Advertencias contra los que promueven y siguen las
falsas doctrinas:
El ejemplo de los Israelitas.
Judas 5
“Mas quiero recordaros, ya que una vez lo
habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto,
después destruyó a los que no creyeron”
Introducción:
La
vida está llena de muchas carreras y metas, por cierto, todos los seres humanos
un día debemos tomar la decisión de iniciar alguna carrera, sea esta el
matrimonio, estudios, una empresa, una
misión, entre otros. Aunque algunas carreras nos producen cierto temor
porque no sabemos cómo nos irá en ella, la verdad es que muchas veces iniciamos
presurosos y con entusiasmo caminos y empresas pensando que llegaremos al
final. Pero lo importante no es iniciar la carrera sino correrla y llegar a la
meta. Algunos inician muchas carreras y no logran terminar con satisfacción
ninguna de ellas, esto es frustrante.
Judas,
el autor de la carta que estamos estudiando, está interesado en que los
lectores de su escrito, miembros de una iglesia cristiana, logren terminar bien
su carrera. Ellos se encuentran en un grave peligro espiritual debido a la
maléfica influencia de teólogos, pastores y profetas liberales que han
tergiversado la doctrina bíblica, acomodándola a su propio gusto y tornándola
atractiva para la mente pecaminosa. Pero el peligro se acentúa aún más porque
estos falsos profetas actúan solapadamente, esconden sus verdaderos propósitos
y aparentan ser buenos creyentes.
Estos
hombres impíos habían iniciado la carrera cristiana pero en el camino se habían
desviado y no solo no se conformaron con su propio desvío sino que deseaban
dañar la fe que fue dada una vez a los santos en medio de la iglesia local, de
manera que todos estaban corriendo serio peligro espiritual.
Esta
caótica situación ha provocado en el pastor Judas la reacción normal de un
siervo del Señor que reconoce su enorme responsabilidad en cuidar las ovejas
que el Pastor de pastores le ha encomendado. Judas sabía que esta carta no iba
a ser la más leída por los creyentes, ni tampoco sería la más predicada en los
púlpitos de todos los tiempos, y mucho menos en el siglo XXI, tan lleno de
pluralismo, relativismo y falso amor. No obstante él obedece al Espíritu Santo
y desenvaina la espada para luchar en contra de los falsos pastores o profetas
que estaban afectando a la iglesia de su siglo.
Luego
de dar una descripción del carácter y doctrina de los falsos maestros, procede
a presentar tres ejemplos tomados del Antiguo Testamento, los cuales se
convierten en una firme advertencia para todos los miembros de las iglesias
locales que corrompen la doctrina o que siguen a estos seudomaestros, porque no
solo serán juzgados los falsos pastores, sino también los creyentes que siguen
sus disoluciones.
Judas
presenta como testimonios históricos de lo que Dios hace con los rebeldes y
sectarios tres casos tomados del Antiguo Testamento:
-
Los israelitas incrédulos que murieron en el desierto
-
Los ángeles que se rebelaron contra Dios y fueron arrojados desde el cielo a
prisiones eternas
-Sodoma,
Gomorra y las ciudades vecinas que fueron destruidas por el fuego debido a la
práctica de vicios contra naturaleza que les caracterizaba.
Iniciemos
hoy analizando el primer ejemplo usado por el autor, y oramos para que el Señor
impacte nuestros corazones produciendo temor y temblor al conocer cómo la ira
de Dios se rebela contra toda clase de impiedad, y de una manera más clara,
contra toda clase de apostasía, sectarismo y falsedad doctrinal.
- Una
introducción poderosa
- Una
liberación portentosa
- Una
destrucción aterradora
1. Una introducción poderosa
“Mas quiero recordaros, ya que una vez lo
habéis sabido...”
Dios
ha creado al hombre con la capacidad de conocer las cosas, estudiarlas,
comprenderlas y recordarlas. El recuerdo es un elemento fundamental para la
vida humana. Sin él no pudiéramos tener presente algunos hechos o conocimientos
que luego nos van a librar de peligros o situaciones difíciles. Por ejemplo, un
niño de tres años alejará sus manos de un loro o guacamayo porque ya tiene en
su mente el recuerdo de una experiencia desagradable en la cual el loro
maltrató con su pico sus dedos. Sin el recuerdo no pudiéramos crecer en el
conocimiento, pues, nosotros edificamos o construimos sobre lo que ya sabemos,
y lo que sabemos nos es traído a la memoria por el recuerdo.
