Salmo
40
Respondiendo
a las liberaciones del Señor
Este sermón fue predicado por el hermano Julio C.
Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la
Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con
otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la
venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.
El
contexto de nuestro salmo está relacionado con una gran liberación que Dios le
concedió a David; por lo cual desea alabarlo y agradecerle.
En
los versos 1 al 3 habla de esta liberación, lo cual es una introducción al
salmo.
Luego
pasa a una alabanza más general a Dios por todas las gloriosas manifestaciones
de sí mismo que ha hecho en la historia de Su pueblo (4-5).
Luego
pasa a una alabanza más general a Dios por todas sus gloriosas manifestaciones
de sí mismo en la historia de su pueblo (5).
Seguido,
surge el pensamiento: ¿cómo va a manifestar él (el escritor) su gratitud? Y
esto lo lleva al noble estallido en los versos 6-10.
No
por sacrificio y ofrenda, no por una mera obediencia legal y formal, sino por
la completa devoción del hombre interior hacia Él (6-8), y la proclamación
constante de la bondad de Dios hacia los demás (9, 10).
Entonces,
la tensión cambia. Aunque recientemente ha sido liberado de un gran peligro, el
salmista todavía está rodeado de sufrimientos y peligros. Hay pecado y
debilidad en el interior (12), hay enemigos crueles en el exterior (14, 15).
Por
lo tanto, (11-17) eleva una súplica humilde por sí mismo (11, 13, 17) y por los
piadosos en general (16), para que Dios sea su Ayudador y Defensor, y, sobre
todo, "no tardará" (17).
El
autor del salmo, según el título, fue David, y no se ha presentado ningún
argumento del menor peso en contra de este punto de vista.
Se
puede suponer que la ocasión fue su restauración al trono después de la breve
usurpación de Absalón.
Se
puede aludir a los ayudantes e instigadores de Absalón en el verso 4, y al
resto de su partido en el verso 14.
Respondiendo
a las liberaciones del Señor
El
salmo se divide en tres partes:
(1)
Introducción (1-3);
(2)
Alabanza a Dios y promesa de obediencia (4-10);
(3)
Oración a Dios (11-17).
(1)
Introducción (1-3)
“Pacientemente
esperé a Jehová, y se inclinó a mí, oyó mi clamor” (v. 1)
Literalmente,
esperando, esperé. Es un modismo hebreo común cuando se quiere enfatizar
una idea.
Ningún
escritor nos impone con tanta solemnidad el deber de esperar el agrado de Dios,
como David (Salmos 27:14; Salmos 37: 7; Salmos 62: 1, 5; Salmos 69: 3, etc.).
Y
se inclinó hacia mí; literalmente, inclinado hacia mí. Este es un
antropomorfismo, pero es muy expresivo.
Y
escuchó mi clamor; es decir, respondió, me dio lo que pedí.
“Y
me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies
sobre peña, y enderezó mis pasos” (v. 2).
También
me sacó de un pozo horrible; literalmente, un pozo de tumulto o alboroto.
Un
pozo de "destrucción" o "miseria". Lleno de barro fangoso
(comp. Salmos 69: 2, Salmos 69:14). Tal "arcilla" se encontraría con
frecuencia en el fondo de cisternas en desuso.
Y
puso mis pies sobre una roca; es decir, sobre tierra firme, donde tenía una
base firme.
Y
estableció mis caminos; literalmente, y afirmó mis pasos (comp. Salmos 17: 5;
Salmos 18:36; Salmos 94:18).
“Puso
luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y
temerán, y confiarán en Jehová” (v. 3).
Cuando
Dios nos muestra sus misericordias pone en nosotros ocasiones para cantar de
agradecimiento.
Alabanza
a nuestro Dios. La misericordia es la causa y la alabanza el efecto.
La liberación mencionada en el verso 2 produce
la alabanza de los versos 3-5.
La
frase "nuestro Dios" nos muestra cómo David se identifica
instintivamente con su pueblo. Una misericordia para con David es una
misericordia para con el pueblo.
Muchos
lo verán y temerán. Aquí puede haber una alusión al final de Absalón, la cual,
probablemente, fue seguida por un cierto número de ejecuciones.
(comp. Deuteronomio 13:11; Deuteronomio 17:13;
Deuteronomio 19:20; Deuteronomio 21:21, donde la frase "todo Israel oirá y
temerá" se usa para referirse al efecto producido por la aplicación de la
pena capital del transgresor de la Ley).
Y
confiarán en Jehová; es decir, tendrán fortalecida su fe en Dios.
(2)
Alabanza a Dios y promesa de obediencia (4-10);
“Bienaventurado
el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los
que se desvían tras la mentira” (v. 4).
Dichoso
el hombre, el ser humano, que confía en el Señor y no se inclina a los
soberbios; o no se vuelve hacia los orgullosos, no se pasa a su partido ni
defiende sus principios.
Probablemente
se refiere a los seguidores de Absalón.
