Peligros que acarrean los falsos maestros:
Seis metáforas que advierten de consecuencias
desastrosas
Judas 12 y 13
Introducción:
En
los últimos 100 años la Iglesia Evangélica latinoamericana ha sido testigo de
los numerosos cambios que se han dado dentro del seno de la misma. Muchos de
estos cambios iniciaron con el movimiento de pentecostés en los Ángeles y otras
ciudades americanas, los cuales abogaban por la restauración de los dones
carismáticos dentro de la iglesia cristiana, especialmente el de la sanidad
física, las lenguas y la profecía. Este movimiento creció por todo el mundo,
pero de manera especial encontró gran arraigo en América Latina. En un
principio era un movimiento modesto, que conservaba los rasgos distintivos del
cristianismo bíblico e histórico, pero, no todos se mantuvieron en un sano
equilibrio, sino que pronto empezaron a irse en desmanes y pervirtieron el
evangelio: vino el movimiento de la risa santa, de la danza en el espíritu (una
especie borrachera “espiritual”), de la música judía dentro de la alabanza, de
los íconos del judaísmo dentro de las iglesias, de la palabra de fe, dilo y
recíbelo, de la teología de la prosperidad, del profetismo, del apostolado, de
las mujeres pastoras, del patriarcado, entre otras cosas absurdas.
Y
cada día observamos cómo el evangelio está siendo pervertido por hombres que se
aman a sí mismos y no tienen compasión del pueblo de Dios. Pero sabemos que
esto no es nuevo, ni es exclusivo de esta época. La historia bíblica muestra
con claridad que desde el comienzo mismo de la humanidad surgieron los falsos
profetas, los cuales pervirtieron la verdadera fe.
Pero,
cuando predicamos advirtiendo sobre el error que invade al cristianismo hoy,
muchas personas nos dicen que no es necesario hacer eso, que el Señor mismo se
encargará de desenmascarar a los falsos pastores, pero que nuestro deber es
solo predicar la Palabra. Tienen en razón en un punto, la responsabilidad de
los ministros del evangelio es predicar la Palabra, exponer con claridad todo
el consejo de Dios, y este santo consejo incluye advertencias para que no
sigamos a los falsos profetas y nos apartamos de su caminar. La Biblia no nos
manda a callar frente al error, sino que nos ordena a presentar defensa de la
verdad revelada y a contender por la fe.
Judas,
el pastor que escribe esta carta, es un contendor por la fe y en toda su carta
eleva la voz para llamar nuestra atención con el fin de que denunciemos a los
falsos profetas que entran a nuestras iglesias con el fin de pervertir el
evangelio.
El
peligro de los falsos profetas no consiste solamente en que puede desviar de la
fe verdadera a muchos que ya están dentro de las iglesias, sino que
desprestigian el honor del evangelio delante de la sociedad, a causa de sus
perversas doctrinas las cuales conducen a una praxis pecaminosa.
Analicemos
hoy con Judas algunos peligros que entrañan estos hombres, a través de seis
metáforas.
1.
Son manchas que dañan la imagen de la iglesia
2.
Son pastores que solo se apacientan a sí mismos
3.
Son nubes sin agua que vagan de un lado para otro
4.
Son árboles otoñales, que no producen frutos
5.
Son fieras ondas del mar
6.
Son estrellas erráticas
1.
Son manchas que dañan la imagen de la Iglesia. “Estos son manchas en vuestros
ágapes…” v. 12.
Los
falsos profetas o falsos maestros son comparados por nuestro autor sagrado con
las manchas que dañan la buena apariencia de un vestido o de una cosa. En este
caso, no se trata de una cosa, sino de la Iglesia del Señor que fue comprada
con su sangre preciosa. El vestido que se mancha por la presencia de estos
falsos pastores no es el de la bella cenicienta, sino el de la novia de Cristo,
la novia del Rey de reyes y Señor de señores. La novia del príncipe heredero al
cual el Padre le ha dado absolutamente todo lo que tiene. La palabra griega que
se traduce aquí como mancha significa literalmente “arrecifes”. El arrecife
puede hacer referencia a los obstáculos peligrosos que se ocultan en el mar y
que pueden causar serios daños a los barcos que se acercan a tierra. Los falsos
maestros son como estos arrecifes, los cuales están dentro de la iglesia, pero
pocos se dan cuenta del peligro que ellos representan para la fe.
