¿SE DEBE GUARDAR EL DÍA DE
REPOSO?
PREGUNTA:
Se ha optado por desarrollar un artículo acerca de guardar
el día de reposo por el número considerable de preguntas que le han llegado al
pastor Julio Benítez acerca de este tema, ¿Se debe guardar el día de reposo?
¿Cómo se debe guardar? Y ¿Por qué no se guarda el sábado sino el domingo?
RESPUESTA:
Respuesta por el hermano Cristian Cárdenas
El propósito de este artículo no es decir algo nuevo o
presentar una nueva perspectiva sobre el día de reposo, la intención de este
escrito es brindar aquél acercamiento bíblico e histórico que ha permanecido
desde la iglesia primitiva, Padres de la iglesia a través de los siglos, y
también los grandes reformadores e iglesias históricas confesionales actuales,
quienes preocupadas porque su adoración a Dios sea regulada por la Escritura,
comprobaron diligentemente la enseñanza del día de reposo como el día en que
Dios quiere que su iglesia se reúna para adorarle. Igualmente se invita al
lector a hacer una lectura crítica y examinar con las escrituras lo que se diga
en este artículo.
La enseñanza del día de reposo debe ser vista desde dos
perspectivas, primero en su sentido protológico[1]
(origen y principio del mandamiento), y segundo, en su sentido escatológico (su
propósito final). Luego se tocará el tema de la migración histórica del día de
reposo al primer día de la semana, y por último la forma de guardarlo.
SENTIDO PROTOLÓGICO: UN MANDATO
PRE-CAÍDA
Cuando se hace un estudio de la Cristología protológica, los
teólogos buscan entender a la obra de Cristo desde la perspectiva de la
creación. El estudio del día de reposo reclama ser estudiado en su sentido
protológico, es decir, desde su creación en Génesis 2. Dios “reposó el día
séptimo de toda la obra que hizo” (Gn 2:2b), Dios literalmente acabó/finalizó
todo lo que había hecho y cesó de todo lo que hizo en la creación (Gn 2:2). La
palabra hebrea que se usa en el texto es el verbo shabat שׁבת que significa “cesar”[2], y
de este verbo proviene el sustantivo «shabbat» שַׁבָּת
de donde viene la palabra “sábado”. El verbo “cesar” deja por fuera toda idea
de que Dios estaba cansado, pues Él “no desfallece, ni se fatiga con cansancio”
(Is. 40:28). Dios cesó de su obra después de seis días. A. W. Pink habla con
respecto a esto diciendo: “si Dios hubiera detenido todo trabajo en aquel
primer séptimo día en la historia humana, hubiera significado la destrucción
total de toda la creación. La obra providencial de Dios no podía detenerse”[3],
desde el primer séptimo día ya no habría creación sino la procreación de los
seres vivientes por providencia de Dios, Él sustentando su creación (He. 1:3).
Dios enseña con sus mismos actos a que el hombre cese un día a la semana, aquel
hombre que fue creado a su imagen y semejanza debía imitar sus mismos actos.
Este sería un mandato existente desde los primeros días de la creación, una
institución de carácter divino y escatológico.
Dios no solo cesó en el séptimo día, también lo bendijo y lo
santificó (Gn 2:3) y la razón que se da no es por ser el séptimo día más
especial que los demás, sino porque fue en ese día en el que cesó de su obra
creadora. Al Dios bendecir este día está bendiciendo también a aquel que lo
guarda, el hombre sería bendecido de una forma especial en aquél día. Además,
es interesante notar que Dios estaba santificando un día en el tiempo, ese día
era santo sobre todos los demás. El hecho de que Dios haya santificado algo
antes de que hubiera impureza por el pecado muestra la solemnidad con la que se
debe guardar el día de reposo, Dios elevó este día por encima de los demás, lo
cotidiano lo volvió solemne y lo común lo volvió sagrado.
