¿Qué actitud debemos tomar
los creyentes, pastores e iglesias reformadas frente a los predicadores
Neo-calvinistas? ¿Debemos separarnos por completo de ellos?
Apreciado hermano, gracias por enviarnos su pregunta.
Una característica sobresaliente de todas las iglesias y pastores bíblicos
es el celo por la verdad doctrinal, por la fidelidad a la Palabra y la
preservación de la fe que ha sido una vez y para siempre dada a los santos.
Esta es una marca distintiva del verdadero cristianismo. La falsa
cristiandad no tiene interés genuino por la preservación de la doctrina
apostólica, pues, ellos son pluralistas y amantes de todo lo que les causa
agrado; la verdad Escritural no siempre es de agrado para el ser humano.
Es deber de todo pastor exponer la verdad bíblica con fidelidad, defender
la sana doctrina, disuadir a los que están desviándose, y denunciar a los
falsos profetas. La Biblia nos manda a alejarnos de todos aquellos que
promueven falsas doctrinas y que engañan con su error.
No obstante, también es deber de los pastores mantener la unidad del cuerpo
de Cristo, ayudándose los unos a los otros para crecer juntos en el Señor y
santificar a la iglesia universal. El apóstol Pablo no abandonó a la Iglesia de
Corinto por su carismatismo desenfrenado o por sus excesos en la santa cena;
no, como miembro del cuerpo de Cristo reconoció que esta débil congregación
necesitaba el apoyo de otros pastores que les mostraran los errores en que se
encontraban y les guiaran a santificarse.
Un error común en el que solemos caer los pastores y hermanos que nos
preocupamos seriamente por la preservación de la doctrina y práctica bíblica de
la iglesia es alejarnos de aquellos hermanos o congregaciones que tienen
debilidades en algunas doctrinas o prácticas. Es decir, si ellos no son como
nosotros, entonces los hacemos a un lado y nos erguimos como la casta pura de
la iglesia verdadera. Bueno, esta actitud nada tiene que ver con Cristo, con
los apóstoles del Cordero, ni con la verdadera fe; por el contrario, esta
actitud orgullosa se parece más a la de los grupos o sectas religiosas
fundamentalistas, como el partido de los Fariseos; los cuales tenían un celo
profundo por la ortodoxia de su doctrina y la fidelidad a Moisés; más su
corazón era frío, falto de amor, inmisericordes, sólo interesados en ellos
mismos.
Por lo tanto, frente al tema del neo-calvinismo, debemos aplicar el mismo
sentido de defensa de la fe, pero acompañado de un espíritu cristiano de amor y
ayuda. Vamos a refutar y estar pendiente de cualquier intromisión o
introducción de doctrinas o prácticas que desvíen la pura ortodoxia de nuestra
preciosa fe; pero a la misma vez vamos a reconocer que Dios ha dado dones a la
iglesia, los cuales no siempre andan conforme a lo que consideramos en la total
pureza de la fe. Incluso, si nos expusiéramos a que otros revisen nuestra
doctrina y práctica, encontraríamos que algunos reformados nos miran con
sospecha. Les pondré un ejemplo:
Algunos que condenan el neocalvinismo de John Piper (por su continuismo en
el tema de los dones milagrosos) y condenarían a todo reformado que participara
con él en una conferencia, no tendrían problemas en asociarse con Paul Washer,
quien también es condenado por algunos analistas del neocalvinismo, debido a su
supuesta aprobación al hip-hop y otros ritmos callejeros como instrumentos de
evangelización; pero estos que condenarían a cualquier reformado que se
asociara al ministerio de Paul Washer por neocalvinista, no tendrían problemas
en tomar los materiales o compartir con los pastores y hermanos del “National
Center for Family-Integrated Churches” (los del video “Divided”), aunque
también son acusados por los estudiosos del neocalvinismo, debido a que en sus
conferencias anuales, según algunos analistas del tema, supuestamente han
contado con la participación de expositores carismáticos.