Recientemente
hice una investigación, preparándome para dar un tema a un grupo de damas sobre
la perspectiva bíblica del papel y servicio de la mujer en la iglesia, y leí a
muchos autores que son reconocidos como cristianos evangélicos y conservadores,
pero fue muy grande mi decepción al ver cómo las filosofías de la era
postmoderna, y las filosofías de los movimientos feministas (que por lo general
se oponen a los principios de las Sagradas Escrituras considerándolas
anticuadas y machistas), han permeado a nuestros autores cristianos, y buena
parte de la literatura que hoy día compramos en las librerías cristianas viene
manchada por principios heréticos, relativistas y pragmáticos. Pero pocos se
dan cuenta de esto, o al menos no quieren darse cuenta de esta situación.
Mientras tanto el error sigue creciendo y la iglesia cada día se aleja de las
verdades bíblicas. Los falsos maestros, que también podemos decir son las
falsas enseñanzas, las falsas filosofías, los falsos presupuestos, las falsas
interpretaciones de la Biblia, son como un arrecife escondido que está haciendo
daño al gran barco, llamado la Iglesia.
Ya
sabemos por qué a los falsos maestros se les compara con una mancha, nuestro
autor ya los describió como gente inmoral (v. 8), que se comportan como
animales irracionales (v. 10), ellos, con su doctrina y estilo de vida son una
afrenta y vergüenza para el evangelio. El apóstol Pedro, en un pasaje paralelo
dice de ellos: “Estos son inmundicias y
manchas, quienes aún mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.
Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas
inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de
maldición” (2 Ped. 2:13-14).
Judas
dice que los falsos profetas eran manchas en vuestros ágapes. El ágape era una
fiesta de amor fraternal que la iglesia primitiva celebraba junto con los
cultos, buscando promover el amor fraternal. Los apóstatas, los falsos maestros
aprovechaban estas fiestas para saciar sus apetitos, y violaban el principio
que debía caracterizar a las mismas: entregarse a los demás, negándonos a
nosotros mismos, buscando el provecho del otro y no tanto el mío propio. Eran
tan desvergonzados estos falsos profetas, que no sentían vergüenza de
aprovecharse del amor cristiano manifestado en estas fiestas y por eso Judas
dice de ellos “que comiendo impúdicamente con vosotros…”, es decir, comían sin
temor y sin reverencia. Ellos andaban en su vida licenciosa, amante del dinero,
practicaban sus inmoralidades, y aún con todo, pretendían participar de las
fiestas bellas y santas de la iglesia. “Ni siquiera consideraban que la
inmoralidad fuera pecado. Sus afirmaciones arrogantes acerca de sí mismos no
dejaban lugar para el temor y el agradecimiento hacia el Señor que había
entregado su cuerpo y su sangre para redimirnos”[1].
Estos
falsos maestros, que manchan la buena imagen de la iglesia, son los que en
nombre de la fe se aprovechan de los creyentes para explotarlos económicamente,
para ganar fama y poder, para construir poderosos emporios religiosos; son los
que creen estar en una posición espiritual tan elevada que están por encima del
pecado y, entonces, pueden practicar infidelidades sexuales, la glotonería, la
avaricia y una multitud de conductas que las Sagradas Escrituras condenan como
pecaminosas. La iglesia evangélica latinoamericana no ha estado exenta de estos
falsos pastores que manchan la belleza de la esposa de Cristo, a través de su
vida disoluta, de sus avaricias, hurtos, estafas, mentiras, divorcios, abortos,
adulterios, manipulaciones, chantajes, falsas visiones y revelaciones para
conseguir un fin materialista, entre otros pecados.
2.
Son pastores que solo se apacientan a sí mismos. “… que comiendo impúdicamente con
vosotros se apacientan a sí mismos…”.
La conducta de estos apóstatas de la fe
evidenciaba que no eran verdaderos pastores, pues, los pastores fieles a
Cristo, imitan su ejemplo y aprenden a entregarse y darse a las ovejas, pero
los falsos pastores no se interesan en las ovejas, sino que son asalariados, es
decir, están en ese ministerio por puro interés económico, de manera que la
salud espiritual de las ovejas no es su mayor preocupación, ni tampoco se
preparan para poder conducir a las ovejas a comer los mejores pastos que solo
puede dar la exposición clara y fiel de la Palabra de Dios. Estos falsos
pastores son como los que menciona Cristo en Juan 10:12-13 “Más el asalariado, y que no es el pastor, de
quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y
el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque
es asalariado, y no le importan las ovejas”.
Es
muy probable que cuando Judas utiliza la frase “…se apacientan a sí mismos”, esté pensando en las declaraciones que
hiciera el profeta Ezequiel cuando dijo estas palabras que hoy deben resonar
con mucha fuerza en todos los que tenemos la hermosa responsabilidad de ser
pastores, hasta hacernos temblar: “Así ha
dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí
mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os
vestís de la lana; la engordada degolláis, más no apacentáis a las ovejas. No
fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la
perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida,
sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan
errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se
han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni
quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo
yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y
mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni
mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí
mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de
Jehová: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra los pastores; y
demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni
los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus
bocas, y no les serán más por comida” Ez. 34:2-10.
Contrario
a los pastores que se apacientan a sí mismos, están los que alimentan a las
ovejas y se preocupan realmente por su salud espiritual. El apóstol Pablo
exhorta a los pastores de la iglesia de Éfeso para que cumplan fielmente su
ministerio “Por tanto, mirad por
vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por
obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia
sangre” (Hch. 20:28). “Apacentad la
grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia
deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están
a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Ped. 5:2-3).
También
el apóstol Pablo ordena a los creyentes a apartarse de aquellos corruptos que
utilizan la fe cristiana como fuente de ganancia personal. “Si alguno enseña otra cosa, y nos e conforma
a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es
conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de… disputas
necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman
la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Ti. 6:2-5).
3.
Son nubes sin agua que vagan de un lado para otro. “… nubes sin agua, llevadas de acá
para allá por los vientos”.
Los
falsos maestros no solo son falsos, sino que sus enseñanzas son inútiles, no
sirven para nada. Sus palabras son lisonjeras, y suenan muy bonitas, pero no
son más que fábulas, mentiras bien adornadas con pasajes bíblicos, pero lejos
de la verdad y lejos de producir algo provechoso. Ellos son como nubes que
amenazan con lluvia, pero la lluvia nunca llega. Hablan de la lluvia del
Espíritu y anuncian por todas partes la llegada del avivamiento, pero este
nunca llega, y no llega porque el Espíritu nunca los ha enviado. Y como la
lluvia no llega, entonces crean imitaciones estruendosas, como imitación de
relámpagos, pero por mucho que suenen, la lluvia de lo alto no llega. Imitan a
la lluvia, pero los que son engañados por un tiempo con estos falsos
avivamientos, pronto se dan cuenta del fraude y de que sus vidas siguen siendo
las mismas, sin cambios reales, y terminan abandonando la fe cristiana.
Los
falsos profetas son llevados de acá para allá por los vientos de las nuevas
filosofías, de los nuevos métodos, de las modernas estrategias, y siempre están
en búsqueda de lo más novedoso para entretener a los feligreses y mantenerlos
en la iglesia, con el fin continuar explotándolos. ¡Qué vergüenza para el
evangelio, cuando, no teniendo la presencia del Santo Espíritu de Dios, algunos
líderes buscan nuevos estilos musicales, estrategias mundanas de mercadeo,
shows y espectáculos dentro del culto!
4.
Son árboles otoñales, que no producen frutos. “árboles otoñales, sin fruto, dos
veces muertos y desarraigados”.
Los
falsos maestros no solo carecen de fruto alguno que beneficie a los fieles
cristianos, sino que, además de ser como árboles secos, es decir, sin hojas por
el frío viento del otoño, los cuales dan apariencia de estar muertos, han sido
desarraigados y ahora están doblemente secos o doblemente muertos. Los falsos
pastores que hacen daño al rebaño carecen de cualquier fruto espiritual, y no
pueden producirlo porque ellos mismos están muertos y no han nacido de nuevo.
Tienen la apariencia de piedad, pero con sus frutos niegan la eficacia de
ella.
Pedro,
en un pasaje paralelo, describe a estos falsos profetas como doblemente
muertos, porque “Ciertamente, si
habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento
del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su
postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido
no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido,
volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido
lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a
revolcarse en el cieno” (2 Pe. 2:20-22). Los falsos maestros no pueden dar
ningún fruto bueno a los fieles que les siguen, porque no están unidos a Cristo
y han sido desarraigados. Ellos negaron la fe al adoptar doctrinas y prácticas
contrarias a las Sagradas Escrituras.
5.
Son fieras ondas del mar. “fieras ondas del mar, que espuman su propia
vergüenza…” (v. 13)
Los
falsos profetas son comparados con las aguas inestables del mar embravecido.
Las embarcaciones corren peligro de naufragar y las personas que estén en la
playa pueden ser arrastrados y ahogados por el fuerte oleaje. La falsa
doctrina, al principio parecer ser cristiana, tranquila y buena. La seducción
se da a través de palabras dulces y promesas halagadoras, pero, de manera casi
imperceptible, eso que parecía ser bíblico o cristiano, pronto se manifiesta en
su verdadera dimensión, y las aguas que parecían ser quietas realmente son
turbulentas y el mar en paz pronto se manifiesta como un mar embravecido, pero
no hay forma de salir, porque el fuerte oleaje atrapa a los incautos y los
lleva a aguas profundas. Muchas personas quisieran salir de los grupos
sectarios, pero están tan metidos en sus errores que no encuentran la salida.
Algunos temen recibir las maldiciones que lanzan los falsos profetas, como
Balaam, sobre los que intentan escapar de sus fieras ondas.
Pero
no solo esto, sino que los falsos profetas están tan llenos de pecado que
constantemente están arrojando su maldad con la cual contaminan a la iglesia.
Es probable que Judas haya tenido en cuenta al profeta Isaías cuando comparó a
los falsos profetas con las fieras ondas del mar. “Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse
quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo” (Is. 27:20). Esta es una
descripción terrible que tiene como fin invitar a los incautos a alejarse de
los falsos maestros. Así como evitamos meternos en las aguas sucias de una
playa llena de espumas, lodo y basura, es nuestro deber huir de toda falsa
enseñanza, porque la falsa doctrina siempre conducirá a pecados, y aunque estos
se mantengan ocultos por un tiempo, vestidos con una apariencia de moralismo,
un día se hará manifiesto la vergüenza que estos falsos hombres espumaron,
porque donde hay falsa doctrina no hay salvación, y solo donde hay salvación
hay verdadera santificación.
6. Son estrellas erráticas. “estrellas
errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las
tinieblas” (v. 13).
En
tiempos antiguos, los navegantes se guiaban con las estrellas del firmamento
para conocer su camino. Pero había una clase de estrellas o planetas que viajaban
por todo el cielo, los cuales brindaban gran luz y hasta llegaban a iluminar
bastante, pero no podían ser utilizadas como guía en la navegación porque su
curso era variable y por lo tanto errático. Las estrellas errantes son una
figura o metáfora que se refiere al constante rumbo desviado que toman los
falsos maestros. Ellos no pueden ser tomados como modelos doctrinales o modelos
de pastor, porque constantemente están cambiando la doctrina. Y la cambian
porque no están en la verdad. La doctrina bíblica es una sola, y fue dada hace
miles de años. Los pastores y las iglesias bíblicas se han mantenido fieles a
esa doctrina en todos estos milenios. Hoy creemos lo mismo que se creyó hace
300 años en el puritanismo, ellos creyeron lo mismo que se había creído en el
siglo XVI por los reformadores, los reformados creyeron lo mismo que la Iglesia
primitiva creyó. Las iglesias bíblicas de hoy tienen confesiones de fe que
datan de hace cientos de años en las cuales se profesa la misma fe histórica
que ha caracterizado a la iglesia verdadera. Pero los falsos pastores y las
falsas iglesias están cambiando constantemente, no pueden estarse quietos,
porque ellos no están arraigados en la roca firme.
Por
lo tanto, aquellos que son guiados por estas estrellas errantes, están siendo
conducidos al error, pero no solo al error, sino a su propia destrucción: “para
las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas” (v.
13).
Esta
es una clara referencia a la condenación eterna que sufrirán los que siguen
falsas doctrinas y son guiados por falsos profetas. No solo tendrán vidas
inestables en esta tierra, sino que sufrirán la eterna separación de Dios. Así
como Dios preparó el infierno para Satanás y sus ángeles, también tiene
reservado un lugar para los falsos maestros que desvían a la gente del
verdadero evangelio. Pero también los que son desviados, los que siguen sus
cursos erráticos e inconstantes tendrán un lugar en ese sitio de eterno
tormento.
Las
densas tinieblas de que habla Judas ya fueron mencionadas en torno a los
ángeles que pecaron, los cuales están reservados en terrible oscuridad, en
prisiones eternas. (v. 6). Los malvados que tergiversan la doctrina y se
conducen en vidas pecaminosas, dañando la imagen de la iglesia de Cristo,
recibirán su justo merecido y pasarán la eternidad en la oscuridad total, sin
ninguna esperanza serán encarcelados en el eterno olvido y sufrirán los
tormentos del infierno.
Un
triste final para aquellos que en esta vida se gozaron en hacer el mal y no
tuvieron compasión de las almas, sino que, sin misericordia, explotaron a las
ovejas, las trasquilaron y las condujeron al matadero.
En
conclusión, Judas hace un gran esfuerzo para describir a los falsos maestros de
manera que nosotros seamos advertidos de sus peligros: Ellos como rocas ocultas
que peligrosamente dañan a las personas, son como nubes sin agua porque, pues,
todas sus promesas son falsas, son como árboles otoñales, porque no se puede
encontrar frutos en ellos y su terreno espiritual es totalmente árido, son como
fieras ondas del mar, pues, aunque hacen grandes esfuerzos humanos y hablan con
mucha fuerza, lo único que espuman es vergüenza, y son como estrellas errantes
cuyo curso termina en la más densa oscuridad eterna.
Aplicaciones:
-
Los falsos maestros son personas con mucha inteligencia. Ellos conocen mucho de
la psicología humana y son expertos en dar lo que el hombre quiere. Ellos
tienen la habilidad para manipular muchos textos de las Sagradas Escrituras y
convencer al incauto de que, a través de su forma particular de ver el
evangelio, puede dar lo que el hombre necesita: bienestar material,
tranquilidad emocional, elevada autoestima y una plena realización en el campo
personal. Ellos pueden hablar al oído de las personas con una familiaridad tal,
que parecieran ser personas de Dios. Ellos son como la serpiente que habló a
Eva y la convenció de que su forma particular de ver la Ley de Dios era mejor
que la misma Palabra de Dios y le ofreció a la mujer: ser como un dios, la vida
eterna y el pleno conocimiento. Pero lo único que Eva encontró fue su propia
destrucción y muerte. Hermano y amigo que has escuchado esta exposición, te
invito para que reflexiones en cuánto a tu salvación. Examina el camino en que
andas y respóndete a ti mismo: ¿Es el camino de la verdad? ¿Es el camino del
conocimiento verdadero de la Palabra de Dios? ¿Es el camino de la obediencia y
del crecimiento en santidad? ¿Es el camino de la fidelidad al Señor? No juegues
con tu destino eterno siguiendo un falso evangelio que te prometa muchas cosas bonitas
al oído humano, pero no puede darte la reconciliación con Dios, el perdón de
tus pecados y el crecimiento en santidad. Recuerda que solo el verdadero
evangelio puede transformar tu corazón y convertirte en un hijo de Dios. Si has
estado escuchando a falsos profetas, los cuales de seguro ya podrás
identificar, entonces abandona sus caminos y huye de sus lugares de culto,
porque si persistes en escucharlos y seguirlos, la marea subirá y no podrás
salir fácilmente de sus destructoras garras. Sal pronto de en medio de ellos,
porque estás siendo conducido a la destrucción eterna, aunque creas que ellos
como hermosos y resplandecientes luceros en el firmamento, pero no son más que
estrellas erráticas, las cuales solo podrán conducirte a la oscuridad eterna.
-
Amado hermano varón que anhelas el pastorado, no olvides que este es un
servicio al Señor de la Iglesia, quien derramó su sangre por ella y la está
santificando para presentársela como una novia pura, impoluta y santa. Si
entras al sagrado ministerio ten presente que es para servir al Señor y a las
ovejas, buscando siempre el mejor alimento para ellas, a través de la sana
exposición de la Palabra, trazando bien las Escrituras. Si no estás
comprometido con estas cosas, sino que deseas entrar al ministerio porque crees
encontrar en ello una forma de sustento económico o una plataforma para la
popularidad o el reconocimiento público, entonces saca de tu mente este deseo,
y pide al Señor que te ponga en otra labor, pues, pondrás en peligro tu propia
alma y la de los que te sigan.
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