Lo
cotidiano lo volvió solemne y lo común lo volvió sagrado
El carácter ontológico del día de reposo muestra que no está
fundamentado en la ley mosaica sino en el aspecto protológico en el génesis
de la creación. Es por esto que en las tablas de la Ley dadas a Moisés, donde
se resume la esencia moral de la ley de Dios, el cuarto mandamiento no es algo
nuevo. Al pueblo se le dice “Acuérdate del día de reposo para
santificarlo” (Éx 20:8), pues el pueblo sabía que había un día más santo que
los demás, en el que debían de cesar de sus actividades para dedicarlo a cosas
santas. Lo confirma el hecho de que aun antes de que Yahvé le haya dado el
decálogo a Moisés les ordena recoger Maná el sexto día para guardar el séptimo
día como día de reposo (Éx 16:29, 30).
El cuarto mandamiento es especialmente el más extenso de
toda la ley moral, el pueblo debe acordarse de este día para santificarlo. Para
aquellos que ven el cuarto mandamiento de naturaleza ceremonial o que tuvo su cumplimiento
con la venida del Señor, y que por lo tanto ya no se debe guardar, debe quedar
claro que el día de reposo es una institución dada en la creación y recordada
en el decálogo, y que la ley fue dada por Dios para su perpetuo cumplimiento,
no solo nueve mandamientos sino los diez.
Tanto Jesús como los Apóstoles confirman la vigencia de la
ley moral. Cristo cumplió toda la ley, él no vino a abrogar la ley sino a
cumplirla (Mt 5:16). Él manda a que se cumpla de forma completa la ley moral,
no solo algunos mandamientos, sino todos. El Nuevo Testamento es unánime en la
vigencia de la ley moral y deja claro que esta no nos justifica delante de
Dios. El Apóstol Juan asocia el pecado directamente con la infracción de la ley
(1 Jn 3:4), un verdadero cristiano, un hijo de Dios, por su nueva naturaleza es
llevado a cumplir la ley, no practica el pecado (1 Jn 3:9). Santiago llama
transgresor de la ley a aquel que falla en alguno de estos mandamientos (St
2:11). La vigencia de la ley moral permanece y debe ser cumplida por todo
hombre, incluido guardar el día de reposo. La naturaleza ontológica del cuarto
mandamiento dado en la creación, aun antes de la caída, exige su perpetuo
cumplimiento. No obstante, la ley moral tuvo una aplicación específica durante
pacto de la ley mosaica, la aplicación práctica de la Ley mosaica en el pueblo
judío estaba acompañada de elementos ceremoniales y tipológicos que
prefiguraban la obra de Cristo, y como se verá más adelante la esencia de la
ley moral permanece, pero su aplicación despojada ya de todo elemento
ceremonial cambia por su correspondiente cumplimiento en la manifestación del
Hijo de Dios.
Los judíos con el transcurso de los años interpretaron cómo
se debía guardar y practicar el cuarto mandamiento, un ejemplo se puede ver en
el Talmud, que es la recopilación de la tradición oral del pueblo judío sobre
la Torá (primeros 5 libros de la Biblia). En el Talmud se presentan 39
categorías de actividades prohibidas en el Día de reposo[4]. Contra estas prácticas se enfrenta Jesús en
el relato de los evangelios, y es Él quien exalta el día de reposo despojándolo
de todas las prácticas impuestas por los judíos a lo largo de los años.
SENTIDO ESCATOLÓGICO: EL DESCANSO
EN CRISTO
La segunda parte de este artículo mostrará el mandamiento
del día de reposo desde su perspectiva escatológica, el propósito final del
mandamiento y su anuncio de la obra de Cristo.
