Advertencias contra los que promueven y siguen las
falsas doctrinas:
El ejemplo de los ángeles que pecaron.
Judas 6
“Y a los ángeles que no guardaron su
dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo
oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”
El
gran rey Saúl, quien había sido escogido por Dios para gobernar sobre su pueblo
santo, obtuvo grandes privilegios departe del Soberano. Era un hombre de
hermoso semblante, y de hombros para arriba sobrepasaba al resto del pueblo.
(Is. 9:2). El Señor también le llamó, le ungió y le puso por Rey sobre la
nación de Israel. Incluso le concedió facultades espirituales como el
profetizar. (1 Samuel 10:6).
Pero
este hombre, habiendo recibido del Señor un llamamiento tan alto, dones naturales
y espirituales, y habiendo sido puesto en una elevada posición de autoridad
sobre su pueblo, dejó que su corazón se llenara de vanagloria y altivez,
llegando a considerarse superior a los mandamientos divinos y a la moral que el
pueblo debía obedecer, de manera que él se dio el lujo de olvidar la Ley santa
e hizo lo que él, en su exaltada pero humana sabiduría, consideró más apropiado
hacer.
Es
así que decide ofrecer holocaustos y ofrendas de paz, lo cual no le
correspondía hacer como rey, sino que tenía mandamiento de esperar a Samuel
para que él oficiara esta ceremonia. Saúl pensó que por ser el rey y haber
recibido algunas bendiciones y dones de lo alto, podía inmiscuirse en asuntos
que eran competencia de otros ministerios. Pero a pesar de su posición elevada,
Dios no le pasó por alto su pecado y decidió desecharlo para siempre. Samuel le
dijo: “Locamente has hecho; no guardaste
el mandamiento de Jehová tú Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová
hubiera confirmado tu reino para siempre. Mas ahora tu reino no será
duradero... por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó” 13:13-14.
En
otra ocasión el Señor le ordenó que hiciese guerra contra Amalec y
destruyera todo lo que él tenía:
hombres, mujeres, niños, vacas, ovejas, camellos y asnos. Pero nuevamente este
Rey consideró que su elevada posición designada por Dios le autorizaba a tomar
sus propias decisiones en contra de los mandatos divinos, y no hizo conforme a
las instrucciones recibidas, sino que perdonó a Agag y lo mejor de las ovejas,
de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno; Saúl justificó
esta desobediencia arguyendo que todo esto lo preservó para ofrecerlo al Señor
en ofrendas y sacrificios, pero la consecuencia de esta nueva desobediencia
acarreó el final desagrado del Señor que lo abandonó para siempre, el Señor
dijo: “Me pesa haber puesto por rey a
Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras...
Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la
obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha
desechado para que no seas rey... No volveré contigo; porque desechaste la
palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas Rey de Israel”
(1 Sam. 15:11).
Este
rey tuvo un triste final, violando constantemente la Palabra del Señor,
asumiendo que su posición de Rey le permitía practicar cosas que para el resto
del pueblo eran prohibidas. Este Rey prohibió a la gente del pueblo practicar
la hechicería, la adivinación y la consulta a los muertos, pero él consideraba
que estaba por encima del mandato y consultó a una adivina en Endor, lo cual
colmó la copa de la ira de Dios y éste terminó suicidándose. (1 Sam. 31:4).
Un
rasgo característico de los falsos maestros o los falsos pastores consiste
precisamente en una auto-exaltación que los lleva a considerarse como
pertenecientes a una casta especial que recibe muchos privilegios de parte de
Dios, de manera que ellos pueden hacer cosas que para el resto de mortales son
prohibidas. Ellos creen que tienen facultades espirituales especiales las
cuales les libran de pecar o sufrir las consecuencias del pecado, aunque hagan
cosas que claramente son contrarias a la voluntad revelada del Señor.
Este
problema no solo aquejó a Saúl, sino que en toda la historia del pueblo de Dios
ha afectado a muchos líderes y ministros, los cuales también han tenido un
triste final de desaprobación divina.
Es
muy fácil dejarse corromper por el poder o la autoridad llegando al punto de
asumir atribuciones que no nos corresponden.
El
pastor Judas continúa en el versículo 6 describiendo algunos ejemplos bíblicos
de cómo la ira de Dios se desató sobre los desobedientes, los líderes y
creyentes que se alejan de la voluntad revelada del Señor, trastornando así la
doctrina bíblica buscando su propia satisfacción y provecho personal.
