Saludos pastor. Mi nombre
es Jorge, soy de Sahagún y por la gracia y misericordia del Señor ,
después de 4 años de estar involucrado en el evangelio arminiano y superficial
, el Señor me trajo a la reforma , lo cual le agradezco enteramente. Estoy en
la iglesia Bautista, cuyo pastor es Luis Esteban, que
usted conoce . Le escribo porque he estado investigando algo , y es sobre Juan
20:17 , cuando el Señor ya resucitado le dice a María Magdalena ´´no me
toques´´ y en lo que he leído dice que la palabra allí usada es ´´no me
retengas´´ , pues el debía ascender al cielo , ya que ese era su lugar . Por
tanto , me gustaría saber que respuesta tiene usted y si la que le mencioné
anteriormente puede ser válida. Bendiciones y muchas gracias.
Gracias por enviarnos su pregunta.
El pasaje en
mención dice: “Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué
lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor,
si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose
ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque
aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y
a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:15-17).
Juan nos narra aquí una de las
apariciones de Cristo luego de su resurrección. María Magdalena, como el resto
de los discípulos, no había comprendido que el Mesías debía morir, pero también
resucitar. Ella estaba muy triste y lloraba intensamente porque no había podido
preparar el cuerpo muerto de Jesús (como era la costumbre en Israel), y ahora
que había llevado todos los ingredientes para darle una sepultura digna no
encuentra el cuerpo. Está realmente afligida. Pero esa tristeza cambia en un
profundo e inimaginable gozo cuando escucha la voz de su maestro (Raboni) y
puede verlo, ya no muerto, sino vivo. Entonces pudo aceptar y comprender las
palabras que el Salvador había dicho a sus discípulos, en el sentido de que Él
resucitaría de entre los muertos.
El gozo de ver a su maestro vivo
recobra la esperanza de tenerlo para siempre entre ellos, ministrando y enseñando
por las calles de Palestina, tal y como lo había hecho durante los tres años
previos.
María toca al maestro aferrándose a
él para no perderlo nunca más; es por esta razón que Jesús le dice: “Deja de asirte de mí, porque aún no he
subido al Padre”[1].
Indudablemente Jesús no está prohibiendo que lo toque, pues, él mismo le pide a
Tomás que toque sus manos y su costado. En Mateo 28:9 se nos dice que las
mujeres “abrazaron sus pies y le adoraron”.
Jesús quiere decirle a María que él
ya no estará con ellos de la misma manera como lo había estado en Palestina;
ahora él debía subir al Padre, donde recibiría el cetro de su Reinado universal
sobre la iglesia y el mundo. Él ya no estaría con ellos físicamente, en un lugar
geográfico determinado, sino que estaría con ellos de otra manera, a través del
Espíritu Santo en cada creyente, en cada iglesia. A ella le convenía que Jesús
ascendiera al Padre, pues, así, él podrá estar con ella y con todos los
discípulos en todo el mundo todo el tiempo.
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