Empezando desde Génesis, se puede notar el hecho de que
Moisés al relatar la creación, en los primeros seis días, usa el estribillo “Y
fue la tarde y fue la mañana” (Gén 1:8), elemento ausente en el relato del
séptimo día, pues ese día bendecido y santificado por el mismo Dios, estaba
apuntando a un descanso escatológico, el Señor del día de reposo daría descanso
del pecado al hombre caído, y daría un descanso final mayor y eterno en el
mismo Señor. Este descanso fue prometido a Moisés en Éxodo 33:14, sin embargo,
el pueblo de Israel no entró a ese descanso por su desobediencia, pues este
descanso sería dado en Cristo a su iglesia con su muerte y resurrección. En las
palabras del mismo Señor Jesús se escucha que: Él es quien hará descansar a los
que se acerquen a Él cansados del yugo de la ley (Mt 11:28). En la epístola a
los Hebreos se habla de aquél reposo escatológico, el reposo de Dios (Heb 4:10)
aquél en el que Cristo entró al morir para traer con su resurrección la
redención y el descanso a su pueblo, su iglesia. Dice el Dr. Joel Beeke que “El
día de reposo es un signo de la promesa de redención, tanto en su cumplimiento
presente como en la consumación que aún está por llegar”[5]. Aquella consumación de ese descanso
escatológico es anunciada al apóstol Juan en el apocalipsis, “Bienaventurados
de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu,
descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apo 14:13). “Y
cuando venga el Señor, sus hijos entrarán en ese reposo, y Dios será todo en
todos” (1 Cor 15:28).
DEL SHABBAT AL DOMINGO: NUEVA
CREACIÓN Y VERDADERA REDENCIÓN
Muchos, al sustentar el primer día de la semana como el
nuevo día de reposo apelan a la tradición histórica de la iglesia sin
argumentar bíblicamente el porqué de este cambio, pero la tradición en sí misma
no llega a ser convincente si no se analiza el fundamento de la tradición, el porqué
de ella. Debe haber claridad doctrinal y un fundamento bíblico del día de
reposo.
Con lo presentado anteriormente, acerca del carácter
protológico y escatológico del día de reposo, la migración histórica de la
celebración del día de reposo se hace mucho más clara. Su carácter protológico
está directamente relacionado con la creación, este mandamiento pertenece al
principio de todo, una institución tan antigua como el mandato del matrimonio, y
tan primicial como la propia creación; su carácter escatológico anuncia un
descanso final y eterno en el Señor Jesús. Teniendo en cuenta esto, se puede
observar en el Pentateuco que al pueblo de Israel se le dieron dos razones por
las que debía guardar el día de reposo: la creación y la redención. La primera
se encuentra en Éxodo 20:11, donde se afirma que se debe guardar el día de
reposo en razón de que Dios había creado al mundo y había cesado el séptimo
día. Y la segunda se encuentra en Deuteronomio 5:15, allí la razón alude a que Dios
los había libertado y redimido de la esclavitud con gran poder. El pueblo
celebraba estos dos portentosos eventos en el día de reposo, los cuales
apuntaban directamente a la obra de Cristo en el nuevo pacto.
El señor Jesús se proclama Señor del día de reposo y lo reclama
como suyo (Mt 12:8), y en su muerte y resurrección hace una nueva creación y
redención que es la que ahora celebra su pueblo, su iglesia en el día de
reposo.
El apóstol Pablo anuncia esta nueva creación en la segunda
carta a los Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, ahora
somos nuevas criaturas en Cristo, libres de la naturaleza pecaminosa. A los
Gálatas también habla de aquella nueva creación “Porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Ga
6:15). Cristo no solo efectuó una nueva creación, sino, también una verdadera,
completa y perfecta redención, Él anuncia a los discípulos que se creían libres
de esclavitud que “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn
8:36). El Señor traería verdadera libertad del pecado con su sangre, así habla
el salmista a Israel diciendo “Y él redimirá a Israel de todos sus pecados”
(Sal 130:8). Pablo habla de la obra redentora de Cristo diciendo “en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Ef 1:7). De manera
factual el Hijo de Dios hizo una nueva creación y redimió a su pueblo una vez y
para siempre en su resurrección, el Hijo de Dios trajo reposo a su pueblo en su
resurrección, ya no un sábado sino el primer día de la semana.
La esencia moral del mandamiento no cambió, seguía siendo un
día después de seis, su pueblo seguía reuniéndose para santificar su día, ahora
celebrarían la nueva creación hecha en Cristo, no celebrarían aquella
liberación de Egipto, sino aquella a la cual apuntaba esa esclavitud, el
cautiverio del pecado. En Génesis 2 se ve a Dios cesar de su obra creadora, de
la misma forma, en el Nuevo Testamento se muestra que Jesús cesa de hacer su
nueva creación y su obra perfecta de redención el primer día de la semana, el
día de su resurrección. Este se convirtió en el nuevo día de reposo para el
pueblo del nuevo pacto.
