“Pero cuando vino Pedro a Antioquía le
resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues, antes que viniesen algunos
de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se
retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su
simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aún Bernabé
fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no
andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de
todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles, y no como judío, ¿por qué
obligas a los gentiles a judaizar?” (Gál. 2:11-14).
Quisiera compartir con
mis amados hermanos en la fe algunos pensamientos que, de seguro, nos ayudarán
a corregir ciertas situaciones anti-cristianas que se están presentando con
frecuencia dentro de algunas facciones de la Iglesia Cristiana. ¿Cómo corregir
bíblicamente a un pastor o hermano en la común fe que está actuando incorrectamente?
Recordemos que el propósito de la corrección no es que nosotros nos levantemos
como los más santos, los más bíblicos o los más puros (lo cual sería sólo fariseísmo);
sino que la corrección tiene como fin la gloria de Dios a través del andar
santo y fiel de todos los hijos de Dios.
Pero, lastimosamente,
el pecado del orgullo y el fariseo que llevamos dentro nos llevan a tratar el
asunto de la corrección de una forma inapropiada y dañina.
En el texto de este
encabezado encontramos al apóstol Pablo seriamente preocupado por la ortodoxia,
no sólo en la doctrina sino en la práctica (ortopráxis) de la iglesia
apostólica. Y es que la situación era complicada, pues, uno de los apóstoles,
tal vez el que más resaltaba entre los doce, había caído en una práctica que,
no sólo atentaba contra las bases del evangelio, sino que estaba siendo imitada
por el resto de creyentes.
Indudablemente, cuando
Dios nos ha puesto en una posición privilegiada de visibilidad dentro de la
Iglesia universal o regional, tenemos la enorme responsabilidad de mirar cómo
andamos, qué hacemos, con quién nos identificamos; pues, esto será de bendición
o confusión para aquellos que nos miran e imitan.
Pedro estaba cayendo en
una práctica errónea, y Pablo estaba seriamente preocupado por ello. Él amaba a
la verdad, amaba a Cristo, amaba a la iglesia, amaba a Pedro; y debía hacer
algo. Pero, ¿cómo hacerlo sin dañar la reputación de su amado consiervo Pedro?
Observemos algunos principios que podemos mirar en este pasaje.
1. El apóstol Pablo no
habló de Pedro y de sus errores hasta lo que tuvo de frente. Pablo no publicó
estas falencias por todos los lugares sin antes haber confrontado a Pedro.
2. Aunque Pablo lo
confrontó delante de los hermanos que estaban siendo arrastrados por el mismo
problema, no lo hizo a espaldas de Pedro, ni lo convirtió en un motivo para
ganar adeptos o alejar a la gente de Pedro. La verdad es efectiva cuando se
corrige con buenas intenciones.
3. La confrontación fue
dirigida al asunto problemático. Aunque Pedro era más reconocido que Pablo en
las iglesias, él no titubeó en corregirlo, pues, no es bíblico ver a un consiervo andar en el error
y hacernos el de la vista gorda o no hablar el asunto con el consiervo, o
hablarlo con otros hermanos sin antes confrontar al hermano equivocado.
4. La confrontación,
incuestionablemente, produjo frutos para la Gloria de Dios e hizo que Pedro y
los demás se apartaran del error en que estaban cayendo. Sabemos que Pedro, en
una de sus cartas habla de los escritos de Pablo como Palabra de Dios. Los dos
quedaron como amigos y reales hermanos en la fe. La confrontación fue realizada
bíblicamente y trajo consecuencias bíblicas para la gloria de Dios.
Por lo tanto, algunas
aplicaciones prácticas para nuestro tiempo serían las siguientes:
-
No te escandalices cuando un hermano en
la fe enseña o practica algo erróneo, como si esto fuera algo nuevo. Los mejores
pastores y los más piadosos creyentes podrán tener cosas que no son lo más
bíblica. Pero si te das cuenta de eso, debes hacer algo, pues, es tu hermano en
la fe. No debes descalificarlo inmediatamente, sino confrontarlo, con el
objetivo de que vuelva a la fe.
-
Cuando te des cuenta que un consiervo o
hermano en la fe está practicando algo incorrecto a la luz de las Escrituras,
antes de que hables sobre el tema con otros hermanos, háblalo primeramente con
el ofensor. Llámalo al arrepentimiento. Hazle ver, con la Biblia, su error.
-
No publiques su equivocación por
Facebook u otros medios de comunicación, eso es dañino para el hermano
equivocado, para la Iglesia de Cristo, para el Evangelio.
-
Si el error del hermano está afectando a
otros, y tú quieres ayudar a estos para que no lo imiten; primero confronta al
hermano equivocado, si él se arrepiente, de seguro que el hermano hará saber públicamente
su error y esto ayudará a los que le imitan.
-
En ocasiones algunas iglesias o pastores
o hermanos cometen errores, sin saberlo, o por alguna otra situación; pero
nosotros no conocemos el trasfondo de lo que sucedió, ni el contexto de la situación;
por esa razón, no debemos apresurarnos a juzgar sin antes hablar con la parte
implicada. Podemos hacer mucho daño.
-
Cuánto bien le hizo Pablo a Pedro, y
cuánto bien le han hecho algunos hermanos a otros pastores o hermanos cuando se
acercan con amor y verdad a confrontarnos por algo incorrecto. He visto a
pastores muy reconocidos en la fe bíblica, los cuales han llorado a causa de
sus errores, pero también por la forma inapropiada y malvada con la cual muchos
han levantado falso testimonio, usando palabras, acciones o videos recortados y
sacados del contexto; para hacer ver a la comunidad evangélica que ellos son
herejes o que están errados.
-
Y
por último, si ves una publicación en Facebook donde se cuestiona a un hermano
en la común fe por supuestos o reales errores, antes de dar LIKE o ME GUSTA,
pregunta al publicador: ¿Confrontaste al hermano antes de publicar esto en el
Face?
Obviamente, los
apóstatas, los falsos profetas, los falsos pastores y falsos apóstoles deben
ser denunciados públicamente para que la iglesia no sea engañada, pero, en este
escrito no me refiero a estos lobos rapaces; sino a verdaderos hermanos y
consiervos.
El Señor nos ayude, en
esta era tecnológica, a saber confrontar bíblicamente, para la gloria de Dios,
el bienestar de la Iglesia, la propagación del evangelio y el bienestar de los
siervos de Cristo.
Su servidor,
Julio C. Benítez
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