Cuidándonos de las falsas doctrinas:
Característica espiritual de los que luchan
vigorosamente por la doctrina.
v.
1-2
Por Julio
César Benítez
Introducción:
La
vida cristiana es un caminar por en medio del desierto de este mundo, en el
cual, al igual que el peregrinaje de Israel rumbo a Canaán, encontraremos
gigantes, fieros enemigos, incredulidad, deseos de regresar a Egipto, es decir,
regresar al mundo, falsos profetas como Balaam que buscarán maldecir al pueblo
para que no prospere en el camino que el Señor le ha demarcado.
La
historia del pueblo del Señor ha sido una historia de luchas, de contiendas,
porque como dice Pedro, tenemos a un adversario, el diablo, quien como león
rugiente anda buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8).
Adán
y Eva fueron creados para vivir en comunión perfecta con su Dios, pero muy
pronto que ellos son puestos en el paraíso, Satanás les insinúa la rebelión
contra la Palabra de Dios, mostrándoles de manera engañosa los buenos y
codiciables frutos que generaría dicha desobediencia, entrando así el pecado en
el mundo bueno que había creado el Señor.
Los
hijos de Dios, es decir, los hijos de la línea de la fe, de la línea de la
salvación, son atrapados por el engaño de la belleza de las hijas de los
hombres, es decir, la línea de la rebelión y la desobediencia, de manera que en
esta mezcla el pueblo del Señor se ve grandemente afectado y el engaño y la
desobediencia se generalizan en el mundo, de manera que Dios envía el diluvio
para castigar a esa generación perversa.
A
pesar del nuevo inicio que se da con Noé y sus hijos, de nuevo la maldad, el
engaño y el pecado asedian al pueblo de Dios tratando siempre de conducirlos a
una rebeldía flagrante contra el creador.
El
resto de la historia bíblica, y de la historia universal, es testigo de cómo el
pueblo del Señor, el pueblo escogido, es atrapado una y otra vez por las
mentiras de Satanás, entrando en períodos de decadencia espiritual, de manera que
se aparten del Dios vivo.
Israel
sufrió mucho como consecuencia de los falsos profetas, pues, estos no solo
hablaban falsamente en nombre de Dios para conducir al pueblo hacia la
apostasía, sino que lo hacían de una manera tan convincente y atrayente, que la
mayoría del pueblo seguía tras sus mentiras.
A
pesar de que el Señor una y otra vez les daba indicaciones de cómo detectar a
los falsos profetas o maestros, el pueblo fácilmente se dejaba engañar por
ellos, pues, los falsos maestros o profetas siempre hablaron lo que era
agradable a los oídos pecaminosos de ellos.
Cuando Cristo viene a este mundo trae el
mensaje final de la revelación divina, a través del cual el hombre puede
encontrar el camino de reconciliación con Dios. Jesús mismo es la revelación
encarnada del Padre. De manera que los discípulos pueden ver con claridad esa
verdad que les hará libres.
No
obstante de tener una revelación más clara y final, Jesús advirtió a sus
discípulos que tengan cuidado con los fasos pastores, profetas o maestros,
porque Satanás no se quedará tranquilo, a pesar de la derrota que recibió por
la obra de Cristo.
Jesús
advierte a sus seguidores en Mateo 7:15 “Guardaos
de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por
dentro son lobos rapaces”, luego, hablando de lo que caracterizará a los
tiempos del fin dice que “... muchos
falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos” (Mt. 24:11).
Jesús
conoce la astucia de los falsos maestros y sabe que estos cuentan con el
respaldo del principal engañador, es decir, Satanás, siendo así que estos
falsos maestros o falsos profetas “...harán
grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun
a los escogidos” (Mt. 24:24).
Muy
poco tiempo después de la ascensión de Jesús a los cielos, cuando la iglesia
cristiana estaba aún en su etapa infantil, los falsos profetas o falsos
maestros hacen su aparición. Ellos se presentaban con la misma apariencia que
siempre los ha caracterizado: Como seres de luz, como personas interesadas en
el bienestar de sus oyentes, como mensajeros celestiales, engañando con sus
obras y señales mentirosas, hablando adulaciones y lisonjas con el fin de
atrapar a los hombres y mujeres amantes de sí mismos.
