viernes, 24 de junio de 2022

Salmo 31

 

Salmo 31

En tus manos están mis tiempos: Una declaración de confianza en respuesta al estrés

Este sermón fue predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.

Si deseamos elegir una palabra que describa a nuestra cultura moderna, esa palabra probablemente sería presión.

Tenemos clases para el manejo del estrés, así como muchos libros y artículos destinados a ayudarnos a reducir el estrés.

Puede tomar clases de meditación y yoga en la mayoría de los centros comunitarios. Incluso muchos cristianos ignoran los peligros espirituales de estos métodos y afirman que les ayudan a sobrellevar el estrés.

Algunos toman tranquilizantes o recurren a drogas ilegales o al alcohol. ¡Pero muy pocos se vuelven al Dios vivo y se refugian en Él! Si nos atrevemos a sugerirle a alguien, que se encuentra bajo estrés, que confíe en Dios, frecuentemente encontraremos desprecio, incluso, de parte de nuestros hermanos en la fe.

Pensemos en una situación estresante: Un grupo de enemigos ha conspirado para matarte. Han instigado una amplia campaña de calumnias y mentiras. Como resultado, tu nombre se ha convertido en un reproche, incluso entre tus vecinos y antiguos amigos. Cuando te ven venir, se vuelven y corren en sentido contrario. Temen ser identificados de alguna manera contigo, porque piensan que tu tiempo es corto. No quieren verse implicados por asociación contigo.

Como resultado de estos problemas, estás luchando contra la depresión. También te das cuenta de que muchos de tus problemas se deben a tu propio pecado. Entonces, encima de todo lo demás, estás luchando con la culpa. Toda esta experiencia está pasando factura a tu salud. No tienes fuerzas para hacer tus tareas diarias. Tu cuerpo se está consumiendo. Dondequiera que mires, parece que el terror te está mirando a la cara.

 

Así es como David describe su situación en el Salmo 31. No podemos estar seguros de la situación exacta detrás de este salmo. Muchos piensan que, debido a que David menciona que fue rescatado de una ciudad sitiada (v. 21), el contexto del salmo es cuando los residentes de Keila conspiraron para entregar a David a Saúl, quien estaba tratando de matarlo (1 Sam. 23: 7-14). Pero a la luz de la referencia de David a su propio pecado (v. 10), me inclino a estar de acuerdo con Spurgeon en que David escribió este salmo en relación con la rebelión de Absalón.

Quizás no se nos dice específicamente la ocasión del salmo con el fin de que podamos aplicarlo a nuestras propias situaciones estresantes, sean cuales sean las causas.

Cualesquiera que sean las circunstancias exactas, sabemos que este salmo no nos llega de la torre de marfil de un poeta que estaba aislado de las presiones de la vida. Más bien, proviene de un hombre que desesperaba de la vida misma.

El salmo nos da un remedio garantizado y simple (pero no simplista) para el estrés:

El remedio para el estrés es confiar en la Soberanía de Dios.

Mi oración es que el Señor nos ayude a ver que confiar en Él, el Dios vivo, soberano y personal, es la forma más práctica y probada en el tiempo para lidiar con el estrés en este mundo.

1. El estrés es algo real en la vida, especialmente en la vida de los piadosos.

De alguna manera, hemos tenido la loca idea de que, si seguimos y obedecemos al Señor, no tendremos pruebas difíciles. Pero la Biblia muestra repetidamente que, porque sigues al Señor, debes enfrentar varias pruebas.

Si te mimetizas con el mundo, el mundo te amará. Si sigues con fidelidad al Señor, el mundo te odiará. Jesús explicó esto muy claramente (Juan 15:19), “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.

Tengamos en cuenta cuatro verdades que nos ayudarán a comprender el estrés en el cristiano:

A. EL ESTRÉS PRODUCE MUCHAS EMOCIONES, INCLUSO EN LAS PERSONAS MÁS PIADOSAS.

Necesitamos entender que confiar en el Señor no nos aísla de la montaña rusa de emociones que nos golpean cuando enfrentamos situaciones estresantes.