Esta
facultad nos ha sido dada por Dios, como seres inteligentes y racionales, con
el fin de ayudarnos a crecer en nuestro desarrollo como seres humanos. Y si el
recuerdo es importante para la vida diaria cuánto más lo será para nuestro
avance espiritual.
El
pastor Judas, quien conoce a las ovejas de manera profunda, inicia sus
advertencias alabando las buenas capacidades intelectuales que los lectores han
manifestado, y los invita a usar su capacidad del recuerdo, ayudados por la
mención que el autor hará de tres casos muy dicientes tomados del Antiguo
Testamento.
Judas
era un pastor con buenas capacidades pedagógicas. El ha usado, y volverá a usar
las triadas para mostrar las verdades que el Señor le lleva a compartir. En
grupos de tres comparte sus enseñanzas, tal vez con el fin de recordarlas mas
facilmente:
En
el verso 1 identifica a los que luchan espiritualmente por la sana doctrina y
ha dicho que estos son: Llamados – santificados en Dios Padre - y
guardados en Jesucristo.
En
el verso 2 hay tres deseos sinceros para los lectores: Misericordia – paz – y
amor.
En
el verso 4 habló de tres características que identifican a los falsos profetas
o maestros: Han sido destinados para esa condenación – son impíos que
convierten en libertinaje la gracia de Dios – y tergiversan la doctrina de Dios
y la cristología.
Ahora
desde l verso 5 y hasta el 7 presentará tres ejemplos tomados del Antiguo
Testamento para advertir de las serias consecuencias que sufrirán los que
pervierten la doctrina: Los israelitas incrédulos que murieron en el desierto –
los ángeles que se rebelaron contra Dios y están ahora en prisiones eternas – y
las ciudades de Sodoma y Gomorra que fueron destruidas por el fuego.
En
el verso 8 continuará mostrando tres características de los falsos profetas:
mancillan la carne – rechazan la autoridad – y blasfeman de las potestades
superiores.
En
el verso 11 usa tres personajes para ilustrar la condición espiritual de los
falsos maestros: Caín - Balaán – y Coré.
Nosotros
tenemos la capacidad de recordar o memorizar más fácilmente los conocimientos
si estos son presentados de manera gráfica. Nuestro pastor nos da grupos de
tres, o especies de triángulos que serán fáciles de memorizar.
Ahora,
estas advertencias se dan a personas que ya tienen conocimiento. El autor dice
“Ya que una vez lo habéis sabido”, es
decir, ellos tenían conocimiento del Antiguo Testamento, solo bastaba con
mencionarle los hechos someramente y ellos tendrían la capacidad de recordar
todo lo que sucedió en ellos.
Es
probable que el mismo Judas les haya enseñado las Escrituras u otro pastor, de
manera que los tres ejemplos mencionados no eran desconocidos para la
audiencia, como tampoco lo serán para los cristianos de hoy día.
Los
escritores sagrados consideraban que el mejor ejemplo o testimonio que puede
producir convicción y temor respecto a los juicios de Dios se encuentra en las
Sagradas Escrituras; el buen predicador podrá usar ilustraciones de la vida
diaria, pero preferirá en lo máximo posible usar los ejemplos e ilustraciones
de la misma Biblia. El apóstol Pablo también acude a los ejemplos de la
Escritura recomendando que los cristianos tengamos presente sus enseñanzas para
nuestro bien: “Y estas cosas les
acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines de los siglos” 1 Cor. 10:11.
Escuchemos
y consideremos con suma atención el primer ejemplo de cómo los juicios de Dios
se derraman sobre los que tuercen las Sagradas Escrituras para su propia
perdición.
2. Una liberación portentosa.
“... que el Señor, habiendo salvado al pueblo
sacándolo de Egipto”.
Judas
quiere dar una advertencia a los malvados e incrédulos que estaban pervirtiendo
las creencias y la conducta de la iglesia. Ellos deben saber que su descarrío
no quedará impune, y si están pensando que la ira de Dios no vendrá sobre ellos
debido a que hicieron una profesión de fe o recibieron dones milagrosos o
fueron sanados de alguna enfermedad, y consideran que por eso la gracia de Dios
está sobre ellos y por lo tanto cualquier maldad que ellos hagan no tendrá su
justa retribución; el autor les dice, ustedes están equivocados. A pesar de la
buena vida que puedan llevar los falsos pastores o maestros, la ira del Señor
se derramará sobre ellos y le pondrá fin a sus días agradables.
