Capítulo
9 - La doxología
"…porque Tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén".
Mateo 6:13
Este modelo para los adoradores de la Divinidad concluye con una
doxología o adscripción de alabanza a Aquél a quien va dirigida, evidenciando
la completitud de la oración. Cristo enseñó aquí a sus discípulos no sólo a pedir
por las cosas necesarias para ellos, sino a atribuir a Dios lo que es propiamente
Suyo. La acción de Gracias y la alabanza son una parte esencial de la oración. Particularmente
esto debería tenerse en cuenta en toda adoración pública, ya que la adoración a
Dios es su deber expreso. Seguramente si le pedimos a Dios que nos bendiga, lo
menos que podemos hacer es bendecirlo también. “Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo,…" exclama San Pablo (Ef. 1:3). Pronunciar bendición sobre Dios no es sino el
eco y reflejo de su gracia hacia nosotros. La alabanza devota, como la expresión
de afectos espirituales elevados, es el idioma propio del alma en comunión con
Dios.
Las perfecciones de esta oración como un todo y la plenitud maravillosa
de cada cláusula y palabra en ella no son percibidas dándoles solo un vistazo rápido
y descuidado, sino que llegan a ser manifiestas sólo por una meditación reverente.
Esta doxología puede ser considerada al menos en tres formas: (1) como una
expresión de una alabanza santa y gozosa; (2) como una súplica y argumento para
vigorizar las peticiones; y (3) como confirmación y declaración de confianza en
que la oración será escuchada. En esta oración el Señor nos da la quintaesencia[1]
de la verdadera oración. En las oraciones dadas por el Espíritu en los Salmos del
Antiguo Testamento, la oración y la alabanza están continuamente unidas entre
sí. En el Nuevo Testamento, el Apóstol Pablo nos da la siguiente instrucción autoritativa:
"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias." (Fil. 4:6). Todas las oraciones de santos eminentes,
registradas en la Biblia, se entremezclan con la adoración de Aquel que habita
en las alabanzas de Israel (Sal. 22:3).
En esta oración modelo, Dios es hecho tanto el Alfa como la Omega.
Esta Abre dirigiéndose a Él como nuestro Padre en el cielo; termina alabándole
como el glorioso rey del universo. Entre más estén Sus perfecciones ante nuestros
corazones, más espiritual será nuestra adoración y más reverentes y fervientes
nuestras súplicas. Cuanto más el alma se dedica a la contemplación de Dios
mismo, más espontánea y sincera será su alabanza. “Perseverad en la oración,
velando en ella con acción de gracias;…" (Col. 4:2). ¿No es nuestro fracaso en este punto el que
es tan a menudo la causa de que la bendición se nos retenga? “Te alaben los
pueblos, oh Dios; Todos los pueblos te alaben. La tierra dará su fruto; Nos
bendecirá Dios, el Dios nuestro. " (Sal. 67:5, 6). Si no alabamos a Dios por Sus misericordias,
¿cómo podemos esperar que nos bendiga con Sus misericordias?
"Porque Tuyo es el Reino…" Estas palabras establecen el
derecho y la autoridad universal de Dios sobre todas las cosas, por medio de
las cuales el dispone de ellas en función de su placer. Dios es el Soberano Supremo
de la creación, la providencia y la gracia. El reina sobre los cielos y tierra,
estando todas las criaturas y las cosas bajo su control total. Las palabras
"…y el poder…" hacen alusión a la suficiencia infinita de Dios para ejecutar
Su derecho soberano y para hacer su voluntad en el cielo y en la tierra. Puesto
que él es el Todopoderoso, él tiene la habilidad de hacer todo lo que le
plazca. Él nunca duerme ni se cansa (Sal. 121:3, 4); nada es demasiado difícil
para él (Mateo 19:26); nadie le puede resistir (Dan. 4:35). Todas las fuerzas que se oponen a él y a la
salvación de la Iglesia él puede derrocarlas. La frase "…y la gloria…",
expone Su inefable excelencia: ya que él tiene soberanía absoluta sobre todos y
suficiente poder para disponer de todo, es por lo tanto el todo-glorioso. La
gloria de Dios es el gran objetivo de todas Sus obras y caminos, y de Su
gloria, es siempre celoso (Isa. 48:11, 12).
A él pertenece la gloria exclusiva de ser El que responde la oración.
A continuación notemos que la doxología es introducida por la
conjunción porque, la cual aquí tiene la fuerza de “debido a que…” o “por el
hecho de que…” Tuyo es el reino, etc. Esta doxología no es sólo un
reconocimiento de las perfecciones de Dios, sino una súplica más poderosa del
porqué nuestras peticiones deben ser oídas. Cristo está enseñándonos aquí a
utilizar el porqué de la argumentación. Tú eres capaz de conceder estas peticiones,
porque Tuyo es el Reino, etc. Si bien la doxología sin duda pertenece a la
oración como un todo y se puso para vigorizar las siete peticiones, sin
embargo, nos parece que tene referencia especial y más inmediata a la última:
"…y líbranos del mal…”: “…porque tuyo es el Reino…” Oh Padre, el número y
la potencia de nuestros enemigos son realmente grandes, y son lo más formidables
debido a la perfidia de nuestros propios corazones malvados. Sin embargo, nos
sentimos alentados a implorar Tu ayuda contra ellos, porque todos los intentos
realizados por el pecado y Satanás contra nosotros son realmente agresiones a
tu soberanía y dominio sobre nosotros y la promoción de tu gloria a través de
nosotros.
"Porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria…" ¡Qué
aliento tenemos aquí! Dos cosas especialmente inspiran la confianza hacia Dios
en la oración: la conciencia de que él está dispuesto y que es capaz. Ambos son
insinuados aquí. El que Dios nos ordene, a través de Cristo su Hijo, dirigirnos
a él como nuestro Padre, es una indicación de Su amor y una garantía de Su
cuidado por nosotros. Pero Dios también es el Rey de reyes, que posee poder
infinito. Esta verdad nos asegura su suficiencia y garantiza su capacidad. Como
el Padre, El provee para sus hijos; como el Rey, defenderá sus súbditos. “Como
el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. "
(Sal. 103:13). “Tú, oh Dios, eres mi
rey; Manda salvación a Jacob." (Sal. 44:4). Es para el propio honor y gloria de Dios que
él manifiesta su poder y se muestra a Sí mismo fuerte en su propio nombre.
"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea la gloria en la Iglesia en Cristo Jesús por todas las
edades, por los siglos de los siglos. Amen" (Ef. 3:20, 21).
¡Qué instrucción tenemos aquí! En primer lugar, se nos enseña a vigorizar
nuestras peticiones con argumentos tomados de las perfecciones divinas. El reinado
universal de Dios, Su poder y Su gloria deben ser convertidos en súplicas prevalecientes
para obtener las cosas que necesitamos. Debemos practicar lo que Job buscó
hacer: " Expondría mi causa delante de él, Y llenaría mi boca de
argumentos." (Job 23:4). En segundo
lugar, somos claramente dirigidos a unir petición y alabanza. En tercer lugar,
se nos enseña a orar con la mayor reverencia. Ya que Dios es un Rey tan grande
y poderoso, que debe ser temido (Isa. 8:13).
Por lo tanto, lo que se deduce es que tenemos que postrarnos ante él en
completa sumisión a su voluntad soberana. Cuarto, se nos instruye realizar una
entrega y sometimiento completos de nosotros mismos a Él; de lo contrario no hacemos
sino burlarnos de Dios cuando reconocemos verbalmente su dominio sobre nosotros
(Isa. 29:13). Quinto, orando así,
estamos capacitados para hacer de su gloria nuestra principal preocupación, esforzándonos
así a caminar para que nuestras vidas muestren su alabanza.
"…por todos los siglos..." Cuán marcado es el contraste
entre el Reino, el poder y la gloria de nuestro Padre y el dominio fugaz y la
gloria evanescente de los monarcas terrenales. El Ser glorioso a Quien nos
dirigimos en la oración, es " Desde el siglo y hasta el siglo,… Dios "
(Sal. 90:2). Cristo Jesús, en quien Él
es revelado y a través de quien la oración es ofrecida, "… es el mismo ayer, y hoy,
y por los siglos.” (Heb. 13:8). Cuando
oramos correctamente, miramos más allá del tiempo a la eternidad y medimos las
cosas presentes por su conexión con el futuro. ¡Cuán solemnes y expresivas son
estas palabras por todos los siglos! Los reinos terrenales se desmoronan y
desaparecen. El poder de la criatura es insignificante y momentáneo. La gloria
de los seres humanos y de todas las cosas mundanas se desvanece como un sueño.
Pero el Reino y el poder y la gloria de Jehová no son susceptibles ni de cambiar
ni de disminuir, y no tienen fin. Nuestra esperanza bendita es esa, cuando el
primer cielo y la tierra hayan pasado, el Reino y el poder y la gloria de
Dios serán conocidos y adorados en su maravillosa realidad por toda la
eternidad.
"…Amén." Esta palabra da entender las dos cosas
necesarias en la oración, es decir, un deseo ferviente y el ejercicio de la fe.
Para la palabra hebrea Amén (a menudo traducida "verdaderamente" o
"de verdad" en el Nuevo Testamento) significa "que así sea"
o " así será."
Este significado doble de súplica y expectación se insinúa claramente en el uso
del doble amén en Salmos 72:19: "Bendito su nombre glorioso para siempre,
y toda la tierra sea llena de Su gloria. Amén y Amén." Dios ha determinado
que será así, y toda la Iglesia expresa su deseo: "Que así sea." Este
"Amén" pertenece y se aplica a cada parte y cláusula de la oración:
"santificado sea tu nombre. Amén", y así sucesivamente. Al pronunciar
el Amén, tanto en oraciones públicas como en privadas, expresamos nuestros
deseos y afirmamos nuestra confianza en el poder y la fidelidad de Dios. Es en
sí misma una petición condensada y enfática: al creer en la veracidad de las
promesas de Dios y descansar en la estabilidad de Su gobierno, compartimos y
reconocemos ambas nuestra confianza y esperanza en una respuesta de gracia.
[1]
“En la Edad Media, la quintaesencia (latín quinta essentia) era un elemento
hipotético, también denominado éter. Se le consideraba un hipotético quinto
elemento o "quinta esencia" de la naturaleza, junto a los cuatro
elementos clásicos: tierra, agua, fuego y aire. (recuperado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Quintaesencia)
el 29 de marzo de 2015)
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