Contender por la fe: Una urgencia inaplazable
Judas
3
Por Julio
César Benítez
A
veces se vuelve muy común escuchar a algunos predicadores cristianos decir que
fueron “movidos” por el Espíritu Santo a cambiar el contenido de su sermón,
cuando ya habían avanzado en la predicación de otro tema. Realmente esa
situación siempre me ha inquietado, pues, no sé si se trata de falta de
preparación del tema, emocionalismo excesivo del predicador, o si realmente el
Señor les lleva a dar un viro sustancial al tema preparado.
Lo
cierto es que en Judas se dio una situación similar a la descrita
anteriormente. Este pastor se encuentra interesado en fortalecer la fe de los
creyentes y experimenta, como todo pastor bíblico, una gran urgencia, una gran
solicitud, por escribirles un tratado doctrinal para hablar de la común
salvación que comparten él y la audiencia.
No
sabemos cuál era el contenido exacto de lo que Judas estaba escribiendo o iba a
escribir, pero lo que sí sabemos es que el apóstol Pablo escribió sendos
tratados hablándonos de la doctrina de la salvación, es decir, del mensaje
salvador o el evangelio, en Romanos, Efesios y el resto de sus epístolas.
De manera que el verdadero autor de las
Sagradas Escrituras, el Espíritu Santo, no dejó incompleta la revelación, al
conducir a Judas a cambiar de tema en su carta inspirada, pues, todas las cosas
que son necesarias para nuestra salvación, para nuestro andar cristiano, nos fueron
dadas a través de las Sagradas las Escrituras y nada necesario quedó por fuera
de ella.
Esto
es lo que dice Pablo en 2 Tim. 3:16 “Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
O,
2 Pedro 1:3 “Como todas las cosas que
pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder,
mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”
Es
posible que Judas, el pastor de la iglesia de Jerusalén, interesado como estaba
por el crecimiento espiritual de los lectores, cuando ya estaba preparado para
iniciar el tratado doctrinal de su carta, recibe noticias inquietantes de cómo
los falsos pastores, los falsos maestros estaban entrando encubiertamente a
dicha iglesia, de manera que, en sumisión al Espíritu Santo, considera la
urgencia de la situación, y decide cambiar el tema de su carta.
Ya
no dará un discurso teológico, sino que exhortará a los lectores para estén
alertas frente al peligro real que representa para la fe de una iglesia, la
introducción de falsas doctrinas y falsos maestros.
Judas
no hizo como algunos buenos y amados hermanos nos proponen hacer hoy, es decir,
que no luchemos o denunciemos las falsas doctrinas o falsos maestros que se
introducen a la cristiandad contemporánea, sino que oremos y esperemos a que el
Señor saque a la luz la falsedad, de manera que las iglesias, algún día, se
darán cuenta de quiénes eran falsos y quiénes no.
Bueno, si bien es cierto que debemos orar
fervorosamente para que el Señor nos conserve como una iglesia pura, santa y
firme en la doctrina sana, no obstante es responsabilidad de los pastores e
iglesias de todos los tiempos desenmascarar la falsa doctrina y los falsos
maestros.
Judas
no considera que esto sea algo de esperar a ver qué pasa, a ver quién tiene la
razón.
Es
bueno enseñar doctrina, pero es urgente denunciar la falsa doctrina y los
falsos maestros.
Así
que, hoy día, tenemos la corta carta que escribiera Judas, con la cual hizo un
gran bien a la iglesia de todos los tiempos, como dice Barclay: “... pero el hecho es que hizo más por la
Iglesia escribiendo esta urgente, breve carta de lo que posiblemente habría hecho
dejándonos un extenso tratado sobre la fe”[1]
Abordemos
juntos el estudio del versículo 3 y analicemos porqué es necesario luchar o
contender ardientemente por la fe.
Sigamos
la siguiente estructura:
1.
La urgencia de luchar por la fe
2.
El modo de luchar por la fe
3.
Poderosa razón de luchar por la fe
1. La urgencia de luchar por la fe.
“Me ha sido necesario escribiros
exhortándoos...”
¿Por
qué un pastor experimenta la necesidad o la urgencia de predicar sobre la
importancia de luchar por la doctrina bíblica? Hoy día pareciera que este no es
el común de la mayoría de los pastores. Muy pocos se ocupan de estos asuntos.