Ni
a los que se desvían a la mentira; es decir, a los que "prefieren la
falsedad en vez de la verdad", los que prefieren la causa de los impíos a
la de Dios mismo.
“Has
aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con
nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos,
no pueden ser enumerados” (v. 5),
Muchas,
oh Señor, Dios mío, son las maravillas que has hecho.
No
es solo por su reciente liberación que el salmista da gracias y gratitud a
Dios. Las misericordias de Dios en el pasado han sido innumerables y lo han
sometido a obligaciones indescriptibles.
Y
tus pensamientos para con nosotros. La consideración de Dios por el hombre y su
cuidado providencial merecen alabanza y agradecimiento, al igual que sus
maravillosos actos.
Son
tan numerosos que es imposible calcularlos.
Muchos
de ellos, además, son secretos y escapan a nuestro conocimiento.
“Sacrificio
y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has
demandado” (v. 6).
Sacrificio
y ofrenda no quisiste. ¿Será que la retribución correcta a Dios se dará a
través de sacrificios y holocaustos? No, el salmista se responde a sí mismo; no
es esto lo que Dios realmente "desea".
Samuel
ya había predicado esta doctrina: "Ciertamente el obedecer es mejor que
los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros"
(1 Sam. 15:22).
David
va más allá. Los que Dios demanda es un espíritu de obediencia, los sacrificios
y expiaciones no se requieren en absoluto; más bien, como dice Isaías, hastiado
estoy de holocaustos de carneros (Isaías 1:11,12).
Lo
único que se necesita es la obediencia, una obediencia alegre y voluntaria a
todo lo que Dios revela como su voluntad.
Tú
has abierto mis oídos. Es decir, "Me has quitado la sordera y me has
abierto los oídos para recibir y abrazar tu ley"; o, quizás, con especial
referencia a Éxodo 21:6 y Deuteronomio 15:17, "Me has aceptado como tu
siervo voluntario, y me has horadado la oreja, como reconocimiento de que soy
tu siervo para siempre".
De las cuatro clases de ofrendas mencionadas en este versículo, la
primera (זבח) es la ofrenda ordinaria de una víctima en el altar en sacrificio;
el segundo (מנחה), la ofrenda de harina, acompañada de aceite e incienso; el
tercero (עולה) es el "holocausto", representativo de la abnegación
total; y el cuarto (חטאה), la "ofrenda por el pecado" u "ofrenda
por la culpa", cuya intención especial era la expiación.
“Entonces
dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí” (v. 7)
Más
bien, luego dije: He aquí, vengo con el rollo del libro escrito sobre mí.
"Entonces"
significa "tan pronto como se me abrieron los oídos". "He aquí,
vengo", indica una pronta obediencia (véanse Núm. 22:38; 2 Sam. 19:20).
El
salmista se representa a sí mismo trayendo consigo "el rollo del
libro", es decir, el libro de la Ley en su forma ordinaria de rollo de
pergamino, para mostrar qué es lo que está dispuesto a obedecer. Este libro,
dice, está escrito "sobre él", ya que contiene preceptos sobre los
deberes del rey (Deuteronomio 17: 14-20).
“El
hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi
corazón” (v. 8).
La
obediencia del siervo fiel es una obediencia verdadera y aceptable,
(1)
alegre y
(2)
del corazón.
Consciente
o inconscientemente, David habla como un tipo de Cristo: “Por lo cual,
entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste
cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije:
He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro
está escrito de mí” (ver Hebreos 10: 5-7).
Cristo
Jesús es el verdadero y perfecto siervo fiel. Él se gozó de manera perfecta en
cumplir la voluntad de Dios. Cumplir su Ley dada a través de Moisés, y cumplir
las instrucciones que recibió en el Consejo Eterno de Redención.
El
Padre estaba complacido en él porque él siempre hizo Su voluntad.
“He
anunciado justicia en grande congregación; he aquí no refrené mis labios,
Jehová, tú lo sabes” (v. 9).
No
ha "predicado", en el sentido moderno de la palabra, ya que el oficio
de predicar estaba reservado para los sacerdotes y los levitas. Pero aprovechó
su posición como rey para anunciar al pueblo la justicia de Dios.
He
aquí, no he refrenado mis labios, ni los refrenaré. Continuaré glorificándote
en público, y alabaré tu Nombre mientras viva (Salmos 104: 33).
Oh
Señor, tú lo sabes, es decir, tú conoces la verdad de mi declaración en cuanto
al pasado, y la sinceridad de mi promesa en cuanto al futuro.
“No
encubrí tu justicia dentro de mí corazón; he publicado tu fidelidad y tu
salvación; no oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea” (v.
10).
Los
salmos de David hablan continuamente de este deber cristiano, de la iglesia en
general: declarar la justicia, la fidelidad, la salvación, la misericordia y la
verdad de Dios.
(3)
Oración a Dios (11-17).
“Jehová,
no retengas de mí tus misericordias; tu misericordia y tu verdad me guarden
siempre” (v. 11).