De
allí que los apóstoles y los escritores del Nuevo Testamento consideren de suma
importancia advertir a la iglesia en cómo detectar a un falso pastor, a un
falso profeta, a un falso apóstol, a un falso maestro, a una falsa doctrina.
Pues,
aunque ellos cuenten con muy buena capacidad para engañar, porque hablan
conforme a los deseos del corazón humano, no obstante, ellos no podrán ocultar
su verdadero carácter, la podredumbre que llevan por dentro es tal, que un
cristiano puede agudizar su olfato para oler la corrupción pecaminosa que les
caracteriza.
La
epístola de Judas, aunque nos es la carta mas estudiada del Nuevo Testamento,
ella fue ha escrita con el fin de ayudar a los creyentes a detectar el carácter
moral y espiritual de los falsos maestros que entran encubiertamente a la
cristiandad.
Analicemos
con pasión y profundidad el contenido de esta pequeña y casi desconocida carta,
pues, su contenido tiene gran relevancia para la situación de la iglesia
cristiana evangélica en la Latinoamérica del siglo XXI, pues, muchos falsos
maestros han permeado las iglesias con el fin de engañar, seducir y atrapar en
sus doctrinas erróneas.
Característica espiritual de los que luchan
vigorosamente por la doctrina.
v.
1-2
En
los versículos 1 al 2, Judas, saluda a los lectores, identificándose él mismo
como siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo.
Luego
identifica a los lectores o receptores de la carta como los que son amados por
Dios el Padre, guardados por Jesucristo y llamados a la salvación.
Y
a estos, al autor de la carta les desea abundancia de misericordia, paz y amor.
Inmediatamente
el escritor inicia su lacónico pero profundo discurso, diciendo a los lectores
que ha deseado intensamente escribirles respecto a la salvación que ellos
tienen en común, y ahora ha llegado el momento de hacerlo, pues, hay poderosas
razones para ello.
Los
falsos maestros, a los cuales él denomina como impíos, se han infiltrado en la
iglesia, lo cual hace necesario que los creyentes, receptores de la carta,
luchen con vigor y esfuerzo para la fe que ha sido dada una vez a los santos.
Hoy
vamos a analizar el mensaje de Judas en estos dos primeros versículos. Mensaje
que he titulado característica
espiritual de los que luchan vigorosamente por la doctrina.
1.
Judas, ejemplo de lucha vigorosa.
“Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a
los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo”.
V. 1
Es
interesante notar que el autor de la carta se identifica como siervo de Jesucristo. Se debe notar que
las palabras usadas en griego (Iesou Cristou) dan a entender pertenencia, es
decir, Judas no solo está diciendo que él es un siervo asociado al mensaje de
Jesucristo, sino que él mismo pertenece a su Salvador.
Solo
un pastor o maestro que ha llevado su orgullo personal a la cruz, puede
llamarse a sí mismo siervo. La palabra griega usada aquí es doulos, la cual significa literalmente esclavo. Un pastor o maestro es esclavo
de Jesucristo. Le sirve sin esperar nada a cambio, así como el esclavo no
esperaba una paga de su amo.
Solo
un verdadero esclavo o siervo de Jesucristo puede estar interesado
verdaderamente en las almas de los hombres. Los que no son siervos solo están
interesados en su propio bienestar.