En
el versículo 5 nos mostró cómo Dios castigó a los israelitas luego de haberlos
liberado del yugo opresor egipcio, pues, ellos en vez de mantenerse en la fe
decidieron alejarse de ella, manteniéndose incrédulos.
Luego
en el verso 7 nos mostrará el ejemplo de Sodoma y Gomorra, ciudades que
trastornaron el orden divino para la sexualidad y recibieron la destrucción
fulminante.
Analicemos
la enseñanza que hoy nos trae Judas, con el fin de advertirnos para cuidarnos
de los falsos maestros, pues, la ira de Dios vendrá si abandonamos la verdadera
fe bíblica.
1.
Una alta dignidad.
2.
Un abandono pecaminoso
3.
Un juicio seguro
1. Una
alta dignidad.
“Y a los ángeles que no guardaron su dignidad”.
El
ejemplo que usa el autor para advertir a los falsos profetas del inminente
castigo que vendrá sobre ellos por haber desviado la doctrina y en su paso
corromper al pueblo de Dios, se basa en los ángeles que pecaron. Ahora, la
advertencia es muy seria, pues, no se trata de cualquier clase de seres, sino
de aquellos que habían estado por mucho tiempo delante de la presencia de Dios,
viendo su majestad en su Trono de gloria.
El
privilegio que estos ángeles tuvieron fue maravilloso. La palabra griega que
usa Judas para dignidad es Archën, la cual significa comienzo,
autoridad o gobierno, y primer puesto en autoridad.
Los
ángeles desde el comienzo recibieron autoridad y poder. Esto es lo que enseñan
los siguientes pasajes:
Efesios
1:21 “sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío...”
Efesios
3:10 “para que la multiforme sabiduría de
Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y
potestades en los lugares celestiales”
Colosenses
2:10 “Y vosotros estáis completos en él, que
es la cabeza de todo principado y potestad”
Ellos
se encontraban en una posición de autoridad y gobierno. Fueron hechos como
seres poderosos y muy inteligentes.
Mateo
24:36 “Pero del día y la hora nadie sabe,
ni aún los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre”, Jesús está
presuponiendo que los ángeles son seres con mucho conocimiento, pero a pesar de
ello no saben cuándo regresará el Señor por su pueblo.
Su
dignidad era muy grande porque ellos moraban en la misma presencia del Señor.
Ellos podían ver constantemente su gloria y eran sus servidores.
Salmo
104:4 “El que hace a los vientos sus
mensajeros, y a las flamas de fuego sus ministros”
Hebreos
1:7 “Ciertamente de los ángeles dice: el
que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego”
Daniel
también nos deja ver que los ángeles tienen autoridad sobre las naciones de la
tierra: “Entonces me dijo: Daniel, no
temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a
humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de
tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia (un príncipe
espiritual) se me opuso durante veintiún
días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para
ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia” (Daniel 10:12-13).
Ahora,
Judas está advirtiendo a los pastores y maestros para que no se dejen corromper
por la autoridad que les ha sido dada. Pues, los pastores y predicadores, en
cierto sentido, ejercen autoridad sobre el pueblo, cuando predican la Palabra
del Señor. En Hebreos 13:17 el Espíritu Santo le ordena a la Iglesia “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a
ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta;
para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso”.
El apóstol Pablo ordena que las iglesias tengan en alta estima la labor
pastoral y de predicación “Los ancianos
que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que
trabajan en predicar y enseñar”. 1 Ti. 5:17.
Estar
en este lugar de honor y autoridad exige una enorme responsabilidad, pues,
tendremos que dar cuenta de lo que hagamos con ella. Así como Saúl tuvo que
rendir cuentas y ahora se encuentra en prisión esperando su condenación, todos
los pastores, predicadores y maestros también tendremos que dar cuenta de lo
que hicimos con la autoridad espiritual recibida de parte del Señor. No
pensemos que por tener autoridad recibida de parte de Dios, entonces somos
inmunes al pecado y las consecuencias de él. Esto es una mentira satánica.
Entre más autoridad, más riesgos de corrupción. Entre más autoridad, mas
debemos vigilar nuestras almas, porque las tentaciones serán más grandes.
Ser
pastor, o maestro o predicador es un enorme privilegio. El apóstol Pablo dice
que el que desea obispado buena obra desea, porque trabajar en esto nos
convierte en socios de Dios, pues, estaremos trabajando en los intereses
divinos, que son la salvación y la santificación de los hombres para que vivan
para su gloria. Así como los ángeles que estaban en el cielo viendo
constantemente su gloria y escuchando su poderosa voz, los predicadores pasamos
mucho tiempo analizando y meditando en las Sagradas Escrituras, muy cerca al
Todopoderoso; pero si abusamos de esta cercanía para sacar provecho personal y
desviar así al pueblo del verdadero conocimiento del evangelio salvador,
entonces estaremos en la misma situación de estos ángeles que pecaron y ahora
esperan un terrible juicio condenatorio.
2. Un abandono pecaminoso.
“Y a los ángeles que no guardaron su
dignidad, sino que abandonaron su propia morada...”
Algunos
ángeles creados por Dios decidieron rebelarse contra el creador, y fueron
arrojados de los cielos. A estos ángeles les llamamos hoy: ángeles malos. No
sabemos realmente cuál fue su pecado, pero Judas los describe como no guardando
su posición de autoridad y abandonando su propia morada.
Desde
tiempos antiguos se tejió la teoría de que estos ángeles abandonaron su propia
morada espiritual y bajaron a la tierra a buscar mujeres para tomarlas como
esposas. El libro apócrifo de 1 Enoc aboga por esta interpretación de Génesis
6. Pero luego, la iglesia abandonó esta teoría al considerar que Jesús se opone
a la posibilidad de que los ángeles puedan casarse.
Leamos
el relato de Génesis 6. “Aconteció que
cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les
nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran
hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Había gigantes en la
tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los Hijos de Dios a
las hijas de los hombres, y les engendraron hijos”. (6:1-2, 4).
Una
primera pregunta que debemos hacernos es ¿Quiénes son los hijos de Dios
mencionados en el texto? Algunos creen que se refiere a los ángeles, pues, en
Job 1:6; 2:1 y 38:7 se les llama hijo de Dios. Pero no solo a los ángeles se
les da esa designación, pues, a los creyentes, los hombres de la línea de la fe
también se les llama hijos. (Det. 32:5; 73:15; Oseas 1:10; Juan 1:12; Rom.
8:14; Fil. 2:15). Así que, según otra perspectiva, los hijos de Dios
mencionados en el capítulo 6 de Génesis designa a los descendientes de Set, los
cuales habían preservado la fe en el verdadero Dios, pero se empezaron a
descarriar al contraer matrimonios con mujeres incrédulas.
Algunos
intérpretes de la Biblia han llegado a la conclusión que los hijos de Dios
mencionados en el pasaje son ángeles, porque el resultado de esta unión
demoniaca-humana fue el surgimiento de una raza de gigantes.
Aunque
en las Sagradas Escrituras se nos habla de algunos hombres que se distinguieron
por su gran estatura física (Los hijos de Anac, Números 13:33; Goliat, 1 Samuel
17:4), no obstante los nefilín que se mencionan en Génesis 6 no necesariamente
son hombres de gran estatura física, sino que la palabra usada en hebreo
significa literalmente “nacidos de la tierra”, es decir, los gigantes o nefilín
hacen referencia al hombre caído, al que tiene una mente animal, carnal.
Mientras que los hijos de Dios son los hombres de la fe, los nacidos de nuevo.
La palabra nefilín también hace referencia a hombres valientes, guerreros, pero
no a personas de gran estatura, necesariamente.
Ahora,
considero que estos hijos de Dios no son los ángeles caídos por varias razones:
Primero,
los ángeles son seres espirituales, no tienen cuerpo como el de los hombres. Si
bien en algunas ocasiones el Señor autorizó a unos pocos ángeles para que
asumieran una apariencia humana y se mostraran a algunos hombres en la historia
sagrada, la verdad es que estas apariciones fueron escasas y siempre de ángeles
santos, nunca de ángeles caídos. Solo la unión de células reproductivas de
miembros de una misma especie tiene la capacidad de producir nueva vida. La
esencia de los ángeles es muy diferente de la de los hombres.
Segundo,
Jesús dijo que los ángeles no se casan ni se dan en casamiento. (Mateo 22:30).