Algunos libros de vida espiritual dan la impresión de que cuando descubras el secreto del reposo en el Señor, estarás perfectamente tranquilo en medio de la peor de las pruebas. En la medida en que tus emociones suban o bajen por la montaña rusa, entonces, es porque te falta algo en tu vida espiritual.

Pero mira las emociones de David en el salmo. Recuerda, él no era un novato espiritual en este momento. Era un hombre conforme al corazón de Dios.

Primero, estaba sintiendo vergüenza, como lo implica la petición repetida con el fin de no ser avergonzado (vv. 1, 17).

Quizás sus enemigos lo estaban acusando de ser un hipócrita: “Él dice confiar en Dios, ¡pero mira lo que hizo con Betsabé y su esposo! Mira su vida familiar, ¡es un completo desastre! ¡Ah! ¡Dizque es un 'hombre de Dios'! "

Junto con la vergüenza estaba la propia culpa de David, ya que reconoce su iniquidad como parte de sus problemas actuales (v. 10).

Además, David tenía miedo. Afirma que "El miedo me asalta por todas partes" (v. 13). Puedes escuchar el pánico en su voz mientras clama a Dios que lo rescate rápidamente y lo saque de la red (vv. 2, 4). Él dice que está angustiado (v. 9).

David está abrumado por el dolor, los suspiros y la aflicción (vv. 9, 10). Estas emociones son tan fuertes que lo están afectando físicamente, haciéndolo consumir. Se siente rechazado, incluso por sus antiguos amigos (v. 11). Se siente tan inútil como un vaso quebrado (v. 12).

Pero, no todo está mal para David. También experimenta algunos altibajos. Se regocija y se alegra en la misericordia del Señor (v. 7).

Él estalla en alabanza debido a la gran bondad de Dios que ha guardado para los que le temen (v. 19).

Él bendice al Señor porque ha hecho maravillosa Su misericordia para con David incluso cuando estaba sitiado (v. 21).

En un estallido final de alabanza, exhorta a todos los santos de Dios a amarlo, a ser fuertes, a tener valor y esperar en Él (vv. 23-24).

Derek Kidner (Salmos 1-72 [IVP], p. 130) señala una característica inusual de este salmo, pues, dos veces se viaja de la angustia a la seguridad: una vez en los versículos 1-8 y luego nuevamente en 9-24.

En otras palabras, este salmo nos presenta con fidelidad la vida real.

David obtiene la victoria, pero luego las olas de angustia lo invaden y se sumerge de nuevo en la desesperación. Luego vuelve a ganar la victoria.

Esto significa que es muy normal, incluso para los santos más piadosos, sentir una gama de emociones en medio de pruebas severas. La clave es no ser pasivo al dejar que las emociones lo repriman.

Tienes que luchar para procesar tus emociones y obtener la victoria en el Señor. Por eso los salmos son tan útiles.

El salmista a menudo se desespera al comienzo del salmo, pero Dios lo lleva a través del proceso de luchar para encontrar el camino hacia la luz y la esperanza, la cual se encuentra sólo en el Señor, incluso, así sus circunstancias no hayan cambiado en absoluto (ver, también 2 Cor. 1: 8-11).

B. EL MOMENTO DE PREPARARSE PARA EL ESTRÉS ES ANTES DE QUE LLEGUE.

El Salmo 31 deja en claro que David conocía a Dios de una manera personal, práctica y profunda antes de entrar en esta crisis.

Note los muchos atributos de Dios que David recita a lo largo del salmo: Dios es refugio y seguridad (vv. 1, 19, 20). Él es justo (v. 1) y juzgará con justicia (v. 23). Él es una roca de fortaleza (vv. 2, 3). Escucha y contesta las oraciones (vv. 2, 22). Él es una fortaleza y castillo fuerte (vv. 2, 3), la fuente de la fortaleza de David (v. 4). Él es el Dios de verdad (v. 5) y de misericordia (vv. 7, 16, 21). Él es omnisciente (v. 7) y misericordioso (v. 9), en el sentido de que perdona y no desecha al rechazado (implícito en los vv. 9-13). Él tiene depósitos ilimitados de bondad para aquellos que le temen (v. 19), incluso si están pasando por la peor de las pruebas.

David no aprendió todo eso sobre Dios de repente en medio de esta calamidad, aunque sin duda profundizó su conocimiento de Dios a través de esta angustia.

David había comenzado a conocer a Dios a través de Su Palabra (Sal. 19) cuando era un niño que cuidaba las ovejas de su padre. Entonces, cuando estalló esta crisis, David tenía recursos en Dios en los que apoyarse.

Si no estás en una crisis, toma el tiempo para echar raíces en el Señor, las cuales te permitirán capear las inevitables tormentas que vendrán. Pasa tiempo a solas con Dios y Su Palabra, alimentando tu alma. Deja que Su Palabra confronte tu vida con el pecado que necesita ser tratado. Entonces estarás listo para los tiempos estresantes.

Si ya estás en una crisis y no conoces a Dios como lo conocía David, búscalo como nunca antes. Él es bondadoso y puede encontrarse contigo allí, si de corazón lo buscas. Pero el momento de prepararse para el estrés es antes de que llegue.

C. INCLUSO SI TU ESTRÉS ES EL RESULTADO DEL PECADO, PUEDES REFUGIARTE EN DIOS.

Vimos esto también en el Salmo 25. Aquí (31:10), David reconoce que, en parte, su propio pecado estaba detrás de la crisis en la que se encontraba. Como dije, esto me lleva a pensar que el salmo fue escrito en relación con La rebelión de Absalón.

Dios perdonará nuestro pecado si lo confesamos y lo abandonamos (Prov. 28:13), pero no necesariamente elimina las consecuencias (Gá. 6: 7-8). Pero la experiencia de David muestra que incluso si nuestra calamidad es el resultado directo de nuestro pecado, aún podemos correr a Dios en busca de refugio y saber que Él nos recibirá.

Es significativo que los enemigos de David todavía lo condenaran mucho después de que Dios lo perdonara. Hablaban contra él, haciendo de su nombre un reproche (31: 1, 11, 13, 17, 20). Y, lo que es más, ¡al menos algunas de las acusaciones eran ciertas! Pero los enemigos de David no conocían la sinceridad del arrepentimiento de David ni la magnitud de la gracia de Dios.

Nunca debemos tolerar el pecado, pero debemos tener cuidado de no condenar a los pecadores arrepentidos.

 ¡Gracias a Dios que Él es misericordioso y a través de la sangre de Jesús perdona todos nuestros pecados, o ninguno de nosotros podría estar aquí hoy! Sí, en Su justicia a menudo nos hace sufrir las consecuencias temporales de nuestro pecado. Pero debemos alentar a los pecadores arrepentidos que están sufriendo esas consecuencias, a que se refugien en la gracia y el amor de Dios.

D. DIOS NUNCA NOS DEJARÁ PASAR POR MÁS ESTRÉS DEL QUE PODEMOS SOPORTAR SI CONFIAMOS EN ÉL.

“Pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir” (1 Corintios 10:13). Aunque la prueba de David fue aterradora, de modo que se desesperó, incluso de la vida misma (v. 13), Dios le dio fuerzas para resistir.

A Dios no le gustan las soluciones fáciles. Por lo general, no elimina la prueba en el instante en que lo buscamos. Pero ninguno de los que han esperado en Él ha sido desilusionado. "¡Él da más gracia cuando las cargas crecen!"

Es solo cuando confiamos en Dios en medio de una angustia severa que probamos Su fidelidad en nuestra propia experiencia. A menudo, lo más difícil es esperar que Dios nos libere.

Piense en José, languideciendo durante la mayor parte de sus veintes en la oscura mazmorra egipcia, con los pies en grilletes. ¿Por qué? ¡Porque obedeció al Señor al resistir las insinuaciones de la esposa de Potifar! ¿Por qué Dios no respondió antes a sus oraciones? Conocemos el resultado, pero durante años, José no sabía que algún día sería liberado de la prisión y ascendido a segundo en la tierra de Egipto. Pero debido a que José confiaba en Dios, más tarde pudo decirles a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20).