Un
error común en la cristiandad consiste en pensar que por el hecho de haber sido
bautizados en una iglesia cristiana, ser miembros activos, haber recibido algún
favor del cielo como la sanación del cuerpo u otro milagro, se da entonces por
sentado que eres hijo de Dios y que todos los pecados que cometas no tendrán
ninguna repercusión sobre tu vida, porque la ira de Dios ya no está sobre el
cristiano, pero la verdad es que Dios al que ama lo azota y disciplina al que
recibe por hijo (Heb. 12:6).
Pero
no todos los que profesan ser cristianos realmente han nacido de nuevo, no
todos son hijos de Dios, puesto que solo los que creen de corazón, y no
únicamente con la boca, que Cristo es el Hijo de Dios encarnado y el salvador,
verdaderamente son salvos, renacidos.
Otro
error común es pensar que por el hecho de ser pastores se tiene el derecho de
tomar ciertas atribuciones en doctrina o práctica, y Dios no enviará sus
juicios sobre el tal porque tiene “autoridad” ministerial, pero lo cierto es lo
contrario, aquellos que están en autoridad, aquellos que son puestos como
maestros o pastores recibirán mayor condenación por sus pecados, eso es lo que
dice Santiago 3:1 “Hermanos míos, no os
hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”.
Judas
dice que el Señor salvó al pueblo sacándolo de Egipto; considero oportuno
aclarar dos términos de este pasaje: Primero, el título Señor. Algunos expertos
comentaristas consideran que este título designa aquí al Señor Jesucristo,
tomando en cuenta que Pablo dice que la roca que seguía a los israelitas en el
desierto es Cristo (1 Cor. 10:4), mientras que otros consideran que “Señor”
aquí se refiere a Dios el Padre, puesto que él fue quien consignó a los ángeles
en prisiones eternas (Judas 6 comparar con 2 Pedro 2:4), y fue él quien
destruyó a los incrédulos en el desierto según Números 14:29-37.
Particularmente me inclino a pensar que aquí “Señor” apunta a Dios el Padre.
Otra
aclaración es con el término “salvado” que se usa en la versión Reina Valera
del 60. Realmente la traducción mas acertada debiera ser “... el Señor sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto...”, como
lo hace Simón Kistemaker[1].
Hago esta aclaración debido a que alguien puede pensar que Judas está enseñando
la errónea doctrina de que una persona puede ser salva, es decir, nacida de
nuevo, y luego perder su salvación, muriendo a su nuevo nacimiento, lo cual es
imposible, puesto que el nuevo nacimiento es obrado poderosamente por el
Espíritu de Dios, de manera que nunca moriremos a él, sino que efectivamente
viviremos para siempre en la presencia de nuestro Salvador, como dijo Jesús: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna... (Juan 3:36), “...sino que el agua que yo le daré será en él
una fuente de agua que salta para vida
eterna” (Juan 4:14), “De cierto,
de cierto os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24), “Y esta es la voluntad del que me ha enviado:
que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le
resucitará en el día postrero” (Juan 6:40), “Y yo les doy vida eterna; y no
perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:28). No
hay posibilidad alguna de que alguien que ha nacido de nuevo, es decir, que ha
sido regenerado, justificado, salvo, pierda su salvación porque esta no depende
de nosotros, sino de Dios quien es poderoso para salvar.
Pero
hay otras clases de salvación que Dios ha obrado en la historia del hombre. Por
ejemplo, en las Sagradas Escrituras, el ser sano de una penosa enfermedad se le
designa como una salvación o el ser librados de un gran peligro. Por lo tanto,
cuando la versión Reina-Valera traduce esta frase en término de salvación, no
está cometiendo ningún error, pues, Dios salvó o libró al puedo israelita de la
esclavitud egipcia, pero no está afirmando que todos ellos habían sido
regenerados.
