas situaciones adversas que a Dios alabarle nos llevas!

Habiendo renovado por la fe al recordar las misericordias de Dios en el pasado, ahora presentemos al Señor nuestro dolor.

3. En momentos difíciles presentemos al Señor nuestro dolor (v. 9-16)

En esta sección los salmistas presentan la situación actual de confusión, tristeza y desolación en la que se encuentran los fieles creyentes:

V. 9. Se sienten abandonados por Dios.

v. 10. Han sufrido vergüenza porque fueron derrotados por los enemigos del Reino.

v. 11. Son víctimas de los malvados y ahora son expatriados

v. 12. Dios no hizo nada para librar al pueblo de los enemigos, y fueron vendidos gratuitamente a las naciones poderosas.

v. 13-14. El pueblo de los elegidos de Dios ha sido tan humillado por los malos que los demás pueblos se mofan de ellos.

v. 15-16. El resultado de este aparente abandono del Padre es la confusión de rostro y la vergüenza, pues los enemigos levantan su soberbia voz en contra del pueblo santo.

Pero todo esto nos lleva a revisar nuestra fidelidad al Señor.

4. En momentos difíciles revisemos nuestra fidelidad al Señor (v. 17-21)

Versos 17 al 21. Los salmistas están confundidos, pues, ellos no han actuado como sus padres, los cuales se rebelaron contra Dios y fueron, en consecuencia, castigados fuertemente. Pero ellos aprendieron la lección, y ahora siguen al Señor con firmeza y convicción: no nos hemos olvidado de ti, no hemos faltado a tu pacto, no se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos.  (v. 17-18).

Estos juicios parecieran estar relacionados con el pecado de un pueblo que se olvida de Dios (v. 20), adorando a otros dioses, practicando la idolatría. Pero este no es el caso de ellos. Sus manos solo se levantan para adorar a Dios. Ellos han sido íntegros, por eso dicen con sinceridad que Dios conoce sus corazones, incluso en lo más secreto, y ellos no le han fallado a Dios ni a Su palabra.

5. En momentos difíciles pidamos el socorro del Señor (v. 22-26)

El verso 22 afirma que por causa de Dios o de la fe en él o de Su Palabra los paganos los consideran dignos de muerte.

Esto nos recuerda al apóstol Pablo diciéndole a los creyentes perseguidos de su tiempo: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Tim. 3:12).

 Por lo tanto, siendo que los impíos masacran así a los verdaderos creyentes, a partir del 23 el salmista eleva una súplica muy diciente: Despierta Señor, es decir, está atento a nuestro dolor y actúa a nuestro favor.

¿Por qué escondes tu rostro? (v. 24), no te olvides de nuestras aflicciones que nos vienen por ser fieles a tu Palabra.

Ya no soportamos más los inmensos dolores que nos causan tus enemigos, nuestro cuerpo se ha doblegado hasta el polvo del peso horrendo del dolor (v. 25).

Por lo tanto, Señor de toda misericordia, levántate con tu poder y ayúdanos, acuérdate que somos tu pueblo, y redímenos, libéranos o sálvanos de estos dolores.

Enseñanzas y aplicaciones

¿Dónde está Cristo en el pasaje? Como en todo el Antiguo Testamento, allí encontramos la historia de la redención, la cual apunta a Cristo.

De manera especial este salmo describe algunos de los sufrimientos de Cristo, quien siempre vivió conforme a la Voluntad revelada de Dios, le fue fiel, vivió para él, se deleitó en él, pero Dios lo sujetó a padecimientos, y permitió que los enemigos se levantaran contra él, que lo llevaran como oveja al matadero.

No obstante, esta aparente derrota fue convertida en la victoria más grande que ha obtenido el pueblo de Dios: La redención, la salvación, la liberación del poder del pecado, de la muerte, del diablo y del infierno.

Por esa razón Cristo le dice a Su pueblo que, así como sucedió con el Maestro, con el árbol verde; los creyentes también seremos perseguidos por la generación maligna y perversa; no tengamos temor, pues, él nos garantiza la victoria final a causa de su victoria en la cruz.

El apóstol Pablo usa este salmo para animar a los creyentes desconsolados y afligidos por las muchas aflicciones que el mundo nos inflige por causa de nuestra fe en Cristo, y nos lleva a las siguientes aplicaciones consoladoras:

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; mas aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8:31-39).

 

 

No hay comentarios: