Salmo 11: Cuando el panorama es
oscuro: La confianza del justo
Este sermón fue predicado por el hermano Julio C.
Benítez, quien es uno de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la
Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede compartir este sermón con
otros a través de medios digitales e impresos, siempre y cuando no sea para la
venta, siempre reconociendo y dando los créditos respectivos a su autor.
Introducción:
El contexto de este salmo es el
estrés que estaba ocasionando la resistencia de Saúl al reinado de David o la
rebelión de Absalón contra la institución de la monarquía.
Cuando una persona está bajo estrés a
menudo se pone tensa, nerviosa, agitada o muy inquieta. Alguien dijo: Si puedes
mantener la cabeza fría cuando todo lo relacionado contigo está perdiendo la
suya, es porque no comprendes completamente la situación”.
Cuando el panorama es oscuro, debemos
seguir el ejemplo de David y declarar la confianza que expresó en el salmo 11.
Quisiera centrarme en tres cosas importantes
que nos enseña David que debemos hacer cuando el panorama nuestro también es
oscuro.
1. Cuando el panorama es oscuro,
recuerda la protección del Señor (v. 1-3)
2. Cuando el panorama es oscuro,
recuerda la presencia del Señor (v. 4)
3. Cuando el panorama es oscuro,
recuerda la justicia del Señor (v. 5-7)
1. Cuando el panorama es oscuro,
recuerda la protección del Señor (v. 1-3)
“En Jehová he confiado; ¿Cómo
decís a mi alma, que escape al monte cual ave? Porque he aquí, los malos tienden
el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los
rectos de corazón. Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el
justo?”
El salmista, que también es el rey,
corre peligro de muerte. Y algunos consejeros temerosos y pusilánimes querían
persuadirlo de que buscara seguridad en la huida. Pero lleno de fe
inquebrantable en Dios, rechaza su consejo, creyendo que Jehová, el rey justo,
aunque prueba a sus siervos, no los abandona. No son los justos, sino los
malvados, los que deben tener miedo.
Este salmo es tan breve y tan general
que no es fácil comprender cuál fue la circunstancia de la vida de David a que
se refiere. Sin embargo, es muy probable que haya sido en medio de la
persecución de Saúl o la sublevación de Absalón.
Si fue durante la rebelión de su
hijo, entonces, es probable que algunos allegados al rey le hayan sugerido huir
a las cuevas o rocas donde se ocultó anteriormente de Saúl. Un punto a favor de
esta ocasión es que David habla de la destrucción de los fundamentos, es decir,
la sublevación era contra la institución divina del gobierno autorizado, de la
monarquía. Lo cual estaba generando caos en la sociedad.
No siempre es fácil saber cuándo
debemos huir o cuando debemos enfrentar la tormenta de inmoralidad e
incredulidad que puede estar prevaleciendo en una sociedad específica. Uno se
puede equivocar al actuar muy precipitadamente en el tiempo o también al dejar
que el tiempo pase y no haya ningún progreso.
Un buen general sabe cuándo detenerse
y también sabe cuándo avanzar; sabe cuando retirarse y cuándo atacar. La única
pregunta que debe resolver es qué curso, por el momento, promoverá mejor la
causa que le ha sido encomendada.
Nuestro Señor habló y actuó de
acuerdo con este principio, aconsejando a sus discípulos a que en una
oportunidad salvaran sus vidas huyendo, y en otro momento les aconsejó que
permanecieran firmes en sus puestos, incluso a costa de sus vidas. Él les
aconsejó que determinaran su línea de acción, no por las consecuencias que
tendrían para ellos mismos, sino por las consecuencias para la causa con la
cual ellos se habían identificado: El reino de Cristo.
Si la huida favorecía mejor los
intereses del evangelio, debían huir; si era favorecido al mantenerse firmes en
sus puestos, entonces debían permanecer, incluso a costa de sus vidas.
Muchos obispos de la iglesia
primitiva hicieron esto, huir siempre que esto sirviera para la causa de su
Amo; pero cuando él exigió la entrega de sus vidas, se entregaron libremente al
martirio.
David que tuvo que huir durante
algunos años como un pájara aterrorizado, luego de haber sido designado por
Dios para el trono de Israel. Pero al momento de escribir este salmo la
situación ha cambiado. Ha llegado el momento en el cual la causa de Dios ya no
se puede promover con la huida del rey.
Esta causa requiere campeones, defensores, y tal vez mártires.
Ahora, David reconoce que los
fundamentos de la fe están siendo socavados en su generación malvada. Muchos
hombres malos están trabajando sin descansar para echar por tierra las
instituciones sagradas que Dios ha dado para el bien de la humanidad, muchos
están rebelándose en contra de Dios y de aquello que sostiene a la sociedad.
¿Qué ha de hacer el justo? El justo
no ha de actuar en contra de la Ley de Dios, el justo no recurrirá a tretas o
tramas engañosas para reestablecer los fundamentos. El justo debe esperar en el
Señor, continuará actuando conforme a los fundamentos dados en Su Palabra,
orará, ayunará y velará para no sucumbir ante una sociedad rebelde.
2. Cuando el panorama es oscuro,
recuerda la presencia del Señor (v. 4)
“Jehová está en su santo templo;
Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los
hijos de los hombres”
Si frente a una situación tan difícil
como la del salmista las personas actúan con su sentido común, entonces
buscarán hacer aquello que implique menos dificultades. Después de todo (así se
sostendría el argumento), si no hay ley y orden en la comunidad, y si las
personas en posiciones de poder se han propuesto hacer el mal ¿qué puede ganar
una persona justa al tratar de resistir? David responde que tal acción
realmente muestra una falta de comprensión de la santidad de Dios y no respeta
su autoridad.