Las predicaciones más comunes hoy día se enfocan en temas como la prosperidad
material, el buen nombre, la fama, la salud física, cómo mejorar su posición
económica, las siembras, el poder de la palabra humana, la fe presuntuosa que
dobla el brazo del Señor, entre otros.
Hay
poco interés en la sana doctrina. El slogan principal de nuestra generación
cristiana es “ama y se feliz”. “el amor une, la doctrina divide”. “habla del
amor, no hables de doctrina”, “la letra mata”. Tal vez este sea el resultado de
una iglesia materialista, pragmática, dormida espiritualmente y mundana.
Pero
los pastores en la Biblia no podían dormir tranquilos al saber que los falsos
maestros o las falsas doctrinas estaban entrando sigilosamente en medio de los
santos.
Y
es que el peligro es abismalmente terrible.
La
sana doctrina preserva la verdadera fe que nos conduce a la salvación, la falsa
doctrina nos aleja del Dios Santo, pervierte la conducta cristiana y conduce al
infierno.
Veamos
algunos ejemplos en la Palabra de Dios:
-
Nuestros primeros padres. Adán y Eva
fueron puestos en el paraíso para que anduvieran en perfecta comunión con el
creador, disfrutando de su presencia, obedeciéndole en todo, con el fin de
agradarle en todo. Por algún tiempo el hombre pudo disfrutar de este estado de
perfección. La doctrina bíblica, la fe, era muy sencilla en esta primitiva
iglesia: Hay un Dios creador, el cual es santo, y pide al hombre que le
obedezca para que pueda disfrutar para siempre de la perfecta comunión con él,
el obedecerle le garantiza vivir para siempre, el desobedecerle implica la
muerte. Esta era la doctrina. Y las cosas anduvieron bien en esta iglesia,
mientras se mantuvieron firmes en esta obediencia.
Pero
Satanás, la serpiente, el engañador y adversario de Dios, quería dañar el buen
vivir de estos creyentes, quería conducirlos a desobedecer, para que así
cayeran de ese estado privilegiado. ¿Pero cómo hacerlos caer en la
desobediencia? Ellos estaban entrenados en la doctrina, así que no aceptarían
desobedecer simplemente porque la serpiente se los insinúe. Así que, Satanás,
siendo astuto, decide corromper la doctrina, así, una vez ellos distorsionen la
fe, serán presa fácil del pecado.
Satanás
siembra la mentira doctrinal en la mente de Eva, cual falso profeta o falso
pastor, trastorna las palabras que ha dicho el verdadero pastor y le dice que
ella y su esposo no morirán realmente, por el contrario, tendrán vida eterna y
serán como dioses.
Dios
dijo: si desobedecen morirán, el falso pastor dice: serán como dioses.
Satanás
no cambia totalmente las palabras del Señor, sino que introduce su falso sermón
diciendo “conque Dios os ha dicho...” (Gén. 3:1). Esta ha sido siempre la
astucia de los falsos maestros, mezclar las palabras de Dios con las palabras
mentirosas de sus mentes retorcidas.
¿Cuál
fue el resultado de pequeña porción de falsa doctrina? El pecado, la muerte
eterna, la muerte física, la maldición sobre toda la creación material, la
corrupción espiritual.
La
falsa doctrina suele producir enormes estragos dentro del pueblo del Señor. Por
eso ningún pastor bíblico puede estar tranquilo cuando ve venir el peligro de
los falsos pastores o maestros sobre la iglesia.
-
Israel. Ellos recibieron grandes
bendiciones del Dios Todopoderoso. Los escogió de entre todos los pueblos, les
dio Su santas leyes, les envió profetas verdaderos, hizo poderosos milagros
para ayudarles. Solo les pidió obediencia a sus mandatos, y así se conservarían
como el pueblo escogido, y recibirían sus abundantes bendiciones.
A
pesar de haber recibido la luz de la doctrina bíblica, este pueblo se corrompió
y recibió el juicio que la Ley había establecido. Pero ¿Cuál fue el medio usado
por Satanás para producir semejantes estragos en este pueblo de creyentes? La falsa doctrina, los falsos maestros.