No
obstante, las misericordias del Señor son muy grandes. Y él ha obrado siempre
para el bienestar de todos, incluso de los rebeldes. El hace salir su sol sobre
justos e injustos, él envía la lluvia que hace producir la tierra sobre las
fincas de los justos y también de los injustos (Mt. 5:45 ... vuestro padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre
malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos), él da riquezas
a los santos y también a los pecadores (Ecl. 5:19); Jesús sanó a miles que
luego no le siguieron sino que se apartaron de él y en la hora decisiva
gritaban crucifícale, y todo estos que recibieron las misericordias del Señor,
un día escucharán su voz, no con misericordia, sino con voz de trueno y
terrible espanto que les dirá “apartaos
mí, hacedores de maldad” Mt. 7:23.
El
Señor tuvo misericordia de Israel, liberándolos de la ignominiosa esclavitud
egipcia, y esto lo hizo acompañado de muchos y portentosos milagros. El Señor
usó a su siervo Moisés, un hombre piadoso y manso (Nm. 12:3), no lo hizo usando
al más vil pecador, sino a un varón de Dios; a través de él obró milagros
maravillosos para amedrentar al Faraón y liberar al pueblo, envió plaga tras
plaga, oscuridad, granizo, langostas y por último, hizo que todos los
primogénitos de los egipcios murieran en una misma noche, incluyendo al
primogénito del Faraón. Luego, abrió el mar en dos de manera que ellos pudieron
caminar en seco, una nube que marchaba al ritmo del pueblo les protegía en el
día del inclemente sol del desierto y en la noche les iluminaba. Cuando
quisieron comer carne Dios les envió codornices, cuando tenían sed Dios hizo
que de la roca brotara agua, sus vestidos no se gastaron, sus calzados tampoco,
cuando los enemigos querían hacerle daño, el Señor peleaba las batallas y los
destruía, ¡Qué más se podía pedir! ¡Eran los consentidos del Señor!, usando el
lenguaje evangélico moderno, ¡Vivían como hijos del Rey!; no obstante, todos
estos milagros no garantizaban que realmente ellos gozaran del favor eterno de
Dios; pues, una cosa es disfrutar de ciertas bendiciones temporales y terrenas
y otra muy distinta es gozar de las bendiciones eternas y celestiales. Muchos
que se llaman creyentes solo vienen a Cristo en búsqueda de las bendiciones
terrenas; salud del cuerpo, mejorar la economía, salir de deudas, entre otros,
pero todas estas cosas perecerán y pasarán, mas lo espiritual, lo celestial es
eterno, por eso el apóstol Pablo nos dice: “Si,
pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está
Cristo sentado a la diestra de Dios, poned la mira en las cosas de arriba, no
en las de la tierra” Col. 3:2.
Pero
a pesar esta liberación portentosa que el Señor obró en favor del pueblo de
Israel, cuando estos manifestaron lo que realmente había en su corazón, el
Señor les envió una destrucción aterradora.
3. Una destrucción aterradora.
“... después destruyó a los que no creyeron”.
Esta
declaración pareciera ser una contradicción con lo que dijo antes. ¿Cómo es
posible que el Señor libre a toda una nación de una situación terrible, para
luego destruirla por completo? ¿Porqué mejor no la dejó en la situación de
esclavitud, donde, al menos, podían continuar viviendo? No puedo dar una
respuesta amplia a esta interesante pregunta en este corto espacio, pero, en el
caso de Israel, la Biblia nos dice que ellos clamaron a Dios por su liberación.
“Aconteció que después de muchos días
murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre,
y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre”
(Éxodo 2:23). Ahora, aunque el Señor no escucha a los pecadores de la misma
manera como lo hace con sus hijos, no obstante cuando los pecadores claman con
angustia a él, muchas veces su misericordia le conduce a hacerles el bien que
ellos esperan. Esto lo vemos expresado de manera clara en el ministerio de
Cristo, él tuvo compasión de los enfermos y desvalidos, sanándolos y
liberándoles de sus pesadas cargas (Mt. 14:14), pero en el día del juicio el
Señor usará estos milagros y portentos que obró para bendecirlos temporalmente,
como una herramienta para darles con más rigor el castigo eterno, pues,
habiendo visto y disfrutado de los poderes milagrosos del Señor no le sirvieron
como tal, sino que se mantuvieron rebeldes contra él. La declaración final que
escucharán de aquel que les obró la sanidad o les bendijo terrenamente será: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41).