Así que reconozca que el estrés es un hecho de la vida, especialmente para los piadosos. No obtenemos un pase libre de aflicciones, pero esto es lo que obtenemos:

2. El Dios personal y soberano es una roca de refugio para los piadosos que están bajo una tensión intensa.

Ya hemos visto los muchos atributos de Dios que David enumera en este salmo. Pero observe nuevamente lo repetitivo que es en los primeros versículos acerca de que Dios es una roca de refugio.

Primero, David afirma que se ha refugiado en Dios (v. 1).

Luego le pide a Dios que sea para él una roca de fortaleza, una fortaleza para salvarlo (v. 2).

Luego, vuelve a afirmar que Dios es su roca y fortaleza (v. 3).

Agrega una vez más (v. 4) que Dios es su fuerza.

Luego, más adelante en el salmo, cambia el lugar de refugio de la roca al lugar secreto de la presencia de Dios (v. 20). Pero la idea es la misma, que Dios, el Soberano Todopoderoso del universo, es un refugio personal para su pueblo oprimido.

David afirma la soberanía de Dios sobre todo cuando dice (v. 15): "En tu mano están mis tiempos". Daniel 2:21 usa esta misma palabra hebrea para “tiempos”: “Él es quien cambia los tiempos y las épocas; Quita reyes y establece reyes ...”

Nuestro Dios no está sentado en el borde del cielo, mordiéndose las uñas mientras ve cómo se desarrolla la rebelión de la raza humana. Nadie puede frustrar Su propósito (Job 42:2).

Dios tiene un plan soberano para toda la historia. Él está trabajando en todos los tiempos y épocas, así como en nuestros tiempos, según el consejo de Su voluntad, para nuestro bien supremo (Efesios 1:11; Rom. 8:28).

Podemos saber que cuando nos golpea la tragedia, Dios no estaba dormido ni de vacaciones. Su soberanía es un gran consuelo en tiempos de prueba. Podemos saber que Él ha diseñado nuestra angustiosa situación para enseñarnos más sobre lo que significa refugiarse en Él.

Pero Dios no es solo el Soberano del universo, inaccesible en Su esplendor y poder. También es el Dios personal que conoce y se preocupa por cada detalle de nuestra situación.

Todo este salmo es personal e íntimo, pero tenga en cuenta especialmente el vers. 14: “Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios”.

Y no se trata solo de que David conozca a Dios personalmente, sino que Dios conoce a David personalmente (v. 7), “Me gozaré y alegraré en tu misericordia, porque has visto mi aflicción; has conocido mi alma en las angustias". Aunque los conocidos de David lo habían olvidado (v. 12), él sabía que Dios no lo había olvidado.

En tiempos de prueba, Satanás nos tienta a dudar de la soberanía de Dios o de Su amor y cuidado personal por nosotros.

David confiesa (v. 22): “Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba". Pedro escribió a una iglesia que sufría, algunos de cuyos miembros sufrían el martirio. Les exhortó a echar toda su ansiedad sobre Dios, y agregó (1 Pedro 5: 7b), "Porque él tiene cuidado de vosotros".

Luego, después de advertirles que el diablo estaba tratando de devorarlos a través de sus pruebas, escribe (1 Pedro 5: 9-11), “Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfecciones, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén."

Puede que estés pensando en este punto: “Bueno, entonces, si Dios es soberano y si mi tiempo está en Sus manos, entonces no me queda nada por hacer. Lo que ha de ser será." ¡No tan rápido! Hay un tercer elemento. El estrés es un hecho de la vida, especialmente para los piadosos. El Dios personal y soberano es una roca de refugio para nosotros en situaciones de estrés. Pero también,

3. Debemos confiar activamente en el Dios personal y soberano, repetidamente, durante nuestros momentos de estrés.

David está decidido a confiar en Dios durante sus momentos de estrés, pero esto no es automático. El salmo está lleno de repetidas afirmaciones de confianza en Dios.

David comienza: "En ti, oh Jehová, he confiado..." Esto suena bien, parece un trato hecho.  Pero en el versículo 2 él grita: "Sé tú mi roca fuerte".

Continúa afirmando que Dios es su roca y fortaleza, pero está luchando para que Dios sea esa roca de fortaleza para él.

Luego, nuevamente en el versículo 5, David entrega su espíritu (es decir, su vida) en la mano de Dios. En el versículo 6, afirma nuevamente su confianza en el Señor.