Es
por eso que Jesucristo se presenta como el buen pastor, ejemplo de lo que debe
ser un pastor cristiano, cuando dice: “Yo
soy el buen pastor, el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el
asalariado, y que no es el buen pastor, de quien no son propias las ovejas, ve
venir al lobo, y deja las ovejas y huye, porque es asalariado, y no le importan
las ovejas”. Juan 10:11-12
Judas
se atreve a escribir en contra de los falsos maestros, a pesar de que eso no le
hará el pastor más popular, ni el maestro más admirado, pues, de seguro que al
cuestionar la vida y la doctrina de los falsos pastores recibirá ataques de los
mismos hermanos, quienes le dirán: “Judas,
¿por qué eres tan intransigente? ¿Por qué eres tan falto de amor?, no juzgues
para que no seas juzgado, recuerda que el amor une y la doctrina divide, abandona ese espíritu hipercrítico y ama a
los hermanos aunque ellos no piensen
como tú. Judas qué te crees tú para hablar de falsos maestros, recuerda que
estamos en un mundo relativista, la verdad es relativa al individuo. Si tú
crees que los pastores no deben trabajar en el ministerio esperando lucro
personal, está bien, es tu verdad, pero no condenes a los que no piensan como
tú, este es un mundo pluralista, hoy todos cabemos en el mundo y por lo tanto
todos cabemos dentro de la iglesia, sin importar tanto la doctrina. Abandona
esa vieja costumbre de los profetas, de estar discutiendo respecto a la fe,
mejor dedícate a hacer el bien al prójimo.”
Advertir
en contra de la falsa doctrina o la falsa religión fue el motivo por el cual
los judíos mataron a los profetas. Judas se expone a lo mismo al hablar en
contra de las falsas doctrinas, pues, siempre han sido más los que siguen lo
falso que los que siguen la verdad. Tal vez esa sea una de las razones por las
cuales hoy no se estudia mucho la epístola de Judas, y las predicaciones
basadas en esta necesaria carta sean muy escasas.
Por
eso, solo un siervo de Jesucristo puede escribir o predicar de lo que Judas
escribió.
Sabemos
que el que escribe esta carta no es Judas, el apóstol que traicionó a Jesús, el
Iscariote, pues, él distaba mucho de ser un siervo
de Jesucristo, ya que su interés no era la salvación de los hombres, sino
el amor al dinero. Estaba con Cristo porque encontró en la religión un medio
para satisfacer su corazón codicioso. Él aparentaba amor y cuidado por los
pobres, pero en realidad solo quería satisfacer su propia codicia.
“Y dijo uno de sus discípulos, Judas
Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Porqué no fue este
perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto,
no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la
bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella”. Juan 12:4-6
Judas
tiene autoridad para escribir esta exhortación, porque es un siervo de
Jesucristo, él está dispuesto a ser rechazado por algunos cristianos, a sufrir
por la causa del evangelio, a luchar por la pureza de la doctrina apostólica,
aunque eso le cueste la vida o el rechazo de su preciosa carta.
Habiendo
dado este saludo con tan profundo significado ahora prosigue hablando del
estado espiritual de aquellos que podrán continuar con esta lucha a muerte por
la preservación de la sana doctrina y el rechazo de los falsos maestros o
falsos profetas.
2. Tres características espirituales de los que han
de luchar vigorosamente por la doctrina.
“A los llamados, santificados en Dios Padre,
y guardados en Jesucristo”. V. 1
No
todos podrán luchar en contra de la falsa doctrina. A algunos les dará lo mismo
estar en lo verdadero que en lo falso, porque estas personas no están buscando
a Dios con el fin de vivir para Él como sus siervos, sino que le buscan por
intereses personales: para que Dios le
alivie todos sus problemas, para que les de salud, para que les de dinero y
riquezas, para que los libre de las deudas, para aliviar su soledad, en fin, para cualquier cosa, menos que ser su
siervo.
Pero
hay un grupo, no tan numeroso como quisiéramos, que si está interesado en la
doctrina bíblica, que si le importa el contenido de lo que creemos, que
considera vital para la salvación y la salud espiritual el estar cimentados en
la doctrina de Cristo y los apóstoles del cordero.
¿Por
qué a algunos creyentes no les importa mucho la doctrina bíblica o el luchar en
contra de la falsedad? Bueno, algunos no lo hacen por ignorancia. Porque han
crecido poco en la fe, son, como dice Hebreos, niños o bebés en Cristo. A pesar de los años que llevan en la vida
cristiana prefieren seguir tomando leche que comer alimento doctrinal sólido.