En fin, creo que puede haber un asunto de doble moral, fariseísmo y
ortodoxia fría anti-cristiana, cuando nos volvemos casadores de brujas y
expertos en el ministerio de la descalificación.
Podemos condenar a otros reformados porque invitan a un predicador acusado
de neocalvinismo, cuando nosotros hacemos lo mismo. Es un pecado de fariseismo
cuestionar a otros por asociarse con pastores acusados de neocalvinismo, cuando
nosotros también invitamos a pastores en la misma condición, peor aún, es cuando despreciamos a algunos
hermanos porque son neocalvinistas, pero abrimos las puertas de nuestras
iglesias a pastores o hermanos claramente neocalvinistas solo porque hacen
donaciones económicas para algunos proyectos o proveen libros cristianos.
Creo que entre el ministerio de la descalificación fría y excesiva
(hipercríticos) y el de los fariseos hay poca diferencia. Y estoy convencido
que a ambos los condena Cristo.
Debemos ser muy cuidadosos a la hora de luchar por la ortodoxia de la fe,
pues, aunque este es un deber de todo verdadero creyente y de toda iglesia
bíblica, sino se hace en el espíritu correcto, pordemos, en nombre de la
ortodoxia “crucificar de nuevo al Señor”, es decir, ser tan externamente
amantes de la ortodoxia que ni el mismo Jesús pasaría la prueba de nuestras
exigencias.
Con estoy no estoy diciendo que debemos ser descuidados en la preservación
de la fe que fue dada una vez a los santos, pues, Judas en su carta nos ordena
a luchar ardientemente para preservarla; pero una cosa son los falsos profetas
que se introducen encubiertamente a la iglesia, y otra, son las distintas
posiciones que se tienen dentro del cuerpo de Cristo respecto a algunas
doctrinas.
Ese espíritu de descalificación que está surgiendo en algunos círculos
reformados no es para bien de la iglesia, sino para deshonra del nombre de
Cristo, pues, si excesivamente somos escrupulosos en desechar a todo aquel que
no se ajuste hasta en las insignificantes minucias de lo que nosotros pensamos
debe ser un reformado, prácticamente nos tocaría desechar todo lo que el Señor
ha construido en la iglesia en los últimos 20 siglos.
Pero, aunque suene muy bíblico o muy reformado ser tan extricto, realmente
esto no es conforme al espíritu de la reforma, pues, el mismo Calvino supo
establecer la diferencia entre un falso profeta, y un maestro bíblico que puede
tener ideas distintas en temas no fundamentales. Calvino se valió mucho de San
Agustín, pero el gran reformado no estaba de acuerdo con muchas de las
creencias y prácticas del ilustre teólogo de Hipona, así como nosotros tampoco
estaríamos de acuerdo en el día de hoy. Los reformadores no tuvieron problemas
en aprovechar los aportes que hombres piadosos hicieron en la historia de la
iglesia para documentar la doctrina bíblica, aunque no siempre podemos decir de
ellos que eran reformados.
Por lo tanto, no es conforme al espíritu de la verdadera reforma condenar a
pastores o maestros calvinistas solo porque en una u otra doctrina no hablan
conforme se ha hablado históricamente en la fe reformada, obviamente, siempre y
cuando esta diferencia no sea en doctrinas substanciales.
Cristo ha dado dones a la iglesia, y estos son para la edificación del
cuerpo de Cristo. Nosotros como iglesia del Señor debemos aprender a
edificarnos con los distintos dones que él ha dado, a pesar de las debilidades
que algunos hombres tengan; aclaro, no estoy diciendo que a pesar de que una
persona lleve una vida de pecado, o que crea herejías, nosotros vamos a
edificarnos con ella; no, pero sí estoy diciendo que hay muchos hombres
piadosos, que exponen las Escrituras y viven conforme a ella, los cuales son
instrumentos para bendecir a la Iglesia. No es conforme a la fe cristiana
desechar a estos hombres, solo porque difieren de nosotros en asuntos no
fundamentales.