En
el desierto el pueblo se desenfrenó en el jolgorio, el licor y la perversión,
luego que Aarón les permitiera cambiar la doctrina de Dios. El Señor le había
dicho a su pueblo que no hicieran imagen de él, pues, Moisés en el desierto,
cuando fue llamado, no vio ninguna figura. Pero cuando Aarón les permitió
cambiar este conocimiento de Dios, e hicieron una imagen, entonces fue muy
fácil para este pueblo corromper el resto de doctrinas, y entrar en una
decadencia moral impresionante.
Los
falsos profetas siempre causaron estragos en el pueblo, tergiversando la
doctrina, amoldándola a la cultura de la época, a lo que estaba de moda, y el
resultado fue siempre el mismo, decadencia espiritual, decadencia moral, y la
venida del inminente juicio del Señor.
¿Ante
un peligro tan inminente será que podremos estar tranquilos?
2. El modo de luchar por la fe.
“...que contendáis ardientemente por la
fe...”
En
la exposición del primer elemento de la estructura de nuestro pasaje, ya
ustedes se han hecho una idea de qué es
a lo que Judas llama “la fe”. No se trata de la confianza que
depositamos en Dios, sino que se trata del cuerpo de creencias o doctrinas que
conforman nuestra fe cristiana.
Este
cuerpo de doctrinas deben ser cuidadas con tanto esmero y pasión, que para
nosotros debe ser un asunto de vida o muerte. Lo que creemos de la Biblia, lo
que creemos de Dios, de Jesucristo, del Espíritu Santo, del pecado, del juicio
de Dios, de la salvación, la santificación, la vida cristiana; todo esto es tan
vital para la cristiandad, que no debemos escatimar esfuerzo alguno en luchar
para defenderla.
No
se trata de defender a Dios, pues él no necesita que nadie lo defienda, se
trata de defender la doctrina que él nos ha dado.
La
palabra usada por Judas para luchar ardientemente es “epagonizesthai” de donde viene nuestra palara agonía. Cada iglesia,
de cada generación debe pagar el costo de luchar por preservar y transmitir la
doctrina de manera correcta.
En
toda época ha sido necesario defender la fe, porque esta se transmite, como una
sana tradición, de generación en generación.
El
problema radica en que en cada generación surgen falsos maestros que
tergiversan la verdad, y si la generación respectiva no hace nada por
preservarla, entonces, las próximas generaciones corren el riesgo de recibir
doctrinas erradas.
Pero
este hacer algo para preservar la sana doctrina no debe ser un “bueno, vamos a
ver que se hace”, no, debiera ser algo que implique tanto esfuerzo, como para
decir “estoy agonizando por esta causa”, “hasta que lo falso no salga a la luz
y la iglesia recupere la sana doctrina no podré dormir tranquilo”.
Los
profetas del Antiguo Testamento son un reflejo fiel de esta lucha agonizante
por preservar la doctrina sana:
En
tiempos de la reina Jezabel la doctrina bíblica estaba en gran decadencia. Esta
reina malvada había introducido la falsa doctrina por doquier. La adoración al
Dios verdadero fue reemplazada por el culto a Baal. Parecía que todo el mundo
estaba conforme con la doctrina errónea. Pero un pequeño grupo de profetas que
dieron sus vidas para que la verdadera religión de Israel fuera preservada.
Cientos de ellos murieron, como dice en 1 Reyes 18:4 “Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a
cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta, y los sustentó con pan
y agua”.
¿Por
qué causa morían estos profetas? Porque ellos no consideraron como algo liviano
la introducción de falsas doctrinas dentro del pueblo de Dios, para ellos esto
era un asunto de vida o muerte.
Jesús
dijo que la doctrina cristiana proviene de Dios, por lo tanto, la falsa
doctrina proviene de Satanás. Si no estamos en la verdadera doctrina, entonces
no tenemos a Dios, no hay salvación, no hay cielo, sino que nos espera la más
terrible condenación. “El que quiera
hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios...”
Es
un asunto de vida o muerte. La verdadera doctrina bíblica nos libra de la
esclavitud del pecado “Pero gracias a
Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados” Rom. 6:17. Estar
en falsa doctrina es permanecer en esclavitud. No podemos estar tranquilos frente
a la falsa doctrina.