Otros
no lo hacen porque no son creyentes. Están dentro de nosotros pero no son de
nosotros. A ellos no les importa la doctrina cristiana, solo quieren lo que les
satisfaga en su ego, en su orgullo y en sus deseos materialistas. Y las
Sagradas Escrituras nos presentan claros ejemplos de ello:
“Porque Demas me ha desamparado, amando a este
mundo” 2 Tim. 4:10 Demas había colaborado por
un tiempo al apóstol Pablo, pero luego se fue, no quiso seguir como siervo,
porque amaba a este mundo.
“Salieron de nosotros, pero no eran de
nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con
nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.”
1 Jn. 2:19
Ahora
¿Quiénes son los que deben y pueden luchar para defender la doctrina bíblica?
¿Quiénes son los que pueden y deben denunciar a los falsos maestros o a las
falsas doctrinas? Judas, el hermano de Jesús, autor de esta carta, describe las
características espirituales de esta valiente gente.
Estos
creyentes necesitan consejo y aliento.
Primero
dice que son llamados.
Aquellos
que están siendo motivados, aconsejados y exhortados para luchar en contra de
las falsas doctrinas que enseñan los falsos maestros, primero que todo, han
sido llamados por Dios. Aquí no se trata del llamamiento general que el
Espíritu hace a los pecadores al arrepentimiento, pues, Dios manda a todos los hombres en todo lugar, que
se arrepientan (Hch. 17:30), no obstante no es de todos la fe (2 Ts. 3:2); más bien se trata del llamamiento
especial que el Espíritu hace a los hombres, a través del cual nadie resiste
ese santo llamado, sino que con presuroso paso acudimos a la cruz del calvario
para contemplar la belleza extasiante de la gracia, belleza que nos atrapa y de
la cual nunca más vamos a querer distanciarnos.
Solo
lucharán en contra de las falsas doctrinas los que “han dejado el mundo del pecado y han entrado en la luz de la vida”[1]
Estos
llamados forman parte de aquel pueblo que es un “...linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a
su luz admirable” 1 Pedro 2:9
Estos
llamados son los que en otro tiempo no eran pueblo, pero ahora son pueblo de
Dios, los que en otro tiempo no habían alcanzado misericordia, pero ahora han
alcanzado misericordia. 1 Pedro 2:10
Los
llamados son aquellos que un día, escucharon el evangelio ya sea a través de
una predicación en la iglesia, una predicación en la radio, un estudio en los
hogares, un tratado que recibió u otro medio, pero que estando escuchando, no
entendían el mensaje, no eran conscientes de su estado pecaminoso y de rebeldía
contra su creador, y por eso no podían venir a Cristo, pero en medio de la
predicación el Señor, el Señor hizo con esa persona, lo que antes había hecho
con Lidia “...el Señor abrió el corazón
de ella para que estuviese atenta al mensaje de Pablo” Hch. 16:14.
Los
llamados son aquellos que habiendo estado atentos al mensaje del evangelio,
acudieron con total convicción a Cristo, reconocieron su pecaminosidad, ya no
se vieron mas como personas buenas, sino como enfermos que necesitaban del
médico eterno; se despojaron de su propia autoconfianza espiritual y
depositaron toda su confianza en la cruz del calvario.
Solo
estas personas que han escuchado el llamado celestial, el llamado del Espíritu
Santo, podrán luchar en contra de la falsa doctrina, anunciando y proclamando
la verdadera fe que ha sido dada para siempre a los santos.
¿Cómo
podemos estar tranquilos cuando escuchamos a muchos predicadores motivando a la
gente a venir a Cristo usando como anzuelo o gancho las necesidades económicas,
una precaria salud física, el deseo de ser más ricos, el anhelo de ser más
popular? ¿Cómo estar tranquilo frente a esta clase de predicación, cuando
nosotros mismos hemos sido llamados por Dios, hemos visto la cruz sangrante de
Cristo, hemos visto sus padecimientos y el Espíritu Santo nos ha mostrado que
solo al ver nuestra miseria espiritual podemos acudir al Calvario?
¿Cómo
estar tranquilos cuando vemos como muchos predicadores están llamando a la
gente a Cristo, sin que ellos sean concientizados de sus pecados y maldades?