¿Qué hubiésemos hecho los reformados de hoy día con una iglesia como la de
Corinto? ¿La hubiésemos reconocido como iglesia de Cristo, tal como hizo Pablo?
O, por el contrario ¿La hubiésemos repudiado como una iglesia falsa? ¿Qué
actitud hubiésemos tomado los reformados con respecto a varias de las siete
iglesias mencionadas en Apocalipsis? ¿Las hubiésemos considerado iglesias de
Cristo, así como él lo hizo? Insisto, no estoy diciendo que debemos ser
flexibles con la falsa doctrina, no estoy afirmando el falso amor que algunos
pluralistas proponen hoy a través del cual se acepta cualquier cosa en la
iglesia; no, debemos luchar vigorosamente por la preservación de la doctrina
bíblica, pero que este celo no nos lleve a ser fariseos ortodoxos.
Muchos de los pastores o maestros que hoy día son catalogados como
neo-calvinistas son hombres piadosos, amantes de Cristo, celosos de la Palabra
de Dios; ¿cómo vamos a rechazar por completo el aporte que ellos puedan darnos
para crecer como cuerpo de Cristo? Los santos de todos los tiempos han
aprendido a “examinadlo todo, retened lo
bueno” (1 Tes. 5:21).
Insisto, porque tenemos la tendencia pecaminosa a interpretar las palabras
a un extremo tal para que suenen malas, no estoy afirmando que vamos a escuchar
los “sermones” de Benny Him con el fin de extraer algo positivo de allí; no, a
los falsos profetas no los tenemos que escuchar; pero hay hermanos que no son
falsos profetas, que son usados por Dios y exponen las Escrituras con celo y
pasión.
¿Cuántos de nosotros no hemos sido edificados por los escritos de Juan C.
Ryle? Pero con él no compartiríamos su adhesión a un sistema de gobierno
episcopal, o a un sistema de culto anglicano. ¿No hemos sido edificados con las
lecturas de libros escritos por los autores puritanos? Pero muchos de ellos
creían en cosas que la mayoría de nosotros no aprobaría.
¿Cuántos de nosotros no hemos sido conducidos a renovar nuestro amor a
Cristo, la oración, y el gozo cristiano leyendo algunos libros de John Piper?
Pero con él no compartimos el tema del continuismo en los dones milagrosos ni
la introducción de ritmos modernos en el culto de adoración.
¿Cuántos no hemos sido motivados a predicar expositivamente escuchando los
sermones de John MaCarthur? Pero con él no compartimos su moderado
dispensacionalismo.
Podría mencionar a muchos más. La iglesia de Cristo es un cuerpo universal,
donde no sólo estará la iglesia educada de Éfeso, aunque con un amor un poco
frío; sino también la iglesia entusiasta de Corinto, aunque con mucho amor y
poca profundidad doctrinal. Esto no significa que las iglesias deben quedarse
en el estado de flaqueza en el que se encuentran, pues, Pablo exhortó a los
corintios a abandonar su amor simple y trabajar en serio por crecer en la fe; y
Cristo exhortó a los efesios a recuperar su primer amor. Esto es lo que debemos
hacer todos los creyentes, en vez de descalificarnos, ayudarnos, exhortarnos,
amarnos los unos a los otros.
Cuánta bendición hay en las relaciones fraternas, y cuánta ayuda se puede
brindar.
Calvino solía usar dos palabras: “Ciencia y piedad”. Estos dos elementos
son fundamentales para enfrentar la introducción de doctrinas o prácticas
ajenas a nuestra preciosa fe bíblica e histórica. Con ciencia haremos frente a
todo lo que no sea conforme a nuestra preciosa fe, y con amor ayudaremos a los
que están en proceso de reforma para que poco a poco abandonen lo extraño y adopten lo
bíblico.
Su servidor en Cristo,
Julio César Benítez
Nota: Usted puede ver la respuesta a esta y otras
preguntas ingresando a: http://forobiblico.blogspot.com/