Juan y Lucas en sus evangelios hacen énfasis especial al
resaltar el primer día de la semana como el día de la Resurrección de Jesús (Lc
24:1; Jn 20:1), y Jesús espera siete días para aparecerse el siguiente primer
día de la semana a sus discípulos (Jn 20:19; Lc 24:13), y Juan hace el énfasis
en que a los ocho días cuando los discípulos estaban nuevamente reunidos, Jesús
se muestra de nuevo y sopla en ellos al Espíritu santo (Jn 20:24). El libro de
los Hechos menciona que los discípulos de Jesús estaban reunidos en el día del
Pentecostés (Hch 2:1), este era el primer día de la semana, y el Espíritu de
Dios se derramó sobre ellos con gran poder. Luego se muestra cómo los
discípulos de Pablo estaban reunidos el primer día de la semana para partir el
pan, que es el santo sacramento, y escuchaban la predicación de Pablo (Hch
20:6, 7). En la primera carta a los Corintios se observa cómo Pablo pide que se
recoja ofrendas para llevar a Jerusalén el primer día de la semana según lo que
cada uno haya prosperado (1 Co. 16:1-2). Así, el primer día de la semana se
convirtió para la iglesia primitiva en un día santo, de común reunión por la
razón de la resurrección del Señor Jesús. El apóstol Juan confirma la migración
del día de reposo llamando al primer día de la semana “El día del Señor” (Ap
1:10).
Esta migración es un suceso que se ve en el Nuevo Testamento
después de la muerte del Señor Jesús; sin embargo, algunos creyentes sostienen
que el cambio del Shabbat al primer día de la semana se debe a un decreto
oficial del emperador Constantino I desde marzo del año 321 d.C. Además, estos
mismos creyentes temen guardar el día de reposo el primer día de la semana
porque el Imperio Romano celebraba en ese día culto al dios Sol. No obstante es
necesario hacer ciertas aclaraciones: los judíos llamaban el primer día de la
semana «Yom rishón », יום ראשון que significa,
simplemente, “primer día”, y, como se mencionó antes, Juan llama por un nombre
sagrado al primer día de la semana «kyriaké heméra», κυριακῇ ἡμέρᾳ, que significa “día del Señor” (Ap 1:10).
Si bien es cierto que para el antiguo Imperio Romano el primer día de la semana
judía era llamado «Solis dies» en dedicación al dios sol, Constantino I adoptó
para su Imperio la celebración cristiana del día de reposo que se celebraba ya
desde la era apostólica en el primer día de la semana. Con el tiempo el primer
día de la semana del Imperio Romano dejó de llamarse «Solis dies», cambiándose
por el nombre que permanece hasta el día de hoy «dominĭcus dies» que significa
“día del rey”, el cual es la traducción latina de la frase griega «Kyriaké
heméra« que significa “día del Señor”.
Es así como tal creencia en que la migración del día de
reposo se debe a la adopción de una tradición pagana, es desmitificada, dado
que, como se pudo demostrar antes, desde la iglesia primitiva el día de reposo
no se celebraba en el Shabbat sino en el primer día de la semana que llamaban
el día del Señor, porque fue el día en que el Señor Jesús resucitó, no porque
Constantino lo haya cambiado, al contrario, Constantino reconoció esta práctica
de los cristianos y la adoptó como ley para su imperio.
Este cambio ha sido testificado a lo largo de la historia
por la iglesia evangélica, histórica y reformada. Para no extender este
artículo, se nombrarán los textos históricos y padres de la iglesia que
hablaron defendiendo el día del señor como el nuevo día de reposo.
Patrística:
(Carta de Bernabé 15:6-8). 74
DC
Padres Ante-Nicenos Vol. 7, Pág.
423. 90 DC
Ignacio, Epístola a los Magnesios, Cáp.
9.