¿Acaso cuando el Espíritu Santo nos llamó a Cristo, primero no nos mostró el
estado de pudrición en el que estábamos como consecuencia de nuestras maldades
y nuestras rebeliones? ¿Será posible que alguien venga verdaderamente a Cristo
sin que primero el Espíritu Santo, a través de la predicación fiel de las
Sagradas Escrituras, no les muestre su condición pecaminosa y rebelde contra el
Dios Santo?
Solo
los que han sido verdaderamente llamados por el Señor pueden entender la
importancia de permanecer en la doctrina bíblica correcta.
Segundo,
son amados (o santificados) en Dios Padre. (ëgapëmenois
o hëgiasmenois)
Una
segunda característica de los que han de contender ardientemente, con pasión,
por la doctrina sana, consiste en que han sido amados por Dios el padre. En
nuestras versiones dice santificados
debido a los manuscritos que usan, en los cuales se encuentra la palabra hegiasmenois; no obstante, los
manuscritos griegos más antiguos usan la palabra egapemenois, es decir, amados.
Aunque
ambas características son totalmente ciertas del verdadero creyente.
Ahora,
en qué sentido son amados los creyentes. ¿Acaso Dios no ama a todo el mundo?
Las Sagradas Escrituras dicen que “... de
tal manera amó Dios al mundo...” Juan 3:16. Hay un sentido en el cual Dios
ama a su creación. Él la cuida, es suya, por eso la preserva. Él hace salir su
sol sobre justos e injustos, y eso es amor, él hace llover sobre justos e
injustos, eso también es amor (Mt. 5:45), pero este amor está acompañado
también de su ira. Porque estos injustos viven bajo la ira de Dios.
Juan
3:36 “...el que rehúsa creer en el Hijo
no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”
Romanos
2:5 “Pero por tu dureza y por tu corazón
no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la
revelación del justo juicio de Dios”
Efesios
5:6 “...porque por estas cosas viene la
ira de Dios sobre los hijos de desobediencia”
Así
que el sentimiento que Dios expresa al mundo entero, a todos los hombres, se
encuentra dividido entre su amor y su ira.
Pero
el amor de Dios para con los que han sido cobijados por el sacrificio
expiatorio del sufriente Salvador, ya no se encuentra dividido por la ira, sino
que, ahora, su amor es infinito para con ellos, es una amor eterno, y ya no los
mira más como objetos de su ira.
Ahora
estos que han sido amados por Dios, no esperan su ira, sino que tienen
confianza en que su amor siempre los cobijará.
Este
amor es tan grande e incomprensible que el apóstol Pablo declara:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a
su tiempo murió por los impíos – es decir, por nosotros, que hacíamos obras
malas delante del Dios santo – Ciertamente,
apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir
por el bueno – pero ya el apóstol Pablo ha dicho que entre los hombres y
mujeres nadie ha sido bueno o justo – mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros” Romanos 5:6-8
¿Siendo
que hemos experimentado amor tan grande, será que podemos quedarnos quietos y
tranquilos cuando vemos cómo algunos hombres entran encubiertamente a la
cristiandad y solo con el fin de obtener ganancia o lucro personal pervierten
este mensaje que trae consuelo a los hombres que sufren en la miseria de sus
pecados? ¿Será que aquellos que han conocido y experimentado el perdón de sus
pecados, solo por confiar plenamente en Cristo, se quedarán dormidos frente a
movimientos sectarios que desvirtúan el mensaje de salvación, cambiándolo por
un mensaje de motivación psicológica o prosperidad material, cuando la
necesidad más grande de todo hombre se relaciona con su vida impía, con sus
pecados y rebeliones?
Son
guardados o protegidos por Jesucristo.
Estos
que han de contender ardientemente por la doctrina sana, son aquellos que
cuentan con la garantía de salvación ofrecida por nuestro Señor Jesucristo.