Aquí
comienza la porción suplicante del salmo.
David
suplica a Dios, cuya bondad amorosa es tan grande (v.10), que no le niegue esas
"tiernas misericordias" que él prodiga tan libremente.
Como
él está empeñado en "no retener" o "reprimir" sus labios
(9), lo más apropiado es que Dios no "retenga" o "refrene"
(כלא) su bondad. Ellas preservan al creyente.
“Porque
me han rodeado males sin número; me han alcanzado mis maldades, y no puedo
levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi
corazón me falla” (v. 12).
Literalmente,
porque males sin número se han acumulado sobre mí hasta hoy.
No se menciona la naturaleza exacta de estos
"males"; pero el peor de ellos parece ser "la profunda y amarga
conciencia del pecado" revelada en la siguiente cláusula.
Otro
mal fue, sin lugar a dudas, la continua animosidad de los enemigos (14).
Es
posible que se hayan sumado debilidades mentales y corporales, completando así
la carga aplastante por la que se hace la queja.
Observemos
cómo David nos deja ver la extremada conciencia del pecado que tenía.
Mis
iniquidades se han apoderado de mí, y no puedo mirar hacia arriba.
Son
más numerosos que los cabellos de mi cabeza.
Por
tanto, mi corazón desfallece; es decir, "mi coraje" y "mi
fortaleza mental" decaen.
“Quieras,
oh Jehová librarme; Jehová apresúrate a socorrerme” (v. 13).
Aunque
el verso 2 deja ver que Dios ya había librado al salmista, no era suficiente;
se requerían más liberaciones.
La
vida del salmista todavía está amenazada por enemigos (14); todavía se burlan
de él (15).
Por
lo tanto, le ruega diciendo, Señor, apresúrate en mi ayuda.
Los
creyentes debemos pedir al Señor: "Oh Dios, date prisa para salvarnos. Oh
Señor, date prisa en ayudarnos".
“Sean
avergonzados y confundidos a una los que buscan mi vida para destruirla.
Vuelvan atrás y avergüéncense los que mi mal desean. Sean asolados en pago de
su afrenta los que me dicen: ¡Ea, ea!” (v. 14-15).
Señor,
recompensa a estos asediadores con el pago de la vergüenza, la deshonra y el
asolamiento. Despójalos de todo bien, pues, cuando ellos se burlan de mí, en
realidad lo hacen delante de ti.
“Gócense
y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu
salvación: Jehová sea enaltecido” (v. 16).
El
salmista no puede estar satisfecho orando solo para el bien de sí mismo. Él
extiende su súplica con el fin de que abarque a todo el cuerpo de los fieles,
"todos los que buscan a Dios".
Que
ellos digan continuamente que aman tu salvación: El Señor sea engrandecido; es
decir. "Dales ocasión constante de decir, y dales un corazón agradecido
para decir: Alabado sea el Señor por sus misericordias" (comp. Salmos
35:27).
“Aunque
afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres
tú, Dios mío, no te tardes” (v. 17).
Pero
soy pobre y necesitado. David podría decir esto en tiempos de problemas.
Nadie
está más necesitado que un rey destronado, expulsado de su trono y de su tierra
(2 Sam. 9: 4-20).
Sin
embargo, el Señor piensa en mí. Dios se acuerda, de manera especial, de los
"pobres y necesitados" (ver Sal. 9:18; Sal. 10:12, Sal. 10:17, Sal.
10:18; Sal. 34: 6; Sal. 35:10, etc.).
Tú
eres mi ayuda y mi libertador; No te detengas, oh Dios mío.
Aplicaciones:
Hermanos
en la fe, aprendamos por siempre que toda misericordia del Señor nos debe
conducir a una alabanza genuina y constante al Dios Todopoderoso que actúa para
el bien de su pueblo.
Toda
bondad recibida tiene como fin el que seamos mejores adoradores.
Y
la única forma de poder adorar a Dios por sus misericordias es a través de
Aquel que vino a esta tierra en obediencia perfecta, tomando cuerpo y alma
humana para sí, cumpliendo la ley, y llevando sobre sí la culpa de nuestros
pecados.
No
guardemos para nosotros estas misericordias, es nuestro gozo y el deleite de Dios
que hablemos de ello con otros, especialmente con su pueblo.
No
logramos imaginar de cuánto consuelo, fortaleza, bendición y ánimo es cuando
compartimos con otras personas la gratitud que tenemos para con nuestro Dios al
obrar tan maravillosamente en nuestras vidas.
Pero
no olvidemos que toda verdadera alabanza conduce a la obediencia.
No
se trata de las canciones de regocijo que se entonan en el culto, tal vez
animados e inspirados por la alegre música instrumental que la acompaña; sino
de esa alabanza diaria que brota de nuestros corazones agradecidos a Dios
porque actuó con su gran misericordia.
La
verdadera alabanza, siempre conduce a la obediencia gozosa, de lo contrario no
fue real alabanza.
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