En
nuestro siglo corren fuertes vientos de doctrina errónea que no solo han
permeado a las sectas sino que atentan con socavar las bases mismas de la fe
cristiana, falsas doctrinas que han entrado encubiertamente en el grueso de la
cristiandad:
-
Un concepto erróneo de Dios. El Soberano creador de todo, el que es digno de
adoración y obediencia, ahora es presentado como el soberano servidor, el
sirviente, el hada madrina que está esperando el toque de la varita mágica para
hacer todo lo que el creyente desee.
-
Un concepto erróneo de la expiación obrada por Cristo. La sangre preciosa del
cordero que fue derramada para la remisión de nuestros pecados, ahora es tomada
para garantizar la salud, la prosperidad y toda clase de bienes terrenos al
creyente. Incluso la sangre de Cristo ahora es tomada “supuestamente” para
limpiar objetos, para protección contra asechanzas, etc.
-
Un concepto erróneo de la salvación. Hoy día la salvación del alma y la
esperanza futura de la completa y perfecta redención ya no es tan importante,
pues, es más relevante para el cristiano materialista de este siglo el vivir
cómoda y placenteramente en este mundo, de manera que la salvación ha sido
reducida al tener más y más bienes de este mundo, riquezas que los ladrones
minan y hurtan.
-
Un concepto erróneo del ministerio. Ahora el ministro, el pastor, ya no es más
el anciano servidor que nos presentan las Sagradas Escrituras, sino que es el
gerente, el alto ejecutivo, el chamán o el iluminado, que tiene el poder para
transmitir “unción”, sanidad y prosperidad, pero que de ninguna manera está al
servicio de los santos. Un pastor que para poder dialogar con él se necesita
primero acudir a todos los “líderes” que están por debajo de él en esa
gigantesca escalera o estructura piramidal.
No
podemos estar tranquilos cuando la doctrina se tergiversa de esa manera, pues,
las próximas generaciones ya no tendrán el verdadero cristianismo que anuncia
la salvación del hombre por medio de la obra de Cristo, sino que tendremos un
infame remedo del cristianismo, donde un dios sirviente, se ofrece para
satisfacer los deseos hedonistas de hombres completamente materialistas y
avaros, egocéntricos y ególatras.
Judas
invita a la verdadera cristiandad a combatir, lo cual “significa esforzarse sin distraerse, a fines de lograr una meta.
Presupone abnegación para superar obstáculos, evitar peligros y, si fuese
necesario, aceptar el martirio. Judas da a entender que los miembros de la
iglesia deben esforzarse en la propagación del evangelio y en la búsqueda de la
derrota de la herejía”[2]
Muchos
pastores no pelean la batalla contra las herejías que están entrando hoy a la
cristiandad (ecumenismo, teología de la prosperidad, la palabra de fe, dilo y
recíbelo, las siembras económicas, la falsa unción, entre otras) porque
consideran que eso se debe dejar solamente el Señor, y él, algún día sacará a
la luz los que verdaderamente son de él y avergonzará a los falsos.
Es
cierto que la cizaña debe crecer junto al trigo, y nosotros no podemos arrancarla.
Pero respecto a la falsa doctrina, respecto a los falsos maestros, no podemos
esperar hasta el tiempo del fin, las Sagradas Escrituras son muy claras al
enseñarnos que si dejamos entrar a lo falso y no hacemos nada para frenarla y
denunciarla, muy pronto todo el plantío estará dañado. “las zorras pequeñas
echan a perder las viñas”. (Cantares 2:15)
El
apóstol Pablo, escribiendo al pastor Timoteo, no le da opciones frente al tema
de la lucha contra la falsa doctrina o los falsos maestros que entran al cristianismo.