Estos
no viven en el temor de perder su salvación, sino que tienen como firme certeza
de su salvación las palabras de Jesús, quien dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre que
me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de las manos de mi
padre”
Estos
que han de contender por la doctrina sana, denunciando a los falsos maestros,
no temen ni siquiera a Satanás porque cuentan con la oración intercesora de
Jesús “Yo ruego por ellos; no ruego por
el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son. Padre santo, a los que
me has dado, guárdalos en tu nombre... cuando estaba con ellos en el mundo, yo
los guardaba en tu nombre..., pero ahora voy a ti... no ruego que los quites
del mundo, sino que los guardes del mal.” Juan 17:9-15
Estos
creyentes, aunque sean pocos, tienen la certeza que todo su ser será guardado
en santificación para la consumación
final de la salvación: “Y el mismo Dios
de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo,
sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
¿Será
que teniendo tan grande garantía de salvación y cuidado salvador, podremos
estar tranquilos cuando las falsas doctrinas corroen a la cristiandad llevando
a los hombres a confiar en sus propios medios, en sus donaciones o siembras
económicas, en sus ayunos orgullosos, en sus buenas obras? ¿Acaso no sabemos que
cuando los hombres confían en estas cosas para alcanzar el favor divino, viven
en temor, inseguridad, miseria espiritual, tratando de hacer una y otra obra
con el fin de calmar sus intranquilas conciencias?
A
todos aquellos que han sido llamados, amados y guardados por Dios en
Jesucristo, Judas les desea abundancia de misericordia
y paz y amor.[2]
¿Y
cómo no podremos experimentar la verdadera misericordia, la verdadera paz y el
verdadero amor habiendo recibido una salvación tan grande y completa de nuestro
redentor?
¿Seremos
tan egoístas en disfrutar solos de estas enormes bendiciones y no haremos nada
por ayudar al resto de creyentes y personas que caen presas de los estafadores
religiosos que hacen mercadería con la fe cristiana?
Aplicaciones:
-
Amado hermano en la fe, nuestra primera responsabilidad como contendores de la
fe consiste en someternos en todo al autor de nuestra salvación. Llevemos ante
él todo nuestro ser y ofrezcámosle nuestra vida como una ofrenda, digámosle hoy
y siempre, yo soy tu siervo, estoy dispuesto a perder mi vida con el fin de
ganarla. Dejémonos de amarnos tanto y de preocuparnos tanto por nuestro
bienestar mundano, y amemos mas al Señor y dueño de nuestras vidas, a aquel que
nos compró con sangre preciosa para darnos vida eterna.
- Si no sientes preocupación por aquellas
personas que están siendo víctimas de los falsos maestros o falsos pastores o
falsos apóstoles, entonces recuerda lo que eres en Cristo, recuerda el
llamamiento santo que recibiste del Señor, recuerda el eterno e inmenso amor
que ha cubierto todo tu ser, recuerda cómo el Señor intercede por ti,
garantizándote una salvación eterna. ¿No te compadeces de las personas que
viven en temor constante porque las falsas doctrinas les han llevado a confiar
en sus buenas obras, en sus siembras económicas, en sus pactos terrenos?
-
Iniciemos esta contienda por la doctrina bíblica reconociendo y viviendo lo que
somos en Cristo, gozándonos en estas grandes verdades, alimentando en nosotros
la misericordia, la paz y el amor, luego estaremos tan henchidos de estos gozos
espirituales que nos será imposible retenerlos y entonces seremos movidos a
compartirlo con otros hombres y mujeres que, así como nosotros un día, no
conocíamos verdaderamente la abundante gracia del Evangelio de Cristo.
-
Apreciado amigo que aún no conoces a Jesús como tu salvador y Señor, no te
quedes tranquilo en tu miseria espiritual, para ti también hay esperanza de
gozar y disfrutar de este llamamiento santo, de este amor abundante y de este
cuidado seguro, acude hoy al Salvador y suplícale tenga misericordia de ti,
concediéndote el don de la fe para que puedas ver tu estado de rebeldía contra
del Dios santo, y que te conceda mirar a la cruz del calvario, mirar la sangre
del Hijo de Dios que es derramada para dar perdón y seguridad de salvación a
todo el que acude con fe a ella.
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