Estos
israelitas estaban convencidos de que el Señor los amaría eternamente por ser
el pueblo escogido, por las promesas dadas a sus padres (Abraham, Isaac, Jacob,
José), por la ruina que le causó a Egipto con el fin de liberarlos, ellos
creían que si practicaban el pecado, e incluso tergiversaban la doctrina que
Dios les había dado a través de los patriarcas y Moisés, no obstante, ellos
seguirían siendo los consentidos del Señor, pero la verdad era otra, Dios no se
complace en la maldad, y mucho menos en la incredulidad.
El
resultado fue todo lo contrario, el Señor los destruyó y derramó sus juicios
sobre ellos. Todos los hombres y mujeres mayores de 20 años, que salieron de Egipto,
fueron destruidos en el desierto (más de 1.200.000 personas en 38 años, es
decir, 90 muertes por día. “Y los días
que anduvimos de Cades-Bernea hasta cuando pasamos el arroyo de Zered fueron
treinta y ocho años; hasta que se acabó toda la generación de los hombres de
guerra en medio del campamento, como Jehová les había jurado. Y también la mano
de Jehová vino sobre ellos para destruirlos de en medio del campamento, hasta
acabarlos”.
“Esta
nación, tan altamente privilegiada, fue testigo de muchos milagros asombrosos
que lograron su liberación de la esclavitud. Pero aún así, esta gente se rehusó
a confiar en el liderazgo visible de Dios. Y por rechazar la dirección que Dios
les ofrecía, sufrieron la ira de Dios. Es ira se manifestó en castigos muy severos:
muchos israelitas perecieron en el desierto y fueron abandonados por Dios. ¡Qué
tremenda advertencia acerca del peligro de tomar a la ligera el castigo de
Dios!”[2]
Es
posible iniciar la carrera cristiana, como estos israelitas que fueron
libertados de la esclavitud egipcia, y en el camino desviarse de la obediencia
a Dios, atrayendo la ira de Dios y la condenación. Tal vez Judas se refiere,
con este primer ejemplo, al momento cuando Josué, Caleb y los otros espías
regresaron de inspeccionar la tierra prometida, y en vez de confiar en la
poderosa mano del Señor dudaron de Su palabra y creyeron que era imposible
entrar a esa productiva tierra porque sus moradores, según ellos, eran tan
grandes, fornidos y guerreros que se los comerían vivos. Esto fue un acto de
incredulidad y apostasía, el resultado fue que Dios los obligó a dar círculos
en el desierto por más de 38 años, hasta que todos los incrédulos murieron.
La
enseñanza para los maestros apóstatas debía hacer sacudir sus corazones, debía
producir temblor y temor, pues, ellos, así como estos israelitas incrédulos,
estaban desviándose del verdadero evangelio, estaban tergiversando la doctrina
cristiana, y estaban practicando pecados, que, aunque ellos mismos los
justificaban con su teología liberal o con los
milagros supuestos que podían hacer, no obstante eran desagradables al
Señor y nada los libraría de los terribles juicios que vendrían, al menos que
desistieran de su error, reconocieran su pecado, se arrepintieran y volvieran a
la doctrina apostólica.
Aplicaciones:
-
Algunas personas creen que ahora, en los tiempos del Nuevo Testamento, Dios no
está juzgando a la gente, que sus juicios ya no se derraman más, y ahora todo
es amor y gracia. Pero la santidad de Dios no ha mermado con la gracia abundante
de Jesucristo, es cierto que a través del sacrificio perfecto de Jesús
obtenemos la completa y eterna salvación, y esta queda asegurada para siempre a
través de la fe, pero recuerda que muchos iniciaron la carrera cristiana, y al
final mostraron que no había en ellos verdadera salvación, pues, en el camino
se apartaron de la Palabra del Señor y se volvieron apóstatas. Hoy el Señor
también juzga a su pueblo y saca de él a los que pervierten la fe bíblica.