Él le dice, así como dice hoy a todos los pastores y hermanos que aman a
nuestro Señor Jesucristo “Te encarezco (te
doy este solemne encargo) delante de Dios
y del Señor Jesucristo (ellos son los testigos), que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su
reino (un día seremos todos juzgados),
que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo (el pastor
debe ser insistente para corregir la falsa doctrina); redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán (mucha gente no soportará) la sana doctrina, sino que teniendo comezón
de oír (apetito por cosas nuevas) se
amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias (hablarán lo
que a la gente más le agrade oír) y
apartarán de la verdad el oído (no querrán escuchar la sana doctrina) y se volverán a las fábulas (la falsa
doctrina, que aunque suena agradable al oído porque promete muchas cosas, en
realidad es fábula, puro cuento). Pero tú
se sobrio en todo (no seas ebrio como los falsos maestros que deliran en
sus mentes depravadas), soporta las
aflicciones (aflicciones por causa de predicar la sana doctrina y denunciar
a los falsos maestros), haz obra de
evangelista, cumple tu ministerio. Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y
el tiempo de mi partida está cercano (Pablo quiere que otros continúen su
labor de extender la doctrina que produce salvación). He peleado la buena batalla (la batalla de la fe que Judas nos
exhorta a luchar), he acabado la carrera,
he guardado la fe (o el depósito de la fe, es decir, la doctrina que fue
dada una vez a los santos). 2 Timoteo 4:17
3. Poderosa razón de luchar por la fe.
“... por la fe que ha sido una vez dada a
los santos.”
La
doctrina bíblica no es una doctrina que cambia de tanto en tanto, amoldándose a
las filosofías de la época. No, Judas dice que fue dada una sola vez a los
santos, es decir, que fue transmitida una
vez por todas (hapax paradotheisëi)[3].
La
fe cristiana es un depósito sagrado que Dios encargó a la Iglesia de todos los
tiempos, para que lo transmitieran de manera fiel a las siguientes
generaciones, este depósito, es la revelación escrita, es decir, las Sagradas
Escrituras, las cuales deben ser estudiadas, explicadas y aplicadas, tal como
fueron entregadas a través de los profetas y apóstoles autorizados. Esta
sagrada doctrina tiene enseñanzas y aplicaciones para los hombres de todas las
generaciones.
El
adverbio hápax, que significa “de una vez por todas” da a entender que estas
verdades doctrinales “son inmutables: no
se pueden alterar, no se les puede quitar ni añadir...”[4].
Parece
que la iglesia del primer siglo estaba siendo afectada por falsos profetas que
pretendían recibir revelaciones del Espíritu Santo adicionales a lo que el
Señor había hablado una vez por todas a través de los profetas y apóstoles
autorizados. Pero este ha sido siempre un peligro latente en la cristiandad. De
vez en cuando se levantan algunos hombres, o mujeres, que dicen estar
recibiendo revelaciones directamente del cielo, que pretenden escuchar
directamente la voz de Dios.
Pero
debemos tener cuidado con esa clase de personas, pues, lo que Judas está
diciendo aquí es que la falsa doctrina siempre está relacionada con estas
pretendidas revelaciones nuevas o adicionales que algunas gentes dicen estar
recibiendo.
La
doctrina, la fe, todo lo que necesitamos para ser “... perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” nos ha
sido dado a través del depósito sagrado al cual llamamos la santa Biblia.
La
fe se dio una vez para siempre, y no buscamos nuevas revelaciones.
Las
sectas que han surgido dentro de la cristiandad siempre han estado asociada con
las “nuevas revelaciones” o las voces que algunos pretenden escuchar
directamente del cielo.
En
el siglo II de la era cristiana, un pagano llamado Montano se convierte al
cristianismo, y luego ser bautizado, se une a dos supuestas profetizas, y
diciendo que ha empezado un nuevo pentecostés, una nueva era del Espíritu
Santo, empieza a enseñar falsas doctrinas, supuestamente reveladas directamente
por Dios a él y a sus profetizas. La iglesia del primer siglo había sido
bendecida por los carismas o dones sobrenaturales de revelación del Espíritu
Santo, pero estos habían cesado, la iglesia ya no requería mas de estos dones
espectaculares, porque ahora tenían la relevación, el depósito de la fe
completo, ya la fe había sido dada una vez a los santos.
No
obstante Montano pretende recuperar estos dones cesados, e inicia un movimiento
sectario. Él decía que el Señor regresaría por su iglesia en ese mismo siglo e
instalaría a la Jerusalén celestial en la ciudad de Pepuza.
Esto
mismo sucedió con los testigos de Jehová, los mormones y los adventistas, los
cuales pretendieron recibir revelaciones adicionales a la que fue dada una vez
para siempre a través de las Sagradas Escrituras, y el resultado fue el error,
el engaño, lo falso, una secta.