Ellos no tienen capacidades reproductivas, no fueron creados con ese fin. El
mandato de reproducción lo dio el Señor a los hombres y los animales, pero no a
los ángeles.
Tercero,
la frase inicial del versículo 7 “como
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que
aquellos, ...” no indica que el pecado de los ángeles fue de índole sexual,
sino que Dios castigó a Sodoma y Gomorra así como castigó a los ángeles que
pecaron y a los israelitas incrédulos.
Dejemos
hasta aquí este tema y continuemos con el argumento del pastor Judas.
Es
posible que estos ángeles perdieran su puesto de autoridad porque se negaron a
obedecer el mandamiento ya que deseaban
ser como Dios.
Es importante resaltar las dos palabras que
usa el autor: no guardaron y abandonaron. No guardaron su dignidad y
autoridad y abandonaron su propia morada. No fueron consistentes con la
posición en la que estaban, no la apreciaron, quisieron más de lo que tenían.
Ese es uno de los problemas del poder y la autoridad. Si el poder o la
autoridad no son usados para servir, entonces el poder se apodera del corazón y ya no se usa para el bien de los demás, sino
solo para satisfacer los deseos y caprichos personales, convirtiéndose así en
algo pecaminoso y peligroso.
Es
por eso que a los pastores o ancianos el Nuevo Testamento les da muchas
enseñanzas para la humildad y el servicio:
-
“Sabéis que los gobernantes de las naciones
se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas
entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
será vuestro siervo; como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino
para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” Mateo 20:25-28.
-
“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y
decís bien, porque lo soy. Pues, si yo, el Señor y el Maestro, he lavado
vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis. Juan 13:13-15.
-
“Ruego a los ancianos que están entre
vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de
Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad
la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de
la grey”. 1 Pedro 5:1-3.
Los
que ejercen alguna autoridad en el pueblo de Dios, también son tentados a
abandonar su rol de servidores, para buscar ser lo que realmente no son. Un
pastor puede estar tentado a abusar de su posición y tratar de aprovecharse de
la credibilidad que tiene de la feligresía para:
-
Enseñar una doctrina o cosas que no son bíblicas, pues, la mayoría de la gente
les va a creer, ya que los creyentes no hemos aprendido a seguir el ejemplo de
los piadosos judíos de Berea que escudriñaban las Escrituras para ver si lo que
se les enseña es bíblico o no.
-
Sacar provecho económico de ellos.
-
Conseguir votos que les permitan alcanzar algún puesto en el gobierno local o
nacional.
-
Satisfacer sus caprichos y deseos pecaminosos personales.
Pero
estas conductas no quedarán impunes, pues, el pastor de los pastores, un día
vendrá como juez para juzgar y condenar a los que actuaron impíamente.
3. Un juicio seguro.
“... los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones
eternas, para el juicio del gran día.”
A
pesar la alta posición y dignidad que estos ángeles tuvieron por algún tiempo,
no obstante, al ellos abandonar su posición para dedicarse a cosas que no les
correspondían, el Señor actuó conforme a su justicia y los entregó a una
terrible condenación. Los confinó a vivir en las tinieblas. Debido a su pecado
estos ángeles ya no podían mantener sus dominios, ni las esferas de influencia.
El
autor de la carta no da más información o detalles del lugar donde moran estos
ángeles prisioneros. El interés del escritor es mostrar a la iglesia que Dios
castiga a todos los que se niegan a obedecerle.
“No
debemos pensar que este texto indica que todos los ángeles caídos están encerrados
en un lugar determinado. Si ese fuera el caso, la tierra no estaría plagada de
demonios. La imagen que Judas quiere comunicar
es que los ángeles rebeldes están viviendo en oscuridad espiritual y
están encadenados a su sentencia de juicio divino de la cual nunca podrán
escapar”[1].
Isaías
también profetizó del encarcelamiento de los ángeles pecadores, esperando el
gran juicio de condenación: “Acontecerá
en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a
los reyes de la tierra sobre la tierra. Y serán amontonados como se amontona a
los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados, y serán
castigados después de muchos días”. (Is. 24:1-22).