Estamos escuchando a muchos predicadores modernos, que así como los falsos
profetas del Antiguo Testamento, llevan al pueblo a pensar que sus pecados no
acarrearán sobre ellos el juicio divino, ellos creen que están por encima del
bien y del mal, porque supuestamente han sido ungidos de una manera especial
por el Espíritu Santo como apóstoles o profetas, pero se engañan a sí mismos y
desconocen que Judas Iscariote fue ordenado como unos de los 12, no por los
falsos apóstoles de hoy que se consideran con autoridad para ordenar otros
apóstoles, sino por el único que puede ordenar apóstoles, es decir, por
Jesucristo, pero a pesar de ello, este hombre no permaneció en la fe, sino que
se desvió porque amaba mas las riquezas de este mundo, y se aprovechaba de las
donaciones y ofrendas que hacían al ministerio de Cristo para él llevar una
vida cómoda y acumular riquezas, el resultado ya lo conocemos, fue su propia
destrucción, su muerte física y la condenación eterna.
-
Cuanto necesitamos hoy de que estas palabras de exhortación se escuchen en
todos los países latinoamericanos, pues, vemos como cada día surgen nuevos
maestros, pastores, profetas y apóstoles falsos que enseñan doctrinas falsas y
desvían al pueblo del verdadero evangelio, conduciéndolos, no a mirar a la
tierra prometida, es decir, lo celestial y lo espiritual, sino que les enseñan
a mirar a Egipto con sus riquezas y placeres terrenos. Estos falsos maestros
están confiados en que lo que hacen está bien, porque por ahora disfrutan de
cierta comodidad, fama, y hasta bienestar económico y físico. Pero así como los
toros engordados son llevados al matadero, un día Dios los tomará, con toda la
fama que han acumulado y los bienes que han robado de manera sutil a los
incautos creyentes, y serán enjuiciados por la justa ira de Dios. El fin de
ellos será terrible. Quiera el Señor usar esta enseñanza para hacer volver de
su camino a aquellos apreciados pastores y hermanos que nacieron y crecieron en
la doctrina evangélica bíblica, pero que hoy día se han apartado poco a poco
siguiendo a los mercaderes de la fe, sirviendo a sus vientres y engordando sus
cuentas bancarias con los dineros que roban al pueblo en nombre de Dios, y
falsificando los poderes milagrosos del Espíritu Santo. Hoy el Señor les dice,
teman porque el Señor no dejará esto en la impunidad. Él los destruirá así como
destruyó a los confiados israelitas en el desierto, o dejan de mirar a Egipto y
sus riquezas terrenas y viven para lo celestial, o la ira de Dios vendrá sobre
ustedes.
-
Apreciado hermano, tú que no eres pastor, ni profeta, ni apóstol, ten cuidado
de tu alma, pues, Dios no solo castigó a los diez espías que motivaron al
pueblo hacia la incredulidad, sino que su ira descendió sobre todos los del
pueblo que creyeron sus mentiras y siguieron su error. Cuida tu alma, estudia
las Escrituras, se vigilante de la doctrina que escuchas de tantos predicadores
modernos en la radio, la televisión o en muchos templos cristianos, pues, en
muchos de estos casos, solo estás escuchando la voz de la apostasía, la voz de
falsos maestros que buscan solo su provecho personal, pero que para nada están
interesados en la salvación de tu alma. Se como los buenos creyentes de la
sinagoga de Berea que confrontaban las enseñanzas que recibían, así sea de
parte del ungido y autorizado apóstol Pablo, con lo que decían las Sagradas
Escrituras. No te conformes con saber que estos maestros son seguidos por mucha
gente, o que hacen milagros, o tienen apariencia de piedad, nunca seas tan
incauto, verifica siempre sus enseñanzas con la Palabra de Dios; si haces esto
librarás tu alma de la ira de Dios y la destrucción eterna.
-
Satanás podrá decirnos que no es necesario ser tan bíblicamente estrictos, que
es posible ser un buen creyente y a la vez mantenernos identificados con la
nueva era, las enseñanzas de la teología de la prosperidad y el relajamiento
moral. Satanás susurrará a nuestro oído “no te congregues en esa iglesia donde
son tan apegados a las Escrituras, mejor busca otra, donde también lean la
Biblia pero no la tomen tan en serio. Busca otra iglesia donde no te hablan de
tomar tu cruz y negarte a ti mismo, sino donde te permitan divertirte en los
placeres del mundo y te enseñen que Dios es tu sirviente, el cual está
solamente interesado en darte una vida cómoda, llena de riquezas y salud
física, mientras tu vives tu vida de lujo y pecado”. Ten cuidado hermano de
escuchar esa voz, porque la ira de Dios vendrá, así como vino sobre el pueblo
rebelde.
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