Luego se sumerge de nuevo en las profundidades de la desesperación (vv. 8-13), solo para emerger de nuevo en el versículo 14 con la firme afirmación: “mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos ". Todo el salmo es esta lucha repetida por la fe en Dios en medio de esta severa prueba.

Tal vez usted esté pensando: "¿Qué más puede hacer un creyente sino confiar en Dios en un momento de prueba?" Pero esto no es algo automático.

Aparentemente de la nada, David exclama (v. 6): "Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias". ¿Por qué dice eso allí? Creo que se debe a que muchos, incluso muchos de los que en los buenos tiempos profesan seguir a Dios, se vuelven hacia ídolos vanos o "soluciones" mundanas cuando llegan las pruebas.

Calvino observó esto en su día. Él escribió, (Comentarios de Calvino [Baker], sobre los Salmos, p. 502), “Es maravilloso [increíble] que, aunque muchas cosas nos angustian a todos, apenas una de cada cien personas es tan sabia como para entregar su vida en las manos de Dios."

En medio de las aflicciones y problemas solemos acudir a estas vanidades ilusorias: La meditación trascendental, prácticas orientales, terapias psicológicas, grupos sectarios, etc.

Es como si Dios no nos hubiera dado Su remedio para el estrés y otros problemas. Su remedio es confiar en Él como el Señor personal y soberano. Finalmente,

4. Nuestra confianza en Dios debe desbordarse en exuberante alabanza.

En el versículo 19, David estalla diciendo: "¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!" Nuevamente, en el versículo 21, “Bendito sea Jehová...” Versículo 23, “Amad a Jehová, ¡todos vosotros sus santos!" Versículo 24: “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová”.

La exuberante alabanza de David no significa que sus batallas hayan terminado. De hecho, no hay indicios de que sus circunstancias hayan cambiado en absoluto. Más bien, David ha encontrado fuerza en la batalla, pues, por fe se ha refugiado en el Señor. Con respecto a la exhortación final de David a ser fuerte y tener coraje, Calvino señala de manera realista (ibid., Págs. 520-521):

Tampoco es innecesaria su exhortación a la valentía y a la firmeza; porque, cuando alguien comienza a confiar en Dios, debe… armarse para soportar muchos ataques de Satanás. Primero, entonces, debemos comprometernos tranquilamente con la protección y tutela de Dios, y esforzarnos porque la experiencia de su bondad impregne toda nuestra mente. En segundo lugar, dotados así de firmeza y fuerza inquebrantable, debemos estar preparados para soportar cada día nuevos conflictos.

Conclusión

Es interesante que Jonás se hizo eco de una frase de este salmo cuando clamó al Señor desde el vientre del gran pez (Jon. 2: 8; Sal. 31: 6a).

Jeremías, cuyo mensaje fue rechazado y cuya vida a menudo se vio amenazada, frecuentemente tomó prestada otra frase del salmo como su lema (Jer. 6:25; 20: 3, 10; 46: 5; 49:29; Lam. 2:22; Sal.31, 13).

Cuando era anciano, el autor del Salmo 71 (quizás el mismo David), se refugió en Dios al orar las palabras del Salmo 31: 1-3.

Pero lo más significativo es que el Señor Jesús había meditado en este salmo con tanta frecuencia que Sus últimas palabras desde la cruz fueron una cita del Salmo 31: 5: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46). ¡Él soportó el estrés supremo de llevar nuestros pecados al encomendarse al Dios personal y soberano! ¡Nosotros también debemos hacerlo!

¿Cómo estás lidiando con el estrés en tu vida? Hudson Taylor, el gran misionero en China, quien soportó muchas presiones, entre ellas tener que escapar de la muerte, solía decir: “Realmente, no importa cuán grande sea la presión; solo importa dónde radica la presión. Asegúrate de que nunca se interponga entre tú y el Señor; entonces, cuanto mayor es la presión, más te presiona contra Su pecho” (Dr. y Sra. Howard Taylor, Hudson Taylor’s Spiritual Secret [Moody Press], p. 152). El remedio de Dios para el estrés es que confiemos en Él, el Señor soberano y personal.

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