Padres
ante-nicenos, Vol. 1, Pág. 62-63. 107DC
La Epístola de Bernabé, 100 DC, Padres
Ante-Nicenos, Vol.. 1, Pág. 147.
Primera apología de Justino, Cap.
68.
Apología de Tertuliano,
Cap.16, 200DC.
Cipriano (Epístola 58, Sec
4) 250DC.
Época de la reforma
Confesión de Westminster, Confesión de Londres, muchas otras.
Calvino,
Institución de la religión cristiana II, VIII. 28-34. Lutero, Richard Baxter,
Jonathan Edwards, Johannes G. Vos, y muchos autores más.
Autores reformados más recientes como A. A. Hodge, quien habla sobre
este cambio diciendo que este “se efectuó por autoridad de los apóstoles y, por
ende, por la autoridad de Cristo”.[6] El
testimonio histórico es unánime y firme ante la observancia del día de reposo,
ahora, ¿cómo se debe guardar este día?
ALGUNAS APLICACIONES PRÁCTICAS
El
día santo del Señor en el que hoy su pueblo se reúne en común adoración, ya no
es una carga como era para los judíos, sino una bendición. Es el día en que el
señor trae descanso y regocijo al alma por haberla hecho hacer de nuevo y por haberla libertado de la esclavitud del
pecado, este día solemne, santificado aun antes de la caída, es la esperanza de
un reposo venidero y escatológico para el que espera con ansias la venida del
Señor. Estas verdades han sido plasmadas por los reformadores en las diferentes
confesiones de fe históricas, las cuales preservan hoy las iglesias históricas,
reformadas y confesionales. La confesión de fe de Londres de 1689, aborda en su
artículo 22 el tema del día de reposo y cómo debe ser guardado, y lo explica
mucho mejor de lo que se podría decir en este artículo. No obstante, queremos
hacer algunas breves aplicaciones prácticas.
En
algunas situaciones específicas el cristiano se ve obligado a hacer
actividades que no pertenecen a este
día, creyentes que se ven obligados a trabajar en el día del Señor por una gran
necesidad, o por la necesidad de otros en casos como médicos, policías,
transportadores, negocios como droguerías y cualquier otro tipo de trabajo en
el que se supla una necesidad humana. El pastor Sergio Ruiz habla de estos
casos diciendo que:
“No vemos el día del Señor como un tirano para
el hombre sino como una gran bendición para él, y creemos que en asuntos de
necesidad nuestra o del otro ser humano, el hombre puede trabajar en el día del
Señor y hacer otras cosas que normalmente no debe hacer”.[7]
El
creyente es responsable de prepararse no solo a él, sino también a su familia
para tener su mente y alma dispuesta para guardar el día del Señor con total
solemnidad, sabiendo que ese día fue santificado y bendecido por Dios sobre los
demás días. En este día el creyente celebra las verdades del evangelio y rinde
adoración a su creador y redentor.
Si
retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo
llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus
propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,
entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la
tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de
Jehová lo ha hablado. Isaías 58:13-14 (RVR 1960).
[1]
Del griego protos (primero) y lógos (saber).
[2]
Cuando se mencione una palabra en otro idioma se dará la palabra transliterada
al español (como se lee), seguido por su forma en el idioma original, y luego
su traducción.
[3]
A. W. Pink, The holy Sabbath, (Pensacola, Florida: Chapel library,
2007), 6.
[4]
Talmud, VII, Mishná, 2.
[5]
Joel Beeke, La espiritualidad puritana y reformada: Un estudio teológico y
práctico tomado de nuestra herencia puritana y reformada, trans. Juan Sánchez
Llamas y Armando Valdez, Primera Edición. (Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia,
2008), 94-96.
[6]
A. A. Hodge, Del día de reposo al día del señor, en “El día del reposo”,
Portavoz de la Gracia, vol. 21 (Pensacola: Chapel Library, 2017), 31.
[7]
Dr. Sergio Ruiz, Pastor de la iglesia bautista La gracia de Dios (Medellín –
Colombia). Texto tomado de una enseñanza sobre el día de reposo.
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