Dios ve y comprende todo. Él está
sentado en su templo celestial, desde el cual reina sobre toda la creación. Él
está en su trono y nada ni nadie escapará de sus juicios. Aunque las
autoridades humanas y los jueces y los representantes de la justicia aprueben y
favorezcan el mal, Dios sigue siendo rey, y él derramará su ira sobre los
impíos, pero consolará a los fieles con la seguridad de su presencia.
El salmista afirma que sus ojos,
sus párpados examinan a los hijos de los hombres. La Biblia habla no menos
de 21 veces de los “ojos del Señor”. En el salmo 33:18 dice: “He aquí el ojo
de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia”.
Leemos en el salmo 34:15 “Los ojos de Jehová están sobre los justos”. En
el salmo 94:9 leemos: “El que formó el ojo, ¿no verá?” En Proverbios
15:3 “Los ojos de Jehová están en todo lugar; mirando a los malos y a los
buenos”. 2 Crónicas 16:9 “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la
tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para
con él”.
Jesús dijo en Mateo 10:29-31 “¿No
se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra
sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no
temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos”.
Aunque el creyente no se expone al
peligro innecesariamente o por irresponsabilidad, cuando el mundo a su
alrededor se torna rebelde contra Dios, él confía en el Señor, él depende de
él, y no teme vivir y defender los fundamentos de la Palabra. El Señor lo
guarda.
3. Cuando el panorama es oscuro,
recuerda la justicia del Señor (v. 5-7)
“Jehová prueba al justo; pero al
malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Sobre los malos hará
llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz
de ellos. Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su
rostro”.
Algunas personas creen que Dios
solamente tiene amor, misericordia y gracia. Pero olvidan que la Biblia nos
muestra a un Dios que también es justo, santo, y que expresa su ira para con el
malo.
El salmista tenía el equilibrio
bíblico de la doctrina de Dios, por eso él afirma que Dios aborrece, en su
alma, al malo, al que ama la violencia. Dios odia a los que aman la maldad. No
creo que Dios ame al diablo, creo que Dios lo odia, y él también odia a los que
se aferran a la maldad y a la incredulidad.
No es verdad esa declaración común
que hoy día aprueban muchos cristianos: Dios odia el pecado, pero ama al
pecador. Es verdad que Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito para
morir en rescate del pecador, pero a todos aquellos que persisten en pecar,
pecar y pecar, en ser rebeldes y no aceptar el llamado del evangelio al
arrepentimiento, Dios los odia, Dios es su enemigo, y un día los castigará con
el ardor de su ira, al menos que procedan a la conversión.
Sobre los malos hará llover
calamidades. Esto
nos recuerda a Sodoma y Gomorra. Dios soportó por mucho tiempo sus pecados y
rebeliones, pero cuando llegó al colmo su maldad, Dios hizo llover sobre ellos
fuego y azufre. “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma
y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,
descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido
hasta mí” (Gen. 18:20-21).
Toda persona, toda ciudad, todo país,
toda sociedad que se entrega al pecado y se descarría cada vez más
profundizando en maldades, perversiones y rebeldía contra las leyes divinas;
Dios irá acumulando, como en una copa, esas iniquidades, y cuando la copa se
llene Dios bajará con su ira y hará llover calamidades, fuego, destrucción,
miseria, pestes. La ira de Dios se sentirá sobre esas generaciones malvadas.
2 Pedro 2:4-9 nos recuerda que la ira
de Dios se ha derramado muchas veces sobre los impíos, y nuevamente se
derramará: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que
arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser
reservados al juicio, y ni no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé,
pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el
mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de
Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de
vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los
malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma
justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de
tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados; en el
día del juicio, y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia
e inmundicia, y desprecian el señorío, atrevidos y contumaces”.
Cuando el entorno en el cual vive el
creyente se torna oscuro, hostil y rebelde contra la Ley de Dios, el creyente
se refugia en Dios, y espera en su justicia. Los hombres malos, las sociedades
malas, los gobiernos impíos no prevalecerán. Por un tiempo prosperarán en sus
malvados planes, pero Dios es justo, y derramará sobre ellos su ira.
Amado hermano, ¿cuál es el entorno
hostil y oscuro que te rodea? No olvides la protección del Señor, la presencia
del Señor y la justicia del Señor. Si meditas en estos tres actos de Dios no
huirás como un pájaro espantado y temeroso, sino que todos tus actos estarán siendo
equilibrados por la confianza que tienes en que Dios te protege, Dios está
presente en todas las cosas, y Dios juzgará con su ira al malvado.
Todos los cristianos de este siglo
vivimos en una época muy oscura, muy rebelde y hostil a Dios, a Cristo, al
Evangelio y a sus santas leyes. Los gobiernos cada día propenden por el avance
del mal. Las leyes se cambian con el fin de favorecer actos que van contra la
vida y la decencia. Muchas iglesias cristianas aprueban doctrinas y prácticas
alejadas de la Palabra de Dios. Estamos en una cultura que idolatra la libertad
de expresión del mal, pero a la misma vez limita la expresión del bien.
Muy pronto los predicadores fieles de
la Palabra seremos objeto de burla, de censuras en los medios, de acoso
gubernamental, de procesos judiciales que nos buscan silenciar, de bloqueo en nuestras
redes o canales de comunicación masiva, de multas y demandas por ir en contra
del sistema pecaminoso que como un río caudaloso está arrasando con la verdad,
con los fundamentos que han sostenido nuestra sociedad, con nuestra fe.
Pero no desmayamos, ni dejamos de
levantar nuestra voz. El Señor está con nosotros, y aunque la sociedad caiga en
las profundidades del lodazal del pecado, de la inmoralidad, de la barbarie y
de la rebeldía, el Señor es nuestra protección, el Señor está con nosotros, y
el Señor hará justicia.
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