La
oscuridad espiritual es el resultado del alejamiento de Dios. Judas advierte a
los falsos maestros que estaban dañando la fe verdadera de la iglesia,
diciéndoles que ellos están cayendo en una profunda oscuridad de la cual no
podrán salir sino que quedarán para siempre presos en ella, esperando que venga
el día del gran juicio en el cual Dios juzgará a grandes y chicos. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de
pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual
es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras” Apo. 20;12.
El
juicio es seguro y firme, su condenación es terrible “... fue lanzado al lago de fuego”. (Apo. 20:15). Los fasos profetas
que infectan a la iglesia piensan que las cosas serán como sus locas
imaginaciones les muestran, y están convencidos que Dios no los condenará por
sus desvaríos, porque ellos creen tener un lugar especial ante Dios. Ellos se
creen los ungidos y no aceptan que nadie los juzgue, se atreven a lanzar
maldiciones sobre aquellos que cuestionan su falsa doctrina y sus prácticas
anti-bíblicas, pero hay un juez, al cual no se le escapa nada, al cual nadie
puede amedrentar con maldiciones, y este juez un día traerá ante su santa y
terrible presencia a los falsos profetas y los falsos pastores que abusaron de
la ingenuidad del pueblo para aprovecharse de ellos, desviándolos del verdadero
evangelio, y no podrán mantenerse en pie cuando sus obras y sus enseñanzas sean
juzgadas y el escudriñador de todo les muestre las verdaderas y perversas
intenciones de sus corazones, pues, entonces, quedando al descubierto su maldad
escucharán la condenación terrible del dueño de la iglesia: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles”. Mat. 25:41.
Las
advertencias para los falsos profetas que pululan en el pueblo del Señor se han
dado desde tiempos antiguos:
-
“Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los
profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu, y nada han visto.
Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: ha dicho Jehová, y Jehová no los
envió, con todo esperan que él confirme la palabra de ellos. (Ez. 13:3, 6).
Los Ay, en la Biblia, son la antesala de los terribles juicios del Señor. Esta
profecía de Ezequiel es una advertencia que debe hacer temblar a todo el que hable
en nombre de Dios.
-
“Hijo de hombre, profetiza contra los
pastores de Israel; profetiza y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el
Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No
apacientan los pastores a los rebaños? Ezequiel 34:2
Aplicaciones:
-
Los ángeles son seres muy exaltados. Ellos recibieron muchos dones y
privilegios. Pudieron ver la gloria de Dios cara a cara y servirle como sus
ministros. No obstante, cuando quisieron ser más de lo que eran, y abusaron de
sus dones, el Señor no les perdonó sino que los entregó a la oscuridad perpetua
donde esperan que el juicio final de Dios se derrame sobre ellos lanzándolos al
infierno para siempre. Que esto sea una advertencia para todos los que hemos
recibido dones de la gracia divina. Estos dones son únicamente para el servicio
humilde en el reino de Dios. No los podemos usar para buscar gloria, aceptación
o reputación dentro de la iglesia. No podemos usar esos dones de la gracia como
justificación para nuestros secretos pecados, pues, un día el dador de los
dones nos llamará a cuentas y si no los usamos para su gloria, con humildad,
sino que los usamos para nuestro provecho y orgullo personal, entonces la
palabra que escucharemos del juez celestial será terrible y de gran condenación.
-
Tengamos cuidado de escudriñar las Escrituras para verificar que las enseñanzas
que nos dan nuestros pastores y maestros sean conforme a la voluntad escrita
del Señor, pues, no solo los falsos pastores recibirán condenación por su
descarrío, sino todos aquellos que les siguen en sus disoluciones. Hoy día
muchos líderes de las iglesias están divorciándose y re-casándose, lo cual es
violatorio de la Palabra del Señor que dice: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio...”
(Mal. 2:16), y este pecado del liderazgo está conduciendo a los creyentes a
pensar que divorciarse por cualquier causa y volverse a casar es algo aceptado
por el Señor, pero aún Dios sigue diciendo a su pueblo: aborrezco el repudio;
esta es una muestra de cómo los creyentes pueden ser llevados al alejamiento de
la voluntad de Dios por causa de los falsos pastores o falsos profetas.
Abandonemos toda práctica contraria a la voluntad del Señor, dejemos de
escuchar a los falsos pastores, salgamos de las iglesias que cada día se
infectan más y más con el error doctrinal y anunciemos por doquier la doctrina
bíblica, así esto no nos convierta en personas populares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario