Proverbios
Elección entre dos caminos
Proverbios 1:8-19
Este sermón fue
predicado por el hermano Julio C. Benítez, quien es uno de los pastores de la
Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios en Medellín, Colombia. Usted puede
compartir este sermón con otros a través de medios digitales e impresos,
siempre y cuando no sea para la venta, siempre reconociendo y dando los
créditos respectivos a su autor.
Los antiguos padres de la iglesia consideraron que el
libro de Proverbios, junto con Eclesiastés y Job “representaban la mejor
sabiduría acerca del significado profundo de la vida que se podía vivir… A veces la sabiduría era concebida incluso como una personificación
de Dios (ver Prov. 8-9)”[1],
por lo tanto, el significado último de la vida no podía comprenderse sin una
intervención divina en el alma.
Los escritores del Nuevo Testamento acudieron una y
otra vez al libro de Proverbios, ya sea a través de citas directas (5) y
alusiones indirectas (53).
En los versículos introductorios de este maravilloso
libro sapiencial, Salomón nos habló del propósito del mismo: para dar
sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura… además,
los más avezados en sabiduría de vida y en edad, también serán altamente
beneficiados, pues, oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido
adquirirá consejo (v. 4-5).
Y al final de la introducción, Salomón habló del
fundamento epistemológico y esencial de la sabiduría, el temor de Jehová,
contrastado con la insensatez de aquellos que se conducen en esta vida bajo la
filosofía del desprecio hacia la sabiduría y la instrucción.
En concordancia con esto que ya nos dijo el autor,
ahora pasa a mostrar los dos caminos que determinan la vida y la realización o
la muerte moral y la destrucción del ser humano: El temor de Jehová
(representado por las instrucciones sabias de los padres), y la insensatez
(representada por seguir el consejo de los pecadores).
Elección entre dos caminos
1. La obediencia a los padres: El camino de la vida
(v. 8-9)
2. La alianza con los malos: El camino de la muerte
(v. 10-19)
1. La obediencia a los padres: El camino de la vida
(v. 8-9)
“Oye, hijo
mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre;
poque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello” (v. 8-9).
En estos pasajes hay un mandato para los hijos y una
promesa o aliciente.
Mandato: Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la
dirección de tu madre
Salomón está inmerso en la responsabilidad de enseñar
la sabiduría de vida a su hijo, el que será heredero del trono. Por lo tanto,
con la autoridad que procede del deber cumplido, exhorta, en primer lugar, a
los hijos, para que ellos sigan la instrucción de sus padres.
No obstante, creo que es importante aclarar que este
mandato implica que los padres están cumpliendo con su responsabilidad de ser
instructores y guías morales de sus hijos.
Muchas veces los hijos terminan escuchando el mal
consejo de sus perversos amigos o del mundo porque en casa no hay guía e
instrucción de parte de los padres.
Por eso Pablo exhorta a los padres para que cumplan
con su deber, con el fin de que los hijos puedan obedecer: “Y vosotros
padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor” (Ef. 6:4).
George Lawson escribió: “Se entiende aquí que los
padres instruirán a sus hijos. Son monstruos y no padres aquellos que no aman a
sus descendientes. El amor inclinará a las personas a hacer todo el bien
posible a los objetos de ese amor; y lo mejor que podemos hacer por nuestros
hijos es enseñarles el temor del Señor. Afanarnos por
proporcionarles el sustento para la vida – o aportar la manutención de nuestros
hijos – sin preocuparnos por sus almas es equivalente a preocuparnos por la
ropa y ser indiferentes a la condición del cuerpo que viste esa ropa”[2].
Pero, no solo es deber de los padres varones instruir
y disciplinar a sus hijos, sino también de la madre.
Y los hijos no solo deben obediencia a sus padres sino
también a sus madres.
De seguro que Salomón recibió constantes instrucciones
de su madre Betsabé, y al final de este libro se encuentran las nobles enseñanzas
que un rey sabio aprendió de su madre.
Por lo tanto, siendo que estos principios de vida
fueron inspirados por el Espíritu Santo, es necesario obedecer los sabios
consejos de los padres si es que deseamos glorificar a Dios con nuestras vidas.
Sus mandamientos nos imponen el deber de honrar a los padres, incluso hasta el
tiempo cuando ya son ancianos.
Promesa o aliciente: poque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a
tu cuello
Obedecer a los padres garantiza una buena conducta y
bienestar en el futuro.
Quien rechaza la dirección de sus padres, terminará
rechazando cualquier autoridad, y su vida será infeliz.
Por lo tanto, el aliciente que Dios da a los hijos
para que cumplan con este deber es que, el hijo que sigue la sana enseñanza de
sus sabios padres, obtendrá los premios duraderos que sobrepasan a las coronas
de laureles o reconocimientos pasajeros que se les daban a los ganadores en las
competencias atléticas; acá se trata de una corona y un collar que los adornará
por siempre.
El apóstol Pablo también dio estas instrucciones a los
hijos: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es
justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;
para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Ef. 6:1-3).
A los jóvenes y señoritas les gusta usar ropa de
marca, pero la mejor marca que pueden lucir es la obediencia y sujeción a sus
padres.
El señor Jesucristo se atavió con estos adornos cuando
vivió entre nosotros. Él estuvo sujeto a sus padres, aunque era su Creador y
Señor: “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos…
Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los
hombres” (Lc. 2:51-52).
Los padres de la iglesia, en su
interpretación espiritual de este pasaje, afirman que los creyentes somos
llamados a escuchar la instrucción de nuestro padre Dios, quien nos enseña a
través de las Sagradas Escrituras explicadas doctrinalmente por la iglesia,
quien es como nuestra madre. Porque, como dijo Beda el Venerable, “no es
suficiente que alguien diga que ama a Dios y obedece sus mandamientos, si no
mantiene la unidad de la Iglesia con amor fraterno”[3].
Al obedecer la instrucción bíblica seremos
adornados con una vida de justicia y rectitud.
Cuando las personas siguen la instrucción de
la iglesia de Cristo, encuentran la salvación, pues, allí aprenden sobre la
condición perdida de sus almas y son guiadas al único Redentor que puede engalanar
sus vidas con el collar precioso de la salvación.
2. La alianza con los malos: El camino de la muerte
(v. 10-19)
“Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,
no consientas. Si dijeren: Ven con nosotros; pongamos asechanzas para derramar
sangre, acechemos sin motivo al inocente; los tragaremos vivos como el Seol, y
enteros, como los que caen en un abismo; hallaremos riquezas de toda clase,
llenaremos nuestras casas de despojos; echa tu suerte entre nosotros; tengamos
todos una bolsa” (v. 10-14).
Un consejo sabio: Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no
consientas
El primer consejo que este padre amoroso y preocupado
da a su hijo es que eviten ser seducidos por los pecadores, pues, “los
pecadores generalmente tienen dentro de sí mismos tanto veneno de la serpiente
antigua que no desean ir al infierno sin estar acompañados, sino que desean
hacer que otros sean tan hijos del diablo como ellos”[4].
Aunque la palabra pecadores usualmente designa
a toda la raza humana, en este caso se refiere a “aquellos que permanecen bajo
el poder de sus naturales pasiones y lujurias, a diferencia de los que se han
apartado de sus caminos y ahora caminan en novedad de vida”[5].
Aquellos que no tienen el temor de Dios.
Los jóvenes suelen encontrarse con los malos
consejeros. Pueden ser sus amigos, sus compañeros de estudio o de trabajo, sus
vecinos. El padre preocupado los aconseja para que se mantengan firmes, por la
gracia de Dios, en el camino de la virtud.
La seducción de los pecadores
Por lo tanto, a continuación, el proverbista le
advierte de las ardides que suelen usar estos pecadores.
a. La astucia y camuflaje de sus actos villanos
Ellos no dirán abiertamente, “pongamos asechanzas
para derramar sangre”, pero este es el objetivo que ellos tienen en oculto
cuando te invitan a participar de sus obras.
El hijo sabio aprende a reconocer y evitar el camino
de los malos, es diestro en poner el verdadero significado a sus engañosas
insinuaciones:
Cuando te dicen: Ven, entremos al bar y tomemos solo
un trago; tú lo interpretas: Ven, embotemos nuestras mentes y perdamos el
juicio a causa del alcohol.
Cuando te invitan a un juego de azar, tú lo
interpretas: Ven, robemos a nuestros amigos sin violar la ley de los hombres.
Cuanto te invitan a tomar algunas cosas de la empresa
que el dueño no necesita porque es muy rico, lo interpretas: Ven, robemos a
este hombre o a la empresa que nadie se dará cuenta.
Tal vez los “inocentes” mencionados aquí no sean tan
inocentes en su vida, pero no son tan perversos como esta plaga de la sociedad
que conspira contra las propiedades, la honra o las vidas de los demás.
Además, estos pecadores se especializan en pervertir a
los jóvenes conduciéndoles a creer que sus fechorías no serán descubiertas,
que, así como el asesino oculta el cuerpo sepultándolo en una tumba, sus
maldades no serán descubiertas.
Pero no es así, aunque no sean descubiertos por la
justicia humana, su conciencia es testigo contra ellos, los ángeles los ven, y,
especialmente, Dios, el juez de toda la tierra, ve sus maldades cometidas en
oculto.
b. El supuesto beneficio del crimen
Además, los malvados seducen a los jóvenes
prometiéndoles riquezas y placeres. hallaremos riquezas de toda clase.
Pero son promesas falsas. Esos tesoros, si es que los consiguen, duran muy
poco, y al final conducen a la muerte, como sucedió con Judas, el traicionero.
Cuando te ofrecen una oportunidad de obtener riquezas
o bienes de manera rápida y fácil, usualmente están relacionadas con el pecado,
y el resultado será nefasto. “Los bienes que se adquieren de prisa al
principio, no serán al final bendecidos” (Prov. 20:21).
San Agustín
relacionó este pasaje con aquel en el cual Cristo narra la parábola de los
labradores malvados que no quisieron darle su parte al dueño de la tierra, por
lo tanto, golpearon a todos los siervos que les mandó, hasta que, por último,
mandó a su hijo amado, “diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos
labradores dijeron entre sí. Este es el heredero; venid, matémosle, y la
heredad será nuestra. Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña”
(Mr. 12:6-8).
Los hijos que no siguen el consejo de sus padres
creyentes terminan identificándose con aquellos judíos malvados que mataron a
los profetas que Dios enviaba para requerirles la obediencia a sus santos
preceptos, los cuales, en su maldad, mataron también al Hijo de Dios, y lo
rechazaron en su incredulidad.
Pero el fin de estos desobedientes no será bueno,
pues, Cristo afirma: “¿Qué, pues, hará el Señor de la viña? Vendrá, y
destruirá a los labradores, y dará su viña a otros” (v. 9).
La disuasión divina
“Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu
pie de sus veredas. Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave;
pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, y a sus almas tienden lazo.
Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida
de sus poseedores” (v. 15-19).
a. Una disuasión tierna y paternal. Hijo mío, no andes en camino con ellos
Esta expresión muestra la tierna preocupación que los
padres piadosos tienen por sus hijos jóvenes. A pesar de las muchas aflicciones
que ellos causan a sus padres al tomar decisiones equivocadas, siempre hay una
santa preocupación por guiarlos y ayudarlos a evitar el camino de la
destrucción.
b. La extensión de la admonición. Aparta tu pie de sus veredas.
No se trata de un abandono gradual o parcial, sino
inmediato y absoluto. El padre aconseja una renuncia total a la compañía o
amistad con esta clase de pecadores, pues, si no lo hace, siempre estará
expuesto a las muchas tentaciones que proceden de estos hijos de Satanás.
c. Los extremos malvados al que lleva el mal.
Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda
ave (v.17). Las aves,
a pesar de no tener razón, son más inteligentes que los hijos desobedientes,
pues, ellas, cuando ven a la red que pretende atraparlas, escapan y huyen del
lugar. Pero los tontos se ponen lazos a sí mismos, por lo tanto, “justamente
perecerá el hombre que, con conocimiento del camino de la justicia, se une al
camino de las tinieblas” (Carta del Ps. – Bernabé)[6].
Algunos jóvenes, teniendo el conocimiento, gracias a
los sabios consejos de sus padres o de creyentes maduros, y habiendo sido
advertidos del peligro que acarreaba para su alma y su vida andar con ciertas
personas o participar de ciertas prácticas, continuaron en dicho camino, y
terminaron siendo destruidos.
Por lo tanto, como dijo Orígenes, “pidamos no admitir
nada por lo que merezcamos caer en tentación por justo juicio de Dios. Y cae en
tentación cualquiera que es entregado por Dios a los deseos inmundos del
corazón, y cualquiera que es abandonado a las pasiones ignominiosas, y
cualquiera que, al no procurar tener a Dios dentro de sí, es entregado a un
réprobo sentir que lo lleva a cometer torpezas” (Orígenes, la oración)[7].
pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, y a
sus almas tienden lazo (v.18). Los malos creen que le van a hacer el
mal a sus víctimas. Pero en realidad, el que hace el mal es quien resulta herido.
¿A quién destruyó Judas con su traición? La
muerte a la cual Jesús fue entregado fue gloriosa para él, pero la traición que
Judas forjó fue su propia destrucción.
Tales son las sendas de todo el que es dado a la
codicia, la cual quita la vida de sus poseedores (v.19). Jesucristo, quien conocía el corazón del hombre y la tendencia
natural hacia todos los vicios, dijo, “Mirad, y guardaos de toda avaricia”
(Lc. 12:15).
La avaricia es la causa de toda clase de
abominaciones y desgracias. Pues, aquellos que desean ser ricos quisieran
obtener su dinero honradamente, si es posible, pero a causa de la avaricia,
desean obtenerlo, y no importan los medios.
Los jóvenes, y los no tan jóvenes, en su afán
de conseguir satisfacer sus deseos, los cuales son insaciables a causa de
nuestra naturaleza pecaminosa, son capaces de hacer fraude y de actuar con
astucia con el fin de obtenerlos.
Y cuando no escuchamos el consejo de los
sabios, y le damos rienda a nuestra maldad, entonces estamos preparados para
caer en toda clase de pecados y delitos.
Por lo tanto, debemos tener presente que la
maldad más grotesca, empieza por una primera vez en la cual nos apartamos de la
honradez.
Pero estos malos no han aprendido que la vida
del hombre no depende solamente de la abundancia de los bienes que posee, como
dijo Cristo en Lucas 12:15.
En consecuencia, debemos huir de toda clase de
injusticias, las cuales destruyen a su propio poseedor, y debemos considerar a
cualquiera que nos tienta al mal como un agente de Satanás.
Aplicaciones:
Estos consejos sabios de Salomón presuponen que
los padres desarrollan un carácter piadoso, es decir, estudian y meditan en las
Sagradas Escrituras, siendo obedientes a sus preceptos. Estos padres conocen el
libro de los Proverbios, no solo en su contenido, sino en la práctica del
mismo.
Estos padres leen buenos libros de autores
piadosos, se dedican a la oración, cuidan su corazón, desarrollan el temor del
Señor, se congregan fielmente.
Amada madre, no te desanimes si tu esposo o el
padre de tus hijos no ayuda mucho para que ellos anden en el temor del Señor.
Recuerda el caso de Timoteo. Su padre era un pagano, y su madre una creyente.
Ella, y la abuela Loida, instruyeron al niño en la Palabra. El Señor bendijo
esta labor, y Timoteo llegó a ser un joven cristiano y piadoso, de tal manera
que se convirtió en un apoyo para la labor apostólica de Pablo.
Amados niños, adolescentes y jóvenes, gracias
al imparable avance de las tecnologías de la comunicación, muchos de ustedes
creen que saben más de la vida que sus padres. Algunos han tenido la
oportunidad de terminar la secundaria o de ir a la universidad, mientras que
sus padres solo completaron la educación primaria; por lo tanto, terminan
creyendo que saben más de la vida que sus padres.
Pero, en realidad, ustedes pueden tener mayor
conocimiento de las ciencias, mas no mayor conocimiento de la vida. Podemos ser
grandes intelectuales con una vida ruin y miserable. El mandato bíblico es que
seas humilde y reconozcas que tus padres, sin son creyentes y piadosos, son más
sabios que tú, y sus consejos tienen como fin tu bienestar temporal y eterno.
Amado niño, adolescente y joven, evita la
compañía de los malos, de los compañeros o amigos que te inducen a desobedecer
las instrucciones sabias paternas. Aléjate de ellos y acércate al Señor, solo
en él encontrarás el verdadero sentido de la vida, la real felicidad y el
verdadero conocimiento transformador.
[1] Wright, J. Robert. La Biblia
comentada por los padres de la iglesia. Antiguo Testamento 10. Pág. 31
[2] Lawson, George. Comentario a
Proverbios. Página 17
[3] Wright, J. Robert. La Biblia
comentada por los padres de la iglesia. Antiguo Testamento 10. Pág. 57
[4] Lawson, George. Comentario a
Proverbios. Página 19
[5] Wardlaw, Ralph. Proverbs. Vol. I.
página 24 (traducción libre por Julio C. Benítez)
[6] Wright, J. Robert. La Biblia
comentada por los padres de la iglesia. Antiguo Testamento 10. Pág. 59
[7] Wright, J. Robert. La Biblia
comentada por los padres de la iglesia. Antiguo Testamento 10. Pág. 59
No hay comentarios:
Publicar un comentario