Debemos
luchar con agonía por la pureza de la fe, porque ella es un depósito sagrado
que no puede ser cambiado.
La
Iglesia del primer siglo lo entendió así, de manera que ellos solo estudian la
doctrina apostólica.
Hechos
2:42 “Y perseveraban en la doctrina
apostólica...” No les interesaba conocer lo que soñó el pastor, o la
experiencia espiritual de los demás. Lo único que nos garantiza ser libres del
pecado es el permanecer en Cristo, en su doctrina, la cual fue dada una sola
vez para siempre, al ser completada por los apóstoles del Cordero.
El
apóstol Pablo, escribiendo al pastor Timoteo, le advierte de no enseñar sus
propios sueños, experiencias o visiones, sino que su deleite y su
responsabilidad debe ser enseñar la doctrina apostólica, esa que fue dada una
vez para siempre:
1
Tim. 1:3 “Como te rogué que te quedases
en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen
diferente doctrina”, diferente a lo que los apóstoles del Cordero
enseñaron.
1
Tim. 6:3-4 “Si alguno enseña otra cosa, y
no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la
doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe...”
2Jn 1:9 Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de
Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.
Siendo
que solo tenemos una fuente de doctrina, una fuente segura y sin error,
entonces debemos mantenernos firmes en ella, estudiando las Sagradas
Escrituras, escudriñándolas, como ordenó Jesús, de manera que no nos apartemos
de ella, ni a diestra ni a siniestra. Que no sigamos el error de los que
pretenden recibir revelaciones adicionales.
Siendo
que esta fe es un depósito sagrado del cual mana la vida, la verdadera libertad
y el perdón de nuestros pecados, entonces luchemos sin descanso para que esta
verdad sea conocida por todos.
Aplicaciones:
-
¿Cuál es tu reacción cuando ves un programa “cristiano” en la televisión, en el
cual la mayor parte del valioso tiempo de transmisión se concentra en hablar de
cosas que no son esenciales a la fe cristiana como la prosperidad material, la
sanidad física, principios para hacer crecer las empresas, etc?
-
Hoy el Señor, a través de la corta carta de Judas, te invita para que
despiertes a una gran realidad: estamos siendo invadidos por falsas doctrinas.
El grueso de la cristiandad, como en las épocas antiguas, corre detrás de los
baales, detrás de lo falso. ¿Y tú qué haces al respecto? ¿Te amoldas al
espíritu pluralista y relativista de la época, pensando que no es tu
responsabilidad meterte en problemas por defender la sana doctrina? ¿Consideras
acaso que los profetas antiguos, los apóstoles y los valientes adalides de la
reforma fueron unos tontos por defender la doctrina pura que viene directamente
de Dios? ¿Crees que eres más inteligente que estos humildes servidores de Dios?
¿Acaso no te das cuenta que tú mismo podrás ser afectado por las doctrinas erróneas
sino las denunciamos? ¿Olvidas como la falsa doctrina afectó paulatina pero
progresivamente al pueblo de Dios en tiempos antiguos, así como el cáncer no se
queda fijo en un solo lugar, sino que cuando ha empezado no cesa de extenderse
en todo el cuerpo, hasta abarcarlo todo?
-
Oremos al máximo general que tenemos, a Jesús, para que él nos de fuerza, vigor
y ánimo pronto para luchar hasta la sangre, defendiendo la sana doctrina,
orando por los hermanos que están en iglesias donde los pastores han trastornado
la fe, amoldándola al espíritu de la época. Oremos para que el Señor ayude a
estos pastores a encontrar el camino de regreso a la doctrina apostólica,
oremos para que si estas iglesias persisten en su error, el Señor saque de en
medio de ellos a los que verdaderamente le pertenecen.
-
Esforcémonos en conocer cada día mas y mas las Sagradas Escrituras,
estudiándola de manera apropiada, encontrando el verdadero sentido de lo que
allí se dice, de manera que no nos dejemos confundir por los falsos maestros
que han entrado al cristianismo.
-
Tengamos cuidado con los programas o predicaciones “cristianas” que escuchamos
por la radio o la televisión, tengamos cuidado con los libros gratis que se
envían a través de internet, muchas sectas usan estos medios para llevar
confusión a los verdaderos creyentes.
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